1. Introducción: El Virus del Ébola y su Relevancia en la Salud Global
La enfermedad por el virus del Ébola (EVE) es una infección zoonótica grave, caracterizada por su alta letalidad y su capacidad para causar brotes epidémicos devastadores.1 Causada por virus pertenecientes al género Orthoebolavirus, dentro de la familia Filoviridae, la EVE se manifiesta clínicamente con fiebre, síntomas gastrointestinales severos como diarrea y vómitos, y en una proporción significativa de los casos, complicaciones hemorrágicas.4 La relevancia de esta enfermedad en el panorama de la salud global radica no solo en su gravedad intrínseca, con tasas de letalidad que han oscilado históricamente entre el 25% y el 90% en diferentes brotes, promediando alrededor del 50% 3, sino también en su potencial para desestabilizar sistemas de salud, economías y la seguridad sanitaria internacional.
El virus fue identificado por primera vez en 1976, tras dos brotes simultáneos ocurridos cerca del río Ébola en la actual República Democrática del Congo (RDC) y en una región de lo que hoy es Sudán del Sur.2 Desde su descubrimiento, el Ébola ha emergido esporádicamente, causando brotes de diversa magnitud, predominantemente en el continente africano.2 El brote de 2014-2016 en África Occidental se erigió como el más extenso y complejo en la historia de la enfermedad, afectando principalmente a Guinea, Liberia y Sierra Leona, y poniendo de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas de salud frágiles frente a patógenos de alto impacto, así como las profundas consecuencias socioeconómicas que pueden derivarse de tales crisis sanitarias.2 La recurrencia de estos brotes, en ocasiones con la implicación de diferentes especies virales o la aparición en nuevas áreas geográficas, subraya la amenaza persistente que representa el Ébola y la imperiosa necesidad de mantener una vigilancia epidemiológica activa, continuar la investigación científica y fortalecer la preparación y capacidad de respuesta a nivel global.
La variabilidad observada en las tasas de letalidad entre los distintos brotes y las diferentes especies del virus del Ébola es un fenómeno complejo. Por ejemplo, el brote inicial de la especie Zaire en 1976 presentó una letalidad del 88% 1, mientras que el masivo brote de África Occidental de 2014-2016, también causado por la especie Zaire, tuvo una letalidad general aproximada del 39%.13 Otras especies, como Sudán, han mostrado tasas de letalidad en torno al 50%, y Bundibugyo alrededor del 40%.12 Esta disparidad no solo refleja diferencias en la virulencia intrínseca de cada cepa viral, sino que también está intrínsecamente ligada a factores contextuales. La capacidad de respuesta del sistema sanitario local, la prontitud en la detección de casos, el acceso y la calidad de los cuidados de soporte ofrecidos a los pacientes, y la rapidez y eficacia con la que se implementan las medidas de control de la infección son determinantes cruciales en el desenlace de la enfermedad en los individuos y en la magnitud del brote en la comunidad.4 Brotes de gran escala, aunque puedan presentar una tasa de letalidad porcentualmente menor en comparación con algunos brotes iniciales más pequeños y confinados, pueden resultar en un número absoluto de muertes mucho mayor, en parte debido a la saturación de los recursos sanitarios disponibles, lo que inevitablemente afecta la calidad de la atención que se puede proporcionar.10
Adicionalmente, la peligrosidad del virus del Ébola ha llevado a su clasificación como un agente potencial de bioterrorismo de categoría A.14 Esta designación añade una dimensión de seguridad y defensa global a su ya considerable importancia en salud pública. Las características inherentes al virus, como su alta tasa de letalidad, su potencial de diseminación si no se controla adecuadamente, y el pánico social que puede generar, lo convierten en un agente preocupante desde esta perspectiva. Por consiguiente, los esfuerzos de investigación y el desarrollo de contramedidas no deben limitarse a la preparación frente a brotes de origen natural, sino que deben contemplar también la posibilidad de su uso intencional, lo cual podría requerir estrategias de detección, respuesta y cooperación internacional diferenciadas y especializadas.
2. El Agente Causal: Virología del Ébola
El agente etiológico de la EVE es un virus ARN perteneciente al género Orthoebolavirus, dentro de la familia Filoviridae.1 Estos virus se caracterizan por poseer un genoma de ARN monocatenario de polaridad negativa 12 y una distintiva morfología filamentosa, pleomórfica, que puede alcanzar longitudes de 800 a 1000 nanómetros (nm) y un diámetro de aproximadamente 80 nm.14
Actualmente, se reconocen seis especies dentro del género Orthoebolavirus 1:
- Ebola virus (EBOV): Anteriormente conocido como Zaire ebolavirus, es la especie prototípica y la responsable de los brotes con mayor tasa de letalidad, incluyendo la epidemia de 2014-2016 en África Occidental.1
- Sudan virus (SUDV): Es la segunda especie identificada y también ha causado brotes significativos con alta mortalidad en humanos.1
- Bundibugyo virus (BDBV): Descubierto en 2007 durante un brote en el distrito de Bundibugyo, Uganda.1 Causa una enfermedad similar a la EVE, aunque con tasas de letalidad generalmente inferiores a las de EBOV y SUDV.
- Taï Forest virus (TAFV): Originalmente conocido como Costa de Marfil ebolavirus. Se aisló por primera vez en 1994 de un investigador que realizó una necropsia a un chimpancé infectado en el Parque Nacional de Taï, Costa de Marfil. Solo se ha registrado este caso humano, que no fue mortal.1
- Reston virus (RESTV): Identificado por primera vez en 1989 en monos cynomolgus (Macaca fascicularis) importados de Filipinas a Reston, Virginia (EE. UU.).1 Posteriormente, se detectó en cerdos en Filipinas y China. Aunque se ha demostrado que RESTV puede infectar a humanos, estas infecciones han sido mayoritariamente asintomáticas o han cursado con enfermedad leve, sin registrarse muertes.1
- Bombali virus (BOMV): Descubierto más recientemente, en 2018, en murciélagos de cola libre angoleños (Mops condylurus) y murciélagos pequeños de cola libre (Chaerephon pumilus) en Sierra Leona, y posteriormente identificado en murciélagos en Kenia y Guinea.1 Aún se desconoce si BOMV es patógeno para los humanos.
El genoma viral es una molécula de ARN lineal, no segmentada, de polaridad negativa, con una longitud aproximada de 19 kilobases (kb).12 Este genoma codifica al menos siete proteínas estructurales y no estructurales principales, que son esenciales para el ciclo de vida del virus 12:
- Nucleoproteína (NP): Es la proteína más abundante del virión y encapsida el genoma de ARN viral, formando la nucleocápside helicoidal.
- Proteína del virión 35 (VP35): Es una proteína multifuncional que actúa como cofactor de la polimerasa viral y, crucialmente, como antagonista de las respuestas inmunitarias innatas del huésped, inhibiendo la señalización del interferón.
- Proteína del virión 40 (VP40): Es la principal proteína de la matriz viral, situada entre la nucleocápside y la envoltura viral. Desempeña un papel fundamental en el ensamblaje de nuevas partículas virales y en su gemación desde la célula huésped.17
- Glicoproteína (GP): Es la única proteína presente en la superficie de la envoltura viral. Media la unión del virus a los receptores de la célula huésped y la posterior fusión de las membranas viral y celular, procesos indispensables para la entrada del virus.12 La GP se sintetiza como una proteína precursora (GP0) que es escindida por furinas del huésped en dos subunidades: GP1, responsable de la unión al receptor, y GP2, que contiene el péptido de fusión.12 Además, mediante un proceso de edición transcripcional del gen GP, se produce una forma soluble y secretada de la glicoproteína (sGP).15 La GP es el principal objetivo de los anticuerpos neutralizantes y, por tanto, un componente clave en el desarrollo de vacunas y terapias basadas en anticuerpos.
- Proteína del virión 30 (VP30): Es un factor de transcripción menor que juega un papel en la activación de la transcripción viral.
- Proteína del virión 24 (VP24): Es una proteína de matriz menor que también interfiere con las vías de señalización del interferón del huésped, contribuyendo a la evasión inmune.15 Además, participa en el ensamblaje de la nucleocápside.
- Proteína L (Polimerasa): Es la ARN polimerasa dependiente de ARN viral, la enzima responsable de la transcripción y replicación del genoma viral. Es la proteína más grande y menos abundante del virus.
La existencia de múltiples especies de Orthoebolavirus, cada una con perfiles de patogenicidad y tasas de letalidad que pueden variar considerablemente 1, representa un desafío significativo para el desarrollo de contramedidas médicas universales. Las vacunas y los tratamientos antivirales aprobados hasta la fecha, como la vacuna Ervebo® y los anticuerpos monoclonales Inmazeb® y Ebanga®, son predominantemente específicos para la especie Ebola virus (EBOV).7 Esta especificidad deja importantes lagunas en la capacidad de respuesta frente a brotes causados por otras especies patógenas como Sudan virus (SUDV) o Bundibugyo virus (BDBV). Los brotes recientes de SUDV en Uganda en 2022 y 2025 son un claro ejemplo de esta vulnerabilidad, ya que las herramientas profilácticas y terapéuticas existentes para EBOV no ofrecían protección cruzada efectiva.21 Por lo tanto, la diversidad viral inherente al género Orthoebolavirus es un motor fundamental que impulsa la investigación continua hacia el desarrollo de vacunas y terapias de más amplio espectro (pan-ebolavirus) o la creación de contramedidas específicas para cada una de las especies peligrosas.
Otro aspecto virológico de interés es la producción, además de la GP de superficie anclada a la membrana, de una forma soluble y secretada de esta glicoproteína (sGP).15 Se ha postulado que la sGP podría desempeñar un papel en la evasión del sistema inmunitario del huésped. Al ser secretada en grandes cantidades al torrente sanguíneo, la sGP podría actuar como un «señuelo molecular», uniéndose a los anticuerpos neutralizantes generados por el huésped. Este secuestro de anticuerpos por la sGP reduciría la cantidad de anticuerpos disponibles para unirse y neutralizar las partículas virales infecciosas completas, facilitando así la propagación del virus y contribuyendo a la patogénesis. Aunque se requiere más investigación para dilucidar completamente su función, esta estrategia de «cebo antigénico» es un mecanismo de evasión inmune conocido en otros sistemas virales y podría ser un factor relevante en la severidad de la EVE.
