Introducción
La vida en la Tierra, en toda su vasta diversidad y complejidad, exhibe una característica bioquímica fundamental y profundamente enigmática: la homoquiralidad. Este fenómeno se refiere al uso casi exclusivo de una de las dos posibles formas especulares (enantiómeros) para clases enteras de moléculas orgánicas esenciales. Específicamente, las proteínas, los caballos de batalla moleculares de la célula, se construyen casi universalmente a partir de L-aminoácidos, mientras que los ácidos nucleicos (ADN y ARN), los portadores de la información genética, y los carbohidratos centrales en las rutas energéticas se basan en D-azúcares.1 Esta marcada asimetría molecular se erige como una de las biofirmas más distintivas y universales de la vida terrestre conocida, contrastando fuertemente con la química abiótica típica, la cual, en ausencia de influencias quirales preexistentes, tiende a producir mezclas equimolares de ambos enantiómeros, conocidas como mezclas racémicas.2
Comprender la homoquiralidad es crucial no solo para desentrañar los misterios del origen de la vida en nuestro planeta, sino también para entender la bioquímica fundamental que sustenta todos los procesos biológicos. Además, plantea preguntas fascinantes sobre la naturaleza de la vida potencial en otros lugares del universo y las consecuencias de una posible interacción entre sistemas biológicos basados en quiralidades opuestas. Este informe se adentra en las preguntas clave que rodean este fenómeno: ¿Qué son exactamente la quiralidad molecular y la homoquiralidad biológica? ¿Por qué la vida terrestre desarrolló y mantuvo esta preferencia específica L/D? ¿Cuáles son las hipótesis científicas más plausibles sobre cómo surgió esta asimetría a partir de un mundo prebiótico presumiblemente racémico? ¿Y cuáles son las consecuencias bioquímicas y fisiológicas para los organismos terrestres al entrar en contacto con las moléculas «equivocadas», es decir, D-aminoácidos y L-azúcares?
Para abordar estas cuestiones de manera exhaustiva, este informe se estructura siguiendo un enfoque lógico. Primero, se definirán los conceptos de quiralidad molecular y homoquiralidad biológica, detallando las ventajas funcionales que esta última confiere a los sistemas vivos. A continuación, se explorarán las diversas hipótesis científicas propuestas para explicar el origen de la homoquiralidad terrestre, desde influencias físicas abióticas hasta procesos de selección biótica temprana. Posteriormente, se analizará cómo los organismos terrestres metabolizan los L-aminoácidos y D-azúcares estándar, destacando la exquisita especificidad quiral de las enzimas involucradas. Las secciones subsiguientes investigarán en profundidad los efectos biológicos, tanto conocidos como teóricos, de la exposición a D-aminoácidos y L-azúcares, respectivamente. Se examinarán también las excepciones conocidas a la regla de la homoquiralidad en la naturaleza y sus funciones específicas. Finalmente, se sintetizará la información para ofrecer una visión general de las implicaciones del contacto con biomoléculas de quiralidad opuesta y se discutirán las ramificaciones más amplias de este fenómeno en campos como la astrobiología y la biomedicina.
Sección 1: Definición de Quiralidad Molecular y Homoquiralidad Biológica
1.1. Quiralidad Molecular: Enantiómeros y Propiedades
La quiralidad es una propiedad geométrica inherente a ciertos objetos o sistemas que los hace no superponibles con su imagen especular.3 El ejemplo más intuitivo es el de las manos humanas: la mano izquierda es la imagen especular de la mano derecha, pero no importa cómo se roten o trasladen, nunca podrán superponerse perfectamente una sobre la otra.1 Este concepto, formalizado en química por Vladimir Prelog y previamente introducido por Lord Kelvin 2, es fundamental para entender la estructura tridimensional de muchas moléculas orgánicas. Las moléculas que poseen esta propiedad se denominan quirales, mientras que aquellas que sí son superponibles con su imagen especular se denominan aquirales.
En el contexto molecular, la quiralidad surge frecuentemente, aunque no exclusivamente, de la presencia de un átomo de carbono unido a cuatro sustituyentes diferentes. Este átomo se conoce como centro quiral o estereocentro.4 Sin embargo, es importante destacar que la quiralidad es una propiedad de la molécula en su conjunto, no solo del centro quiral.4 Las dos formas especulares no superponibles de una molécula quiral se denominan enantiómeros.3
Los enantiómeros de una misma molécula comparten propiedades físicas idénticas en un entorno aquiral, como el punto de fusión, el punto de ebullición, la densidad y la solubilidad.4 No obstante, difieren crucialmente en dos aspectos:
- Interacción con la luz polarizada: Las moléculas quirales tienen la capacidad de rotar el plano de la luz polarizada, una propiedad conocida como actividad óptica. Un enantiómero rotará el plano de luz hacia la derecha (dextrógiro, denotado como (+) o d-), mientras que su imagen especular lo rotará en la misma magnitud pero hacia la izquierda (levógiro, denotado como (-) o l-).4 Esta propiedad fue estudiada inicialmente por Jean-Baptiste Biot y Louis Pasteur.2
- Interacción con otras moléculas quirales: Los enantiómeros pueden interactuar de manera diferente con otras entidades quirales, como los sitios activos de las enzimas, los receptores celulares o incluso otros enantiómeros. Esta diferencia en la interacción es la base de la especificidad biológica y de muchos fenómenos observados en farmacología y bioquímica.1
Una mezcla que contiene cantidades equimolares (50:50) de ambos enantiómeros se denomina mezcla racémica o racemato.2 Debido a que las rotaciones ópticas de los dos enantiómeros se cancelan mutuamente, una mezcla racémica es ópticamente inactiva.2 Es fundamental señalar que las reacciones químicas sintéticas realizadas en condiciones aquirales, sin ninguna influencia asimétrica externa (como catalizadores quirales o luz polarizada), producen invariablemente mezclas racémicas.2
1.2. Homoquiralidad Biológica: La Firma Asimétrica de la Vida (L-Aminoácidos y D-Azúcares)
En marcado contraste con la producción de mezclas racémicas en la química abiótica, la vida en la Tierra exhibe una propiedad sorprendente y definitoria conocida como homoquiralidad biológica.2 Este término describe el fenómeno por el cual los sistemas vivos utilizan casi exclusivamente un solo enantiómero para clases enteras de biomoléculas fundamentales.2 Las preferencias son notablemente consistentes en toda la biosfera conocida:
- L-Aminoácidos: Los bloques de construcción de las proteínas, ensamblados por los ribosomas durante la traducción del código genético, son casi exclusivamente aminoácidos con configuración L.1
- D-Azúcares: Los carbohidratos desempeñan roles cruciales en la estructura y el metabolismo. Los azúcares que forman el esqueleto de los ácidos nucleicos (ADN y ARN) son la D-desoxirribosa y la D-ribosa, respectivamente. Además, el principal combustible metabólico celular, la glucosa, se utiliza en su forma D.1
Esta selectividad quiral es tan fundamental que se considera una propiedad funcional esencial y una condición necesaria para la existencia y el mantenimiento de la vida tal como la conocemos.2 Se postula que la «sopa primigenia» de la que surgió la vida contenía presumiblemente mezclas racémicas de estas moléculas 6, lo que convierte el origen de esta marcada asimetría biológica en uno de los problemas más profundos y fascinantes de la biología y la química prebiótica.
1.3. Ventajas Funcionales de la Homoquiralidad: Eficiencia y Especificidad
La homoquiralidad no es simplemente una curiosidad estructural, sino una propiedad funcional indispensable que confiere ventajas significativas a los sistemas biológicos.3 Sin ella, la complejidad y eficiencia de la maquinaria bioquímica celular serían prácticamente inconcebibles.
- Optimización del Flujo de Información y Reducción de la Incertidumbre: En el abarrotado entorno celular, las interacciones moleculares deben ser precisas y fiables. La homoquiralidad elimina la ambigüedad inherente a las mezclas racémicas. Al utilizar consistentemente L-aminoácidos y D-azúcares, las células aseguran que las señales bioquímicas, los procesos de reconocimiento molecular y las cascadas de reacciones ocurran con alta fidelidad, optimizando así el flujo de información biológica.3 Se reduce la incertidumbre, ya que cada componente quiral tiene un rol definido y predecible.
- Eficiencia Estructural y Formación de Macromoléculas Ordenadas: La construcción de macromoléculas complejas y funcionalmente activas, como proteínas y ácidos nucleicos, depende críticamente de la homoquiralidad de sus monómeros. Las cadenas polipeptídicas compuestas exclusivamente por L-aminoácidos pueden plegarse de manera predecible en estructuras secundarias regulares, como las α-hélices (que tienden a ser dextrógiras) y las láminas β, y posteriormente en estructuras terciarias y cuaternarias estables y funcionales.3 De manera similar, el uso exclusivo de D-azúcares en los ácidos nucleicos permite la formación de la estructura de doble hélice regular y estable del ADN (la forma B es dextrógira).1 La incorporación de un enantiómero «incorrecto» actuaría como un defecto estructural, perturbando el plegamiento regular y comprometiendo la estabilidad y función de la macromolécula. Además, el empaquetamiento de moléculas homoquirales es espacialmente más eficiente dentro de la célula.3
- Especificidad Enzimática y Catálisis Eficiente: Las enzimas, siendo ellas mismas polímeros homoquirales de L-aminoácidos, poseen sitios activos con una topología tridimensional exquisitamente definida.11 Esta estructura quiral permite un reconocimiento altamente específico de sus sustratos, que también deben tener la quiralidad correcta (generalmente L-aminoácidos o D-azúcares para las vías centrales).3 Esta complementariedad geométrica y química entre la enzima y el sustrato es esencial para una unión eficiente y una catálisis rápida y específica.4 La presencia del enantiómero opuesto del sustrato generalmente resulta en una unión nula o muy débil, o incluso puede actuar como un inhibidor competitivo, ralentizando la reacción deseada. La homoquiralidad de las enzimas y sus sustratos es, por tanto, fundamental para la eficiencia y especificidad del metabolismo celular.
