I. Introducción: En Busca del Científico Más Grande
La pregunta «¿Quién fue el científico más grande de la historia?» es, por naturaleza, compleja y cargada de subjetividad. La ciencia es una empresa inherentemente acumulativa; cada avance se construye sobre los descubrimientos de predecesores, una torre de conocimiento erigida sobre «hombros de gigantes», como famosamente reconoció uno de los principales candidatos a este título. Sin embargo, al examinar la historia de la ciencia, ciertas figuras destacan por la magnitud transformadora y el impacto duradero de sus contribuciones. Entre estos titanes intelectuales, Sir Isaac Newton emerge como una figura central, a menudo considerado por los historiadores de la ciencia como el «talento científico más grande que jamás haya visto el mundo». Esta preeminencia no se basa en un único descubrimiento aislado, sino en la creación simultánea de múltiples pilares fundamentales sobre los que se edificó la ciencia moderna.
No obstante, cualquier discusión sobre el «más grande» inevitablemente trae a colación a Albert Einstein, el otro gigante indiscutible del panteón científico. Einstein es frecuentemente citado en primer lugar en encuestas de opinión pública y es universalmente reconocido por haber revolucionado la física en el siglo XX, remodelando nuestra comprensión del espacio, el tiempo, la gravedad y el universo.
Esta aparente discrepancia entre el consenso histórico, que a menudo favorece a Newton, y la percepción popular, que tiende a inclinarse por Einstein, merece una reflexión. Newton estableció los cimientos de la física clásica y desarrolló las herramientas matemáticas necesarias para describirla, un logro de alcance y profundidad inmensos que redefinió la práctica científica misma. Su obra dominó el pensamiento científico durante más de dos siglos. Einstein, por otro lado, desafió y transformó esos mismos cimientos con las teorías de la relatividad y sus contribuciones a la mecánica cuántica, introduciendo conceptos que, aunque quizás más contraintuitivos, se convirtieron en iconos de la era moderna. La imagen pública de Einstein, asociada indeleblemente con la ecuación E=mc2, la era atómica (a pesar de su pacifismo inherente), y su distintiva apariencia, lo han convertido en una figura más reconocible y emblemática para el público general. Los historiadores, sin embargo, al evaluar el impacto fundacional a largo plazo y la creación de un marco metodológico completo, a menudo otorgan a Newton la primacía.
Este informe se centrará en la figura de Sir Isaac Newton, explorando en detalle su vida, su obra monumental, su compleja personalidad y su legado perdurable. Se justificarán las razones de su preeminencia desde una perspectiva histórica y de impacto fundacional, para luego contrastarlo brevemente con las contribuciones revolucionarias de Albert Einstein. El objetivo es ofrecer una visión matizada que reconozca la grandeza de ambos, pero argumente sólidamente por qué Newton ocupa un lugar singular en la historia de la ciencia.
II. Isaac Newton: El Arquitecto de la Ciencia Clásica
La afirmación de que Isaac Newton es el científico más importante de la historia encuentra un fuerte respaldo entre los historiadores de la ciencia. El célebre divulgador científico Isaac Asimov, al abordar esta misma pregunta, no dudó en afirmar que «la mayoría de los historiadores de la ciencia no dudarían en afirmar que Isaac Newton fue el talento científico más grande que jamás haya visto el mundo». La razón de esta convicción radica en la extraordinaria amplitud y profundidad de sus contribuciones, que no se limitaron a un solo campo, sino que establecieron las bases de múltiples disciplinas científicas simultáneamente. Como señaló Asimov, si la pregunta fuera quién fue el segundo científico más grande, la respuesta sería casi imposible debido a la gran cantidad de candidatos formidables como Einstein, Darwin, Maxwell o Galileo; sin embargo, para el primer puesto, Newton se erige de manera singular.
El argumento central para la primacía de Newton se basa en cuatro logros fundacionales monumentales, cada uno de los cuales, por sí solo, lo habría consagrado como un científico de primer orden:
- Fundación de las Matemáticas Superiores: Desarrolló el cálculo infinitesimal (diferencial e integral), proporcionando el lenguaje matemático esencial para describir el cambio y el movimiento, herramienta indispensable para la física y la ingeniería posteriores.
- Fundación de la Óptica Moderna: A través de experimentos rigurosos con prismas, demostró que la luz blanca es una mezcla de todos los colores del espectro y estudió fenómenos como la refracción, la reflexión y la difracción, sentando las bases de la óptica física.
- Fundación de la Física Moderna (Clásica): Estableció las tres leyes del movimiento (ley de inercia, ley de fuerza y aceleración, y ley de acción-reacción), que forman el núcleo de la mecánica clásica y describen el comportamiento dinámico de los objetos macroscópicos.
- Fundación de la Astronomía Moderna: Formuló la ley de la gravitación universal, una única ley matemática que explica tanto la caída de una manzana como el movimiento de los planetas, unificando la física terrestre y la celeste y explicando las leyes empíricas de Kepler.