A continuación, se presenta una tabla que resume las características principales de las especies conocidas del género Orthoebolavirus:
Tabla 1: Especies del Género Orthoebolavirus y sus Características Principales
Especie Viral | Abreviatura | Año de Descubrimiento/ Identificación | Principal(es) Región(es) Geográfica(s) de Brotes | Reservorio Animal Sospechado/Confirmado | Patogenicidad en Humanos (Síntomas/Enfermedad) | Tasa de Letalidad Promedio Estimada en Humanos | Brotes Notables (Año, País) |
Ebola virus | EBOV | 1976 | África Central y Occidental (RDC, Gabón, Rep. Congo, Guinea, Liberia, Sierra Leona) | Murciélagos frugívoros (Pteropodidae) | EVE severa, fiebre hemorrágica | ~50-90% | 1976 (Zaire/RDC); 1995 (Kikwit, RDC); 2014-2016 (África Occidental); 2018-2020 (RDC) |
Sudan virus | SUDV | 1976 | África Central y Oriental (Sudán del Sur, Uganda) | Murciélagos frugívoros (Pteropodidae) | EVE severa, fiebre hemorrágica | ~40-60% | 1976 (Sudán/Sudán del Sur); 2000-2001 (Uganda); 2022 (Uganda); 2025 (Uganda) |
Bundibugyo virus | BDBV | 2007 | África Oriental (Uganda), África Central (RDC) | Murciélagos frugívoros (Pteropodidae) | EVE, fiebre hemorrágica | ~25-51% | 2007 (Bundibugyo, Uganda); 2012 (RDC) |
Taï Forest virus | TAFV | 1994 | África Occidental (Costa de Marfil) | Primates no humanos (chimpancés), posiblemente murciélagos | Un caso humano no fatal, síntomas similares a dengue | No establecida (un solo caso) | 1994 (Costa de Marfil) |
Reston virus | RESTV | 1989 | Filipinas, China (en animales); EE.UU., Italia (importación de animales) | Monos Cynomolgus, cerdos; posiblemente murciélagos | Infección en humanos, generalmente asintomática o leve | 0% (no causa enfermedad grave en humanos) | Brotes en monos en EE.UU. (1989, 1990, 1996), Italia (1992); detección en cerdos en Filipinas (2009) |
Bombali virus | BOMV | 2018 | África Occidental (Sierra Leona, Guinea), África Oriental (Kenia) | Murciélagos (Mops condylurus, Chaerephon pumilus) | Patogenicidad en humanos desconocida | No establecida | Detectado solo en murciélagos hasta la fecha |
Fuentes:.1
3. Orígenes Enigmáticos: Descubrimiento y Reservorios Naturales
La historia del virus del Ébola comenzó oficialmente en 1976 con la identificación de dos brotes epidémicos que ocurrieron de manera casi simultánea en dos regiones distintas de África.2 El primero de estos brotes tuvo lugar en Yambuku, una localidad situada en el norte de Zaire (actual República Democrática del Congo), cerca del río Ébola, del cual la enfermedad y el virus tomarían su nombre.1 Este brote, causado por la especie que posteriormente se conocería como Ebola virus (EBOV), se caracterizó por una alta transmisibilidad y letalidad, registrándose 318 casos y 280 muertes, lo que representa una tasa de letalidad del 88%.1 Las investigaciones epidemiológicas iniciales vincularon la propagación del virus en este brote al uso de agujas y jeringas contaminadas en un hospital misionero local.1 El primer caso índice documentado en Zaire fue Mabalo Lokela, un profesor de escuela de 44 años, cuyos síntomas iniciales se confundieron con malaria, pero que evolucionaron rápidamente a un cuadro hemorrágico fatal.13
Paralelamente, otro brote emergía en Nzara, en el sur de Sudán (actual Sudán del Sur).1 Este fue causado por una especie viral diferente, denominada Sudan virus (SUDV). En este caso, se contabilizaron 285 personas infectadas, de las cuales 151 fallecieron, resultando en una tasa de letalidad del 53%.13 Se cree que el brote en Sudán se originó entre los trabajadores de una fábrica de procesamiento de algodón, aunque, a diferencia del brote de Zaire, los científicos no lograron identificar con certeza el animal o la fuente ambiental que actuó como transmisor original del virus a los humanos en la fábrica.13
Desde estos eventos iniciales, la búsqueda del reservorio natural del virus del Ébola ha sido una prioridad en la investigación. Aunque el reservorio exacto sigue siendo un enigma en cierta medida, la evidencia científica acumulada a lo largo de las décadas apunta de manera consistente hacia los murciélagos frugívoros, pertenecientes a la familia Pteropodidae, como los candidatos más probables.1 Especies particulares dentro de los géneros Hypsignathus (como Hypsignathus monstrosus), Epomops (como Epomops franqueti) y Myonycteris (como Myonycteris torquata) han sido implicadas repetidamente en estudios que han detectado material genético viral o anticuerpos contra el Ébola en estos animales.5 Los análisis de competencia de reservorio han indicado que la infección es viable en murciélagos y también en roedores, mientras que no se ha encontrado evidencia de replicación en plantas o artrópodos.1 Además de los murciélagos, otros mamíferos como primates no humanos (monos, gorilas, chimpancés), antílopes de bosque, puercoespines, cerdos y diversas especies de roedores pueden infectarse con el virus del Ébola.14 Sin embargo, se considera que estos animales actúan más probablemente como hospedadores intermediarios o accidentales que como el reservorio primario donde el virus persiste en la naturaleza a largo plazo.
La transmisión inicial del virus del Ébola desde su reservorio animal a las poblaciones humanas, un evento conocido como «spillover» o desbordamiento zoonótico, se cree que ocurre a través del contacto directo con los órganos, la sangre, las secreciones u otros fluidos corporales de animales infectados.1 Estas exposiciones pueden producirse en diversos contextos de la interfaz humano-animal, particularmente en regiones cercanas a selvas tropicales. La caza, la manipulación, el despiece y el consumo de carne de animales salvajes (práctica conocida como «bushmeat» o carne de monte) han sido identificados como actividades de alto riesgo para la infección primaria.1 El contacto con animales encontrados enfermos o muertos en la selva, o el consumo de frutas parcialmente comidas y contaminadas con saliva o heces de murciélagos infectados, también se consideran factores contribuyentes a estos eventos de transmisión zoonótica.1
La persistente dificultad para identificar de forma concluyente y definitiva el reservorio natural primario del virus del Ébola, a pesar de más de cuatro décadas de intensa investigación 1, pone de relieve la intrincada complejidad de la ecología viral en los ecosistemas tropicales. Esta laguna en el conocimiento representa un obstáculo significativo para el diseño e implementación de estrategias de prevención primaria verdaderamente efectivas, ya que sin conocer con precisión dónde reside el virus en la naturaleza y cómo se mantiene, es difícil predecir y evitar futuros eventos de «spillover». La incertidumbre sobre el reservorio primario también limita la capacidad de estudiar el virus en su ciclo natural completo, restringiendo la comprensión de su evolución, los factores ambientales o ecológicos que pueden desencadenar su paso a los humanos, y los mecanismos de persistencia viral a largo plazo en el ecosistema.
Asimismo, es fundamental reconocer que las prácticas culturales y las condiciones socioeconómicas de las poblaciones que habitan en áreas de riesgo juegan un papel crítico en la emergencia del Ébola. La dependencia de la caza y el consumo de carne de animales salvajes como fuente de proteínas o como actividad económica 1, común en muchas comunidades rurales de África Central y Occidental, incrementa la probabilidad de contacto con el virus. Simples prohibiciones de estas prácticas, sin ofrecer alternativas sostenibles o sin una comprensión profunda de su arraigo cultural y su importancia para la subsistencia, suelen ser ineficaces y pueden generar resistencia en las comunidades. Por ello, las intervenciones de salud pública deben ir más allá de las meras advertencias sanitarias; deben ser culturalmente sensibles, participativas y abordar las necesidades socioeconómicas subyacentes. Estrategias que incluyan la educación sanitaria adaptada, el fomento de fuentes alternativas de proteínas, y la colaboración estrecha con líderes comunitarios y tradicionales para modificar gradualmente las prácticas de riesgo son más propensas a tener éxito a largo plazo. Factores adicionales como la deforestación, la expansión agrícola y la construcción de infraestructuras (carreteras) en zonas selváticas también pueden alterar los ecosistemas, aumentar el contacto entre humanos y vida silvestre, y potencialmente facilitar la emergencia de zoonosis como el Ébola.5
4. Mecanismos de Diseminación: Transmisión del Virus del Ébola
La transmisión del virus del Ébola es un proceso que involucra tanto el paso inicial desde animales a humanos como la subsiguiente propagación entre personas. Comprender estos mecanismos es fundamental para implementar medidas de control efectivas.
La transmisión zoonótica inicial, o evento de «spillover», ocurre cuando los seres humanos entran en contacto directo con la sangre, secreciones, órganos u otros fluidos corporales de animales infectados.3 Los animales implicados con mayor frecuencia en estos eventos son murciélagos frugívoros (considerados el reservorio natural más probable), primates no humanos (como monos, gorilas y chimpancés), antílopes del bosque y puercoespines, que pueden encontrarse enfermos, muertos o ser cazados para consumo.3 La manipulación y preparación de carne de estos animales salvajes, conocida como «bushmeat», representa una vía de exposición de alto riesgo.4
Una vez que el virus ha infectado a un ser humano, la transmisión de persona a persona se convierte en el principal motor de los brotes epidémicos. Esta transmisión ocurre predominantemente por contacto directo, a través de soluciones de continuidad en la piel (cortes, abrasiones) o por el contacto de las membranas mucosas (ojos, nariz, boca) con la sangre o los fluidos corporales de una persona que está enferma con EVE o que ha fallecido a causa de la enfermedad.2 Los fluidos corporales que se ha demostrado que contienen el virus y pueden transmitir la infección incluyen orina, saliva, sudor, heces, vómito, leche materna, líquido amniótico y semen.4 Es importante destacar que una persona infectada generalmente no es contagiosa hasta que desarrolla síntomas.3
La transmisión también puede ocurrir de forma indirecta, a través del contacto con superficies y objetos (fómites) que han sido contaminados con los fluidos corporales de una persona infectada.2 Estos objetos pueden incluir ropa de cama, prendas de vestir personales, vendajes, agujas y jeringas, y equipo médico utilizado en la atención del paciente. El virus del Ébola puede sobrevivir durante algunos días en sangre o sobre superficies inanimadas, especialmente en condiciones de humedad y a temperatura ambiente o refrigeración (4ºC), aunque es sensible a la desecación, la luz solar y muchos desinfectantes comunes.14
Debido a la naturaleza de la transmisión, los trabajadores de la salud que atienden a pacientes con EVE y los familiares o miembros de la comunidad que cuidan a personas enfermas en el hogar corren un riesgo particularmente alto de infección, debido a la mayor probabilidad de exposición directa a fluidos corporales infecciosos.3 El uso riguroso y adecuado del equipo de protección personal (EPP) es crucial para reducir drásticamente este riesgo.4 Las prácticas funerarias tradicionales en algunas culturas, que pueden implicar el lavado o contacto directo con el cuerpo de la persona fallecida, también han sido identificadas como una importante vía de transmisión, ya que los cadáveres de pacientes con Ébola pueden seguir siendo altamente infecciosos.3
Un aspecto particularmente complejo de la epidemiología del Ébola es la persistencia viral en ciertos fluidos corporales de algunos supervivientes, incluso después de su recuperación clínica y la desaparición del virus de la sangre. Se ha demostrado que el virus puede persistir durante periodos prolongados en sitios inmunológicamente protegidos del organismo, como los testículos, el interior de los ojos y el sistema nervioso central.3 La persistencia más relevante desde el punto de vista de la transmisión secundaria es la del virus en el semen de los hombres supervivientes. El virus del Ébola puede detectarse en el semen durante varios meses después de la recuperación (los informes varían, desde 3 meses 4 hasta 7 semanas 37 o incluso 15 semanas o más 29; la OMS recomienda pruebas mensuales hasta obtener dos resultados negativos consecutivos 7). Esto conlleva un riesgo de transmisión sexual del virus.3 El virus también puede persistir en la leche materna de mujeres lactantes que se han recuperado 9, y en la placenta, el líquido amniótico y el feto de mujeres embarazadas que se infectaron durante la gestación.29 Las personas que sobreviven a la EVE generalmente desarrollan anticuerpos que pueden conferir inmunidad durante 10 años o más, y una vez que el virus ha sido eliminado de la sangre y otros fluidos (con la excepción de los sitios de persistencia), ya no pueden propagar la enfermedad por las vías comunes de transmisión.4 Sin embargo, aún no se conoce con certeza si esta inmunidad es de por vida o si un superviviente podría infectarse con una especie diferente de Orthoebolavirus.33
Es crucial reiterar que el virus del Ébola no se propaga a través del aire (como el virus de la gripe o el sarampión), ni a través del agua o los alimentos (con la excepción de la carne de animales salvajes contaminada que se manipula o consume cruda o poco cocida).4 Tampoco hay evidencia de que los insectos, como los mosquitos, puedan transmitir el virus.4
La persistencia viral en los fluidos corporales de los supervivientes, especialmente la presencia prolongada del virus en el semen, plantea un desafío continuo y significativo para el control completo de los brotes de Ébola y para la salud pública a largo plazo. Esta situación puede darse incluso después de que una epidemia haya sido declarada oficialmente terminada por las autoridades sanitarias. Implica que un superviviente, sin ser consciente de ello, podría transmitir el virus a su pareja sexual semanas o meses después de su recuperación clínica. Esto puede llevar a la aparición esporádica de nuevos casos o pequeños conglomerados que son difíciles de rastrear hasta su origen si no se considera esta vía de transmisión específica, pudiendo interpretarse erróneamente como nuevos eventos de «spillover» o fallos en las medidas de contención previas.36 Para mitigar este riesgo, es fundamental implementar programas de seguimiento a largo plazo para los supervivientes, que incluyan asesoramiento sobre prácticas sexuales seguras, provisión de preservativos y, cuando sea factible, la realización de pruebas periódicas de detección del virus en el semen hasta confirmar su eliminación.7 Estas medidas, sin embargo, pueden ser logísticamente complejas y costosas de implementar de manera sostenida en entornos con recursos limitados, y también pueden plantear desafíos éticos y de estigmatización para los supervivientes.
