I. Introducción: El Enigma Persistente del Tiempo

A. Planteamiento de las Preguntas Fundamentales

La naturaleza del tiempo ha sido una fuente perenne de perplejidad y fascinación para la humanidad. San Agustín de Hipona capturó elocuentemente esta dificultad al reflexionar: «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicarlo, ya no lo sé».1 Esta célebre cita subraya la paradoja inherente al concepto de tiempo: es un componente fundamental e íntimo de nuestra experiencia vivida, y sin embargo, se resiste a una definición unívoca y satisfactoria cuando se somete a un escrutinio riguroso. A pesar de su omnipresencia en nuestro lenguaje y pensamiento, la esencia del tiempo permanece esquiva, invitando a una exploración continua a través de las lentes de la ciencia y la filosofía.

Este informe se adentra en las preguntas centrales que han ocupado a pensadores durante milenios y que continúan desafiando nuestra comprensión del cosmos: ¿Es el tiempo una entidad fundamental, un componente objetivo del tejido del universo, independiente de la conciencia humana? ¿O es, por el contrario, una construcción de nuestra mente, una ilusión necesaria para dar sentido a nuestra experiencia del cambio y la sucesión? Más aún, en la búsqueda de los constituyentes últimos de la realidad, ¿podría la entropía –el principio físico que describe la tendencia inexorable hacia el desorden– ofrecer una clave más fundamental para desentrañar la naturaleza del tiempo, o incluso llegar a reemplazarlo conceptualmente como un pilar más básico de la descripción física del mundo?

B. Breve Panorama de las Perspectivas Científica y Filosófica

La interpretación de qué son el espacio y el tiempo ha variado profundamente a lo largo de la historia del pensamiento, y no es exagerado afirmar que una nueva manera de comprender estos conceptos podría catalizar la próxima gran revolución científica.2 Tanto la física, en su evolución desde la mecánica clásica de Newton hasta las fronteras de la relatividad general y la gravedad cuántica, como la filosofía, desde las intuiciones de los presocráticos hasta los sofisticados debates contemporáneos en metafísica y filosofía de la ciencia, han lidiado intensamente con estas cuestiones. Este esfuerzo multidisciplinar ha generado una rica y diversa gama de perspectivas, a menudo en tensión, que serán exploradas en las secciones subsiguientes de este informe.

La investigación sobre la naturaleza del tiempo es un dominio singular donde las disciplinas de la física y la filosofía no solo convergen, sino que se vuelven intrínsecamente interdependientes. Las teorías físicas, con sus modelos matemáticos y predicciones empíricas, frecuentemente plantean escenarios cosmológicos o describen regímenes de la naturaleza (como el muy temprano universo o la vecindad de las singularidades) que exigen una profunda interpretación metafísica para comprender sus implicaciones sobre la realidad del tiempo. Por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein no solo modificó las ecuaciones del movimiento, sino que transformó radicalmente nuestra concepción de la simultaneidad y la relación entre espacio y tiempo, con profundas consecuencias filosóficas sobre la objetividad del «ahora».3 Recíprocamente, los análisis filosóficos rigurosos pueden iluminar, guiar o incluso cuestionar las presuposiciones conceptuales subyacentes a los modelos físicos. La paradoja de McTaggart, por ejemplo, es un argumento puramente filosófico sobre la coherencia de nuestras nociones temporales que ha tenido eco en discusiones sobre la interpretación de teorías físicas.5 De manera crucial, el «problema del tiempo» en la gravedad cuántica 7 es un ejemplo paradigmático de un obstáculo fundamentalmente físico que está, sin embargo, profundamente arraigado en dificultades conceptuales y filosóficas sobre la definición y el papel del tiempo en la unión de la relatividad general y la mecánica cuántica. Este entrelazamiento sugiere que cualquier avance significativo en nuestra comprensión del tiempo probablemente requerirá un diálogo sostenido y una síntesis de conocimientos de ambos campos.

II. Concepciones del Tiempo en la Física: De Newton a Einstein

La física, en su esfuerzo por describir la estructura y la dinámica del universo, ha ofrecido concepciones del tiempo que han evolucionado drásticamente, reflejando un entendimiento cada vez más profundo y, a menudo, más contraintuitivo de la realidad.

