El veneno de las abejas, conocido como apitoxina, es una sustancia compleja que contiene una variedad de componentes bioactivos. Diversos estudios han confirmado que el veneno está compuesto por un alto porcentaje de agua, que representa entre el 80% y el 88% de su composición total. Además del agua, el veneno contiene enzimas, polipéptidos y varias moléculas más pequeñas, como aminas no alergénicas.
Entre las aminas presentes en el veneno se incluyen la acetilcolina, las histaminas y las catecolaminas. Estos componentes tienen propiedades inflamatorias y vasoactivas, lo que contribuye a la reacción local que se produce tras una picadura de abeja. Además, estas sustancias aceleran o precipitan la absorción de los alérgenos presentes en el veneno.
Las enzimas también desempeñan un papel importante en la composición del veneno de abeja. En general, las enzimas representan entre el 13% y el 15% del veneno seco. Una de las enzimas más destacadas es la fosfolipasa A2, que constituye alrededor del 40% de las enzimas presentes en el veneno. La fosfolipasa A2 es una proteína con un peso molecular de aproximadamente 45 kDa. En el veneno de Apis mellifera, se ha observado que los niveles de fosfolipasa A2 son bajos al momento de la eclosión de la abeja, pero aumentan equilibradamente 10 días después. Estos niveles máximos se mantienen a lo largo de la vida de la abeja obrera.
La fosfolipasa A2 desempeña varios roles y tiene diversos mecanismos de acción. Esta enzima ataca la estructura lipídica uniéndose a las membranas celulares, lo que causa disrupción de sus funciones. Además, la fosfolipasa A2 produce la formación de liso-fosfolípidos, lo que altera la estructura normal del surfactante intercelular y dificulta la producción de micelas, así como la solubilización de colesterol y fracciones tisulares específicas. También interviene en la producción de radicales libres debido a la lipólisis. Otra acción de la fosfolipasa A2 es su efecto sobre la membrana de la célula cebada, posiblemente desintegrándola y provocando la liberación de histamina. Además, esta enzima cataliza la formación de isolecitinas, que dañan las membranas celulares, causando hemólisis y lesiones tisulares. Se ha observado que la fosfolipasa A2 tiene una actividad sinérgica con la melitina, otro componente del veneno de abeja, lo que induce un efecto tóxico fuerte y rápido. Sin embargo, no afecta los factores de coagulación y no tiene efectos sobre la piel.
Otra enzima presente en el veneno de abeja es la hialuronidasa, que cataliza la despolimerización del ácido hialurónico. Esta enzima actúa como un factor de difusión, permitiendo que el veneno se extienda a través de los tejidos al degradar los polímeros del ácido hialurónico del cemento intercelular. La hialuronidasa exhibe su máxima actividad a un pH de 4 a 5.
La melitina es un péptido citolítico que se encuentra en el veneno de abeja. Está compuesto por 26 aminoácidos y se caracteriza por la existencia de un tetrámero alfa helicoidal y un monómero alfa helicoidal que se enrolla en una espiral al azar, dependiendo de las condiciones del solvente. La concentración de melitina en el veneno varía según la edad de la abeja, siendo más alta aproximadamente 4 semanas después de la eclosión. A las 5 o 6 semanas, los niveles de melitina disminuyen. La melitina es una de las fracciones más tóxicas del veneno de abeja y tiene diversas funciones. Actúa como un surfactante, reduciendo la tensión superficial en la interfaz entre el aire y las soluciones salinas, lo que aumenta la permeabilidad no solo de los eritrocitos, sino también de otras células involucradas en el mantenimiento de la tensión superficial celular. La melitina también afecta a las plaquetas, los músculos estriados y el sistema nervioso central, provocando trastornos de conducta y respuesta emocional. Además, se ha observado que la melitina inhibe la acetilcolinesterasa, eleva los niveles de cortisol plasmático y tiene actividad hemolítica directa.
La apamina es otro componente del veneno de abeja. Es un péptido neurotóxico compuesto por 18 aminoácidos. Aunque se encuentra en baja concentración en el veneno, tiene un efecto profundo en la función de la médula espinal, causando hiperactividad y espasmos musculares, así como un aumento en los reflejos polisinápticos. Actúa sinérgicamente con la fosfolipasa A2 y aumenta los niveles de cortisol plasmático.
El veneno de abeja también contiene un péptido degranulador de mastocitos, que tiene una concentración muy baja pero un efecto potente. Este péptido puede provocar la liberación de histamina a través de la destrucción de los mastocitos. Además, se le ha asociado una propiedad antiinflamatoria debido a su capacidad para inducir la liberación endógena de heparina.
Las quininas son sustancias presentes en el veneno de abeja que influyen en la presión sanguínea, principalmente como hipotensores. Actúan sobre el músculo liso, provocando lesiones rápidas y aumentando la permeabilidad vascular. Las quininas presentes en el veneno de abeja incluyen la plasmaquinina, la bradiquinina y la kallidina.
La toxicidad del veneno de abeja en los seres humanos no se conoce con precisión, ya que depende de varios factores, como la dosis del veneno y la susceptibilidad individual. La dosis letal 50 en ratones para el veneno liofilizado y purificado es de 2.5 a 2.8 mg/kg por vía endovenosa, y la dosis letal es de 6 mg/kg por vía endovenosa. Sin embargo, es importante destacar que la toxicidad del veneno de abeja puede variar en los seres humanos, y se han reportado casos de personas que han fallecido después de una sola picadura y otros que han sido picados por más de 400 abejas y han sobrevivido.
Los efectos tóxicos del veneno de abeja pueden manifestarse de forma inmediata después de una picadura. La anafilaxis, una reacción alérgica grave, es típica y se desencadena minutos después de la picadura. Además de los efectos alérgicos, también se ha observado que el veneno de abeja puede tener efectos tóxicos directos en varios sistemas del cuerpo.
Uno de los efectos más estudiados de la apitoxina es su acción miotóxica en las células musculares esqueléticas. Tanto la melitina como la fosfolipasa A2 presentes en el veneno de abeja son capaces de causar mionecrosis en las células musculares. Esto se caracteriza por la rápida lisis de la membrana plasmática de las células musculares, la hipercontracción y ruptura de las miofibrillas y, finalmente, la infiltración de células fagocíticas y la disolución del resto celular. Este tipo de mionecrosis es similar al causado por las miotoxinas presentes en el veneno de serpientes. Se ha observado que la melitina y la fosfolipasa A2 pueden actuar sinérgicamente en la inducción de la mionecrosis en las células del músculo esquelético y en otras membranas biológicas.
La apamina, otro componente del veneno de abeja, tiene efectos en el sistema nervioso central y puede inducir hiperactividad y espasmos musculares. Además, se ha observado que la apamina actúa como un inhibidor específico de los canales de calcio dependientes de la conductancia de potasio.
En conclusión, el veneno de las abejas es una sustancia compleja que contiene una variedad de componentes bioactivos, como enzimas, polipéptidos y aminas no alergénicas. Estos componentes tienen propiedades inflamatorias, vasoactivas y tóxicas que contribuyen a los efectos del veneno en el cuerpo humano. La fosfolipasa A2, la melitina, la hialuronidasa, la apamina y las quininas son algunos de los componentes importantes presentes en el veneno de abeja y tienen diversos mecanismos de acción en el organismo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la toxicidad del veneno de abeja puede variar en cada individuo, y las reacciones alérgicas pueden ser graves en algunas personas. Ante una picadura de abeja, es recomendable buscar atención médica adecuada y tomar las precauciones necesarias para evitar futuras exposiciones.