En el capítulo titulado cielo e infierno de la serie Cosmos, Carl Sagan nos contaba que Venus es un planeta cubierto por una densa capa de nubes que impiden ver la superficie. Durante siglos se ignoró la composición de las nubes, nadie sabía de qué estaban compuestas, la imaginación se desenfrenó, llevando a algunos científicos a sostener que era un pantano. El argumento, si se puede llamar así, era: No podemos ver la superficie de Venus, porque está tapada por nubes. Bueno, ¿y de qué están hechas las nubes? De agua, por supuesto. Por lo tanto, Venus debe tener mucha agua. Y, si tiene mucha agua, el terreno debe ser pantanoso. Venus debe ser una gran ciénaga. Y en las ciénagas hay helechos. Y si hay helechos, quizá haya dinosaurios. ¡Observación, no se vio nada; conclusión, dinosaurios!

La situación cambió drásticamente con el desarrollo de la espectroscopía, capaz de determinar la composición química de la atmósfera de un planeta o estrella. Al descomponer mediante un prisma la luz reflejada por las nubes venusianas que captan los telescopios, se observan unos trazos oscuros correspondientes a frecuencias que han sido absorbidas por los gases que componen su atmosfera. Cada elemento químico o sustancia absorbe luz de unas frecuencias concretas que permiten identificarlo, estas absorciones son su huella dactilar. La espectroscopía determina que la atmósfera de Venus está constituida principalmente por dióxido de carbono (96.5%) y nitrógeno (3.5%), con trazas de otros gases de elevada toxicidad SO2, HCl, HF, CO, H2S, vapor de agua, sulfuro de carbonilo (OCS) y ácido sulfúrico.

Si bien es cierto que la gran densidad y toxicidad de esta atmósfera así como las elevadas temperaturas en superficie son incompatibles con la vida, incluidos los dinosaurios, se dan algunas rarezas que han llamado la atención de los astrobiólogos.

El H2S y el SO2 presentes en la atmósfera son reactivos entre sí, lo que implica que algo los está produciendo de modo continuo. Por otro lado el sulfuro de carbonilo (OCS) es muy difícil de obtener por medios inorgánicos, y al menos en las condiciones de la tierra se consideraría como un indicador inequívoco de vida.

Las primeras sondas enviadas también detectaron cantidades importantes de clorina, compuesto presente en la clorofila y cuya forma reducida también se encuentra en las bacterias fotosintéticas.

Para rematar la intriga, los espectros también indican la presencia de fosfina, otro compuesto que puede estar relacionado con la vida, aunque también puede formarse de modo inorgánico.

Lo más probable es que Venus sea un gran laboratorio químico de altas temperaturas y presiones, en el que tienen lugar reacciones que aún no comprendemos, pero cuyos productos ya detectamos en su atmósfera.

Capítulo de Cosmos, cielo e infierno:

https://youtu.be/r5wDX83FYTs

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