La publicación de su obra magna, Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica (Principios Matemáticos de la Filosofía Natural) en 1687, representa un punto de inflexión en la historia del pensamiento humano. Este libro no solo presentó sus leyes del movimiento y la gravitación universal, sino que estableció un nuevo paradigma para la investigación científica. Newton demostró cómo la observación, la experimentación y la descripción matemática rigurosa podían desvelar las leyes fundamentales de la naturaleza. Al hacerlo, liberó al pensamiento científico del «yugo griego», la dependencia de las ideas de los filósofos antiguos como Aristóteles, que había persistido durante siglos. Los Principia no solo ofrecieron respuestas, sino que definieron un método – el método científico moderno – basado en la matematización de la naturaleza y la verificación empírica. Esta obra monumental es considerada la culminación de la Revolución Científica iniciada por Copérnico, Kepler y Galileo, y el punto de partida de la física clásica que dominaría la ciencia durante los siguientes doscientos años.
La magnitud de su logro fue reconocida incluso por sus sucesores. El gran matemático y físico Joseph Louis Lagrange expresó esta admiración al decir: «Newton fue el más grande genio que ha existido y también el más afortunado, dado que solo una vez se puede encontrar el sistema que rige el mundo». Esta cita encapsula la percepción de que Newton no solo hizo descubrimientos extraordinarios, sino que reveló la estructura fundamental del universo físico de una manera que parecía definitiva y completa en su tiempo. Su capacidad para sintetizar el trabajo de sus predecesores (como las leyes de Kepler y los estudios sobre el movimiento de Galileo), formalizarlos matemáticamente y unificarlos bajo principios universales, aplicables tanto en la Tierra como en los cielos, es una parte esencial de su grandeza. Creó no solo conocimiento, sino un sistema coherente y un método perdurable que definieron la ciencia para las generaciones venideras, estableciendo el marco dentro del cual trabajarían la mayoría de los científicos hasta la llegada de Einstein.
III. Biografía de Isaac Newton: Una Vida de Descubrimiento Solitario
La vida de Isaac Newton estuvo marcada por una combinación de adversidad temprana, aislamiento autoimpuesto y una productividad intelectual sin precedentes.
Primeros Años (1642-1661)
Isaac Newton nació prematuramente el 4 de enero de 1643 (según el calendario gregoriano, aunque era el día de Navidad de 1642 en el calendario juliano vigente en Inglaterra) en la pequeña aldea de Woolsthorpe-by-Colsterworth, en Lincolnshire. Su padre, también llamado Isaac, un granjero analfabeto, había muerto tres meses antes de su nacimiento. El pequeño Isaac era tan diminuto al nacer que no se esperaba que sobreviviera.
Su infancia fue particularmente difícil. Cuando tenía tres años, su madre, Hannah Ayscough, se volvió a casar con un clérigo adinerado, Barnabas Smith, quien no deseaba criar a un hijastro. Hannah se mudó a otra aldea con su nuevo esposo, dejando al joven Isaac al cuidado de sus abuelos maternos. Esta experiencia de abandono temprano parece haber dejado cicatrices profundas en Newton, contribuyendo a forjar una personalidad retraída, desconfiada y solitaria que lo caracterizaría durante toda su vida. Un cuaderno juvenil revela una anotación inquietante de este período: «Amenazar a mi padre y madre Smith con quemarlos a ellos y la casa sobre ellos».
A los doce años, fue enviado a estudiar a The King’s School en la cercana ciudad de Grantham, donde se alojó en casa de un boticario local. Inicialmente, no destacó como estudiante, pero una confrontación física con un compañero de clase lo impulsó a superarlo académicamente, transformándose en uno de los mejores alumnos. Durante este tiempo, mostró una notable aptitud para los trabajos mecánicos, construyendo ingeniosas maquetas como un molino de viento funcional (impulsado por un ratón al que llamaba «el molinero»), una linterna plegable de papel para sus caminatas matutinas y diversos relojes de sol, que se convirtieron en una obsesión temprana y un desafío intelectual.
Sin embargo, a los 15 o 16 años, su madre, nuevamente viuda, lo sacó de la escuela con la intención de que se convirtiera en granjero y administrara la propiedad familiar. Isaac demostró un nulo interés y una escasa aptitud para las labores agrícolas. Finalmente, gracias a la persuasión del director de su antigua escuela, quien reconoció su potencial intelectual, su madre accedió a que regresara a Grantham para completar sus estudios.
Años en Cambridge y el Annus Mirabilis (1661-1669)
En 1661, a los dieciocho años, Newton ingresó en el prestigioso Trinity College de la Universidad de Cambridge. Allí fue alumno del matemático Isaac Barrow, quien reconoció su talento excepcional y se convirtió en su mentor.
Un evento externo inesperado catalizó uno de los períodos más extraordinarios de creatividad científica de la historia. Entre 1665 y 1666, la Gran Peste azotó Inglaterra, obligando a la Universidad de Cambridge a cerrar sus puertas. Newton regresó a su hogar en Woolsthorpe, donde pasó los siguientes dieciocho meses en un relativo aislamiento. Lejos de ser un período de inactividad, estos meses se conocen como su Annus Mirabilis (año maravilloso). Durante este tiempo, trabajando en solitario, sentó las bases de sus tres grandes descubrimientos: desarrolló los principios fundamentales del cálculo diferencial e integral (su «método de las fluxiones»), realizó experimentos cruciales sobre la naturaleza de la luz y los colores, y formuló las ideas iniciales sobre la gravitación universal, inspiradas, según la tradición popular (aunque probablemente una simplificación posterior), por la observación de la caída de una manzana en el huerto familiar.