La comunicación clara sobre las vías de transmisión es otro pilar fundamental. La afirmación de que el Ébola no se transmite por el aire 4 es de vital importancia para la gestión de la información durante un brote y para prevenir el pánico innecesario en la población general. El miedo a una transmisión aérea, que es infundado para el Ébola en condiciones naturales, puede conducir a la estigmatización severa de los pacientes y supervivientes, al aislamiento social extremo de comunidades enteras, y a la resistencia o el rechazo de medidas de salud pública esenciales. No obstante, es importante matizar que las recomendaciones para el personal sanitario en entornos de atención directa a pacientes con EVE sí incluyen el uso de protección respiratoria (como mascarillas N95 o respiradores purificadores de aire motorizados, PAPR) en determinadas circunstancias, como durante la realización de procedimientos médicos que puedan generar aerosoles infecciosos o cuando se atiende a pacientes con una alta carga viral y síntomas profusos (como vómitos o diarrea explosiva).9 Esta aparente contradicción debe ser explicada cuidadosamente al público y al personal: la protección respiratoria en el ámbito sanitario no se debe a que el virus se transmita eficientemente por el aire de forma natural a largas distancias, sino a la necesidad de proteger contra la inhalación de partículas infecciosas que pueden generarse artificialmente durante ciertos procedimientos médicos o por la exposición cercana a grandes cantidades de fluidos corporales contaminados en un espacio cerrado. Una comunicación precisa y transparente sobre estos matices es vital para mantener la confianza y asegurar la adherencia a las medidas de protección adecuadas tanto en la comunidad como en los centros de salud.
5. El Ciclo Vital del Virus: Replicación del Ébola en la Célula Huésped
El ciclo replicativo del virus del Ébola es un proceso complejo que involucra múltiples interacciones entre componentes virales y la maquinaria celular del huésped. Comienza con la entrada del virus en una célula susceptible y culmina con la liberación de nuevas partículas virales infecciosas.
La adhesión y entrada viral son los primeros pasos críticos. La glicoproteína de superficie del virus (GP) es la responsable de mediar la unión a diversos receptores o factores de adhesión en la superficie de la célula huésped.12 Aunque los receptores celulares específicos no están completamente dilucidados para todas las células diana 15, se sabe que la fosfatidilserina, un fosfolípido presente en la cara externa de la envoltura viral (adquirida de la célula huésped anterior), juega un papel importante al interactuar con receptores de fosfatidilserina en las células diana, facilitando una captación inicial.12 El virus ingresa a la célula principalmente a través de un proceso de macropinocitosis, que es una forma de endocitosis no específica mediada por actina, donde la membrana celular se invagina para englobar partículas extracelulares grandes.16 Una vez internalizado en una vesícula macropinocítica, el virión es transportado a través del sistema endosomal. Dentro de los endosomas tardíos, el pH ácido y las proteasas del huésped, como las catepsinas B y L, procesan la glicoproteína GP viral. Este procesamiento es crucial porque expone un dominio en GP que se une específicamente al receptor intracelular Niemann-Pick C1 (NPC1), una proteína transmembrana del endosoma esencial para la salida del virus del compartimento endosomal.42 La unión a NPC1 desencadena cambios conformacionales en GP que finalmente conducen a la fusión de la envoltura viral con la membrana endosomal, liberando la nucleocápside viral (el complejo de ARN genómico y proteínas asociadas) en el citoplasma de la célula huésped.15
Una vez en el citoplasma, comienza la replicación del genoma ARN y la síntesis de proteínas virales. El genoma de ARN de polaridad negativa del Ébola no puede ser traducido directamente por los ribosomas del huésped. En su lugar, debe ser primero transcrito en ARN mensajeros (ARNm) de polaridad positiva por la ARN polimerasa dependiente de ARN viral (la proteína L), que el virus introduce en la célula como parte de la nucleocápside.12 La proteína L, junto con otros cofactores virales como la proteína VP35 (que también actúa como antagonista del interferón), la nucleoproteína NP (que encapsida el ARN) y el activador transcripcional VP30, forman el complejo de replicación y transcripción.12 La transcripción es un proceso secuencial que comienza en el extremo 3′ del genoma viral, generando ARNm individuales para cada uno de los genes virales. Estos ARNm son luego traducidos por la maquinaria ribosómica del huésped para producir las proteínas virales. Además de la transcripción, la proteína L también cataliza la replicación del genoma viral. Esto implica la síntesis de una hebra de ARN complementaria de longitud completa y polaridad positiva (el antigenoma), que luego sirve como molde para la síntesis de múltiples copias del genoma de ARN de polaridad negativa.12 La proteína VP24, además de su papel en la evasión inmune, también puede funcionar como un inhibidor de la transcripción, posiblemente regulando el cambio de la transcripción a la replicación.17 Estos procesos de síntesis de ARN viral ocurren predominantemente en estructuras citoplasmáticas especializadas denominadas cuerpos de inclusión, que actúan como factorías virales.45
El ensamblaje y la liberación de nuevas partículas virales constituyen la etapa final del ciclo. Las nuevas copias del genoma ARN viral se encapsidan con la proteína NP y otras proteínas de la nucleocápside para formar nuevas nucleocápsides. Estas son transportadas hacia la membrana plasmática de la célula huésped, en sitios donde se han acumulado las proteínas virales de la envoltura (GP) y de la matriz (principalmente VP40).16 La proteína de matriz VP40 es la principal impulsora del proceso de ensamblaje y gemación. Se dirige a la membrana plasmática e interactúa con componentes del sistema de clasificación endosomal requerido para el transporte (ESCRT) de la célula huésped, como la ubiquitina ligasa Nedd4, para facilitar la curvatura de la membrana y la escisión de los nuevos viriones.12 Durante este proceso de gemación, el virión adquiere su envoltura lipídica directamente de la membrana plasmática de la célula huésped, incorporando las glicoproteínas virales GP que se habían insertado previamente en dicha membrana.12
Investigaciones recientes (publicadas o en curso durante 2024-2025) continúan arrojando luz sobre los detalles moleculares de este ciclo. Por ejemplo, estudios estructurales y mutacionales están definiendo con mayor precisión el papel de la proteína VP24 en la regulación del ensamblaje de la nucleocápside, la síntesis de ARN viral y el transporte intracelular de los componentes virales, ofreciendo una visión más sofisticada de la coordinación de estos procesos.46 Asimismo, se está investigando cómo la proteína de matriz VP40 no solo participa en el ensamblaje viral, sino que también puede activar directamente las respuestas inflamatorias del huésped, lo que sugiere un papel adicional de esta proteína en la patogénesis de la enfermedad, más allá de su función estructural.47 Otros trabajos se centran en desentrañar los mecanismos por los cuales el virus del Ébola induce un profundo estrés oxidativo y una reprogramación metabólica en las células huésped, con el fin de crear un ambiente celular que favorezca su propia replicación y diseminación.48 Además, se están utilizando modelos avanzados, como explantes de piel humana, para investigar la infección de tipos celulares específicos en la piel y dilucidar la ruta de translocación del virus desde las capas más profundas hasta la superficie epidérmica, un proceso que parece implicar a los receptores AXL y NPC1 para la entrada en queratinocitos y fibroblastos.44
La marcada dependencia del virus del Ébola de múltiples factores y vías celulares del huésped para completar su ciclo replicativo —como las catepsinas endosomales para el procesamiento de GP, el receptor NPC1 para la salida del endosoma, el sistema de ubiquitina ligasa Nedd4 para la gemación, y la quinasa AAK1 implicada en la endocitosis 17— abre una ventana de oportunidad terapéutica significativa. En lugar de dirigirse exclusivamente a las proteínas virales, que pueden mutar y desarrollar resistencia a los fármacos, las terapias dirigidas contra estos factores del huésped (conocidas como «terapias dirigidas al huésped» o HDT, por sus siglas en inglés) podrían ofrecer varias ventajas. Entre ellas, una menor probabilidad de desarrollo de resistencia viral, ya que el objetivo es una proteína celular, que evoluciona mucho más lentamente que un genoma viral. Además, algunos de estos factores del huésped pueden ser utilizados por múltiples virus, lo que significa que un inhibidor de un factor del huésped podría tener actividad antiviral de amplio espectro, no solo contra el Ébola sino también contra otros filovirus u otros grupos virales que exploten vías celulares similares. Esta perspectiva apoya la investigación y el desarrollo de HDT como un complemento valioso, o incluso una alternativa, a los antivirales de acción directa. De hecho, los inhibidores de AAK1 ya se han identificado como compuestos prometedores con actividad anti-Ébola in vitro.43
Los avances tecnológicos en microscopía y biología molecular están permitiendo una comprensión más dinámica y detallada del ciclo vital viral. La capacidad de visualizar en tiempo real la formación de los cuerpos de inclusión (las factorías virales) y la síntesis del ARN viral dentro de las células vivas, utilizando técnicas como proteínas virales fusionadas a marcadores fluorescentes (por ejemplo, la polimerasa L fusionada a mCherry) y la tecnología «click» para marcar ARN naciente 45, es fundamental. Estas herramientas no solo profundizan nuestro entendimiento de la biología básica del virus, sino que también tienen un potencial traslacional importante. Por ejemplo, estos sistemas de visualización pueden adaptarse para el desarrollo de plataformas de cribado de alto rendimiento (HTS), donde se pueden probar bibliotecas de miles de compuestos químicos para identificar aquellos que inhiben etapas específicas del ciclo viral, como la formación de cuerpos de inclusión, la replicación del ARN, o el transporte de la nucleocápside. Esto proporciona una herramienta poderosa y visualmente directa para el descubrimiento de nuevos fármacos antivirales que actúen en estas etapas tempranas y cruciales de la infección.