A. El Tiempo Absoluto de Newton: Un Escenario Inmutable

Isaac Newton, en sus Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica, sentó las bases de la mecánica clásica y, con ella, una concepción del tiempo que dominaría el pensamiento científico durante más de dos siglos. Para Newton, el tiempo era absoluto: «El tiempo absoluto, verdadero y matemático, por sí mismo y por su propia naturaleza, fluye uniformemente sin relación con nada externo, y con otro nombre se le llama duración».9 Este tiempo absoluto constituía un escenario universal e inmutable, un «reloj cósmico» que marcaba el mismo ritmo en todo el universo, independientemente de los eventos que ocurrieran dentro de él o de los observadores que lo midieran. Era un trasfondo pasivo contra el cual se desarrollaban todos los fenómenos físicos, proveyendo un marco de referencia universal indispensable para la formulación de sus leyes del movimiento y la gravitación.9

Newton distinguió este tiempo absoluto, que consideraba imperceptible directamente y solo comprensible matemáticamente, del «tiempo relativo, aparente y común», que es la medida sensible y externa de la duración mediante el movimiento, como el movimiento del Sol o la Luna.9 Esta distinción, aunque sutil, reforzaba la idea de una realidad temporal fundamental que trascendía nuestras mediciones cotidianas.

B. La Revolución de Einstein: El Espaciotiempo y sus Implicaciones

A principios del siglo XX, Albert Einstein revolucionó la física y, con ella, nuestra comprensión del tiempo. Su trabajo desmanteló la noción newtoniana de un tiempo absoluto y universal, revelando una naturaleza mucho más maleable y entrelazada con el espacio.

1. Relatividad Especial

En 1905, la Teoría de la Relatividad Especial de Einstein demostró que el espacio y el tiempo no son entidades separadas y fijas, como se había asumido, sino que están intrínsecamente conectados, formando un continuo cuatridimensional unificado denominado «espaciotiempo».3 Un postulado central de esta teoría es la constancia de la velocidad de la luz en el vacío para todos los observadores inerciales, independientemente de su movimiento o del movimiento de la fuente de luz.11 Esta constancia tiene consecuencias profundas para la naturaleza del tiempo.

Una de las implicaciones más radicales es la relatividad de la simultaneidad. Einstein mostró que dos eventos que son simultáneos para un observador pueden no serlo para otro observador que se encuentre en movimiento relativo respecto al primero.3 Esto socava la noción intuitiva y newtoniana de un «ahora» universal, un instante presente que sea el mismo para todos en el universo. Si la simultaneidad es relativa, entonces la idea de un presente global y objetivo se vuelve insostenible.

Otra consecuencia directa es la dilatación del tiempo. La relatividad especial predice que el tiempo transcurre más lentamente para los relojes en movimiento en comparación con los relojes estacionarios, desde la perspectiva del observador estacionario. De manera similar, el tiempo también se ve afectado por la gravedad, como se describe en la relatividad general.11 Este no es un efecto ilusorio o un problema con los relojes; es una propiedad fundamental del tiempo mismo. La dilatación del tiempo ha sido verificada experimentalmente en innumerables ocasiones, por ejemplo, con partículas subatómicas que viajan a velocidades cercanas a la de la luz o mediante la comparación de relojes atómicos de alta precisión, y tiene aplicaciones prácticas cruciales, como en el funcionamiento de los Sistemas de Posicionamiento Global (GPS), que deben tener en cuenta los efectos relativistas para mantener su exactitud.11

2. Relatividad General

Diez años después, en 1915, Einstein extendió sus ideas en la Teoría de la Relatividad General (TRG), que ofrece una nueva descripción de la gravedad. En la TRG, la gravedad no es una fuerza que actúa a distancia entre masas, como en la teoría de Newton, sino una manifestación de la curvatura del espaciotiempo. Es la presencia de materia y energía la que curva o deforma el tejido del espaciotiempo, y esta curvatura, a su vez, dicta cómo se mueven la materia y la energía a través de él. En palabras concisas, «Gravedad es geometría».5 El espaciotiempo se describe matemáticamente como una variedad riemanniana de cuatro dimensiones, cuya métrica (que define las distancias y los intervalos temporales) está determinada por la distribución de masa y energía.5 Localmente, esta métrica es lorentziana, consistente con la relatividad especial.