Carrera Académica y Pública (1669-1727)
Tras su regreso a Cambridge, la carrera de Newton ascendió rápidamente. En 1669, con tan solo 26 años, sucedió a Isaac Barrow como Profesor Lucasiano de Matemáticas, una de las cátedras más prestigiosas de la universidad. A pesar de ocupar este puesto durante casi treinta años, Newton mostró poco interés por la enseñanza; sus clases, a menudo abstractas y difíciles, tenían escasa asistencia, y frecuentemente se encontraba dando conferencias a un aula vacía, ya que su atención estaba absorta en su propia investigación.
Aunque había desarrollado gran parte de sus ideas revolucionarias durante el Annus Mirabilis, Newton era reacio a publicar sus hallazgos, en parte debido a una disputa anterior con el científico Robert Hooke sobre sus trabajos de óptica, que lo había herido profundamente. Fue necesaria la persistencia y el apoyo financiero del astrónomo Edmund Halley para convencer a Newton de que organizara y publicara sus trabajos sobre mecánica y gravitación. El resultado fue la monumental Principia Mathematica, publicada en 1687.
Además de su trabajo científico, Newton participó brevemente en la vida pública. Fue elegido miembro del Parlamento por la Universidad de Cambridge en 1689. Sin embargo, su paso por la política fue discreto; una anécdota famosa relata que su única intervención registrada en la Cámara de los Comunes fue para pedir que cerraran una ventana debido a una corriente de aire.
En 1696, Newton abandonó Cambridge y se trasladó a Londres para asumir el cargo de Director (Warden) de la Royal Mint (la Casa de la Moneda Real), siendo ascendido a Maestro (Master) de la misma en 1699, un puesto lucrativo que ocupó hasta su muerte. Se tomó este trabajo muy en serio, supervisando una importante reforma monetaria para reemplazar las monedas antiguas y desgastadas por otras más fiables y difíciles de falsificar. Estableció el patrón oro en Inglaterra y persiguió implacablemente a los falsificadores, entrevistando personalmente a sospechosos en los bajos fondos de Londres, enfrentando amenazas de muerte y logrando que varios fueran enviados a la horca. A pesar de su perspicacia financiera en la Casa de la Moneda, Newton también fue víctima de la especulación, perdiendo una suma considerable (unas 20,000 libras) en la famosa burbuja de los Mares del Sur alrededor de 1720, lo que le llevó a comentar amargamente que «puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes».
En 1703, fue elegido presidente de la Royal Society, la principal academia científica de Inglaterra, cargo que mantuvo hasta su muerte. Su presidencia, sin embargo, no estuvo exenta de controversia. Se le acusó de ejercer un poder dictatorial, de usar la Sociedad para promover sus propios intereses y de perseguir a sus rivales, especialmente a Robert Hooke (cuyo único retrato conocido desapareció durante la presidencia de Newton) y a Gottfried Leibniz en la disputa por la prioridad del cálculo. En 1705, la Reina Ana lo nombró caballero (Sir), un reconocimiento a su eminencia científica y su servicio público.
Últimos Años y Legado (Post-1700)
En las últimas décadas de su vida, Newton dedicó cada vez más tiempo a sus intereses en la teología y la alquimia, abandonando prácticamente la investigación científica activa. Murió en Kensington, Londres, el 31 de marzo de 1727 (calendario gregoriano), a la edad de 84 años, a causa de problemas renales (cólico nefrítico).
Fue enterrado con grandes honores en la Abadía de Westminster, un lugar reservado para reyes, nobles y las figuras más ilustres de la nación. El filósofo francés Voltaire, que se encontraba en Londres en ese momento, quedó maravillado por el respeto que se le tributaba y comentó: «Inglaterra honra a un matemático de la misma manera que los súbditos de otras naciones honran a un rey».
La vida de Newton ilustra una fascinante interconexión entre el aislamiento, las crisis personales y una productividad científica sin igual. Su infancia solitaria pudo haber fomentado una intensa capacidad de concentración y autoaprendizaje. El aislamiento forzoso durante la peste le proporcionó el tiempo y la tranquilidad necesarios para gestar sus ideas más revolucionarias. Incluso su reclusión autoimpuesta tras la disputa con Hooke, aunque dolorosa, pudo haberle permitido refinar sus teorías antes de que la intervención crucial de Halley las sacara a la luz. La grave crisis psíquica que sufrió en 1693, posiblemente relacionada con el envenenamiento por mercurio debido a sus experimentos alquímicos, marca un punto de inflexión hacia sus intereses no estrictamente científicos. Parece que el genio de Newton floreció en la soledad, pero necesitó catalizadores externos, ya fueran crisis o figuras como Barrow y Halley, para desarrollarse plenamente y compartir sus frutos con el mundo.