- Reconocimiento Molecular Específico: Más allá de las enzimas, la homoquiralidad es crucial para todas las interacciones moleculares basadas en el reconocimiento de formas, como las que ocurren entre ligandos y receptores. Un ejemplo claro es la percepción de olores y sabores: los enantiómeros del limoneno (uno huele a naranja, el otro a pino o limón) o de la carvona (uno huele a alcaravea, el otro a menta verde) son distinguidos por nuestros receptores olfativos quirales.1 De manera similar, en farmacología, es común que solo uno de los enantiómeros de un fármaco quiral sea terapéuticamente activo, mientras que el otro puede ser inactivo o incluso tóxico (ej., penicilamina, naproxeno).1 Esto subraya cómo la especificidad quiral gobierna las interacciones biológicas a todos los niveles.
La adopción de la homoquiralidad por parte de la vida no parece ser una simple casualidad histórica, sino una solución óptima a los desafíos de construir sistemas bioquímicos complejos y eficientes. Esta elección fundamental permite la especificidad necesaria para el funcionamiento ordenado de las enzimas, la integridad estructural de las macromoléculas y la fidelidad de la información biológica. Sin embargo, esta optimización viene con una contrapartida: la exclusión inherente de la mitad del universo químico quiral disponible. Los sistemas biológicos terrestres están fundamentalmente adaptados a un conjunto de enantiómeros (L-AAs, D-azúcares) y, como se explorará más adelante, la interacción con la quiralidad opuesta puede tener consecuencias que van desde la simple inercia hasta la toxicidad. Esta limitación autoimpuesta es una consecuencia directa de la necesidad de orden y especificidad que la homoquiralidad proporciona, un requisito previo indispensable para la emergencia y el mantenimiento de la complejidad biológica observada.
Sección 2: Hipótesis sobre el Origen de la Homoquiralidad en la Tierra
El establecimiento de una marcada preferencia por los L-aminoácidos y los D-azúcares en la bioquímica terrestre es uno de los eventos más cruciales y, a la vez, más enigmáticos en la historia del origen de la vida. Si se asume que las condiciones prebióticas generaban moléculas orgánicas en forma de mezclas racémicas 2, surge inevitablemente la pregunta: ¿cómo se produjo la ruptura de esta simetría quiral y la selección de una única «mano» molecular para construir la vida? A lo largo de décadas, se han propuesto numerosas hipótesis, que a menudo se clasifican en dos grandes categorías: aquellas que postulan un origen abiótico del desequilibrio quiral, anterior o independiente del surgimiento de la vida, y aquellas que sugieren que la selección quiral fue un proceso intrínsecamente ligado a las primeras etapas de la evolución biológica.5 Actualmente, no existe un consenso definitivo, y es probable que la respuesta involucre una combinación de factores y procesos.
2.1. El Azar y las Fluctuaciones Estadísticas
Una de las ideas más simples postula que la homoquiralidad podría haber surgido por puro azar. En cualquier proceso que involucre un número finito de moléculas quirales formándose o interactuando, es posible que ocurran fluctuaciones estadísticas que generen un ligero exceso temporal de un enantiómero sobre el otro. Si los primeros sistemas replicativos o autocatalíticos que surgieron en la Tierra primitiva fueran capaces de amplificar este pequeño desequilibrio inicial, podrían haber conducido a una dominancia local de una quiralidad. Sin embargo, esta hipótesis enfrenta dificultades significativas. Principalmente, no explica la consistencia global de la homoquiralidad observada en toda la biosfera terrestre; el azar por sí solo implicaría que regiones diferentes podrían haber desarrollado quiralidades opuestas, con la misma probabilidad inicial para ambos enantiómeros.14 Además, las fluctuaciones estadísticas tienden a promediarse a cero en sistemas grandes o a lo largo del tiempo, haciendo difícil que un pequeño sesgo inicial aleatorio se fije de manera robusta y universal.
2.2. Influencias Físicas Abióticas (Luz Polarizada, Interacciones Electrónicas)
Varias hipótesis proponen que fuerzas físicas asimétricas en el entorno prebiótico podrían haber inducido un desequilibrio quiral inicial.
- Luz Circularmente Polarizada (LCP): La luz puede polarizarse circularmente, existiendo en formas levógira y dextrógira. Se ha demostrado experimentalmente que la LCP puede inducir una ligera fotólisis (destrucción por luz) o fotosíntesis asimétrica en moléculas quirales, favoreciendo la supervivencia o la formación de un enantiómero sobre el otro.3 Fuentes astrofísicas, como la radiación sincrotrón de estrellas de neutrones (púlsares) 5 o la luz dispersada en regiones de formación estelar de alta masa (como la Nebulosa de Orión) 15, pueden generar LCP. La hipótesis sugiere que la materia orgánica en nubes moleculares interestelares o en la superficie de la Tierra primitiva podría haber estado expuesta a un exceso de LCP de una determinada helicidad, lo que habría resultado en un ligero enriquecimiento enantiomérico en moléculas prebióticas clave, como los aminoácidos.5 La detección de LCP en el espacio proporciona apoyo circunstancial a esta idea.
- Interacciones Electrónicas (Hipótesis de Vester-Ulbrich): La interacción débil, una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza, viola la conservación de la paridad, lo que significa que trata a las imágenes especulares de manera diferente. Una manifestación de esto es que los electrones emitidos durante la desintegración beta nuclear están polarizados longitudinalmente (su espín tiende a alinearse con su dirección de movimiento). La hipótesis de Vester-Ulbrich propone que estos electrones polarizados, o la radiación de frenado (Bremsstrahlung) resultante de su interacción con la materia, podrían interactuar diferencialmente con enantiómeros moleculares, destruyendo selectivamente uno de ellos.5 Experimentos realizados bombardeando mezclas racémicas de moléculas quirales (como el 3-bromo-alcanfor) con haces de electrones polarizados artificialmente han mostrado una pequeña, pero medible, destrucción preferencial del enantiómero correspondiente.5 Sin embargo, la magnitud del efecto observado en estos experimentos es generalmente muy pequeña, lo que plantea dudas sobre si este mecanismo por sí solo podría ser suficiente para generar la homoquiralidad casi completa observada en la biología.
2.3. Autocatálisis Asimétrica y Cristalización (Experimentos de Viedma)
Otra vía plausible para la amplificación de un pequeño desequilibrio quiral inicial involucra procesos de autocatálisis y cristalización. Los trabajos pioneros de Cristóbal Viedma demostraron un mecanismo notable.17 Inicialmente, trabajando con una sustancia aquiral (clorato sódico, NaClO3) que cristaliza en formas quirales, observó que la agitación vigorosa de una suspensión de cristales en una solución saturada, utilizando bolas de molienda o un agitador específico, conducía a un estado final donde todos los cristales presentes tenían la misma quiralidad (ya sea todos dextrógiros o todos levógiros).17 El mecanismo propuesto implica que la abrasión/molienda rompe preferentemente los cristales más grandes o los agregados, generando fragmentos más pequeños que se disuelven más rápidamente. Si, por fluctuación o por un ligero sesgo inicial, los cristales de una quiralidad son ligeramente más abundantes o más grandes, la molienda selectiva y la redisolución/recristalización continua amplifican este desequilibrio hasta alcanzar la homoquiralidad completa en la fase sólida.
Posteriormente, Viedma y otros extendieron este principio a moléculas intrínsecamente quirales, como los aminoácidos (ej., ácido aspártico, valina), que pueden racemizar lentamente en solución.17 En estos sistemas (conglomerados), la combinación de cristalización, molienda y racemización en la fase líquida (que repone continuamente la solución con ambos enantiómeros) también puede conducir a un estado final homoquiral sólido. Este proceso, conocido como «Deracemización en Estado Sólido por Molienda» o «Experimento de Viedma», ofrece un mecanismo terrestre plausible para la amplificación quiral en condiciones prebióticas, donde ciclos de evaporación/disolución y agitación física (ej., en charcas intermareales) podrían haber operado.17
2.4. El Papel de las Superficies Minerales Quirales
La Tierra primitiva ofrecía una vasta gama de superficies minerales. Algunos minerales, como el cuarzo (dióxido de silicio, SiO2) o la calcita (carbonato de calcio, CaCO3), pueden cristalizar en formas macroscópicas quirales (cristales dextrógiros o levógiros).2 Se ha propuesto que las superficies de estos cristales minerales quirales podrían haber actuado como plantillas o catalizadores selectivos en el entorno prebiótico.3 Podrían haber adsorbido preferentemente un enantiómero de una molécula orgánica (como un aminoácido) de una mezcla racémica en solución, o catalizado selectivamente la formación de un enantiómero sobre el otro. Este enriquecimiento enantiomérico local en la superficie mineral podría haber sido un paso importante hacia la homoquiralidad, proporcionando un entorno quiralmente sesgado para reacciones posteriores o para la formación de los primeros polímeros. Aunque la evidencia directa de una catálisis prebiótica significativa en minerales quirales es limitada, sigue siendo una hipótesis atractiva por su plausibilidad geológica.
2.5. Aportaciones Extraterrestres: Evidencia en Meteoritos
Una de las líneas de evidencia más convincentes sobre un posible origen extraterrestre del sesgo quiral proviene del análisis de meteoritos primitivos, en particular las condritas carbonáceas como el meteorito Murchison (caído en Australia en 1969) y el meteorito Murray.5 Estos meteoritos son considerados reliquias de la formación temprana del Sistema Solar y contienen una rica variedad de moléculas orgánicas, incluyendo aminoácidos, formadas en el espacio.
Análisis cuidadosos de Murchison y otros meteoritos similares han revelado la presencia de un ligero, pero consistente y significativo, exceso de ciertos L-aminoácidos.5 Este exceso es particularmente notable para aminoácidos que no son comunes en la biología terrestre y que racemizan muy lentamente (es decir, que tardan mucho en convertirse espontáneamente en una mezcla 50:50), como la isovalina y otros aminoácidos α-metilados. La presencia de estos excesos de L-enantiómeros en material extraterrestre que data de antes del origen de la vida en la Tierra sugiere fuertemente que un sesgo quiral ya existía en la nebulosa protosolar o en los cuerpos parentales de estos meteoritos.5
Este hallazgo apoya la hipótesis de que la Tierra primitiva fue «sembrada» con este ligero exceso de L-aminoácidos a través del bombardeo constante de meteoritos y polvo interplanetario durante sus primeras etapas.5 Este aporte extraterrestre podría haber proporcionado el «empujón» inicial o el sesgo quiral necesario que luego fue amplificado por mecanismos terrestres (como los descritos anteriormente). El origen de este sesgo quiral extraterrestre podría estar relacionado, a su vez, con la exposición a LCP en las nubes moleculares donde se formaron estas moléculas orgánicas.5
2.6. Selección Biótica Temprana: El Mundo del ARN
Alternativamente, o en combinación con un sesgo abiótico inicial, la selección de la homoquiralidad podría haber ocurrido durante las primeras etapas de la evolución de la vida misma, quizás en el contexto del hipotético «mundo de ARN». Esta hipótesis postula que el ARN, no el ADN o las proteínas, fue la molécula central en las primeras formas de vida, actuando tanto como portador de información genética como catalizador (ribozimas).