La TRG no solo describe la gravedad con una precisión sin precedentes, sino que también permite la existencia de universos con propiedades temporales sorprendentes y contraintuitivas. Un ejemplo notable son los modelos cosmológicos desarrollados por Kurt Gödel, que son soluciones a las ecuaciones de campo de Einstein. En estos «universos de Gödel», la estructura del espaciotiempo es tal que permitiría teóricamente el viaje en el tiempo hacia el pasado a través de curvas temporales cerradas.5 Aunque nuestro universo no parece tener esta estructura global, la mera posibilidad teórica dentro de la TRG plantea profundas cuestiones sobre la naturaleza fundamental del tiempo y la causalidad.

3. Implicaciones Filosóficas: El «Universo de Bloque» y el Eternalismo

Las teorías de la relatividad de Einstein, y en particular la relatividad de la simultaneidad y la concepción del espaciotiempo como una entidad unificada, proporcionan un fuerte apoyo a una visión filosófica del tiempo conocida como «universo de bloque» o eternalismo.3 Según esta perspectiva, todos los eventos –pasados, presentes y futuros– coexisten en un bloque tetradimensional de espaciotiempo. Las distinciones que hacemos entre pasado, presente y futuro no son propiedades objetivas del universo, sino que dependen de la ubicación del observador en el espaciotiempo, de manera análoga a como «aquí» es relativo a la posición espacial del observador. En el universo de bloque, el «ahora» pierde su estatus ontológico privilegiado; todos los momentos son igualmente reales.4

Esta visión estática del tiempo, donde la totalidad del espaciotiempo existe «de una vez», sugiere que el «fluir» o «paso» del tiempo, tan central en nuestra experiencia subjetiva, podría ser una ilusión. El propio Einstein se inclinó hacia esta interpretación.3 Si el pasado, el presente y el futuro son igualmente reales y están fijos dentro del bloque del espaciotiempo, entonces la sensación de que el tiempo avanza sería una característica de nuestra percepción, no del tiempo mismo.

El tránsito conceptual de la física de Newton a la de Einstein puede interpretarse como una progresiva «desustancialización» del tiempo. Para Newton, el tiempo era una sustancia absoluta, un río que fluía uniformemente, independiente de cualquier otra cosa.9 Con la relatividad especial, el tiempo se vuelve relativo al observador y queda inextricablemente ligado al espacio, perdiendo su independencia.3 La relatividad general va más allá, haciendo que este tejido espaciotemporal sea dinámico, maleable y conformado por la materia y la energía que contiene.5 El tiempo deja de ser un contenedor pasivo para convertirse en un aspecto estructural y relacional de la realidad física, cuya naturaleza depende intrínsecamente de otros factores físicos. Esta transformación es crucial, ya que sienta las bases para entender por qué concepciones como el «universo de bloque» 4 ganan plausibilidad y por qué surgen problemas conceptuales profundos como el «problema del tiempo» 7 en los intentos de unificar la relatividad general con la mecánica cuántica.

Además, la Relatividad General, al admitir soluciones matemáticas como los universos de Gödel donde las nociones intuitivas de un orden temporal global y una clara distinción entre pasado y futuro se desmoronan, proporciona un argumento físico de peso para considerar que el tiempo, tal como lo experimentamos con una dirección y un flujo definidos, podría ser una ilusión o, al menos, una representación incompleta de una realidad más compleja.5 El hecho de que una teoría tan bien establecida como la TRG permita la existencia teórica de curvas temporales cerradas, incluso si no se manifiestan en la estructura global de nuestro universo observable, desafía la naturaleza fundamental del ordenamiento temporal que damos por sentado y refuerza la idea, ya presente en la filosofía de McTaggart, de que nuestra concepción A-teórica del tiempo (con un presente dinámico y distinciones reales entre pasado, presente y futuro) podría ser falsa.

III. El Tiempo en el Mundo Cuántico: Desafíos y Misterios Emergentes

La mecánica cuántica, la otra gran revolución de la física del siglo XX, presenta su propio conjunto de complejidades y desafíos en lo que respecta a la naturaleza del tiempo. Si bien ha tenido un éxito espectacular en la descripción del mundo a escalas atómicas y subatómicas, su tratamiento del tiempo y su relación con el tiempo de la relatividad general siguen siendo áreas de intensa investigación y debate.