IV. Los Descubrimientos Monumentales de Newton
La contribución de Isaac Newton a la ciencia se sustenta en varios pilares de descubrimiento, cada uno de ellos revolucionario por derecho propio.
A. Las Leyes del Movimiento (Leyes de Newton)
Presentadas formalmente en su obra cumbre, Principia Mathematica, estas tres leyes describen la relación fundamental entre un objeto y las fuerzas que actúan sobre él, formando la base de la mecánica clásica:
- Primera Ley (Ley de Inercia): Establece que un objeto permanecerá en estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme a menos que una fuerza externa neta actúe sobre él. Esta ley rompió radicalmente con la física aristotélica, que sostenía erróneamente que se requería una fuerza continua para mantener un objeto en movimiento.
- Segunda Ley (Ley Fundamental de la Dinámica): Define la relación cuantitativa entre fuerza, masa y aceleración. Afirma que la fuerza neta aplicada a un objeto es directamente proporcional a la aceleración que adquiere, siendo la constante de proporcionalidad la masa del objeto. Matemáticamente se expresa como F=ma. Esta ley permite calcular cómo cambiará el movimiento de un objeto bajo la influencia de fuerzas conocidas.
- Tercera Ley (Principio de Acción y Reacción): Postula que por cada acción (fuerza) existe una reacción igual y opuesta. Es decir, si un cuerpo A ejerce una fuerza sobre un cuerpo B, entonces el cuerpo B ejerce una fuerza de igual magnitud y dirección opuesta sobre el cuerpo A. Esta ley es fundamental para entender las interacciones entre sistemas de cuerpos.
El impacto de estas leyes fue inmenso. Proporcionaron un marco coherente y predictivo para entender el movimiento de prácticamente todos los objetos macroscópicos a velocidades mucho menores que la de la luz. Son fundamentales en innumerables campos de la física y la ingeniería, desde el diseño de puentes y máquinas hasta la comprensión de la dinámica de fluidos y sistemas complejos.
B. La Ley de la Gravitación Universal
Quizás el descubrimiento más famoso de Newton sea su ley de la gravitación universal. La anécdota popular de la manzana cayendo de un árbol, que supuestamente le inspiró la idea de la gravedad, es probablemente una simplificación o un mito embellecido con el tiempo. El propio Newton mencionó haber reflexionado sobre la caída de una manzana mientras estaba en su casa de Woolsthorpe durante la peste, pero la formulación de la ley fue el resultado de años de arduo trabajo matemático y reflexión.
La ley establece que cada partícula de materia en el universo atrae a cualquier otra partícula con una fuerza que es directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que separa sus centros. Matemáticamente, F=Gr2m1m2, donde G es la constante de gravitación universal.
La genialidad de esta ley reside en su universalidad. Newton demostró que la misma fuerza que hace que una manzana caiga al suelo es la que mantiene a la Luna en órbita alrededor de la Tierra y a los planetas en órbita alrededor del Sol. Con una sola ecuación elegante, unificó la física terrestre y la física celeste, que hasta entonces se consideraban regidas por leyes diferentes.
El impacto de esta ley fue revolucionario. Proporcionó una explicación física para las leyes empíricas del movimiento planetario descubiertas por Johannes Kepler. Permitió predecir con gran precisión los movimientos de los cuerpos celestes, calcular las mareas y comprender la forma de la Tierra (ligeramente achatada en los polos). Sentó las bases de la astronomía física y dominó nuestra comprensión de la gravedad durante más de dos siglos, hasta que la Teoría de la Relatividad General de Einstein ofreció una descripción más profunda.
C. El Desarrollo del Cálculo Infinitesimal
Para poder formular y aplicar sus leyes del movimiento y la gravitación a problemas complejos que involucraban cantidades continuamente cambiantes (como la velocidad y la aceleración instantáneas, o las órbitas curvas de los planetas), Newton se dio cuenta de que necesitaba un nuevo tipo de matemáticas. Así, desarrolló lo que él llamó el «método de las fluxiones», que hoy conocemos como cálculo infinitesimal.
Su contribución consistió en la creación sistemática del cálculo diferencial (que permite calcular tasas de cambio instantáneas, o «fluxiones») y del cálculo integral (que permite calcular áreas bajo curvas y acumulaciones, o «fluentes»). Demostró además el Teorema Fundamental del Cálculo, que establece la relación inversa entre la diferenciación y la integración.
Este desarrollo condujo a una de las disputas de prioridad más amargas de la historia de la ciencia con el filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz, quien desarrolló el cálculo de forma independiente aproximadamente al mismo tiempo. Aunque Newton parece haber desarrollado sus ideas primero (durante el Annus Mirabilis), Leibniz fue el primero en publicar sus resultados y desarrolló una notación (como dy/dx para la derivada y ∫ para la integral) que resultó ser más práctica y es la que se utiliza mayoritariamente hoy en día. Actualmente, se les reconoce a ambos como inventores independientes del cálculo.
El impacto del cálculo ha sido inconmensurable. Se convirtió en la herramienta matemática fundamental para todas las ciencias físicas, la ingeniería, la economía, la estadística y muchas otras disciplinas que necesitan modelar y analizar el cambio continuo. Sin el cálculo, gran parte de la ciencia y la tecnología modernas serían impensables.