Un mecanismo propuesto es la inhibición enantiomérica cruzada durante la replicación del ARN.5 Los modelos sugieren que si una cadena de ARN (compuesta por D-ribonucleótidos) intentara replicarse utilizando un pool de monómeros que contuviera tanto D- como L-ribonucleótidos, la incorporación accidental de un L-ribonucleótido en la cadena creciente podría detener o ralentizar drásticamente la polimerización, o desestabilizar la estructura de la doble hélice resultante. En cambio, una cadena que se replicara utilizando únicamente D-ribonucleótidos lo haría de manera más eficiente y estable.5 Este proceso proporcionaría una fuerte ventaja selectiva a los sistemas que lograran mantener la pureza quiral de sus componentes, favoreciendo la emergencia de polímeros homoquirales (D-ARN en este caso). Argumentos similares podrían aplicarse a la formación de los primeros péptidos.
2.7. Perspectiva Actual y Desafíos Pendientes
Actualmente, ninguna hipótesis por sí sola explica completamente el origen de la homoquiralidad biológica. El consenso emergente favorece un escenario de múltiples etapas, donde un pequeño desequilibrio quiral inicial, generado por mecanismos abióticos (posiblemente la LCP en el espacio, evidenciado por los meteoritos), fue posteriormente amplificado hasta la homoquiralidad casi perfecta a través de procesos físicos (como la cristalización y molienda tipo Viedma) y/o mecanismos de selección biótica temprana (como la inhibición enantiomérica en el mundo de ARN) en la Tierra primitiva.
La siguiente tabla resume y compara las principales hipótesis discutidas:
Tabla 1: Resumen Comparativo de Hipótesis sobre el Origen de la Homoquiralidad
Hipótesis | Mecanismo Propuesto | Evidencia Clave / Fuentes Relevantes | Fortalezas / Debilidades |
Azar / Fluctuación | Fluctuación estadística inicial amplificada por autocatálisis | Modelos teóricos | Simple, pero no explica la consistencia global; las fluctuaciones tienden a promediarse.14 |
Luz Circularmente Polarizada (LCP) | Fotólisis o fotosíntesis asimétrica por LCP de fuentes astrofísicas | Detección de LCP en espacio; Experimentos de laboratorio 3 | Plausible fuente de sesgo inicial; magnitud del efecto puede ser pequeña; requiere condiciones específicas. |
Interacción Electrónica (Vester-Ulbrich) | Destrucción selectiva por electrones polarizados (violación de paridad) | Teoría cuántica; Experimentos con e⁻ polarizados y bromo-alcanfor 5 | Basado en física fundamental; efecto experimental observado muy pequeño. |
Autocatálisis / Cristalización (Viedma) | Cristalización + Abrasión/Molienda + Racemización lenta en solución | Experimentos con NaClO3 y aminoácidos 17 | Potente mecanismo de amplificación demostrado; requiere condiciones específicas (sobresaturación, agitación, racemización). |
Superficies Minerales Quirales | Adsorción o catálisis selectiva en superficies de minerales quirales (ej. cuarzo) | Propiedades de minerales; Algunos experimentos de adsorción 2 | Plausible geológicamente; evidencia de catálisis prebiótica significativa es limitada. |
Aporte Extraterrestre (Meteoritos) | Siembra de la Tierra con ligero exceso de L-AA de meteoritos | Exceso de L-AA (isovalina, etc.) en Murchison y otros 5 | Evidencia directa de sesgo prebiótico extraterrestre; explica el sesgo inicial pero no la amplificación total. |
Selección Biótica (Mundo ARN) | Inhibición enantiomérica cruzada durante la replicación del ARN | Modelos teóricos del mundo ARN; Ventaja inherente de homoquiralidad para replicación 5 | Explica la fijación de la quiralidad con la vida; requiere que la vida ya haya comenzado (aunque de forma primitiva). |
El estudio del origen de la homoquiralidad sigue siendo un campo de investigación activo y desafiante, que requiere la colaboración entre químicos, físicos, biólogos, geólogos y astrónomos.15 La dificultad radica en reconstruir eventos que ocurrieron hace miles de millones de años bajo condiciones muy diferentes a las actuales y en comprender cómo múltiples factores pudieron interactuar para producir una de las características más fundamentales y universales de la vida.
La convergencia de la evidencia de excesos enantioméricos en meteoritos 5 con la demostración de mecanismos plausibles de amplificación en la Tierra 5 sugiere un escenario convincente de dos etapas. Un sesgo inicial, quizás originado en el espacio por LCP, habría sido transportado a la Tierra por meteoritos y polvo cósmico. Una vez aquí, procesos como la cristalización selectiva en superficies minerales o la autoamplificación en sistemas autocatalíticos o pre-replicativos podrían haber tomado este pequeño sesgo y amplificarlo hasta la homoquiralidad casi completa que observamos hoy.
Independientemente del mecanismo exacto que condujo a la preferencia L-AA/D-azúcar, una vez que los primeros sistemas biológicos adoptaron esta convención quiral, la elección quedó efectivamente «congelada». La intrincada red de interdependencias bioquímicas –enzimas L específicas que actúan sobre sustratos D y L, y material genético D que codifica proteínas L– haría que cualquier desviación hacia la quiralidad opuesta fuera extremadamente perjudicial y evolutivamente inviable.10 Cambiar la quiralidad de un componente requeriría el cambio simultáneo y coordinado de prácticamente toda la maquinaria celular, un evento de una improbabilidad abrumadora. Por lo tanto, la homoquiralidad representa un ejemplo de contingencia histórica fijada tempranamente en la evolución de la vida.
Esta característica tiene profundas implicaciones astrobiológicas. Si la homoquiralidad es una propiedad intrínseca de la vida basada en carbono similar a la nuestra, entonces la detección de un exceso enantiomérico significativo en moléculas orgánicas complejas en otros cuerpos celestes se convertiría en una de las biofirmas más robustas posibles [Insight 2.3]. La química abiótica tiende a la simetría racémica 2, mientras que la vida impone un orden quiral. Por lo tanto, encontrar homoquiralidad (independientemente de si es L o D) en Marte, Europa o un exoplaneta sería un fuerte indicio de procesos biológicos, pasados o presentes.
Sección 3: Metabolismo Terrestre y Especificidad Quiral
Una vez establecida la homoquiralidad como principio organizador fundamental, toda la maquinaria metabólica de la vida terrestre evolucionó para operar dentro de este marco quiralmente restringido. Las enzimas, los catalizadores que impulsan las miles de reacciones bioquímicas necesarias para la vida, desarrollaron una especificidad exquisita no solo por el tipo de molécula con la que interactúan, sino también por su configuración estereoquímica.
3.1. Rutas Metabólicas de L-Aminoácidos: Síntesis Proteica y Degradación
Los L-aminoácidos ocupan una posición central en la bioquímica celular. Su función más conocida es la de servir como monómeros para la construcción de proteínas.10 Durante el proceso de traducción, la información codificada en el ARN mensajero (ARNm) es leída por los ribosomas, y los ARN de transferencia (ARNt) específicos transportan los L-aminoácidos correspondientes para ser ensamblados en una cadena polipeptídica.19 Existen 20 L-aminoácidos proteinogénicos estándar que se utilizan en este proceso 22, aunque se conocen excepciones raras como la L-selenocisteína y la L-pirrolisina que pueden ser incorporadas mediante mecanismos especiales.24 La secuencia específica de L-aminoácidos determina la estructura tridimensional y, por ende, la función única de cada proteína.10
Más allá de la síntesis proteica, los L-aminoácidos participan en una miríada de otras funciones metabólicas 25:
- Precursores Biosintéticos: Sirven como punto de partida para la síntesis de numerosas biomoléculas esenciales, incluyendo neurotransmisores (ej., glutamato, GABA, serotonina, dopamina), hormonas peptídicas y tiroideas, bases nitrogenadas (purinas y pirimidinas) para los ácidos nucleicos, porfirinas como el grupo hemo de la hemoglobina, y otras moléculas como la creatina o el glutatión.25
- Metabolismo Energético: Cuando los L-aminoácidos se encuentran en exceso respecto a las necesidades de síntesis, o durante periodos de ayuno o inanición, pueden ser catabolizados. El grupo amino se elimina (generalmente por transaminación y posterior ciclo de la urea), y el esqueleto carbonado restante puede ingresar en las vías metabólicas centrales para generar energía.25 Dependiendo de su estructura, los aminoácidos se clasifican como glucogénicos (pueden convertirse en glucosa a través de la gluconeogénesis), cetogénicos (pueden convertirse en cuerpos cetónicos) o ambos.25
- Nutrición: Algunos L-aminoácidos, denominados esenciales, no pueden ser sintetizados por el organismo humano (o lo son en cantidades insuficientes) y deben obtenerse obligatoriamente a través de la dieta (ej., histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano, valina).25 Los aminoácidos no esenciales pueden ser sintetizados endógenamente, a menudo a partir de intermediarios metabólicos o de otros aminoácidos (ej., la tirosina a partir de la fenilalanina).25 Una dieta deficiente en aminoácidos esenciales conduce a problemas de salud, incluyendo retraso en el crecimiento y disfunción de múltiples sistemas.25
3.2. Rutas Metabólicas de D-Azúcares: Glucólisis y Almacenamiento Energético
Los D-azúcares, y en particular la D-glucosa, son la principal moneda energética de la mayoría de las células terrestres.9 La D-glucosa se obtiene de la dieta (a partir de la digestión de carbohidratos complejos como el almidón o disacáridos como la sacarosa y la lactosa) o se sintetiza de novo en el hígado y riñones (gluconeogénesis).