A. El Tratamiento del Tiempo en la Mecánica Cuántica Estándar

En la formulación estándar y no relativista de la mecánica cuántica, el tiempo es tratado de una manera que recuerda en gran medida al tiempo absoluto de Newton. Funciona como un parámetro externo, un fondo universal y no dinámico con respecto al cual evolucionan los estados de los sistemas cuánticos. No es un operador cuántico en el mismo sentido que la posición o el momento, sino una variable clásica.

Esta evolución temporal se describe principalmente a través de dos «representaciones» o «imágenes» equivalentes:

  1. Representación de Schrödinger: En esta imagen, los operadores cuánticos que representan las observables físicas (como la posición, el momento, la energía) se consideran generalmente estacionarios, es decir, no cambian con el tiempo a menos que tengan una dependencia temporal explícita. Son las funciones de onda (o vectores de estado) ∣ψ⟩, que describen el estado del sistema cuántico, las que evolucionan en el tiempo. Esta evolución está gobernada por la famosa ecuación de Schrödinger: iℏ∂t∂​∣ψ(t)⟩=H∣ψ(t)⟩, donde H es el operador Hamiltoniano del sistema (que representa su energía total) y ℏ es la constante de Planck reducida.13 La evolución también puede describirse mediante el operador de evolución temporal U(t,t0​), tal que ∣ψ(t)⟩=U(t,t0​)∣ψ(t0​)⟩.
  2. Representación de Heisenberg: Alternativamente, en la representación de Heisenberg, las funciones de onda se consideran estacionarias en el tiempo; es decir, no cambian una vez que se especifica el estado inicial. En cambio, son los operadores A^H​(t) los que portan la dependencia temporal y evolucionan según la ecuación de Heisenberg del movimiento: iℏdtd​A^H​(t)=[A^H​(t),H]+iℏ∂t∂A^H​(t)​ (donde el último término aparece si el operador tiene una dependencia temporal explícita incluso en la representación de Schrödinger).13 El valor esperado de una observable ⟨A^(t)⟩=⟨ψ(t)∣A^∣ψ(t)⟩S​=⟨ψ(t0​)∣A^H​(t)∣ψ(t0​)⟩H​ es el mismo en ambas representaciones, lo que garantiza que describen la misma física.

Aunque estas representaciones son matemáticamente equivalentes para la mecánica cuántica no relativista, el papel del tiempo como un parámetro de fondo clásico contrasta marcadamente con su papel en la relatividad general, donde el tiempo es dinámico y parte integral del espaciotiempo.

B. El «Problema del Tiempo» en la Gravedad Cuántica

La búsqueda de una teoría de la gravedad cuántica, que unifique la relatividad general (la teoría de lo muy grande y masivo) con la mecánica cuántica (la teoría de lo muy pequeño), es uno de los mayores desafíos de la física teórica contemporánea. Uno de los obstáculos conceptuales más profundos en esta búsqueda es el llamado «problema del tiempo».7 Este problema surge fundamentalmente de la incompatibilidad radical en cómo estas dos teorías fundamentales tratan el tiempo. Como se mencionó, la relatividad general describe un tiempo dinámico, intrínsecamente ligado al espacio y afectado por la materia y la energía, mientras que la mecánica cuántica estándar emplea un tiempo que actúa como un parámetro externo y absoluto.

En algunas de las principales aproximaciones a la cuantización canónica de la gravedad, como la que conduce a la ecuación de Wheeler-DeWitt, el Hamiltoniano que, en la mecánica cuántica ordinaria, rige la evolución temporal del sistema, resulta ser cero cuando actúa sobre los estados físicos del universo.7 Esto implica que los estados cuánticos del universo no evolucionan en el tiempo, lo que lleva a la imagen de un universo «congelado» o atemporal. Si la función de onda del universo no depende del tiempo, ¿cómo emerge nuestra experiencia de un mundo en constante cambio?

Además, en un contexto de gravedad cuántica, donde la propia geometría del espaciotiempo es cuántica y puede existir en superposiciones de diferentes configuraciones, se vuelve extremadamente difícil definir un «tiempo relacional» de manera consistente.7 Si no hay un fondo espaciotemporal fijo, ¿cómo se define la evolución? Algunas propuestas sugieren que la evolución temporal, tal como la percibimos, podría no ser una característica fundamental, sino que podría emerger como una especie de cambio de base en un espacio de estados cuánticos que es, en sí mismo, fundamentalmente atemporal, similar a una concepción de universo de bloque.7

C. Interpretaciones Cuánticas y sus Visiones del Tiempo

Las peculiaridades de la mecánica cuántica han dado lugar a diversas interpretaciones que intentan dar sentido a sus predicciones y formalismo. Estas interpretaciones a menudo tienen implicaciones significativas para nuestra comprensión del tiempo.