Finalmente, el descubrimiento de que proteínas virales como la VP40 no solo cumplen funciones estructurales en el ensamblaje del virión, sino que también son capaces de modular activamente la respuesta inflamatoria del huésped 47, transforma nuestra comprensión de la patogénesis del Ébola. Indica que la enfermedad grave no es simplemente el resultado de la lisis celular masiva debido a la replicación viral descontrolada, sino que implica una desregulación inmune compleja y activamente inducida por componentes virales específicos. La proteína VP40, por ejemplo, parece ser un determinante de virulencia que contribuye al desarrollo del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) que caracteriza los casos graves y fatales de EVE. Esta comprensión abre nuevas vías para el desarrollo de estrategias terapéuticas. Además de los antivirales directos, se podrían considerar terapias inmunomoduladoras diseñadas para contrarrestar o bloquear específicamente las vías inflamatorias aberrantes activadas por VP40 u otras proteínas virales. Tales enfoques podrían reducir la severidad de la enfermedad y mejorar los resultados clínicos, incluso si la carga viral no se elimina por completo de inmediato.
6. Epidemiología de la Enfermedad por el Virus del Ébola
La epidemiología de la enfermedad por el virus del Ébola (EVE) se caracteriza por su aparición esporádica en brotes, su distribución geográfica predominantemente en África subsahariana y su alta tasa de letalidad.
Distribución geográfica histórica y actual de los brotes:
La EVE se ha manifestado principalmente en regiones de África Central y Occidental, usualmente en aldeas o comunidades cercanas a selvas tropicales lluviosas.2 Los países que han experimentado brotes a lo largo de la historia incluyen la República Democrática del Congo (RDC, anteriormente Zaire), Sudán del Sur (anteriormente parte de Sudán), Gabón, República del Congo, Uganda, Costa de Marfil, Guinea, Liberia y Sierra Leona.1 También se han registrado casos importados o de transmisión local limitada en otros países africanos como Nigeria, Senegal y Malí, y fuera de África en España, Estados Unidos, Reino Unido e Italia, generalmente asociados a viajeros o personal sanitario repatriado desde zonas de brote activo.4 Una excepción geográfica es la especie Reston virus (RESTV), que, aunque no causa enfermedad grave en humanos, se ha encontrado en monos y cerdos en Filipinas y China.13 Las zonas de riesgo actuales (2024-2025) continúan siendo estas regiones de África con antecedentes de brotes, debido a la probable persistencia de los reservorios virales en el ecosistema y la interfaz humano-animal.3 La vigilancia se mantiene activa, y organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. monitorean la situación continuamente, emitiendo alertas y evaluaciones de riesgo cuando surgen nuevos eventos.3
Análisis de brotes significativos: cronología, especies implicadas, casos y tasas de letalidad:
Desde su descubrimiento, se han documentado numerosos brotes de EVE. La siguiente tabla resume algunos de los más significativos:
Tabla 2: Cronología de los Principales Brotes de Enfermedad por el Virus del Ébola
Año(s) del Brote | País(es) Principalmente Afectado(s) | Especie(s) de Orthoebolavirus Implicada(s) | Número Estimado de Casos Confirmados/Probables | Número Estimado de Muertes | Tasa de Letalidad Aproximada (%) | Comentarios/Características Notables del Brote |
1976 | Zaire (actual RDC) | Ebola virus (EBOV) | 318 | 280 | 88% | Primer brote de EBOV identificado. Transmisión asociada a hospital. |
1976 | Sudán (actual Sudán del Sur) | Sudan virus (SUDV) | 285 | 151 | 53% | Primer brote de SUDV identificado. Origen en fábrica de algodón. |
1994 | Gabón | EBOV | 49 | 29 | 59% | |
1995 | Kikwit, Zaire (actual RDC) | EBOV | 345 | 256 | 74% | Brote importante con transmisión nosocomial significativa. |
1996 | Gabón | EBOV | 93 | 68 | 73% | |
2000-2001 | Gulu, Uganda | SUDV | 425 | 224 | 53% | El brote más grande de SUDV hasta la fecha. |
2001-2002 | Gabón y Rep. del Congo | EBOV | 122 | 96 | 79% | |
2002-2003 | Rep. del Congo | EBOV | 143 | 128 | 90% | Tasa de letalidad extremadamente alta. |
2007 | Bundibugyo, Uganda | Bundibugyo virus (BDBV) | 149 (aprox.) | 37 (aprox.) | 25% (aprox.) | Primera identificación de BDBV. |
2007 | Kasai Occidental, RDC | EBOV | 264 | 187 | 71% | |
2012 | Uganda | SUDV | 24 | 17 | 71% | |
2012 | RDC | BDBV | 62 | 34 | 55% | |
2014-2016 | Guinea, Liberia, Sierra Leona | EBOV | 28,610 | 11,308 | 39% | El brote más grande y complejo de la historia. Amplia diseminación geográfica y urbana. Casos exportados a otros países. |
2017 | RDC | EBOV | 8 | 4 | 50% | |
2018-2020 | Kivu Norte, Ituri, Kivu Sur (RDC) | EBOV | 3,470 | 2,287 | 66% | Segundo brote más grande. Ocurrido en zona de conflicto activo, lo que complicó la respuesta. |
2021 | Guinea / RDC | EBOV | 30 | 15 | 50% | Brotes resurgentes. |
2022 | Uganda | SUDV | 166 (142 confirmados) | 77 (55 confirmadas) | 46% (confirmados) | Brote significativo de SUDV. |
2022 | Équateur, RDC | EBOV | 5 | 5 | 100% | Nuevo evento de «spillover», no directamente ligado a brotes anteriores en la provincia. |
Ene-Abr 2025 | Kampala y otros distritos, Uganda | SUDV | 14 (12 confirmados, 2 probables) | 4 | 29% | Brote en la capital y otras áreas. Respuesta rápida con ensayo de vacuna. Declarado terminado el 26 de abril de 2025. |
Fuentes:.1
Factores de riesgo y poblaciones vulnerables:
Si bien todas las personas son susceptibles a la infección por el virus del Ébola si se exponen directamente al virus 32, ciertos grupos enfrentan un riesgo mayor debido a factores ocupacionales, fisiológicos o conductuales:
- Trabajadores de la salud y cuidadores: Este grupo está consistentemente en la primera línea de exposición durante los brotes, debido al contacto cercano y frecuente con pacientes altamente infecciosos y sus fluidos corporales.3 La falta o el uso incorrecto de EPP aumenta drásticamente su riesgo. Durante el brote de RDC de 2018-2020, un porcentaje significativo de los casos ocurrió en trabajadores sanitarios.32
- Mujeres embarazadas: La EVE durante el embarazo se asocia con una tasa de letalidad extremadamente alta para la madre (superior al 90% en algunos informes) y una tasa de pérdida fetal que se acerca al 100%, con o sin muerte materna.14
- Niños: Aunque los niños a menudo representan un porcentaje menor del total de casos en muchos brotes (por ejemplo, 9% menores de 18 años en un brote en Zaire en 1995, 18% en Guinea durante el brote de 2014-2016) 32, la enfermedad puede ser grave. La letalidad puede ser particularmente alta en niños menores de 5 años.32
- Participantes en rituales funerarios: Las prácticas culturales que implican el contacto directo con el cuerpo de una persona fallecida por Ébola (lavado, abrazos) son una vía de transmisión de alto riesgo, ya que los cadáveres permanecen infecciosos.3
- Personas en contacto con animales reservorio o intermediarios: Cazadores, carniceros, manipuladores de carne de animales salvajes («bushmeat») y personas que tienen contacto con animales enfermos o muertos en áreas endémicas.1
Vigilancia epidemiológica y zonas de riesgo actuales (2024-2025):
La vigilancia activa es crucial dada la naturaleza esporádica de los brotes. Los eventos recientes, como los brotes de SUDV en Uganda en 2022 y nuevamente a principios de 2025 (este último afectando la capital, Kampala, y varios distritos antes de ser declarado terminado en abril de 2025) 21, demuestran que el riesgo persiste. Las regiones de África Central y Occidental, con un historial de brotes y la presencia confirmada o sospechada de reservorios animales, siguen siendo consideradas las de mayor riesgo.3 Organismos como la OMS y los CDC de EE. UU. realizan evaluaciones continuas del riesgo, incluyendo el potencial de importación de casos a otros países, que generalmente se considera bajo para la población general, pero más elevado para trabajadores sanitarios que regresan de zonas afectadas o si un caso no reconocido busca atención en un país no endémico.21 La UK Health Security Agency, en su actualización que incluye datos hasta abril de 2025, no reportaba brotes activos de Ébola o Marburg en ese momento específico, confirmando el fin del brote de SVD en Uganda.23
La epidemiología del Ébola se distingue por una dualidad intrigante: por un lado, una imprevisibilidad inherente en cuanto al momento y lugar exactos donde ocurrirá el próximo evento de «spillover» desde un reservorio animal.1 Por otro lado, una vez que la infección se establece en un ser humano, los patrones de transmisión secundaria son relativamente predecibles, ocurriendo principalmente a través del contacto directo con fluidos corporales de personas infectadas o con objetos contaminados.2 Esta dualidad subraya la importancia crítica de la rapidez en la detección de los primeros casos y la implementación inmediata de medidas de respuesta robustas. El brote masivo de África Occidental de 2014-2016 10 y el complejo brote de la RDC de 2018-2020 23 ilustraron trágicamente cómo una respuesta tardía, insuficiente o complicada por otros factores puede permitir una diseminación extensa del virus. En contraste, brotes más pequeños y localizados a menudo se han contenido con mayor celeridad cuando la respuesta ha sido rápida y bien coordinada. La experiencia acumulada por países como Uganda en el manejo de brotes recurrentes de SUDV 21, incluyendo la rápida implementación de ensayos de vacunas durante el brote de 2025 24, demuestra el valor de la preparación, la experiencia local y la capacidad de acción veloz. En consecuencia, la inversión sostenida en el fortalecimiento de los sistemas de vigilancia epidemiológica, la mejora de las capacidades de diagnóstico de laboratorio a nivel local y regional, y el mantenimiento de equipos de respuesta rápida bien entrenados y equipados, resultan ser estrategias más efectivas y pragmáticas que intentar predecir con exactitud el próximo evento zoonótico.