Una vez en el torrente sanguíneo, la D-glucosa ingresa a las células a través de proteínas transportadoras específicas de membrana llamadas transportadores de glucosa (GLUT).33 Dentro de la célula, el paso metabólico inicial clave es su fosforilación a D-glucosa-6-fosfato por la enzima hexoquinasa (en la mayoría de los tejidos) o glucoquinasa (principalmente en hígado y páncreas).13 Esta fosforilación «atrapa» la glucosa dentro de la célula y la activa para su posterior metabolismo a través de varias rutas divergentes 34:
- Glucólisis: Es la vía catabólica central donde la D-glucosa-6-fosfato se degrada a través de una serie de reacciones enzimáticas para producir piruvato, generando una pequeña cantidad neta de ATP (la molécula de energía celular) y NADH (un transportador de electrones).34 El piruvato puede luego ser metabolizado aeróbicamente en las mitocondrias (ciclo de Krebs y fosforilación oxidativa) para generar mucho más ATP, o anaeróbicamente (fermentación) a lactato o etanol.
- Glucogénesis: Cuando hay un exceso de glucosa y las necesidades energéticas inmediatas están cubiertas, la D-glucosa-6-fosfato puede ser utilizada para sintetizar glucógeno, un polímero ramificado de glucosa que sirve como forma de almacenamiento de energía a corto plazo, principalmente en el hígado y los músculos.34
- Vía de las Pentosas Fosfato: Esta ruta alternativa metaboliza la D-glucosa-6-fosfato para generar dos productos importantes: NADPH, un agente reductor esencial para reacciones biosintéticas (como la síntesis de ácidos grasos y esteroides) y para la defensa antioxidante; y D-ribosa-5-fosfato, el precursor necesario para la síntesis de nucleótidos (componentes del ADN, ARN y ATP) y algunos coenzimas.34
- Síntesis de Otros Azúcares y Glucoconjugados: La D-glucosa-6-fosfato también puede convertirse en otros azúcares necesarios, como la D-fructosa o la D-galactosa, o servir como precursor para la síntesis de glucolípidos y glucoproteínas a través de vías como la de las hexosaminas.34
Además de la D-glucosa, otros D-azúcares son fundamentales: la D-ribosa y la 2-desoxi-D-ribosa forman el esqueleto covalente del ARN y el ADN, respectivamente, uniéndose a las bases nitrogenadas y a los grupos fosfato.1
3.3. Especificidad Enzimática Estereoquímica: El Rol Crucial del Sitio Activo
La capacidad de las células para canalizar L-aminoácidos y D-azúcares a través de sus respectivas y complejas rutas metabólicas con tal eficiencia y precisión depende de manera crítica de la especificidad estereoquímica de las enzimas involucradas.11 Las enzimas son, en su mayoría, proteínas globulares (constituidas por L-aminoácidos) que poseen una región tridimensional única llamada sitio activo.11 Este sitio activo está formado por una disposición espacial muy precisa de cadenas laterales de aminoácidos específicos, creando un microambiente químico y geométrico particular.12
La especificidad estereoquímica (o quiral) es una manifestación de esta precisión estructural. El sitio activo de una enzima está diseñado para reconocer y unirse a solo uno de los dos enantiómeros de un sustrato quiral (o del estado de transición de la reacción).11 Esta unión selectiva se logra a través de múltiples interacciones no covalentes (enlaces de hidrógeno, interacciones iónicas, hidrofóbicas, de van der Waals) que solo pueden formarse óptimamente cuando el sustrato «correcto» encaja en el sitio activo de la manera adecuada.12 Los modelos clásicos de «llave y cerradura» (donde el sustrato encaja perfectamente en un sitio activo rígido) y de «ajuste inducido» (donde la unión del sustrato induce un cambio conformacional en la enzima para lograr un ajuste óptimo) ilustran este principio.12 La quiralidad es fundamental: el enantiómero «incorrecto» simplemente no posee la disposición espacial adecuada para establecer las interacciones necesarias con el sitio activo quiral de la enzima.11
Ejemplos de esta estereoespecificidad abundan en el metabolismo:
- Las aminoacil-ARNt sintetasas, responsables de unir el aminoácido correcto a su ARNt correspondiente antes de la síntesis de proteínas, y los propios ribosomas, reconocen y procesan exclusivamente L-aminoácidos.19 Los D-aminoácidos no son sustratos para esta maquinaria.
- Las enzimas de la glucólisis, como la hexoquinasa/glucoquinasa, fosforilan específicamente la D-glucosa, mientras que la L-glucosa no es reconocida como sustrato.13
- Las glucosidasas, que rompen los enlaces glucosídicos en los carbohidratos, muestran una especificidad estricta por la configuración anomérica (α o β) del enlace. Por ejemplo, la α-amilasa salival humana hidroliza los enlaces α(1→4) del almidón (un polímero de D-glucosa), pero es incapaz de hidrolizar los enlaces β(1→4) de la celulosa (también un polímero de D-glucosa).11 Esta diferencia es la razón por la que podemos digerir el almidón pero no la celulosa.
Esta exquisita especificidad quiral de las enzimas no solo asegura la eficiencia de las rutas metabólicas, sino que también actúa como un mecanismo de control de calidad, impidiendo que las moléculas de quiralidad «incorrecta» interfieran con los procesos celulares esenciales.
La estrecha relación entre la homoquiralidad de los componentes básicos (L-AAs, D-azúcares) y la estereoespecificidad de las enzimas que los procesan sugiere una profunda co-evolución. Es plausible que las primeras enzimas fueran menos específicas, pero la presión selectiva para aumentar la eficiencia catalítica y minimizar las reacciones secundarias o la inhibición causada por el enantiómero «incorrecto» habría impulsado tanto el refinamiento de la especificidad enzimática como la consolidación de la homoquiralidad en los pools de sustratos.11 Una vez establecido este sistema interdependiente, las propias rutas metabólicas actúan como guardianas de la homoquiralidad. Al estar catalizadas por enzimas estereoespecíficas, filtran y procesan selectivamente solo los enantiómeros correctos, ignorando o canalizando hacia vías de eliminación (como la DAAO para los D-AAs) aquellos de quiralidad opuesta que pudieran ingresar a la célula.13 De este modo, el metabolismo no solo depende de la homoquiralidad, sino que también la mantiene y la refuerza activamente.
Sección 4: Consecuencias de la Exposición a D-Aminoácidos
Dado que la arquitectura bioquímica de la vida terrestre está construida sobre L-aminoácidos, la introducción o presencia de sus enantiómeros, los D-aminoácidos, puede tener diversas consecuencias biológicas. Estas van desde la simple inercia metabólica hasta efectos tóxicos significativos, pasando por la interferencia con procesos celulares o, en casos específicos, la utilización en funciones biológicas particulares mediadas por enzimas especializadas.
4.1. Toxicidad y Acumulación: Trastornos Metabólicos y Efectos Sistémicos
Si bien la mayoría de los D-aminoácidos no pueden ser utilizados directamente para la síntesis de proteínas por la maquinaria ribosomal estándar 7, su presencia en el organismo no es necesariamente inocua. La acumulación de D-aminoácidos o sus derivados puede ser problemática.
Lecciones importantes sobre la toxicidad por acumulación de aminoácidos provienen del estudio de los trastornos metabólicos hereditarios que afectan el catabolismo de los L-aminoácidos. Enfermedades como la fenilcetonuria (PKU), la enfermedad de la orina con olor a jarabe de arce (MSUD, que afecta el metabolismo de los aminoácidos de cadena ramificada – BCAA: leucina, isoleucina, valina) y diversas acidemias orgánicas (ej., acidemia metilmalónica, propiónica, isovalérica) se deben a defectos genéticos en enzimas específicas.27 Estos defectos impiden la correcta degradación de ciertos L-aminoácidos, lo que lleva a la acumulación de estos aminoácidos y/o sus intermediarios metabólicos tóxicos en sangre y tejidos. Las consecuencias pueden ser graves, incluyendo daño neurológico (retraso mental, convulsiones), acidosis metabólica, hipoglucemia, problemas respiratorios y fallo multiorgánico, subrayando la importancia de mantener la homeostasis de los aminoácidos.27
Aunque estos ejemplos involucran principalmente L-aminoácidos, ilustran el principio general de que un exceso o un procesamiento inadecuado de aminoácidos puede ser tóxico. Estudios específicos han mostrado que niveles elevados de L-BCAA pueden promover disfunción endotelial y daño vascular a través del aumento de especies reactivas de oxígeno (ROS) y procesos inflamatorios.48 De manera similar, la acumulación de D-aminoácidos, ya sea por ingesta exógena, producción por la microbiota intestinal o racemización endógena, podría teóricamente desencadenar efectos adversos si supera la capacidad del organismo para metabolizarlos o excretarlos.
La racemización espontánea (conversión lenta de L- a D-enantiómeros sin intervención enzimática) ocurre en proteínas de larga vida en tejidos con bajo recambio metabólico, como el cristalino del ojo, la dentina, la elastina o la mielina. La acumulación de residuos de D-aminoácidos (particularmente D-aspartato) en estas proteínas es una característica del envejecimiento y se cree que contribuye a la pérdida de función de estas proteínas relacionada con la edad (ej., cataratas, pérdida de elasticidad vascular).49
En el mundo microbiano, la exposición a ciertos D-aminoácidos o sus análogos puede ser tóxica, inhibiendo el crecimiento.51 Esta toxicidad se ha utilizado experimentalmente para seleccionar mutantes resistentes e identificar así transportadores o vías metabólicas relacionadas con esos aminoácidos.51
4.2. Mecanismos de Toxicidad: Estrés Oxidativo e Inflamación
Un mecanismo clave implicado en la potencial toxicidad de los D-aminoácidos en mamíferos es la actividad de la enzima D-aminoácido oxidasa (DAAO). Como se detallará más adelante (Sección 4.4), la DAAO es una flavoenzima peroxisomal que cataliza la desaminación oxidativa de muchos D-aminoácidos.43 Si bien su función principal es la detoxificación y la regulación (ej., de D-serina), una consecuencia inevitable de su reacción es la producción de peróxido de hidrógeno (H2O2), una especie reactiva de oxígeno (ROS).43
En condiciones normales, las células poseen sistemas antioxidantes (como catalasa y glutatión peroxidasa) para neutralizar el H2O2. Sin embargo, una sobrecarga de D-aminoácidos que conduzca a una actividad excesiva de DAAO puede generar niveles de H2O2 que superen la capacidad antioxidante celular, provocando estrés oxidativo.54 El estrés oxidativo puede dañar componentes celulares vitales, incluyendo lípidos de membrana (peroxidación lipídica), proteínas (oxidación, agregación) y ADN (mutaciones, roturas de cadena), contribuyendo a la disfunción celular y la muerte.54 De hecho, se ha demostrado que la nefrotoxicidad inducida por altas dosis de D-serina o D-propargilglicina está mediada por la generación de H2O2 dependiente de DAAO en los peroxisomas de las células renales.57 Además, estudios recientes sugieren que la producción de ROS mediada por DAAO puede promover la senescencia celular.54
Aunque la evidencia directa en los documentos proporcionados es limitada para D-aminoácidos específicos, la conexión entre desequilibrios aminoacídicos (como los L-BCAA elevados) y la inducción de ROS e inflamación en sistemas vasculares 48 sugiere que la alteración de la homeostasis de los aminoácidos, independientemente de su quiralidad, puede activar estas vías de daño celular.