D. Avances en Óptica
Newton también realizó contribuciones fundamentales al campo de la óptica, publicadas principalmente en su libro Opticks (1704).
Mediante una serie de ingeniosos experimentos con prismas, demostró de manera concluyente que la luz blanca no es pura, como se creía, sino que está compuesta por una mezcla de todos los colores del espectro visible (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta). Descubrió que cada color se refracta (se desvía) en un ángulo ligeramente diferente al pasar por el prisma, lo que permite separar la luz blanca en sus componentes.
Basándose en sus experimentos, propuso una teoría corpuscular de la luz, sugiriendo que la luz estaba formada por pequeñas partículas o «corpúsculos» que viajaban en línea recta. Aunque la física moderna ha demostrado que la luz tiene una naturaleza dual onda-partícula, la teoría corpuscular de Newton fue influyente y explicó muchos fenómenos ópticos conocidos en su época.
Una aplicación práctica importante de sus estudios ópticos fue la invención y construcción del telescopio reflector (ahora conocido como telescopio newtoniano). Los telescopios de la época eran refractores (usaban lentes) y sufrían de aberración cromática, un defecto que provocaba halos de colores alrededor de las imágenes porque las lentes refractaban los diferentes colores de la luz en ángulos ligeramente distintos. Newton resolvió este problema utilizando un espejo cóncavo curvo para enfocar la luz en lugar de una lente, ya que los espejos reflejan todos los colores por igual. Su diseño de telescopio fue un avance significativo y sigue siendo popular entre los astrónomos aficionados y profesionales hoy en día.
Sus trabajos en óptica fundaron la óptica física moderna y tuvieron un impacto duradero. Sin embargo, también fueron fuente de conflicto, especialmente su disputa con Robert Hooke, quien había realizado sus propios trabajos sobre la luz y el color, lo que contribuyó a la reticencia de Newton a publicar.
Es crucial entender que estos descubrimientos monumentales no surgieron de forma aislada, sino que estaban profundamente interconectados en la mente de Newton. Necesitó desarrollar el cálculo como herramienta matemática para poder expresar y resolver los problemas planteados por sus leyes del movimiento y la gravitación. A su vez, sus avances en óptica, como el telescopio reflector, fueron cruciales para realizar las observaciones astronómicas que podían confirmar o refutar sus teorías sobre la gravedad. Las leyes del movimiento proporcionaban el marco dinámico necesario para entender cómo actuaba la fuerza de la gravedad. Esta capacidad para construir un sistema científico coherente, donde los avances en diferentes campos se apoyaban y reforzaban mutuamente, es otra faceta de la extraordinaria grandeza de Newton. No solo resolvió problemas existentes, sino que creó las herramientas conceptuales y materiales necesarias para hacerlo.
V. El Hombre Detrás del Genio: Personalidad, Manías y Creencias
Más allá de sus logros científicos, Isaac Newton fue una figura compleja, con una personalidad marcada por contradicciones, creencias profundas y hábitos peculiares.
A. Rasgos de Personalidad
La imagen que emerge de los relatos históricos es la de un hombre predominantemente introvertido y reservado. Se le describe como solitario, a menudo hosco y malhumorado, que prefería la tranquilidad de su estudio a la compañía social. Aunque inicialmente evitaba la confrontación pública, llegando a retrasar la publicación de sus trabajos por temor a la crítica, podía ser extremadamente feroz y combativo cuando sentía que su trabajo o su prioridad eran cuestionados, como demuestran sus disputas con Hooke y Leibniz.
Poseía una extraordinaria capacidad de concentración y una determinación férrea, capaz de dedicar años de trabajo arduo a un solo problema. Era meticuloso hasta el extremo, tomando notas casi compulsivamente sobre sus lecturas, experimentos e incluso sus propios «pecados» en un cuaderno juvenil. Sin embargo, esta intensidad se combinaba con una naturaleza desconfiada y, en ocasiones, vengativa, posiblemente arraigada en las inseguridades de su infancia. Como presidente de la Royal Society, se le acusó de comportamiento autoritario y de usar su posición para desacreditar a sus rivales. A pesar de su brillantez intelectual, mostró poco interés por la enseñanza formal, y sus cátedras en Cambridge a menudo estaban vacías.
B. Profundas Creencias Religiosas
Contrario a la imagen de un científico puramente racional, Newton fue un hombre profundamente religioso durante toda su vida. De hecho, dedicó más tiempo y esfuerzo al estudio de la teología, la cronología bíblica y la alquimia que a las matemáticas y la física que le dieron fama mundial. Consideraba que las leyes naturales que descubría eran la manifestación del diseño inteligente y el poder continuo de Dios en el universo.