La urbanización de los brotes de Ébola, como se observó con la afectación de Kampala, la capital de Uganda, durante el brote de SUDV en 2025 21, plantea desafíos logísticos y de control de una magnitud considerablemente mayor en comparación con los brotes que ocurren en aldeas rurales remotas. Las áreas urbanas se caracterizan por una alta densidad poblacional, una miríada de interacciones sociales y económicas diarias, y sistemas de transporte público y privado que facilitan el movimiento rápido y extenso de personas. Estos factores complican enormemente tareas esenciales como el rastreo exhaustivo de todos los contactos potenciales de un caso confirmado, el aislamiento efectivo de los casos y sus contactos, y la implementación de medidas de control de movimiento si estas llegaran a ser necesarias. Históricamente, los primeros brotes de Ébola se registraron en aldeas aisladas.4 Sin embargo, la epidemia de África Occidental de 2014-2016 se propagó a grandes centros urbanos y capitales 50, lo que exacerbó la crisis y dificultó enormemente su contención. Esto implica que las estrategias de preparación y respuesta deben ser adaptadas específicamente para los contextos urbanos, lo que podría requerir un mayor número de personal de salud pública, una mejor coordinación interinstitucional y entre múltiples jurisdicciones administrativas, y el desarrollo de estrategias de comunicación masiva más sofisticadas y de mayor alcance.
Finalmente, el fenómeno del resurgimiento de brotes, ya sea a través de la transmisión persistente del virus en supervivientes (particularmente la transmisión sexual) 22 o mediante nuevos eventos de «spillover» de la misma cepa viral en una región previamente afectada 22, sugiere que ciertas áreas geográficas podrían funcionar como focos endémicos latentes de Ébola. El brote de EVD en la provincia de Équateur, RDC, en 2022, aunque genéticamente relacionado con la cepa del brote de 2020 en la misma provincia, fue considerado un nuevo evento de «spillover» desde un reservorio animal 23, lo que indica la continua presencia del virus en el ecosistema local. Esta dinámica implica que el virus puede permanecer circulando a bajo nivel en reservorios animales en determinadas zonas o ser reintroducido esporádicamente en la población humana a partir de supervivientes que aún portan el virus en sitios inmunológicamente protegidos. Esto convierte a estas regiones en zonas de riesgo crónico, que requieren no solo una capacidad de respuesta a brotes agudos, sino también sistemas de vigilancia continua y a largo plazo, incluso durante los periodos interepidémicos. Dicha vigilancia debería incluir, idealmente, el monitoreo de poblaciones animales clave, el seguimiento de cohortes de supervivientes con programas de apoyo y pruebas, y el mantenimiento de una alta sensibilidad del sistema de salud para detectar casos sospechosos de manera temprana.
7. Pandemias y Crisis Sanitarias: El Impacto de los Grandes Brotes de Ébola
Los grandes brotes de Ébola no solo representan emergencias de salud pública agudas, sino que también desencadenan crisis humanitarias complejas con profundas y duraderas repercusiones socioeconómicas y en los sistemas de salud de los países afectados.
El brote de África Occidental (2014-2016): magnitud y lecciones aprendidas:
Este brote, causado por la especie Ebola virus (EBOV) 1, fue el más extenso y mortal en la historia registrada de la enfermedad. Afectó principalmente a Guinea, Liberia y Sierra Leona, acumulando un total de 28,610 casos y 11,308 muertes.10 La magnitud de la epidemia tuvo un impacto económico devastador, estimado en miles de millones de dólares para los países más afectados.11 El Banco Mundial estimó un impacto a corto plazo (2014) de US$359 millones y un impacto a mediano plazo (2015, en un escenario de contención mínima) de US$809 millones solo para estos tres países 52, mientras que otras estimaciones del impacto económico total del brote oscilaron entre $30 mil millones y $50 mil millones.53 Se observó un colapso generalizado de la actividad económica, una drástica caída del turismo y de la inversión extranjera directa, y una severa reducción del comercio y los servicios, especialmente en las zonas urbanas.11
Las lecciones aprendidas de esta crisis fueron numerosas y críticas. Se evidenció la necesidad imperiosa de una respuesta internacional rápida, coordinada y masiva. Se subrayó la importancia fundamental de fortalecer los sistemas de salud pública en los países vulnerables, no solo para responder a emergencias, sino para mantener servicios esenciales. La participación comunitaria activa y la adaptación cultural de las intervenciones resultaron ser cruciales para la aceptación de las medidas de control, como el rastreo de contactos agresivo y los entierros seguros.10 Además, se reconoció la necesidad de integrar la investigación epidemiológica con las ciencias sociales y del comportamiento para comprender y abordar mejor las dinámicas de transmisión y las barreras a la respuesta.10 Una de las lecciones más contundentes fue el reconocimiento de que la demora inicial en identificar la gravedad de la epidemia y en movilizar una respuesta adecuada fue un factor crítico que permitió la escalada de la crisis.11
Los brotes en la República Democrática del Congo (ej. 2018-2020):
La RDC ha enfrentado numerosos brotes de Ébola. El décimo brote, que afectó a las provincias de Kivu Norte, Ituri y Kivu Sur entre 2018 y 2020, fue el segundo más grande del mundo, con 3,470 casos y 2,287 muertes.23 Este brote presentó desafíos únicos y formidables, ya que se desarrolló en una región caracterizada por un conflicto armado activo, inseguridad persistente y desplazamiento de poblaciones.23 Estas condiciones obstaculizaron gravemente los esfuerzos de respuesta, incluyendo la seguridad del personal sanitario, el acceso a las comunidades afectadas y la confianza de la población en las autoridades y los equipos de intervención. El impacto en la fuerza laboral, especialmente en el sector de la salud, fue severo, con ausentismo de cuidadores (debido a enfermedad, miedo o desplazamiento) y el cierre temporal o la reducción de la capacidad operativa de numerosas instalaciones sanitarias.51 Como consecuencia, se observó una marcada reducción en la prestación de servicios de salud rutinarios, como las visitas prenatales, la atención al parto, las cirugías programadas y los programas de vacunación infantil.51
Impacto en los sistemas de salud de los países afectados:
Los brotes de Ébola ejercen una presión inmensa sobre los sistemas de salud, que en muchos de los países afectados ya son frágiles y cuentan con recursos limitados.10 La afluencia masiva de pacientes con EVE puede llevar rápidamente a la sobrecarga y al colapso de estos sistemas. Un número significativo de trabajadores de la salud, que están en la primera línea de la respuesta, a menudo se infectan y fallecen, lo que diezma aún más una fuerza laboral ya escasa y especializada.51 Además, la necesidad de dedicar la mayoría de los recursos (personal, insumos, infraestructura) a la respuesta al Ébola provoca una desviación crítica de la atención de otros servicios sanitarios esenciales. Esto puede resultar en un aumento de la morbilidad y mortalidad por otras enfermedades comunes y tratables, como la malaria, la tuberculosis, el VIH/SIDA, y complicaciones del embarazo y el parto.54 La experiencia de los grandes brotes ha resaltado la necesidad urgente de inversiones sostenidas para fortalecer integralmente los sistemas de salud, incluyendo la infraestructura, las redes de laboratorios de diagnóstico, los sistemas de vigilancia epidemiológica y la capacitación del personal, no solo para responder a brotes, sino para garantizar la resiliencia y la continuidad de los servicios esenciales en todo momento.52
Consecuencias socioeconómicas: comercio, agricultura, educación y estigma social:
El impacto de los brotes de Ébola se extiende profundamente en el tejido social y económico de las comunidades y naciones afectadas:
- Economía: Más allá de la contracción del Producto Interno Bruto (PIB) durante la fase aguda del brote 11, los efectos económicos pueden persistir durante años, dificultando la recuperación y el desarrollo a largo plazo.11 Sectores clave como la agricultura, el transporte, el turismo y el comercio (tanto interno como externo) se ven severamente afectados debido a las restricciones de movimiento, el miedo, la pérdida de mano de obra y la interrupción de las cadenas de suministro.11
- Seguridad alimentaria: La producción agrícola puede disminuir debido a la enfermedad o muerte de agricultores, las restricciones de movimiento que impiden el acceso a los campos o mercados, y el miedo generalizado. Esto puede llevar a la escasez de alimentos, el aumento de los precios y, en consecuencia, a la inseguridad alimentaria y la malnutrición, especialmente en las poblaciones más vulnerables.36 La malnutrición, a su vez, puede aumentar la susceptibilidad a la EVE y la gravedad de la enfermedad.36
- Educación: Una de las consecuencias sociales más visibles y preocupantes es el cierre prolongado de escuelas e instituciones educativas como medida para controlar la propagación del virus.54 Esto no solo interrumpe la educación de millones de niños y jóvenes, sino que también puede tener efectos secundarios como el aumento del trabajo infantil, el incremento de los embarazos en adolescentes y la pérdida de un espacio seguro y estructurado para los estudiantes.54
- Estigma social y impacto psicosocial: Los supervivientes del Ébola, sus familias e incluso los trabajadores de la salud que han participado en la respuesta, a menudo enfrentan un severo estigma social.54 Este estigma puede manifestarse como aislamiento, rechazo por parte de sus comunidades, pérdida de empleo, disolución de relaciones e incluso amenazas o actos de violencia.57 El miedo al contagio, a menudo alimentado por la desinformación, es la raíz de este estigma. Las actividades de respuesta, si no se diseñan con sensibilidad cultural, como las visitas domiciliarias muy visibles por parte de equipos con EPP completo o la distribución pública de artículos de apoyo, pueden inadvertidamente agravar el estigma al señalar a las personas afectadas.58 A nivel psicosocial, los brotes generan miedo generalizado, duelo por la pérdida de seres queridos, estrés postraumático y vergüenza en los supervivientes y sus familias.57 Un número considerable de niños pueden quedar huérfanos o perder a uno de sus cuidadores principales, lo que los deja en una situación de extrema vulnerabilidad.54
El impacto de un brote de Ébola trasciende con creces las cifras de morbilidad y mortalidad directas. Los efectos secundarios y a largo plazo sobre los sistemas de salud, que incluyen el colapso de los servicios rutinarios y la trágica pérdida de personal sanitario cualificado 51, junto con las profundas cicatrices en la estructura socioeconómica de las regiones afectadas —como el aumento de la pobreza, la inseguridad alimentaria, la interrupción de la educación y el penetrante estigma social 11— pueden tener consecuencias negativas que perduran por muchos años. Estos efectos combinados pueden crear un círculo vicioso de vulnerabilidad, donde las comunidades debilitadas por un brote se vuelven aún más susceptibles a futuras crisis sanitarias y otros choques socioeconómicos. La pérdida de confianza en los sistemas de salud, la desarticulación del tejido social y la erosión del capital humano y económico pueden obstaculizar la recuperación y el desarrollo sostenible mucho después de que el último caso de Ébola haya sido contenido.
