Te gustaría ser inmortal? Lo siento, al menos por ahora, no es posible para los humanos.

Seguramente al pensar en la inmortalidad te habrá venido a la mente la famosa medusa inmortal, Turritopsis dohrnii. Si ella puede alcanzar una forma de inmortalidad biológica, ¿por qué no podríamos hacerlo nosotros?

La clave está en que el mecanismo de «inmortalidad» de la Turritopsis dohrnii es muy diferente a lo que podríamos imaginar. Cuando esta medusa adulta se enfrenta a condiciones desfavorables o al envejecimiento, es capaz de revertir su ciclo de vida. Logra esto mediante la transdiferenciación de algunas de sus células diferenciadas, transformándolas de nuevo en células pluripotenciales (células madre). Estas células pluripotenciales se reorganizan para formar un pólipo, que es la fase juvenil de su ciclo vital.

Si aplicáramos una analogía a nuestro caso, equivaldría a reprogramar parte de nuestras células diferenciadas a un estado pluripotencial (similar a las células de un embrión). A partir de estas células, se generaría un organismo completamente nuevo en la fase de pólipo (en nuestro caso, algo parecido a un embrión humano). Evidentemente, este nuevo organismo no seríamos nosotros, ya que todos sus órganos, incluyendo el sistema nervioso central donde reside nuestra conciencia y memoria, serían completamente nuevos. Por lo tanto, nuestra identidad no se transferiría.

¿Te gustaría saber cómo se transforma una célula diferenciada (de cualquier tejido) en una célula madre pluripotencial?

El proceso implica un reseteo completo de todos los cambios que ha sufrido el ADN durante la vida de la célula (reseteo del programa epigenético).

El ADN en las células diferenciadas está empaquetado de forma específica (cromatina) para regular la expresión génica, silenciando los genes necesarios para la pluripotencia y activando los genes específicos de su linaje celular. Para reprogramar, esta estructura de la cromatina debe descompactarse para hacer accesibles los genes de pluripotencia. Esto implica la acción de enzimas remodeladoras de la cromatina que alteran la metilación del ADN, las modificaciones de las histonas (acetilación, metilación, fosforilación, etc.) y la arquitectura tridimensional del genoma.

Las regiones promotoras de los genes de pluripotencia suelen estar metiladas en células diferenciadas, lo que impide su transcripción. La reprogramación requiere la eliminación de estas marcas de metilación para activar estos genes clave.

Las histonas asociadas al ADN también llevan marcas químicas que influyen en la expresión génica. La reprogramación implica eliminar las marcas represivas y establecer marcas activadoras en los genes de pluripotencia.

Para que una célula adquiera pluripotencia, debe abandonar su identidad celular previa. Esto implica la represión activa de los genes que definen su linaje diferenciado y la activación de los genes de pluripotencia como Nanog, Lin28 u Esrrb. La célula también debe alargar sus telómeros mediante la telomerasa.

De esta forma una célula especializada se transforma en una célula madre puripotencial capaz de diferenciase y generar cualquier tejido del nuevo organismo.

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