Sus creencias religiosas eran, sin embargo, heterodoxas para su época. Era un firme creyente en el arrianismo, una doctrina que niega la plena divinidad de Cristo y la doctrina de la Trinidad, considerándolas corrupciones posteriores de las escrituras originales. Esta postura antitrinitaria le causó problemas en el Trinity College de Cambridge, de mayoría anglicana ortodoxa, pero logró obtener una dispensa real del rey Carlos II que le eximía de tomar las órdenes sagradas requeridas para mantener su cátedra. Su religiosidad impregnaba incluso sus trabajos alquímicos, que a veces firmaba con el anagrama «Jeova Sanctus Unus» (Jehová Único Santo), interpretado como un lema antitrinitario.
Newton se sumergió en el estudio literal de la Biblia, buscando significados ocultos y tratando de establecer una cronología precisa de los eventos bíblicos. Realizó complejos cálculos basados en interpretaciones proféticas, llegando a la conclusión de que el fin del mundo no ocurriría antes del año 2060. Vinculaba estrechamente sus estudios teológicos con sus investigaciones alquímicas, creyendo, por ejemplo, que figuras bíblicas como Moisés habían sido alquimistas.
C. La Fascinación por la Alquimia
La alquimia, la antigua práctica que buscaba la transmutación de metales comunes en oro, la piedra filosofal y el elixir de la vida, fue una de las grandes pasiones secretas de Newton. Escribió más de un millón de palabras sobre temas alquímicos, realizando innumerables experimentos en un laboratorio que construyó en su residencia. Mantuvo este interés en gran medida oculto, ya que la práctica de la alquimia era ilegal en Inglaterra en esa época.
Aunque desde la perspectiva científica moderna la alquimia es considerada una pseudociencia, para Newton y muchos de sus contemporáneos, representaba una forma legítima de investigar la naturaleza profunda de la materia y sus transformaciones. Sus estudios alquímicos estaban entrelazados con sus creencias religiosas y su búsqueda de un conocimiento unificado del universo.
Esta dedicación a la alquimia pudo haber tenido consecuencias negativas para su salud. La grave crisis nerviosa que sufrió en 1693, caracterizada por depresión, insomnio y paranoia, ha sido atribuida por algunos historiadores al envenenamiento crónico por mercurio u otros metales pesados utilizados habitualmente en los experimentos alquímicos. Además, Newton desconfiaba de la medicina oficial de su tiempo y tendía a automedicarse, posiblemente utilizando remedios basados en sus conocimientos alquímicos. A pesar de estos posibles riesgos, vivió hasta la avanzada edad de 84 años.
D. Conflictos Notorios
La personalidad susceptible y competitiva de Newton lo llevó a protagonizar algunas de las disputas científicas más célebres de la historia:
- Con Robert Hooke: Tuvieron múltiples enfrentamientos, primero sobre la teoría de la luz y los colores, y más tarde sobre la ley de la inversa del cuadrado de la gravedad. Newton se sintió profundamente ofendido por las afirmaciones de Hooke de que le había proporcionado la idea clave para la gravitación. Como resultado, Newton eliminó sistemáticamente casi todas las referencias a Hooke en las ediciones posteriores de los Principia. Se sospecha que, tras la muerte de Hooke y siendo Newton presidente de la Royal Society, pudo haber contribuido a la desaparición del único retrato conocido de Hooke y de algunos de sus instrumentos y escritos.
- Con Gottfried Leibniz: La disputa sobre quién inventó primero el cálculo se convirtió en una agria controversia internacional que dividió a los matemáticos de Europa continental y británicos durante décadas. Newton y sus partidarios acusaron a Leibniz de plagio, mientras que los partidarios de Leibniz defendían su desarrollo independiente. La disputa solo terminó con la muerte de Leibniz en 1716, pero dejó un legado de animosidad.
E. Anécdotas y Detalles Curiosos («Manías»)
Más allá de los grandes conflictos y creencias, la vida de Newton está salpicada de anécdotas que revelan aspectos más cotidianos y peculiares de su carácter:
- Ingenio Manual: Desde niño mostró habilidad para construir maquetas detalladas y funcionales.
- Obsesión por los Relojes de Sol: Su fascinación juvenil lo llevó a llenar su habitación de marcas para seguir el paso del tiempo solar.
- Rigor en la Casa de la Moneda: Su implacable persecución de falsificadores demuestra una faceta de funcionario tenaz y riguroso.
- Laconismo Parlamentario: Su legendaria única intervención para pedir que cerraran una ventana subraya su falta de interés por la política activa.
- Vulnerabilidad Financiera: A pesar de su genio, no fue inmune a la «locura de las gentes» en la especulación financiera.
- Métodos de Estudio Particulares: Su sistema de tomar notas exhaustivas y doblar las esquinas de las páginas de los libros revela su enfoque meticuloso, aunque poco ortodoxo para los estándares bibliotecarios.
- Distracción: Anécdotas como la de arrastrar las riendas del caballo sin el caballo sugieren una profunda capacidad de abstracción, a veces rayana en el despiste.
- Automedicación: Su desconfianza en la medicina establecida lo llevó a depender de sus propios remedios.