La experiencia del brote en la RDC entre 2018 y 2020, que se desarrolló en un contexto de conflicto armado activo 23, subraya de manera contundente que la respuesta a las emergencias sanitarias no puede disociarse del entorno sociopolítico y de seguridad en el que ocurren. La violencia, la desconfianza hacia las autoridades y los actores externos, la inseguridad generalizada y las dificultades de acceso a las poblaciones afectadas pueden obstaculizar gravemente, e incluso paralizar, los esfuerzos de control de la enfermedad. El desplazamiento forzado de poblaciones, una consecuencia común de los conflictos, puede facilitar la propagación geográfica del virus. La destrucción de infraestructuras sanitarias y la constante amenaza a la seguridad del personal de respuesta limitan la capacidad de llevar a cabo intervenciones esenciales como el rastreo de contactos, el aislamiento seguro de los casos, las campañas de vacunación y los entierros dignos y seguros. Por lo tanto, las estrategias de respuesta en tales contextos deben ser multifacéticas e integrar consideraciones de seguridad, esfuerzos de mediación de conflictos, y un trabajo de colaboración extremadamente cercano y sensible con los líderes comunitarios y actores locales para construir la confianza necesaria que permita la implementación efectiva de las medidas de salud pública.55
El estigma asociado al Ébola 54 no es meramente una consecuencia social desafortunada de la enfermedad; funciona como un factor epidemiológico activo que puede, de hecho, impulsar y sostener la propagación del virus. El miedo a la discriminación, al aislamiento social y a la pérdida de los medios de vida puede disuadir a las personas que presentan síntomas compatibles con la EVE de buscar atención médica temprana en los centros de salud establecidos. En su lugar, pueden optar por ocultar su enfermedad, quedarse en sus hogares sin el aislamiento adecuado, o recurrir a curanderos tradicionales, todas situaciones que aumentan significativamente el riesgo de transmisión a sus familiares y a la comunidad en general.57 De manera similar, el estigma puede llevar a la ocultación de muertes sospechosas, impidiendo la realización de entierros seguros y dificultando el rastreo de contactos, que son pilares fundamentales para romper las cadenas de transmisión. Por consiguiente, abordar el estigma no es una tarea secundaria o puramente de «bienestar social», sino una intervención de salud pública esencial y prioritaria. Las campañas de información y sensibilización diseñadas para combatir la desinformación y los prejuicios, la participación activa de las comunidades en el diseño y la implementación de las respuestas, el apoyo psicosocial integral para los pacientes, los supervivientes y sus familias, y una comunicación de riesgos que sea culturalmente sensible y empática, son componentes críticos e indispensables para una respuesta eficaz y ética a los brotes de Ébola.58
8. Estrategias de Contención: Prevención de la Infección por el Virus del Ébola
La prevención de la infección por el virus del Ébola se basa en un conjunto de medidas multifacéticas que abarcan desde la higiene personal y las prácticas comunitarias hasta protocolos estrictos de control de infecciones en entornos sanitarios y el manejo seguro de los fallecidos.
Medidas de prevención a nivel individual y comunitario:
A nivel individual, la prevención se centra en reducir el riesgo de exposición al virus:
- Higiene cuidadosa de manos: El lavado frecuente y minucioso de las manos con agua y jabón, o el uso de un desinfectante para manos a base de alcohol, es una de las medidas más efectivas para eliminar el virus de la piel.3
- Evitar el contacto directo con fluidos corporales: Se debe evitar el contacto con sangre, secreciones (saliva, sudor, orina, heces, vómito), leche materna, líquido amniótico y semen de personas que estén enfermas con Ébola o que se sospeche que lo están, así como con los fluidos de animales potencialmente infectados.3
- Evitar el contacto con personas sintomáticas: Se recomienda evitar el contacto cercano con personas que presenten síntomas sugestivos de Ébola, como fiebre alta, vómitos, diarrea o hemorragias inexplicables.4
- No manipular objetos potencialmente contaminados: Se debe evitar tocar o manipular ropa, ropa de cama, vendajes, agujas, jeringas o cualquier equipo médico que haya estado en contacto con una persona infectada, a menos que se sigan los protocolos de desinfección adecuados o se utilice EPP.4
- Evitar el contacto con animales de riesgo y su carne cruda: En áreas donde el Ébola es endémico, se debe evitar el contacto con murciélagos, primates no humanos (monos, gorilas, chimpancés) y otros animales salvajes que puedan ser reservorios o portadores del virus. Se debe evitar la manipulación y el consumo de carne cruda o poco cocida de estos animales («bushmeat»).3
- Prácticas sexuales seguras para supervivientes: Los hombres que han sobrevivido al Ébola deben practicar sexo seguro (uso de condones) hasta que se confirme mediante pruebas de laboratorio que su semen ya no contiene el virus, lo que puede llevar varios meses.3
- Monitoreo de la salud post-exposición o viaje: Las personas que hayan estado en un área con un brote de Ébola activo o que sospechen haber estado expuestas al virus deben vigilar su salud durante 21 días (que es el período máximo de incubación conocido para el Ébola) y buscar atención médica inmediata si desarrollan síntomas.2 Una persona que no presenta síntomas 21 días después de una posible exposición no desarrollará la enfermedad a partir de esa exposición.4
A nivel comunitario, la prevención implica la identificación rápida de casos, el aislamiento de los enfermos, el rastreo de contactos, la cuarentena de los expuestos cuando sea necesario, y la movilización social para promover comportamientos seguros y la aceptación de las medidas de control.3
Control de infecciones en entornos sanitarios: precauciones estándar y específicas:
Los centros de salud pueden convertirse en focos de amplificación de los brotes de Ébola si no se implementan medidas estrictas de prevención y control de infecciones (PCI). Las siguientes son cruciales:
- Aislamiento de pacientes: Los pacientes con sospecha o confirmación de EVE deben ser aislados inmediatamente, preferiblemente en habitaciones individuales con presión negativa si están disponibles, o al menos en áreas designadas (cohortes) separadas de otros pacientes.3
- Uso estricto de Equipo de Protección Personal (EPP): Todo el personal sanitario que entre en contacto con pacientes con EVE o con su entorno contaminado debe utilizar EPP completo y adecuado. Esto incluye, como mínimo, guantes (a menudo se recomienda doble guante), batas impermeables de manga larga, mascarillas médicas o respiradores (N95 o de mayor protección como PAPR, especialmente para procedimientos que generan aerosoles), y protección ocular (gafas ajustadas o caretas faciales).3 Se deben seguir rigurosamente los protocolos para la colocación (donning) y, especialmente, la retirada (doffing) del EPP para evitar la autocontaminación, idealmente bajo supervisión de un observador entrenado («buddy system»).14
- Higiene de manos rigurosa: Antes de ponerse el EPP, después de quitárselo, y entre pacientes, utilizando la técnica correcta.29
- Manejo seguro de instrumentos punzocortantes: Limitar su uso al mínimo necesario. No reencapsular agujas. Desechar en contenedores resistentes a la punción.14
- Limpieza y desinfección ambiental exhaustiva: Las superficies contaminadas o potencialmente contaminadas deben limpiarse y desinfectarse regularmente con desinfectantes de nivel hospitalario efectivos contra el virus del Ébola, como soluciones de hipoclorito de sodio (lejía) en concentraciones adecuadas (ej. 0.5% para superficies muy contaminadas, 0.05% para desinfección general).9
- Manejo seguro de residuos infecciosos: Todos los residuos generados en la atención de pacientes con EVE (EPP desechable, material de curación, fluidos corporales, ropa de cama desechable, etc.) deben ser tratados como residuos biopeligrosos de categoría A y eliminados de forma segura, preferiblemente mediante incineración.37
- Limitar procedimientos invasivos y generadores de aerosoles: Estos deben realizarse solo si son estrictamente necesarios y con las máximas precauciones, incluyendo el uso de EPP respiratorio de alta eficiencia.9
- Manejo de la ropa de cama y utensilios: La ropa de cama del paciente debe ser manejada como material infeccioso (idealmente desechable e incinerada, o lavada con procedimientos especiales si es reutilizable). Los utensilios para comer deben ser desechables o dedicados exclusivamente al paciente y desinfectados adecuadamente.38
Manejo seguro de cadáveres:
Los cuerpos de las personas que han fallecido por Ébola son altamente infecciosos, ya que el virus puede persistir en los fluidos y tejidos.3 Por lo tanto, es esencial:
- Evitar el contacto directo con el cadáver.
- El manejo del cuerpo (preparación, traslado, entierro o cremación) debe ser realizado únicamente por personal entrenado, utilizando EPP completo y siguiendo protocolos estrictos para entierros seguros y dignos.3 Esto a menudo requiere adaptar las prácticas culturales funerarias para minimizar el riesgo de transmisión, en colaboración con las familias y líderes comunitarios.
Importancia de la comunicación de riesgos y la participación comunitaria:
Una comunicación de riesgos efectiva y una genuina participación comunitaria son pilares fundamentales para el éxito de cualquier estrategia de prevención y control del Ébola:
- Es crucial informar a la ciudadanía de manera clara, precisa, oportuna y transparente sobre la enfermedad, sus modos de transmisión, los síntomas y las medidas de prevención y control recomendadas.3
- La participación activa de las comunidades en la planificación y ejecución de las intervenciones, así como el diálogo constante con líderes comunitarios, religiosos y otros influyentes, son esenciales para generar confianza, asegurar la aceptación de las medidas de salud pública y adaptar las estrategias al contexto cultural local.3
- Es vital contrarrestar activamente la desinformación, los rumores y el estigma que inevitablemente surgen durante los brotes, ya que pueden socavar los esfuerzos de control y poner en riesgo tanto a la población como a los trabajadores de respuesta.58
La efectividad de las medidas de prevención y control del Ébola no depende únicamente de la solidez técnica de los protocolos, sino de manera crítica, de la confianza que la comunidad deposite en las autoridades sanitarias y en los equipos de respuesta. La historia de los brotes de Ébola ha demostrado repetidamente que la desinformación, los rumores, el miedo y la falta de sensibilidad cultural por parte de los intervinientes pueden minar incluso las estrategias mejor diseñadas.3 Durante la epidemia de África Occidental, por ejemplo, la resistencia inicial a medidas clave como el aislamiento de enfermos o los entierros seguros, a menudo arraigada en creencias culturales profundamente asentadas o en la desconfianza hacia las instituciones, representó un obstáculo significativo para la contención.36 El estigma que sufren los pacientes, supervivientes y sus familias es una manifestación directa de este miedo y desinformación.57 Por lo tanto, la «comunicación de riesgos» debe concebirse no como una simple transmisión unidireccional de información, sino como un proceso de diálogo continuo y bidireccional que escuche y aborde activamente las preocupaciones de la comunidad, que adapte los mensajes a las particularidades culturales locales, y que trabaje en la construcción de alianzas sólidas con los actores comunitarios. Sin esta base de confianza y colaboración, es poco probable que la población adopte de manera consistente las prácticas de higiene recomendadas, evite los contactos de riesgo, reporte los casos sospechosos de manera temprana, o acepte intervenciones como la vacunación o el seguimiento de contactos.