En bacterias, los mecanismos de toxicidad de los D-aminoácidos pueden ser diferentes, a menudo relacionados con la interferencia directa en procesos esenciales como la síntesis de la pared celular (peptidoglicano) o la síntesis de proteínas.52
4.3. Interferencia con la Maquinaria Celular: Síntesis de Proteínas y Función Enzimática
La maquinaria celular responsable de la síntesis de proteínas es exquisitamente estereoespecífica para los L-aminoácidos. Las aminoacil-ARNt sintetasas cargan específicamente L-aminoácidos en sus ARNt correspondientes, y los ribosomas catalizan la formación de enlaces peptídicos utilizando estos L-aminoacil-ARNt como sustratos.8 Como resultado, los D-aminoácidos no son incorporados directamente en las cadenas polipeptídicas a través de la traducción ribosomal canónica en eucariotas ni en la mayoría de los procariotas.7
Sin embargo, esto no excluye la posibilidad de interferencias indirectas o efectos en otros niveles:
- Transporte: Es plausible que los D-aminoácidos puedan competir con los L-aminoácidos por la unión a transportadores de membrana específicos, inhibiendo así la captación de los L-aminoácidos esenciales necesarios para la síntesis proteica y otras funciones.
- Inhibición Enzimática: Aunque las enzimas suelen ser altamente estereoespecíficas, algunos D-aminoácidos podrían actuar como inhibidores competitivos de enzimas que utilizan los L-enantiómeros correspondientes como sustratos, especialmente si la especificidad del sitio activo no es absoluta o si el D-aminoácido se une al sitio sin ser procesado.
- Plegamiento Proteico: Aunque no se incorporan ribosomalmente, si los D-aminoácidos se introdujeran en péptidos por otros medios (ej., modificación post-traduccional errónea, síntesis no ribosomal en algunos microorganismos, o racemización in vivo), podrían alterar drásticamente la estructura secundaria y terciaria de las proteínas, llevando a un mal plegamiento, agregación y pérdida de función.8
- Metabolismo Bacteriano: En bacterias, donde los D-aminoácidos juegan roles estructurales (peptidoglicano) y reguladores, una concentración inadecuada o el tipo incorrecto de D-aminoácido podría interferir con la correcta biosíntesis y remodelación de la pared celular 58 o con la síntesis proteica, como se ha sugerido para B. subtilis.52
4.4. El Papel de la D-Aminoácido Oxidasa (DAAO) en la Detoxificación y Metabolismo
La enzima D-aminoácido oxidasa (DAAO) juega un papel central y ambivalente en el manejo de los D-aminoácidos en mamíferos.43 Es una flavoenzima (utiliza FAD como cofactor) localizada principalmente en los peroxisomas de células del riñón, hígado y cerebro.49 Su función principal es catalizar la desaminación oxidativa de una amplia gama de D-aminoácidos (con preferencia por los neutros y polares, siendo inactiva hacia los ácidos como D-Asp o D-Glu).43 La reacción produce el α-cetoácido correspondiente, amoníaco (NH3) y peróxido de hidrógeno (H2O2).43
Las funciones fisiológicas de la DAAO son diversas y dependen del tejido:
- Detoxificación: En el hígado y, especialmente, en el riñón, la DAAO es crucial para eliminar los D-aminoácidos que pueden originarse por racemización endógena, por la dieta o por la actividad de la microbiota intestinal.49 Al convertirlos en α-cetoácidos, permite que estos últimos ingresen en las vías metabólicas centrales o sean excretados.
- Regulación de Neurotransmisores: En el cerebro, la DAAO juega un papel fundamental en la regulación de los niveles de D-serina, un importante neuromodulador que actúa como co-agonista esencial de los receptores de glutamato tipo NMDA.49 Al degradar la D-serina, la DAAO controla su disponibilidad en la sinapsis y, por lo tanto, modula la actividad de los receptores NMDA, que son críticos para la plasticidad sináptica, el aprendizaje y la memoria. La hipofunción de los receptores NMDA está implicada en la fisiopatología de la esquizofrenia, y se ha observado una menor actividad o expresión de DAAO en pacientes, lo que ha llevado a investigar inhibidores de DAAO o la suplementación con D-serina como posibles tratamientos.49 También se investiga su rol en la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).49
- Defensa Inmune: La DAAO se expresa en neutrófilos y células epiteliales del intestino.56 En el contexto de la fagocitosis de bacterias, la DAAO puede metabolizar D-aminoácidos (como la D-alanina) liberados de la pared celular bacteriana (peptidoglicano) dentro del fagosoma. El H2O2 producido contribuye a la actividad microbicida del sistema inmune innato, a menudo en conjunto con la mieloperoxidasa.56 En el intestino, la DAAO también podría modular la composición de la microbiota.56
- Metabolismo del Azufre: En peroxisomas, la DAAO puede metabolizar D-cisteína a 3-mercaptopiruvato, un precursor del sulfuro de hidrógeno (H2S), una molécula de señalización que regula la función renal y la presión arterial.57
Es importante mencionar que existe otra enzima, la D-aspartato oxidasa (DDO), que metaboliza específicamente los D-aminoácidos ácidos (D-aspartato y D-glutamato), complementando la acción de la DAAO.53
La siguiente tabla resume los efectos biológicos discutidos:
Tabla 2: Resumen de los Efectos Biológicos Conocidos de los D-Aminoácidos en Sistemas L-Adaptados
Efecto | Mecanismo / Contexto | D-AA Específico (Ejemplos) | Sistema / Organismo | Fuentes Relevantes |
Toxicidad General (Acumulación) | Fallo en metabolismo/eliminación; análogo a trastornos de L-AA | General, BCAA? | Mamíferos (trastornos metabólicos) | 27 |
Estrés Oxidativo / Inflamación | Producción de H2O2 por DAAO; desequilibrio aminoacídico | D-Ser, General, BCAA? | Células renales, vasculares?, senescentes | 48 |
Neurotoxicidad / Nefrotoxicidad | Generación excesiva de H2O2 por DAAO; ¿sobreactivación NMDA? | D-Ser, D-propargilglicina | Riñón, Neuronas (?) | 57 |
Interferencia Metabólica | ¿Inhibición de transporte/enzimas?; ¿Mal plegamiento proteico (no ribosomal)? | General | Células, Proteínas | 8 (implícito) |
Inhibición Crecimiento Bacteriano | Interferencia con síntesis de pared/proteínas; efectos anti-metabolito | Ser, Thr, Mezclas D-AA | Bacterias (B. subtilis, etc.) | 51 |
Modulación Receptor NMDA | Unión como co-agonista | D-Ser | Neuronas (SNC mamíferos) | 8 |
Defensa Inmune Innata | Metabolismo de D-AA bacterianos por DAAO → H2O2 | D-Ala | Neutrófilos, Células intestinales | 56 |
Acumulación en Envejecimiento | Racemización espontánea en proteínas de larga vida | D-Asp | Cristalino, elastina, mielina (mamíferos) | 49 |
Aumento Estabilidad Péptidos | Resistencia a proteasas (L-específicas) | Varios D-AA | Péptidos naturales y sintéticos | 7 |
En resumen, la toxicidad de los D-aminoácidos no es un concepto monolítico. Depende críticamente del D-aminoácido específico, su concentración, la ruta de exposición y la capacidad metabólica del organismo o tejido en cuestión.49 La D-serina ilustra perfectamente esta contextualidad: es un neuromodulador vital a niveles fisiológicos pero potencialmente tóxico en exceso. La enzima DAAO emerge como una figura central en esta interfaz quiral. Actúa como un guardián, detoxificando D-aminoácidos potencialmente dañinos, pero también como un regulador fino de la neurotransmisión y un participante en la defensa inmune. Su actividad debe estar precisamente controlada, ya que tanto su deficiencia como su exceso (o la sobrecarga de sustrato) pueden tener consecuencias patológicas.49 Finalmente, la presencia de D-aminoácidos en estructuras bacterianas y péptidos antimicrobianos, así como su uso deliberado en péptidos terapéuticos para conferir resistencia a las proteasas 7, revela una fascinante «carrera armamentista» evolutiva y farmacológica que explota la diferencia quiral para superar las defensas o limitaciones impuestas por la maquinaria biológica homoquiral dominante.
Sección 5: Consecuencias de la Exposición a L-Azúcares
A diferencia de los D-aminoácidos, que pueden tener una gama de efectos biológicos incluyendo toxicidad y funciones específicas, los L-azúcares, los enantiómeros de los D-azúcares biológicamente predominantes, se caracterizan principalmente por su inercia metabólica en organismos superiores como los mamíferos.