  1. La Interpretación de Muchos Mundos (Many-Worlds Interpretation, MWI): Propuesta originalmente por Hugh Everett III, la MWI sostiene que el proceso de medición cuántica no provoca un «colapso» de la función de onda a un único resultado. En cambio, cada vez que se realiza una medición cuántica con múltiples resultados posibles, todos esos resultados se realizan, pero cada uno en un «mundo» o «rama» diferente del universo que se divide o diferencia en ese punto.16 El universo, en esta visión, es una vasta y creciente superposición de innumerables mundos paralelos.
    Desde la perspectiva del tiempo, la MWI implica que un pasado único y compartido se ramifica continuamente en una multitud de futuros alternativos. La identidad personal a través del tiempo se vuelve una cuestión compleja: si un observador realiza una medición, habrá versiones futuras de ese observador en cada una de las ramas resultantes. La pregunta «¿Cuál ‘yo’ del futuro seré?» se considera sin sentido en este marco; el observador original se corresponderá con todos sus descendientes en todos los mundos futuros.16
  2. El Problema de la Medición: Un aspecto central y controvertido de la mecánica cuántica es el llamado «problema de la medición». La teoría parece postular dos tipos de evolución temporal fundamentalmente diferentes: una evolución continua, determinista y unitaria de la función de onda de un sistema aislado, descrita por la ecuación de Schrödinger; y un cambio discontinuo, probabilístico y no unitario, a menudo llamado «colapso de la función de onda», que ocurre cuando se realiza una medición sobre el sistema, seleccionando uno de los posibles resultados con probabilidades dadas por la regla de Born.17
    Este «colapso» es problemático por varias razones, incluyendo su aparente instantaneidad (lo que plantea tensiones con la relatividad especial, que prohíbe la transmisión instantánea de información) y la falta de una definición clara de qué constituye una «medición» o cuándo ocurre exactamente. Para la naturaleza del tiempo, el proceso de colapso, si es fundamental, introduce una forma de irreversibilidad y una aparente «elección» estocástica en la evolución de los sistemas cuánticos que es distinta de la evolución unitaria, que es reversible en el tiempo.

La crisis conceptual manifestada en el «problema del tiempo» dentro de la gravedad cuántica, junto con las implicaciones de ciertas interpretaciones cuánticas como la MWI, sugiere de manera convincente que nuestra noción cotidiana de un tiempo único, absoluto y que fluye suavemente podría no ser una característica fundamental de la realidad. En cambio, el tiempo, tal como lo experimentamos, podría ser una propiedad emergente de un nivel de realidad más profundo y posiblemente atemporal.3 Por ejemplo, algunas teorías especulativas en gravedad cuántica proponen que el espaciotiempo mismo podría surgir de entidades más fundamentales, como redes de espín o lazos cuánticos, o incluso de fenómenos como el entrelazamiento cuántico, donde el tiempo no es un ingrediente primario.3 La afirmación de que las partículas cuánticas son «atemporales» 18 o que las funciones de onda en la cosmología cuántica pueden ser independientes del tiempo 7, y la ausencia de un parámetro de tiempo explícito en ecuaciones fundamentales como la de Wheeler-DeWitt 15, son indicadores poderosos de esta posible naturaleza emergente o ilusoria del tiempo a nivel fundamental.

Además, el proceso de medición en mecánica cuántica, con su postulado «colapso de la función de onda» que es aparentemente irreversible y estocástico, introduce una forma de asimetría temporal a nivel cuántico.17 Mientras que la evolución unitaria dictada por la ecuación de Schrödinger es, en principio, reversible en el tiempo, el acto de medición parece seleccionar un resultado específico de una superposición de posibilidades, y una vez que se obtiene ese resultado, el sistema se encuentra en ese nuevo estado. Si se repite la medición inmediatamente, se obtiene el mismo resultado, lo que sugiere una direccionalidad. Esta «flecha del tiempo cuántica», si es que existe como tal, es distinta de la flecha termodinámica asociada con el aumento de la entropía. La relación precisa entre estas posibles flechas del tiempo y la naturaleza fundamental del colapso (si es un proceso físico real, una aproximación efectiva de la decoherencia, o una consecuencia de la interacción con un observador) sigue siendo un tema de intenso debate y una pieza clave en el rompecabezas de la medición.