Otro eslabón fundamental, y a menudo vulnerable, en la cadena de respuesta al Ébola es la garantía de un suministro constante y adecuado de EPP de calidad, así como de otros insumos esenciales para el control de infecciones (desinfectantes, bolsas para residuos biopeligrosos, etc.), especialmente en los entornos de bajos recursos donde suelen ocurrir los brotes. Las fallas en esta cadena de suministro pueden tener consecuencias catastróficas, llevando a un aumento de las infecciones entre los trabajadores de la salud, lo que no solo resulta en enfermedad y pérdida de vidas valiosas dentro de este personal crítico, sino que también puede disuadir a otros profesionales de participar en la respuesta, agotar rápidamente la ya escasa fuerza laboral sanitaria, y, en el peor de los casos, convertir los propios centros de salud en focos de amplificación de la transmisión.4 Por ello, asegurar una logística robusta y sostenible para el EPP y otros materiales, junto con una capacitación continua y rigurosa en su uso correcto, debe ser una prioridad estratégica en la preparación y respuesta ante el Ébola.39
Finalmente, es importante destacar cómo la investigación científica fundamental informa directamente el diseño de las políticas y directrices de salud pública para el Ébola. Un ejemplo claro es la recomendación de monitorear la salud de las personas expuestas durante un período de 21 días.4 Este período no es arbitrario; se basa directamente en el conocimiento científico del período máximo de incubación del virus del Ébola, que es de 2 a 21 días.2 Si una persona no desarrolla síntomas dentro de este lapso después de una exposición conocida, se considera que no ha contraído la enfermedad a partir de esa exposición específica.4 Esta conexión directa entre la investigación virológica básica (como la determinación precisa de los parámetros de incubación) y las directrices prácticas de salud pública (como la duración del seguimiento de contactos o las restricciones de viaje) es vital. No solo proporciona una base racional y científica para justificar las medidas implementadas, sino que también ayuda a asegurar que estas medidas sean lo más efectivas posible para proteger la salud pública, al tiempo que se minimiza su disrupción en la vida de las personas y las comunidades.
9. Avances en la Lucha Contra el Ébola: Tratamientos y Vacunas
La lucha contra la enfermedad por el virus del Ébola ha experimentado avances significativos en las últimas décadas, especialmente en el desarrollo de tratamientos específicos y vacunas preventivas. No obstante, los cuidados de soporte tempranos y optimizados siguen siendo un pilar fundamental en el manejo de los pacientes.
Cuidados de soporte como pilar del tratamiento:
Aunque no existe una «cura» definitiva que elimine el virus de forma instantánea, la administración temprana y agresiva de cuidados de soporte ha demostrado mejorar significativamente las tasas de supervivencia de los pacientes con EVE.3 Estos cuidados se centran en manejar las complicaciones potencialmente mortales de la enfermedad y en mantener las funciones vitales del organismo mientras el sistema inmunitario del paciente combate la infección. Los componentes clave de los cuidados de soporte optimizados incluyen:
- Rehidratación y manejo de electrolitos: La EVE a menudo causa vómitos y diarrea profusos, lo que lleva a una deshidratación severa y desequilibrios electrolíticos. La reposición agresiva de líquidos y electrolitos, ya sea por vía oral (si el paciente puede tolerarlo) o por vía intravenosa, es crucial.3
- Mantenimiento de la presión arterial y la oxigenación: En casos graves, puede producirse un shock hipovolémico o séptico, requiriendo el uso de vasopresores para mantener la presión arterial. El soporte de oxígeno también es importante si la función respiratoria se ve comprometida.4
- Manejo sintomático: Se administran medicamentos para controlar la fiebre, el dolor (evitando antiinflamatorios no esteroideos como la aspirina debido al riesgo de sangrado 60), las náuseas, los vómitos y la diarrea.18
- Soporte nutricional: Es importante mantener un adecuado estado nutricional para apoyar la respuesta inmune y la recuperación.3
- Tratamiento de coinfecciones: Los pacientes con EVE pueden tener o desarrollar otras infecciones, como malaria o infecciones bacterianas secundarias, que deben ser diagnosticadas y tratadas apropiadamente.3
- Monitorización continua: La vigilancia estrecha de los signos vitales, el estado de hidratación, los parámetros de laboratorio (hemograma, electrolitos, función renal y hepática) es esencial para ajustar el tratamiento de manera oportuna.60
Tratamientos antivirales específicos aprobados (Inmazeb®, Ebanga® para EBOV):
Un avance crucial ha sido el desarrollo y la aprobación de tratamientos antivirales específicos basados en anticuerpos monoclonales (mAbs) para la enfermedad causada por la especie Ebola virus (EBOV, anteriormente Zaire ebolavirus). Dos de estos tratamientos han sido aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA) y son recomendados por la OMS 3:
- Inmazeb® (REGN-EB3): Es una combinación de tres anticuerpos monoclonales: atolivimab, maftivimab y odesivimab.
- Ebanga® (ansuvimab, también conocido como mAb114): Es un tratamiento con un solo anticuerpo monoclonal. Estos anticuerpos monoclonales actúan uniéndose a la glicoproteína (GP) en la superficie del virus del Ébola, bloqueando así su capacidad para entrar e infectar las células del huésped.19 Ambos tratamientos demostraron una mejora significativa en la supervivencia de los pacientes en ensayos clínicos controlados y aleatorizados realizados durante el brote de EBOV en la RDC entre 2018 y 2020.19 Es importante destacar que la eficacia de Inmazeb® y Ebanga® no ha sido establecida para la enfermedad causada por otras especies de Orthoebolavirus diferentes de EBOV.19
Vacunas aprobadas: Ervebo® (rVSV-ZEBOV) y Zabdeno®/Mvabea® (Ad26.ZEBOV/MVA-BN-Filo) para EBOV:
La prevención mediante vacunación también ha visto progresos notables, con dos vacunas aprobadas para la profilaxis contra la enfermedad causada por EBOV:
- Ervebo® (rVSVΔG-ZEBOV-GP):
- Es una vacuna de virus vivo recombinante, basada en el virus de la estomatitis vesicular (VSV), que ha sido modificado genéticamente para expresar la glicoproteína de la especie Ebola virus (cepa Zaire).12 Al ser un virus replicativo (aunque atenuado), induce una respuesta inmune robusta y rápida.
- Ha sido aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), la FDA, y precalificada por la OMS.3
- Se recomienda para la prevención de la EVE en individuos a partir de 1 año de edad (aunque algunas fuentes indican 18 años o más para uso en EE. UU.).18 Su uso principal ha sido en estrategias de «vacunación en anillo» durante los brotes, donde se vacuna a los contactos de los casos confirmados y a los contactos de esos contactos para crear una barrera de inmunidad y detener la propagación.3 Ha demostrado una alta eficacia (entre 97.5% y 100%) en la prevención de la enfermedad cuando se administra al menos 10 días antes de la exposición.12
- Al igual que los tratamientos con mAbs, Ervebo® es específica para EBOV y no se espera que ofrezca protección contra otras especies de Ébola como SUDV o BDBV.20
- Zabdeno® (Ad26.ZEBOV) y Mvabea® (MVA-BN-Filo):
- Este es un régimen de vacunación de dos dosis heterólogas. La primera dosis es Zabdeno®, que utiliza un vector de adenovirus tipo 26 (Ad26) no replicativo que expresa la glicoproteína de EBOV. La segunda dosis, Mvabea®, administrada aproximadamente 8 semanas después, utiliza un vector de virus Vaccinia Ankara modificado (MVA) también expresando la GP de EBOV y otras proteínas de filovirus.3
- Este régimen ha sido aprobado por la EMA para su uso en individuos a partir de 1 año de edad.65
- Está indicado principalmente para la vacunación profiláctica preventiva en personas con riesgo de exposición futura al EBOV (por ejemplo, personal sanitario que podría ser desplegado en zonas de brote o investigadores de laboratorio). Debido al esquema de dos dosis espaciadas, no es adecuado para una respuesta de emergencia inmediata durante un brote activo donde se necesita protección rápida.65 Se puede considerar una dosis de refuerzo de Zabdeno® si han transcurrido más de 4 meses desde la finalización del régimen primario de dos dosis en personas con riesgo inminente de exposición.65
Tabla 3: Vacunas y Tratamientos Aprobados/Recomendados para la Enfermedad por el Virus del Ébola (Especie Ebola virus, EBOV)
Nombre (Comercial/Científico) | Tipo | Mecanismo de Acción Breve | Especie de Ébola Cubierta | Indicaciones Principales (Profilaxis/Tratamiento, Población) | Agencias Reguladoras Clave que lo han Aprobado/Recomendado |
Tratamientos | |||||
Inmazeb® (REGN-EB3) | Combinación de 3 mAbs | Se unen a la glicoproteína (GP) viral, impidiendo la entrada del virus a la célula. | EBOV | Tratamiento de la infección confirmada por EBOV en adultos y niños. | FDA, OMS |
Ebanga® (ansuvimab, mAb114) | Anticuerpo monoclonal único | Se une a la glicoproteína (GP) viral, impidiendo la entrada del virus a la célula. | EBOV | Tratamiento de la infección confirmada por EBOV en adultos y niños. | FDA, OMS |
Vacunas | |||||
Ervebo® (rVSVΔG-ZEBOV-GP) | Vacuna de virus vivo atenuado (rVSV) | Induce una respuesta inmune contra la glicoproteína (GP) de EBOV. | EBOV | Profilaxis pre-exposición y post-exposición (vacunación en anillo) en brotes. Para individuos ≥1 año (EMA) o ≥18 años (FDA, según contexto). | EMA, FDA, OMS (precalificada) |
Zabdeno® (Ad26.ZEBOV) y Mvabea® (MVA-BN-Filo) | Vacuna de dos dosis (vectores virales) | Inducen una respuesta inmune contra la glicoproteína (GP) de EBOV y otras proteínas de filovirus (componente Mvabea). | EBOV | Profilaxis pre-exposición en individuos ≥1 año en riesgo de exposición futura. No para respuesta inmediata a brotes. Puede requerir refuerzo con Zabdeno® después de 4 meses. | EMA |
Fuentes:.3
Investigación y desarrollo de vacunas y tratamientos para otras especies de Ébola (Sudan, Bundibugyo): estado actual (2024-2025) y ensayos clínicos:
La necesidad de contramedidas para las especies de Ébola no Zaire es acuciante:
- Sudan virus (SUDV): Actualmente no existen vacunas ni tratamientos aprobados específicamente para la enfermedad causada por SUDV.3 Sin embargo, hay varias vacunas candidatas en diferentes etapas de desarrollo.3 Un hito importante ocurrió durante el brote de SVD en Uganda a principios de 2025, cuando se lanzó un ensayo clínico de eficacia para una vacuna candidata basada en rVSV (rVSV∆G-SEBOV-GP, desarrollada por IAVI con apoyo de Merck). Este fue el primer ensayo de este tipo para una vacuna contra SVD realizado durante un brote activo, demostrando la capacidad de una respuesta científica rápida.7 En cuanto a tratamientos, se han investigado o utilizado terapias candidatas como el antiviral remdesivir y anticuerpos monoclonales experimentales (por ejemplo, MBP134AF) bajo protocolos de emergencia o en el marco de ensayos clínicos.28