La figura de Newton desafía cualquier categorización simple. El mismo hombre que estableció las leyes matemáticas que rigen el cosmos con una precisión sin precedentes, dedicó enormes energías a descifrar profecías bíblicas y a buscar la piedra filosofal en experimentos alquímicos secretos. Esta coexistencia de lo que hoy consideramos racionalidad científica y pensamiento esotérico o «mágico» es crucial para entender a Newton en su contexto histórico. Como señaló el economista John Maynard Keynes tras examinar los escritos privados de Newton, éste no fue «el primero de la Edad de la Razón», sino «el último de los magos». En el siglo XVII, las fronteras entre la filosofía natural, las matemáticas, la teología y la alquimia no eran tan nítidas como lo son hoy. Newton buscaba un conocimiento unificado del universo, creado y gobernado por Dios, y utilizaba todas las herramientas intelectuales y experimentales a su disposición, tanto las que hoy consideramos científicas como las que no. Presentarlo únicamente como un precursor de la ciencia moderna sería ignorar la rica y compleja trama de su pensamiento y la mentalidad de su época.
VI. El Contendiente Principal: Albert Einstein y la Revolución de la Física Moderna
Si Newton fue el arquitecto que diseñó y construyó el edificio de la física clásica, Albert Einstein fue el revolucionario que, dos siglos después, demostró que algunas de sus paredes maestras necesitaban ser derribadas y reconstruidas sobre cimientos radicalmente nuevos. Einstein domina la percepción popular del «gran científico» en el siglo XX y XXI, y su trabajo transformó de manera fundamental nuestra comprensión del universo, desafiando las nociones newtonianas de espacio, tiempo y gravedad.
Descubrimientos Clave y su Impacto
El año 1905, similar al Annus Mirabilis de Newton, fue un año milagroso para Einstein. Siendo un joven empleado de la oficina de patentes de Berna, publicó cuatro artículos que cambiaron el curso de la física:
- Teoría de la Relatividad Especial: Basada en dos postulados fundamentales (el principio de relatividad, que afirma que las leyes de la física son las mismas para todos los observadores inerciales, y la constancia de la velocidad de la luz en el vacío para todos los observadores), esta teoría revolucionó los conceptos de espacio y tiempo. Demostró que la simultaneidad de eventos es relativa al observador, que el tiempo se dilata (pasa más lento) para objetos en movimiento, y que las longitudes se contraen en la dirección del movimiento. Esto supuso el fin de las nociones newtonianas de un espacio y un tiempo absolutos y universales, fusionándolos en un único continuo espacio-tiempo. Su impacto se extendió incluso a la filosofía.
- Equivalencia Masa-Energía (E=mc2): Como corolario de la relatividad especial, Einstein dedujo la ecuación más famosa de la física: E=mc2. Esta fórmula establece que la masa (m) y la energía (E) son dos formas de la misma entidad fundamental, interconvertibles, y que una pequeña cantidad de masa puede liberar una cantidad enorme de energía (dado que c, la velocidad de la luz, es un número muy grande al cuadrado). Esta equivalencia es la base teórica de la energía nuclear (tanto para fines pacíficos como bélicos), explica cómo las estrellas generan su energía mediante fusión nuclear, y cambió radicalmente la concepción de la materia y la energía.
- Efecto Fotoeléctrico: Einstein explicó este fenómeno (la emisión de electrones por un material al ser iluminado con radiación electromagnética) postulando que la luz no solo se comporta como una onda, sino también como un flujo de partículas discretas de energía llamadas «cuantos de luz» (más tarde denominadas fotones). Esta idea fue fundamental para el desarrollo de la teoría cuántica y le valió el Premio Nobel de Física en 1921. Tuvo además numerosas aplicaciones tecnológicas, como en células fotoeléctricas, paneles solares y detectores de luz.
Diez años después, en 1915, Einstein completó su revolución con la:
- Teoría de la Relatividad General: Esta es una nueva teoría de la gravitación que reemplaza a la de Newton. Einstein propuso que la gravedad no es una fuerza que actúa a distancia entre masas, como pensaba Newton, sino una manifestación de la curvatura del espacio-tiempo causada por la presencia de masa y energía. Los objetos masivos deforman el tejido del espacio-tiempo a su alrededor, y otros objetos (incluida la luz) siguen las trayectorias curvas dictadas por esta geometría. La relatividad general explicó anomalías que la teoría de Newton no podía (como la precesión de la órbita de Mercurio), predijo nuevos fenómenos como la desviación de la luz por la gravedad (confirmada experimentalmente en 1919 durante un eclipse solar, lo que catapultó a Einstein a la fama mundial) y la existencia de ondas gravitacionales (detectadas directamente un siglo después). Se convirtió en el marco fundamental para la cosmología moderna, permitiendo estudiar el origen (Big Bang), la evolución y la estructura a gran escala del universo, así como objetos exóticos como los agujeros negros.
Personalidad y Anécdotas de Einstein
Einstein no solo fue un gigante científico, sino también una figura pública carismática y reconocible, con una personalidad y hábitos distintivos. Era un pacifista convencido (aunque instó a Roosevelt a desarrollar la bomba atómica antes que los nazis), un apasionado de la música que encontraba consuelo tocando el violín (al que llamaba «Lina»), y un hombre con un agudo sentido del humor. Tuvo dificultades para hablar en su primera infancia y no aprobó su primer examen de ingreso a la universidad.