5.1. Metabolismo de L-Azúcares: La Inercia Metabólica de la L-Glucosa
La D-glucosa es el combustible celular por excelencia, ingresando rápidamente a la glucólisis tras ser fosforilada por la hexoquinasa o glucoquinasa.13 Sin embargo, su enantiómero, la L-glucosa, sigue un destino muy diferente en animales y humanos. Debido a la estricta estereoespecificidad de las enzimas clave del metabolismo de carbohidratos, la L-glucosa generalmente no puede ser metabolizada por las vías celulares estándar.42
La barrera principal se encuentra en el primer paso: la hexoquinasa, que cataliza la fosforilación de la D-glucosa a D-glucosa-6-fosfato, no reconoce ni puede fosforilar la L-glucosa.42 Sin esta fosforilación inicial, la L-glucosa no puede ingresar a la glucólisis, ni a la glucogénesis, ni a la vía de las pentosas fosfato. Tampoco puede ser transportada eficientemente a través de muchos de los transportadores de glucosa (GLUTs) que están optimizados para la D-glucosa. Como resultado, la L-glucosa se considera en gran medida metabólicamente inerte en humanos y otros animales; no puede ser utilizada como fuente de energía ni como bloque de construcción para otras biomoléculas.42
Es importante destacar que esta inercia no es universal en toda la biosfera. Se han descubierto bacterias, como Burkholderia caryophylli y Paracoccus laeviglucosivorans, que poseen vías metabólicas específicas capaces de catabolizar la L-glucosa.42 Estas bacterias utilizan enzimas distintas a las de la glucólisis estándar, como la D-treo-aldosa 1-deshidrogenasa o una vía que involucra intermediarios del metabolismo del inositol, para degradar la L-glucosa a piruvato y D-gliceraldehído-3-fosfato.42 La existencia de estas vías bacterianas sugiere que la capacidad de utilizar L-azúcares ha evolucionado en ciertos nichos ecológicos, aunque no se ha conservado o desarrollado en el linaje animal.
5.2. Efectos Biológicos Conocidos: Efecto Laxante y Potencial Terapéutico
La principal consecuencia fisiológica de la ingestión de L-glucosa en humanos deriva directamente de su falta de absorción y metabolismo en el tracto gastrointestinal. Al permanecer en el lumen intestinal, actúa como un soluto osmóticamente activo, atrayendo agua hacia el intestino. Esto puede resultar en un efecto laxante si se consume en cantidades significativas.42 De hecho, se ha propuesto y probado en ensayos clínicos preliminares el uso de L-glucosa como un agente para la limpieza del colon antes de una colonoscopia, con la ventaja potencial de no causar las grandes alteraciones de fluidos y electrolitos asociadas con los laxantes osmóticos convencionales.42
Debido a su sabor dulce (indistinguible del de la D-glucosa) y su nulo impacto calórico y glucémico, la L-glucosa también se ha considerado como un potencial edulcorante bajo en calorías, especialmente adecuado para personas con diabetes mellitus.42 Sin embargo, los altos costos asociados a su síntesis química (que requiere múltiples pasos para asegurar la quiralidad correcta en todos los centros quirales) han impedido hasta ahora su comercialización a gran escala para este propósito.42
Curiosamente, un derivado acetilado, el pentaacetato de L-glucosa, mostró en estudios experimentales la capacidad de estimular la liberación de insulina por las células pancreáticas.42 Esto sugiere que, aunque la L-glucosa en sí misma es inerte, sus derivados podrían tener interacciones biológicas específicas y potencialmente terapéuticas, por ejemplo, en el tratamiento de la diabetes tipo 2, aunque se necesita mucha más investigación para validar esta posibilidad.
Más recientemente, derivados fluorescentes de L-glucosa (fLGs), como 2-NBDLG, diseñados inicialmente como controles negativos para sondas de D-glucosa (2-NBDG), mostraron una captación inesperada y específica en agregados (esferoides) de células tumorales in vitro.73 Esta captación se asoció con heterogeneidad nuclear (un marcador de malignidad) y cambios en la actividad mitocondrial. Aunque el mecanismo exacto aún no se comprende, este hallazgo abre la puerta al uso potencial de sondas basadas en L-glucosa para visualizar o caracterizar células cancerosas, sugiriendo posibles alteraciones en los mecanismos de transporte o metabolismo en ciertos tipos de cáncer.73
5.3. Toxicidad Potencial: Evidencia Limitada y Contexto
En general, y en contraste con el exceso de D-glucosa, la L-glucosa no se considera tóxica en el sentido metabólico o químico intrínseco para los humanos, precisamente debido a su inercia.42 No provoca hiperglucemia ni las complicaciones asociadas a ella (glucotoxicidad), como daño vascular, neuropatía, retinopatía, etc., que son una consecuencia grave del mal control de la diabetes o del consumo excesivo crónico de D-azúcares.74
La mayor parte de la literatura y las discusiones sobre la «toxicidad del azúcar» se refieren explícitamente al consumo excesivo de D-azúcares simples (sacarosa, jarabe de maíz alto en fructosa, etc.), especialmente los azúcares libres o añadidos a los alimentos procesados y bebidas azucaradas.76 Este consumo excesivo está bien establecido como un factor de riesgo importante para la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, la caries dental y otras enfermedades crónicas no transmisibles.76 Algunos autores llegan a calificar este exceso de azúcar refinado como «veneno» o «calorías vacías» debido a su impacto negativo en la salud metabólica 80, pero esta calificación se refiere al patrón de consumo y sus consecuencias metabólicas a largo plazo, no a una toxicidad aguda inherente a la molécula de D-glucosa o D-sacarosa en sí misma, y no es aplicable a la L-glucosa.
Otras menciones de toxicidad relacionada con azúcares en los documentos proporcionados se refieren a contextos específicos que tampoco aplican a la ingestión de L-glucosa:
- La formación de compuestos tóxicos (aldehídos, furanos) por la pirólisis (combustión) de azúcares (principalmente D-azúcares) presentes o añadidos en productos de tabaco.86
- El efecto laxante de la L-glucosa si se ingiere en grandes cantidades, que es un efecto secundario osmótico, no una toxicidad sistémica.42
El estudio sobre la captación de L-glucosa fluorescente por células tumorales 73 no reporta toxicidad, sino un fenómeno de captación diferencial que requiere mayor investigación.
La siguiente tabla resume los efectos conocidos de los L-azúcares:
Tabla 3: Resumen de los Efectos Biológicos Conocidos de los L-Azúcares en Sistemas D-Adaptados
Efecto | Descripción | L-Azúcar Específico | Sistema / Organismo | Fuentes Relevantes |
Metabólico | Generalmente no metabolizable por vías centrales (ej. glucólisis) | L-Glucosa | Humanos / Animales | 42 |
Nutricional | No utilizable como fuente de energía (cero calorías efectivas) | L-Glucosa | Humanos / Animales | 42 |
Fisiológico (Intestino) | Efecto laxante osmótico (si se ingiere en cantidad) | L-Glucosa | Intestino humano | 42 |
Potencial Terapéutico / Aplicación | Edulcorante bajo en calorías (costoso); Agente limpieza colon; Estimulación insulina (derivado acetilado) | L-Glucosa; L-Glucosa; Pentaacetato de L-Glucosa | Humanos; Humanos; Células pancreáticas? | 42; 42; 42 |
Experimental (Investigación Cáncer) | Captación específica por agregados de células tumorales (derivado fluorescente 2-NBDLG) | 2-NBDLG | Células tumorales (in vitro) | 73 |
Toxicidad | Baja toxicidad sistémica directa; No causa glucotoxicidad (hiperglucemia) | L-Glucosa | Humanos | 42; (Contraste con D-glucosa 74) |
Metabolismo Microbiano (Excepción) | Algunas bacterias poseen vías específicas para catabolizar L-glucosa | L-Glucosa | Bacterias (ej. Burkholderia) | 42 |
La marcada diferencia en el destino biológico entre D-glucosa y L-glucosa en animales refleja la profunda optimización y conservación del metabolismo central en torno a los D-azúcares. La evolución no parece haber favorecido el desarrollo o mantenimiento de vías paralelas para utilizar L-azúcares en animales, probablemente porque la D-glucosa era suficientemente abundante y la maquinaria existente altamente eficiente.34 La existencia de bacterias que sí pueden metabolizar L-glucosa 71 indica que no hay una barrera química insuperable, sino más bien una falta de presión selectiva o una contingencia histórica en el linaje animal.
No obstante, la inercia metabólica de los L-azúcares abre posibilidades intrigantes para la farmacología y la biotecnología. Si se pueden diseñar derivados de L-azúcares que interactúen selectivamente con proteínas diana (transportadores, receptores, enzimas) sin ser degradados por las vías metabólicas principales, podrían convertirse en herramientas diagnósticas o terapéuticas novedosas.42 Su perfil farmacocinético sería probablemente muy diferente al de los D-azúcares, y podrían evitar algunos de los efectos secundarios asociados al metabolismo energético. La exploración de esta «quiralidad no natural» en el diseño de fármacos representa un área de investigación con potencial aún por explotar.
Sección 6: Más Allá de la Norma: Excepciones a la Homoquiralidad
Si bien la regla general de la vida terrestre es la homoquiralidad basada en L-aminoácidos y D-azúcares para sus componentes centrales, la biosfera no es estrictamente homoquiral. Existen numerosas excepciones notables donde los D-aminoácidos, en particular, desempeñan roles biológicos cruciales y específicos. Estas excepciones no contradicen la regla fundamental que gobierna la síntesis de proteínas ribosomales y el metabolismo energético central, sino que representan adaptaciones evolutivas que aprovechan las propiedades únicas de los D-enantiómeros para funciones especializadas.
6.1. D-Aminoácidos en el Mundo Bacteriano: Pared Celular, Señalización y Adaptación
Las bacterias son particularmente pródigas en el uso de D-aminoácidos, integrándolos en estructuras y procesos vitales.