IV. Perspectivas Filosóficas sobre la Realidad y Estructura del Tiempo

La filosofía ha lidiado con la naturaleza del tiempo desde sus inicios, ofreciendo una plétora de teorías y argumentos que buscan dilucidar su estructura ontológica y su relación con nuestra experiencia. Estos debates a menudo se centran en la realidad del pasado y el futuro, la naturaleza del cambio y el «fluir» del tiempo, y la coherencia misma de nuestro concepto de tiempo.

A. El Debate Ontológico: ¿Existe el Pasado y el Futuro?

Una de las cuestiones más fundamentales en la metafísica del tiempo se refiere al estatus ontológico de los diferentes momentos temporales. ¿Existen el pasado y el futuro de la misma manera que existe el presente?

  • Presentismo: Esta es quizás la visión más intuitiva, que sostiene que solo los objetos, eventos y estados de cosas presentes existen realmente. El pasado ya no existe; sus huellas pueden persistir en el presente (como recuerdos o registros fósiles), pero las entidades pasadas mismas han dejado de ser. Similarmente, el futuro aún no existe; es meramente potencial o posible.3 El presentismo se alinea con una visión dinámica del tiempo, donde la realidad se actualiza constantemente en el «filo» del presente.
  • Eternalismo (o Universo de Bloque): En marcado contraste, el eternalismo afirma que los objetos y eventos del pasado, presente y futuro existen todos por igual. Las distinciones que hacemos entre estas épocas son meramente perspectivas, análogas a cómo «aquí» y «allá» son relativos a una ubicación espacial, pero no implican diferencias ontológicas en la realidad de esos lugares.3 El universo, desde esta perspectiva, es un «bloque» tetradimensional de espaciotiempo donde todos los eventos están fijos en sus coordenadas espaciotemporales. Esta visión es particularmente coherente con las implicaciones de la teoría de la relatividad de Einstein, especialmente la relatividad de la simultaneidad.4
  • Teoría del Bloque Creciente (Growing Block Theory): Esta teoría ofrece una posición intermedia. Sostiene que tanto el pasado como el presente son reales y existen, pero el futuro no. El «bloque» de la realidad crece continuamente a medida que el presente avanza, añadiendo nuevas «capas» de realidad al pasado existente.3 Los dinosaurios son reales porque están en el pasado, pero nuestra muerte futura (si aún no ha ocurrido) no es real porque el futuro es indeterminado o meramente potencial.

B. La Naturaleza del Cambio y el «Fluir» del Tiempo: Teorías A vs. Teorías B

Relacionado con el debate ontológico está el debate sobre la naturaleza fundamental del cambio temporal y la experiencia del «fluir» del tiempo. Este debate fue enmarcado influyentemente por J.M.E. McTaggart a principios del siglo XX, y las teorías resultantes se conocen como Teoría A y Teoría B del tiempo.

  • Teoría A del Tiempo: Los defensores de la Teoría A sostienen que hay un aspecto intrínsecamente dinámico en el tiempo. El tiempo «pasa» o «fluye», y el presente («ahora») tiene un estatus ontológico especial y objetivo. Las propiedades de ser pasado, presente o futuro (llamadas propiedades A o determinaciones A) son propiedades reales y objetivas de los eventos, y estas propiedades cambian a medida que el tiempo transcurre (un evento futuro se vuelve presente, y luego pasado).6 Para los A-teóricos, las proposiciones que contienen tiempos verbales (proposiciones «tensadas», como «Está lloviendo ahora») son fundamentales para describir la realidad, y su valor de verdad puede cambiar con el tiempo. El presentismo y la teoría del bloque creciente son típicamente consideradas versiones de la Teoría A.
  • Teoría B del Tiempo: En contraste, los proponentes de la Teoría B argumentan que el tiempo es esencialmente estático, análogo a una dimensión espacial. Las únicas relaciones temporales objetivas son las de ser anterior a, posterior a o simultáneo con otros eventos (llamadas relaciones B). Estas relaciones son permanentes e inmutables: si el evento X es anterior al evento Y, siempre será anterior a Y.4 Desde esta perspectiva, el «fluir» del tiempo y el carácter especial del «ahora» son ilusiones subjetivas o características de nuestra percepción, no de la realidad objetiva. Las proposiciones «atemporales» o «sin tiempo verbal» (como «Llueve en Londres el 1 de enero de 2025 a las 10:00 GMT») tienen valores de verdad fijos y son suficientes para describir todos los hechos temporales. El eternalismo es la ontología típicamente asociada con la Teoría B.