- Bundibugyo virus (BDBV): Al igual que con SUDV, no hay vacunas ni tratamientos aprobados para BDBV.3 Los productos candidatos están en fases tempranas de desarrollo.3 Una vacuna candidata basada en rVSV (rVSVΔG/BDBV-GP) ha mostrado resultados prometedores al proporcionar protección post-exposición en modelos animales (macacos).72 Además, se están desarrollando inhibidores de moléculas pequeñas que se dirigen a la glicoproteína viral, con el objetivo de que sean efectivos contra EBOV y otras especies de Ébola, incluyendo potencialmente BDBV.73
- Pan-filovirus: Existe un creciente interés y esfuerzo en la investigación y desarrollo de vacunas que puedan ofrecer una protección de amplio espectro contra múltiples especies de filovirus (EBOV, SUDV, BDBV e incluso el virus de Marburgo), dado que sus áreas endémicas en África a menudo se superponen.43 Las plataformas de vacunas basadas en subunidades de proteínas y en vectores rVSV se consideran entre las más prometedoras para lograr este objetivo de una vacuna pan-filovirus.74
Profilaxis post-exposición (PEP):
En situaciones de exposición accidental o de alto riesgo al virus del Ébola (por ejemplo, pinchazos con agujas contaminadas en personal sanitario, contacto directo sin protección con fluidos de un paciente confirmado), se puede considerar la profilaxis post-exposición. Esto puede implicar el uso de tratamientos antivirales experimentales (como ZMapp en el pasado, aunque ahora hay opciones superiores para EBOV) o, más comúnmente, la administración de vacunas como Ervebo®.12 De hecho, la estrategia de vacunación en anillo es, en esencia, una forma de PEP para los contactos cercanos de un caso confirmado, con el objetivo de prevenir la enfermedad o atenuar su gravedad si la infección ya ha ocurrido pero aún está en período de incubación. El uso de suero de convalecientes (plasma de personas que se han recuperado del Ébola) también se ha intentado como PEP o tratamiento, pero su eficacia no ha sido demostrada de manera concluyente en ensayos rigurosos y su uso es logísticamente complejo.12
El rápido desarrollo y despliegue de vacunas eficaces como Ervebo®, y su utilización en estrategias innovadoras como la vacunación en anillo durante brotes activos 3, representa un cambio de paradigma significativo en la forma en que se responde a las emergencias epidémicas. Este enfoque permite no solo controlar la propagación de la enfermedad de manera más efectiva, sino también evaluar la eficacia de nuevas contramedidas médicas (vacunas, tratamientos) en condiciones de campo y en tiempo real. La capacidad de realizar ensayos de eficacia durante un brote, como se hizo con la vacuna contra SUDV en Uganda en 2025 24, acelera drásticamente la disponibilidad potencial de herramientas de prevención vitales. Esto, sin embargo, requiere una considerable preparación previa, incluyendo el desarrollo de protocolos de ensayo estandarizados y adaptables (como los «CORE protocols» de la OMS 3), la precalificación de sitios de ensayo, y acuerdos de colaboración con los fabricantes de vacunas y las autoridades reguladoras.
A pesar de estos avances, la brecha existente en cuanto a vacunas y tratamientos efectivos para las especies de Ébola no Zaire, como SUDV y BDBV 3, sigue siendo una vulnerabilidad crítica en la arquitectura de la seguridad sanitaria global. Estas especies continúan causando brotes con tasas de letalidad considerables, y la reciente actividad del SUDV en Uganda sirve como un recordatorio contundente de esta urgencia. La ausencia de contramedidas específicas para estas cepas significa que la respuesta a sus brotes se basa principalmente en los cuidados de soporte y en las medidas tradicionales de control de infecciones, con una capacidad limitada para tratar o prevenir directamente la infección una vez que ocurre la exposición. Esta situación impulsa la investigación hacia vacunas y terapias de más amplio espectro o el desarrollo de productos específicos para estas otras especies peligrosas 43, aunque el progreso en este frente ha sido históricamente más lento que para EBOV.
Finalmente, la persistencia del virus en sitios inmunológicamente protegidos en los supervivientes 3 no solo tiene implicaciones para la transmisión secundaria y el resurgimiento de brotes, sino que también plantea interrogantes para la investigación de tratamientos. Los fármacos antivirales actuales, incluyendo los anticuerpos monoclonales, se dirigen principalmente a la fase aguda de la enfermedad y a la viremia en sangre. No está del todo claro si estos tratamientos alcanzan concentraciones efectivas en estos «santuarios» virales (como testículos, ojos, cerebro) para eliminar completamente el virus persistente.61 Esto sugiere una necesidad de investigar y desarrollar terapias que puedan penetrar eficazmente en estos reservorios corporales y erradicar el virus, con el fin de prevenir la transmisión tardía, posibles reactivaciones sintomáticas (aunque raras) y las complicaciones a largo plazo que algunos supervivientes experimentan, como problemas articulares y visuales.4 Estudios como el que investiga el uso de remdesivir para eliminar el ARN del Ébola del semen de los supervivientes apuntan en esta dirección.43
10. Conclusión: Desafíos Persistentes y Perspectivas Futuras en la Lucha Contra el Ébola
La enfermedad por el virus del Ébola, desde su identificación en 1976, ha representado una amenaza formidable y recurrente para la salud pública global. A pesar de los significativos avances logrados en la comprensión de su virología, epidemiología y en el desarrollo de contramedidas médicas, persisten desafíos importantes que requieren una atención continua y coordinada.
Entre los principales desafíos se encuentra la naturaleza zoonótica intrínsecamente impredecible de los eventos de «spillover» desde reservorios animales, lo que dificulta la prevención primaria. La diversidad de especies de Orthoebolavirus patógenas para el ser humano subraya la necesidad crítica de desarrollar vacunas y tratamientos que sean de amplio espectro o específicos y eficaces contra todas estas variantes, una brecha que aún no se ha cerrado completamente. El fortalecimiento resiliente y sostenible de los sistemas de salud en las regiones más vulnerables a los brotes de Ébola es una tarea pendiente y fundamental, no solo para la detección temprana y la respuesta rápida y eficaz a la EVE, sino para la seguridad sanitaria en general. Combatir la desinformación, los rumores y el profundo estigma social asociado a la enfermedad sigue siendo un obstáculo complejo que requiere enfoques multidisciplinarios y culturalmente sensibles. El manejo de la persistencia viral en los supervivientes, con sus implicaciones para la transmisión y la salud a largo plazo, plantea desafíos científicos y de salud pública. Finalmente, mantener la financiación y el impulso para la investigación, la preparación y la capacitación en los periodos interepidémicos es crucial para evitar ciclos de complacencia seguidos de respuestas de pánico.
La lucha contra el Ébola exige un enfoque de «Una Salud», que reconozca la interconexión entre la salud humana, la sanidad animal y la integridad del medio ambiente, como estrategia fundamental para prevenir futuros eventos de «spillover». La colaboración internacional en todos los frentes —vigilancia epidemiológica y genómica, investigación y desarrollo, y respuesta coordinada a brotes— es indispensable. La capacidad de desplegar rápidamente recursos financieros, materiales y personal experto a las zonas afectadas es un componente crítico de esta colaboración.
Las necesidades de investigación futura son vastas y variadas. Se requiere una mejor comprensión de la ecología viral, la dinámica de los reservorios animales y los factores que desencadenan la transmisión a humanos. El desarrollo de pruebas de diagnóstico más rápidas, precisas y desplegables en el punto de atención sigue siendo una prioridad. En el ámbito de las contramedidas, se necesitan nuevas vacunas pan-filovirus o multivalentes, idealmente de una sola dosis, termoestables y que ofrezcan protección duradera contra todas las cepas patógenas. La búsqueda de nuevos antivirales, ya sean de acción directa y amplio espectro o dirigidos a factores del huésped, debe continuar. Es crucial desarrollar estrategias terapéuticas para eliminar la persistencia viral en los santuarios corporales. Se deben refinar y validar mejores enfoques para la participación comunitaria efectiva y para combatir el estigma. Además, es necesario investigar más a fondo las secuelas a largo plazo de la EVE en los supervivientes y cómo mitigarlas. Los avances recientes durante 2024-2025 en la elucidación de los mecanismos de replicación viral 44 y en el desarrollo y prueba de contramedidas, especialmente para cepas no Zaire 24, indican que el campo de la investigación sobre el Ébola sigue siendo dinámico y prometedor.
La batalla contra el Ébola no debe concebirse como una serie de respuestas reactivas a crisis aisladas, sino como un esfuerzo continuo y proactivo que requiere una inversión sostenida y a largo plazo. Esta inversión debe dirigirse a la investigación científica básica (en virología, inmunología, ecología), al desarrollo y la producción de contramedidas médicas (diagnósticos, vacunas, tratamientos), al fortalecimiento integral de los sistemas de salud globales (infraestructura, personal, vigilancia), y al abordaje de los determinantes socioeconómicos y culturales que influyen en la vulnerabilidad a la enfermedad y en la eficacia de las respuestas. El ciclo perjudicial de pánico durante las epidemias, seguido de un olvido y una disminución de la atención y los recursos en los periodos de calma, debe romperse para construir una seguridad sanitaria global más robusta y resiliente, no solo contra el Ébola, sino contra la amenaza más amplia de las enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes.
Los avances tecnológicos están jugando un papel cada vez más transformador en la capacidad de la comunidad internacional para responder a los brotes de Ébola. La secuenciación genómica rápida, por ejemplo, permite ahora caracterizar con celeridad la cepa viral causante de un brote, rastrear su origen y evolución, e informar el desarrollo y la selección de contramedidas.1 De manera similar, las plataformas de desarrollo de vacunas de respuesta rápida, como las basadas en vectores virales recombinantes (por ejemplo, rVSV), han demostrado la capacidad de generar y probar vacunas candidatas en plazos mucho más cortos que en el pasado.12 La posibilidad de iniciar ensayos clínicos de vacunas a los pocos días de la declaración de un brote, como ocurrió en Uganda en 2025 con una vacuna candidata contra el virus Sudán 25, es un testimonio de este progreso. Estas capacidades tecnológicas, cuando se combinan con una mejor coordinación internacional, la existencia de protocolos de investigación preaprobados y adaptables (como los protocolos CORE de la OMS 3), y una voluntad política firme, son fundamentales para reducir el impacto devastador de futuros brotes de Ébola y otras enfermedades pandémicas. La continua inversión en ciencia, tecnología y colaboración global será la clave para enfrentar los desafíos persistentes que plantea el virus del Ébola.
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