- Peptidoglicano (PG): La pared celular de la mayoría de las bacterias contiene una estructura única y esencial llamada peptidoglicano (también conocida como mureína), que proporciona rigidez estructural y protección contra el estrés osmótico. Una característica distintiva del PG es la presencia de D-aminoácidos en sus cadenas peptídicas laterales, típicamente D-alanina (D-Ala) y D-glutamato (D-Glu).7 Estas cadenas peptídicas entrecruzan las cadenas de glicano (formadas por azúcares N-acetilglucosamina y ácido N-acetilmurámico), creando una malla tridimensional resistente. La incorporación de D-Ala y D-Glu es fundamental para la integridad de la pared y, crucialmente, confiere resistencia a la mayoría de las proteasas producidas por otros organismos (incluidos los huéspedes animales), ya que estas enzimas están diseñadas para reconocer y cortar enlaces peptídicos entre L-aminoácidos.7 La síntesis de estos D-aminoácidos bacterianos se realiza a partir de sus L-precursores mediante enzimas específicas llamadas racemasas (como la alanina racemasa y la glutamato racemasa), y su incorporación al PG es catalizada por ligasas específicas.7
- Remodelación de la Pared y Adaptación al Estrés: Además de D-Ala y D-Glu, algunas bacterias, como Vibrio cholerae y Bacillus subtilis, producen y liberan al medio extracelular una variedad de D-aminoácidos no canónicos (NCDAAs), como D-metionina, D-leucina, D-valina, D-isoleucina y otros.52 Esta producción suele aumentar durante la fase estacionaria del crecimiento o en respuesta a condiciones de estrés ambiental (ej., limitación de nutrientes, estrés osmótico) y a menudo está regulada por factores de transcripción de respuesta al estrés como RpoS.59 Estos NCDAAs pueden ser reincorporados en el PG de la propia bacteria o de otras bacterias cercanas, a menudo reemplazando la D-Ala terminal en los péptidos del PG.59 Esta modificación altera la estructura y la tasa de síntesis del PG, actuando como un mecanismo para controlar la remodelación de la pared celular y adaptar el crecimiento bacteriano a las condiciones ambientales cambiantes.52 La producción de esta diversidad de D-aminoácidos es catalizada por racemasas de amplio espectro (Bsr), enzimas promiscuas capaces de actuar sobre múltiples sustratos L-aminoácidos.58
- Biofilms y Señalización: Los D-aminoácidos extracelulares también parecen funcionar como moléculas de señalización en las comunidades bacterianas, influyendo en procesos complejos como la formación y dispersión de biofilms.7 Existe controversia en este campo: algunos estudios iniciales reportaron que una mezcla de ciertos D-AAs (D-Leu, D-Met, D-Tyr, D-Trp) a bajas concentraciones podía prevenir la formación de biofilms o inducir la dispersión de biofilms maduros en B. subtilis y Staphylococcus aureus.52 El mecanismo propuesto implicaba la incorporación de D-AAs en el PG, lo que interferiría con el anclaje de proteínas clave de la matriz del biofilm, como las fibras amiloides TasA 58, o inhibiría la adhesión intercelular.52 Sin embargo, estudios posteriores han cuestionado estos hallazgos, sugiriendo que los efectos observados podrían deberse a toxicidad general o no ser reproducibles en todas las condiciones o cepas.52 A pesar de la controversia sobre el mecanismo exacto, es evidente que los D-aminoácidos liberados por las bacterias pueden modular la estructura y dinámica de las comunidades microbianas.7
- Antibióticos y Resistencia: Muchas bacterias producen antibióticos polipeptídicos como parte de su arsenal competitivo. Varios de estos péptidos antimicrobianos, como la gramicidina, bacitracina, tirocidina y valinomicina, contienen residuos de D-aminoácidos en su estructura.7 La presencia de estos D-AAs los hace resistentes a la degradación por proteasas comunes y puede ser crucial para su actividad biológica.7 Por otro lado, la capacidad de algunas bacterias para racemizar ciertos compuestos (como el antibiótico etambutol) se ha identificado como un mecanismo de resistencia.89
6.2. D-Aminoácidos en Plantas: Funciones Emergentes
La investigación sobre D-aminoácidos en plantas es más reciente, pero ya ha revelado funciones importantes, desafiando la idea de que su presencia se limita a microorganismos y animales.
- Crecimiento del Tubo Polínico: En la planta modelo Arabidopsis thaliana, se ha demostrado que la D-serina es necesaria para el crecimiento normal del tubo polínico durante la fertilización.90 Las plantas mutantes que carecen de la enzima serina racemasa funcional muestran defectos en este proceso, indicando que la producción endógena de D-serina juega un papel fisiológico en la reproducción vegetal.90
- Estructura del Cloroplasto: En musgos, se ha identificado el dipéptido D-Ala-D-Ala como un componente estructural de la membrana interna de los cloroplastos.90 La enzima alanina ligasa, que cataliza la formación de este dipéptido, es esencial para la correcta división de los cloroplastos, lo que subraya un papel inesperado de los D-aminoácidos en la biología de los orgánulos vegetales.90
- Nutrición y Estrés: Existe evidencia de que las plantas pueden absorber D-aminoácidos (libres o como pequeños péptidos) presentes en el suelo, que podrían derivar de la descomposición de materia orgánica o de la actividad de microorganismos del suelo.90 Aunque probablemente a tasas inferiores que los L-aminoácidos, estos D-AAs podrían servir como una fuente suplementaria de nitrógeno o estar involucrados en respuestas a diversos estreses ambientales (ej., estrés oxidativo).90
6.3. D-Aminoácidos en Animales: Neurotransmisión (D-Serina) y Envejecimiento
Aunque los L-aminoácidos dominan la bioquímica animal, ciertos D-aminoácidos desempeñan roles fisiológicos cruciales, especialmente en el sistema nervioso, y su acumulación también se asocia con el proceso de envejecimiento.
- D-Serina como Neuromodulador: El descubrimiento más significativo ha sido el papel de la D-serina en el sistema nervioso central de los mamíferos.8 Contrariamente a la creencia anterior, la D-serina está presente en cantidades significativas en el cerebro (especialmente en regiones como el córtex, hipocampo y tálamo) y actúa como el principal co-agonista endógeno del receptor de glutamato tipo NMDA (NMDAR).62 Los NMDAR requieren la unión simultánea de glutamato (el neurotransmisor excitador principal) y un co-agonista (D-serina o glicina) para activarse completamente. La D-serina es a menudo más potente que la glicina en este sitio co-agonista y su distribución cerebral se correlaciona mejor con la de los NMDAR.66 La D-serina es sintetizada a partir de L-serina por la enzima serina racemasa (SR), que se encuentra principalmente en neuronas 65 (aunque inicialmente se pensó que estaba en la glía). Una vez liberada a la sinapsis (posiblemente a través del transportador asc-1 65), la D-serina modula la neurotransmisión mediada por NMDAR, jugando un papel crítico en la plasticidad sináptica (como la potenciación a largo plazo, LTP, base celular del aprendizaje y la memoria), el desarrollo neuronal y la migración celular.62 Los niveles de D-serina sináptica están finamente regulados por su síntesis (SR) y su degradación por la DAAO (presente en astrocitos y neuronas).57 La desregulación de este sistema (niveles anormales de D-serina o actividad alterada de SR/DAAO) se ha implicado en diversas condiciones neuropsiquiátricas, notablemente la esquizofrenia (asociada a hipofunción del NMDAR) 49 y potencialmente en la depresión y la enfermedad de Alzheimer.62
- Otros D-Aminoácidos en Animales: Además de la D-serina, también se detectan niveles más bajos de D-aspartato (D-Asp) y D-alanina (D-Ala) en el cerebro y otros tejidos de mamíferos.8 El D-Asp parece tener roles en la neurotransmisión y en la regulación endocrina (ej., liberación de hormonas como testosterona, hormona del crecimiento).53
- Envejecimiento y Racemización: Como se mencionó anteriormente (Sección 4.1), la racemización espontánea de residuos de L-aminoácidos a D-aminoácidos (especialmente L-Asp a D-Asp) ocurre con el tiempo en proteínas estructurales de larga duración y bajo recambio metabólico.49 Esta acumulación de D-residuos relacionada con la edad puede alterar la estructura y función de estas proteínas, contribuyendo a patologías asociadas al envejecimiento.
- Péptidos Bioactivos: Algunos péptidos endógenos en animales, como ciertos venenos de caracoles cónicos o arañas, o la hormona hiperglucémica de crustáceos (CHH), contienen D-aminoácidos incorporados mediante modificaciones post-traduccionales enzimáticas (epimerasas o isomerasas).50 Esta incorporación aumenta su resistencia a la degradación por proteasas y/o modula su actividad biológica.50
La siguiente tabla ilustra la diversidad funcional de los D-aminoácidos:
Tabla 4: Ejemplos de D-Aminoácidos Funcionales en la Naturaleza
D-Aminoácido(s) | Organismo / Sistema | Función Biológica | Enzima(s) Clave | Fuentes Relevantes |
D-Ala, D-Glu | Bacterias | Pared celular (peptidoglicano), resistencia a proteasas | Racemasas (Ala, Glu), Ligasas | 7 |
D-Met, D-Leu, D-Val, D-Ile, etc. | Bacterias (Vibrio, Bacillus) | Remodelación pared, adaptación estrés, biofilms (?) | Racemasas de Amplio Espectro (Bsr) | 52 |
D-Ser | Plantas (Arabidopsis) | Crecimiento del tubo polínico | Serina Racemasa | 90 |
D-Ala-D-Ala (dipéptido) | Musgos | Membrana cloroplastos, división celular | Alanina Ligasa | 90 |
D-Ser | Mamíferos (Cerebro) | Co-agonista receptor NMDA, neurotransmisión, plasticidad sináptica, desarrollo | Serina Racemasa (SR), DAAO | 8 |
D-Asp | Mamíferos (Cerebro, Sist. Endocrino) | Neuromodulación, regulación hormonal | D-Aspartato Racemasa (?), DDO | 8 |
Varios D-AA (ej. D-Asp) | Tejidos envejecidos (Mamíferos) | Marcador de envejecimiento, posible disfunción proteica | Racemización espontánea (no enzimática) | 49 |
Varios D-AA | Péptidos (venenos, antibióticos) | Estabilidad (resistencia a proteasas), potencia | Isomerasas/Epimerasas post-traduccionales (?) | 7 |
Estas excepciones demuestran que la vida, aunque fundamentada en la homoquiralidad L-AA/D-azúcar, ha encontrado maneras de explotar las propiedades únicas de los D-aminoácidos para funciones específicas. Esto parece representar una capa adicional de complejidad y regulación que se ha añadido evolutivamente sobre la maquinaria bioquímica central ya establecida. En lugar de perturbar el núcleo homoquiral (la síntesis de proteínas sigue siendo L-específica), se utilizan enzimas dedicadas (racemasas, oxidasas, ligasas, epimerasas) que operan de forma localizada o temporalmente controlada para producir, incorporar o degradar D-aminoácidos para roles particulares.7 El caso de la D-serina en el cerebro es particularmente ilustrativo de esta estrategia.64 Al utilizar un enantiómero «no estándar» como co-agonista del NMDAR, el sistema nervioso logra un nivel adicional de regulación fina sobre la neurotransmisión excitadora, independiente de los niveles del neurotransmisor principal (L-glutamato) y del otro co-agonista potencial (glicina), aprovechando las vías de síntesis (SR) y degradación (DAAO) específicas para la D-serina. Esto ejemplifica cómo la biología puede cooptar la quiralidad «alternativa» para sofisticar sus mecanismos de control.