Sus hábitos cotidianos eran a menudo peculiares: necesitaba dormir unas 10 horas diarias, realizaba siestas muy cortas (a veces despertándose intencionadamente con el ruido de una cuchara al caer para capturar ideas del umbral del sueño), disfrutaba de largas caminatas diarias para reflexionar, tenía predilección por los espaguetis, era un fumador empedernido de pipa (creía que ayudaba a la reflexión calmada), y notoriamente, odiaba usar calcetines (argumentaba que el dedo gordo siempre terminaba haciendo un agujero). También prefería vestir de forma sencilla, a menudo con trajes grises similares para no perder tiempo decidiendo qué ponerse. Su emigración forzada de la Alemania nazi a Estados Unidos en 1932 marcó un punto de inflexión en su vida y lo convirtió en un símbolo de la lucha contra la tiranía.
Tabla Comparativa: Newton vs. Einstein
Para visualizar las diferencias y similitudes clave entre estos dos titanes, la siguiente tabla ofrece una comparación concisa:
Criterio | Isaac Newton | Albert Einstein |
Época Principal | Siglo XVII – XVIII | Siglo XX |
Nacionalidad(es) | Inglés (Británico) | Alemán, Suizo, Estadounidense |
Campo(s) Principal(es) | Física, Matemáticas, Astronomía, Óptica | Física Teórica (Relatividad, Cuántica, Cosmología) |
Descubrimientos Clave | Leyes del Movimiento, Ley Gravitación Universal, Cálculo, Naturaleza Luz/Color | Teorías Relatividad (Esp. y Gen.), E=mc2, Efecto Fotoeléctrico, Movimiento Browniano |
Impacto Principal | Establecimiento de la física clásica, método científico moderno, unificación | Revolución de la física, nueva comprensión de espacio, tiempo, gravedad, energía |
Legado Característico | Fundador del marco científico clásico | Revolucionario del marco científico moderno |
Breve Comparación del Legado
El legado de Newton es el de un fundador. Creó el marco conceptual, las leyes matemáticas y el método experimental que definieron la ciencia durante más de dos siglos. Su trabajo proporcionó un universo mecánico, ordenado y predecible. El legado de Einstein es el de un revolucionario. Desafió las suposiciones más básicas de ese marco newtoniano, revelando un universo mucho más extraño y dinámico, donde el espacio y el tiempo son relativos, la masa y la energía son intercambiables, y la gravedad es una consecuencia de la geometría del cosmos.
Ambos representan cimas incomparables del logro intelectual humano. Sin embargo, desde una perspectiva histórica, el papel de Newton como el arquitecto original del edificio de la ciencia física moderna, estableciendo las disciplinas mismas y el método para investigarlas, le otorga una primacía fundacional única. Einstein construyó sobre (y demolió partes de) ese edificio, pero Newton fue quien primero lo diseñó y erigió a partir de cimientos mucho menos sólidos.
VII. Conclusión: Un Legado Inconmensurable
Al sopesar la evidencia histórica, la amplitud y profundidad de las contribuciones fundacionales, y el impacto duradero en la estructura misma de la ciencia, Sir Isaac Newton emerge como el candidato más sólidamente argumentado para ser considerado «el científico más grande de la historia». Su trabajo no se limitó a explicar aspectos del mundo natural; definió el lenguaje matemático y el método empírico con los que la ciencia investigaría ese mundo durante los siglos venideros. Las leyes del movimiento, la ley de la gravitación universal, el desarrollo del cálculo y sus descubrimientos en óptica constituyen pilares sobre los que se construyó gran parte del conocimiento científico posterior. Su Principia Mathematica no fue solo un libro de descubrimientos, sino el manifiesto de una nueva era de la razón y la investigación sistemática de la naturaleza.
Esto no disminuye en absoluto la estatura monumental de Albert Einstein. Su genio revolucionó la física en el siglo XX de maneras profundas e inesperadas, abriendo puertas a nuestra comprensión actual del cosmos, desde lo infinitamente pequeño (mecánica cuántica) hasta lo infinitamente grande (cosmología relativista). Su figura se ha convertido, con razón, en un icono cultural universal de la inteligencia y la curiosidad científica.
En última instancia, la comparación entre gigantes de esta talla siempre será compleja. La «grandeza» científica puede medirse por diferentes raseros: el impacto fundacional, la audacia revolucionaria, el reconocimiento público, la amplitud de campos abarcados o la profundidad de una visión transformadora. Tanto Newton como Einstein expandieron los límites del conocimiento humano de forma extraordinaria, dejando legados que continúan inspirando a científicos y dando forma a nuestro mundo tecnológico y conceptual. La ciencia avanza gracias a la labor acumulativa de muchos, pero son figuras como Newton y Einstein, que se atrevieron a cuestionar lo establecido, a explorar lo desconocido y a sistematizar nuestra comprensión del universo de maneras radicalmente nuevas, las que marcan los grandes hitos en esa búsqueda interminable de conocimiento. Si bien Einstein transformó el siglo XX, fue Newton quien, en muchos sentidos, creó el marco mismo de la ciencia física que Einstein pudo luego revolucionar.