Sección 7: Síntesis e Implicaciones Generales
La homoquiralidad, la preferencia casi universal de la vida terrestre por los L-aminoácidos y los D-azúcares, es más que una simple curiosidad bioquímica; es un pilar fundamental sobre el que se construye la complejidad y la eficiencia de los sistemas biológicos. Este informe ha explorado la naturaleza de este fenómeno, las hipótesis sobre su enigmático origen, los mecanismos metabólicos que lo sustentan y las consecuencias, a veces perjudiciales, a veces funcionales, del encuentro con moléculas de quiralidad opuesta.
7.1. Resumen de las Consecuencias del Contacto con Quiralidad Opuesta
La maquinaria biológica terrestre, finamente ajustada a través de miles de millones de años de evolución para operar con L-aminoácidos y D-azúcares, muestra una respuesta variable pero predecible al encontrarse con sus imágenes especulares:
- D-Aminoácidos: Su destino en un organismo L-adaptado es diverso y contextual. Generalmente, no pueden ser incorporados a las proteínas por la vía ribosomal estándar debido a la estricta especificidad de la maquinaria de traducción.7 Dependiendo del D-aminoácido específico y su concentración, pueden ser:
- Metabólicamente inertes: Simplemente ignorados o excretados si no hay enzimas que los reconozcan.
- Tóxicos: Si se acumulan (por ingesta excesiva o fallo en la degradación), pueden causar toxicidad a través de varios mecanismos, incluyendo la generación de estrés oxidativo (vía DAAO y producción de H2O2) 54, la inhibición competitiva de transportadores o enzimas de L-aminoácidos (potencial), o la interferencia con procesos específicos (como la síntesis de pared en bacterias).52
- Funcionales: Si existen enzimas específicas como racemasas, DAAO o DDO, pueden ser metabolizados, detoxificados o incluso utilizados para funciones biológicas concretas y altamente reguladas, como la neurotransmisión (D-serina) o la defensa inmune.56
- L-Azúcares: Su característica principal en animales y humanos es la inercia metabólica.42 La L-glucosa y otros L-azúcares comunes no pueden ser fosforilados por la hexoquinasa ni ingresar a las vías centrales del metabolismo energético.42 Por lo tanto:
- Son nutricionalmente inertes (no aportan calorías utilizables).
- Su toxicidad directa es baja, ya que no causan los problemas asociados a la hiperglucemia por exceso de D-azúcares.
- Pueden tener efectos osmóticos en el intestino si se ingieren en grandes cantidades, actuando como laxantes.42
- Algunas bacterias sí poseen vías para metabolizarlos.42
- Sus derivados podrían tener interacciones biológicas específicas aún por explorar (ej., estimulación de insulina, captación tumoral).42
En esencia, la consecuencia general del contacto con la quiralidad opuesta es que la maquinaria biológica central, optimizada para un conjunto de enantiómeros, es intrínsecamente intolerante o indiferente a la imagen especular. Las interacciones resultantes dependen de si existen sistemas específicos (enzimas, transportadores) que hayan evolucionado para reconocer y manejar estas moléculas «no estándar».
7.2. Implicaciones para la Astrobiología: La Homoquiralidad como Biofirma
La marcada homoquiralidad de la vida terrestre tiene profundas implicaciones para la búsqueda de vida extraterrestre. Dado que los procesos químicos abióticos conocidos tienden a producir mezclas racémicas 2, la detección inequívoca de un exceso enantiomérico significativo (es decir, homoquiralidad o una desviación sustancial de la racemicidad) en moléculas orgánicas complejas (como aminoácidos o azúcares) en entornos extraterrestres (Marte, lunas heladas como Europa o Encelado, atmósferas de exoplanetas) se considera una de las biofirmas potenciales más fuertes [Insight 2.3]. Sería extremadamente difícil explicar tal hallazgo únicamente mediante química abiótica, sugiriendo fuertemente la intervención de un proceso biológico (pasado o presente) que haya impuesto su orden quiral.
Esto plantea preguntas fascinantes: ¿Es la homoquiralidad una característica universal de la vida basada en carbono? Si es así, ¿la preferencia L-AA/D-azúcar observada en la Tierra es una constante universal, o podría la vida en otros lugares haber elegido la configuración especular (D-AA/L-azúcar)? Las leyes físicas fundamentales (a excepción de la interacción débil) no parecen dictar una preferencia inherente a gran escala, y muchos de los mecanismos propuestos para el origen de la homoquiralidad implican una ruptura de simetría que podría haber ocurrido en cualquier dirección.5 Si existiera vida basada en una quiralidad especular a la nuestra, sería fundamentalmente incompatible a nivel bioquímico. No podríamos metabolizar sus componentes básicos, y viceversa. Cualquier interacción directa sería probablemente nula o perjudicial, creando una barrera biológica casi infranqueable: un verdadero «mundo espejo» bioquímico [Insight 7.1].
7.3. Implicaciones Biomédicas: Fármacos Quirales y Nuevas Terapias
La quiralidad y la homoquiralidad biológica tienen consecuencias directas y significativas en la medicina y la farmacología.
- Fármacos Quirales: Una gran proporción de los fármacos utilizados actualmente son moléculas quirales. Debido a la naturaleza quiral de sus dianas biológicas (enzimas, receptores, ácidos nucleicos), los enantiómeros de un fármaco a menudo exhiben perfiles farmacológicos muy diferentes.1 Un enantiómero puede ser el responsable de la actividad terapéutica deseada, mientras que el otro puede ser inactivo, tener una actividad diferente (a veces beneficiosa, como en el caso de Darvon/Novrad 1), o ser responsable de efectos secundarios indeseables o incluso tóxicos (como en los casos históricos de la talidomida o ejemplos como la penicilamina y el naproxeno 1). Esto ha llevado a un énfasis creciente en el desarrollo y la producción de fármacos enantiopuros (que contienen solo el enantiómero deseado), lo que requiere métodos de síntesis asimétrica o de separación quiral eficientes.17 La comprensión de la estereoquímica es, por tanto, esencial para el diseño racional de fármacos seguros y eficaces.
- D-Aminoácidos y L-Azúcares como Herramientas Terapéuticas: Más allá de la simple selección del enantiómero correcto, la manipulación deliberada de la quiralidad se está convirtiendo en una estrategia sofisticada en el desarrollo de nuevas terapias [Insight 7.2].
- D-Aminoácidos: La comprensión del papel de la D-serina en la neurotransmisión ha impulsado la investigación de la propia D-serina o de inhibidores de la DAAO como posibles tratamientos para la esquizofrenia y otros trastornos neuropsiquiátricos.49 Además, la incorporación estratégica de D-aminoácidos en péptidos terapéuticos (ej., análogos de opioides, péptidos antimicrobianos) se utiliza para aumentar su estabilidad frente a la degradación por proteasas, mejorando su vida media y eficacia.7
- L-Azúcares: Aunque su uso como edulcorantes se ha visto limitado por el costo 42, la inercia metabólica de los L-azúcares sigue siendo atractiva. La investigación sobre derivados de L-glucosa que puedan interactuar con sistemas biológicos (como la estimulación de insulina o la captación por células tumorales) sugiere un potencial aún por explorar para el desarrollo de sondas diagnósticas o fármacos con perfiles metabólicos únicos.42
Conclusión
La homoquiralidad representa uno de los principios organizativos más profundos y universales de la bioquímica terrestre. La elección consistente de L-aminoácidos para las proteínas y D-azúcares para los ácidos nucleicos y el metabolismo energético central no es una mera casualidad, sino una solución elegante y eficiente que permite la exquisita especificidad y complejidad estructural necesarias para la vida tal como la conocemos. Esta asimetría molecular es una firma indeleble de los procesos biológicos, distinguiéndolos de la tendencia a la simetría de la química abiótica.
A pesar de décadas de investigación y la formulación de numerosas hipótesis ingeniosas, que abarcan desde influencias astrofísicas como la luz circularmente polarizada y aportes meteóricos hasta procesos terrestres de autoamplificación y selección biótica temprana, el origen exacto de esta ruptura primordial de la simetría quiral sigue siendo uno de los grandes misterios sin resolver en la ciencia del origen de la vida. Es probable que una combinación de factores extraterrestres y terrestres haya contribuido a establecer y fijar la preferencia L/D que hoy observamos.
La maquinaria biológica, una vez establecida en este marco homoquiral, desarrolló una dependencia intrínseca y una especificidad rigurosa hacia sus componentes estándar. Como resultado, el contacto con la quiralidad opuesta generalmente conduce a la indiferencia metabólica, como en el caso de la mayoría de los L-azúcares en animales, o a consecuencias potencialmente perjudiciales, como la toxicidad asociada a ciertos D-aminoácidos debido a la generación de estrés oxidativo o la interferencia con procesos celulares. Sin embargo, la biología también ha demostrado su capacidad adaptativa al cooptar D-aminoácidos para funciones especializadas y altamente reguladas, como la neurotransmisión o la construcción de paredes bacterianas resistentes, utilizando para ello enzimas específicas que operan al margen de las vías centrales.
El estudio de la homoquiralidad continúa siendo un campo de investigación vibrante y de gran alcance. Sus implicaciones se extienden a la astrobiología, donde la detección de homoquiralidad se perfila como una biofirma clave en la búsqueda de vida más allá de la Tierra, y a la biomedicina, donde la comprensión de las interacciones quirales es fundamental para el diseño de fármacos más seguros y eficaces y para el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas que explotan deliberadamente la quiralidad molecular. En última instancia, desentrañar los secretos de la homoquiralidad es esencial para comprender no solo cómo surgió la vida en nuestro planeta, sino también la naturaleza fundamental de la vida misma.
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