C. Argumentos sobre la Irrealidad del Tiempo

A lo largo de la historia de la filosofía, varios pensadores han llegado a la conclusión radical de que el tiempo, tal como lo concebimos comúnmente, es de alguna manera irreal o ilusorio.

  • Parménides de Elea: Este filósofo presocrático argumentó que el Ser es uno, eterno, inmutable e inmóvil. Dado que el cambio requiere pasar de lo que es a lo que no es (o viceversa), y lo que no es, no es, entonces el cambio es imposible. Si el cambio es una ilusión, entonces el tiempo, que está intrínsecamente ligado al cambio, también debe ser una ilusión.1 Para Parménides, solo el ser eterno y estático es real.
  • Paradoja de McTaggart (1908): John McTaggart Ellis McTaggart, en su influyente artículo «La irrealidad del tiempo», presentó un argumento lógico para demostrar que nuestra concepción del tiempo es inherentemente contradictoria y, por lo tanto, el tiempo no puede ser real.6 Distinguió entre la Serie A (la ordenación de eventos según si son pasados, presentes o futuros) y la Serie B (la ordenación de eventos según relaciones permanentes como «anterior a», «posterior a» o «simultáneo con»). McTaggart argumentó que:
  1. La Serie A es esencial para la existencia del tiempo, ya que solo ella implica un cambio genuino (los eventos cambian sus propiedades A). La Serie B, por sí sola, es una ordenación estática que carece de la dinámica del tiempo.
  2. Sin embargo, la Serie A es inherentemente contradictoria. Cada evento debe poseer todas las propiedades A (será futuro, es presente, fue pasado), pero estas propiedades son mutuamente incompatibles (un evento no puede ser simultáneamente pasado, presente y futuro).
  3. Intentar resolver esta contradicción diciendo que un evento posee estas propiedades en diferentes momentos (por ejemplo, «fue futuro, es presente, será pasado») simplemente introduce una nueva Serie A de momentos, llevando a una regresión infinita de contradicciones. Por lo tanto, concluyó McTaggart, el tiempo es irreal. Es interesante notar que Kurt Gödel, a través de un razonamiento basado en la relatividad general y la posibilidad de universos con curvas temporales cerradas, llegó a una conclusión que resuena con la de McTaggart, argumentando la falsedad de las «Teorías A del tiempo» y, por ende, la naturaleza ilusoria del tiempo tal como lo experimentamos.5
  • Kurt Gödel: Además de sus contribuciones a la lógica matemática, Gödel también reflexionó profundamente sobre la naturaleza del tiempo, especialmente a la luz de la relatividad general. Argumentó a favor de la irrealidad del tiempo tal como lo describe la ciencia (y nuestra intuición) porque la relatividad general permite modelos de universo (los «universos de Gödel») en los que, debido a la rotación del universo, existen curvas temporales cerradas que permitirían a un observador viajar a su propio pasado. Esto contradice nuestra comprensión intuitiva del tiempo como una progresión lineal y unidireccional, llevando a Gödel a sugerir que el tiempo, en el sentido de un flujo o una sucesión ordenada globalmente, podría no ser una característica fundamental de la realidad.3

D. La Propuesta Radical de la Física sin Tiempo: El Universo de «Ahoras» de Julian Barbour

El físico teórico Julian Barbour ha desarrollado una de las propuestas más radicales y completas sobre la irrealidad del tiempo. En obras como «El Fin del Tiempo», Barbour argumenta que el tiempo, tal como lo percibimos, no existe como una entidad fundamental, sino que es una ilusión.3 Sostiene que no hay un movimiento o cambio fundamental en el universo.

En lugar de un universo que evoluciona a través del tiempo, Barbour postula la existencia de un vasto espacio de configuraciones posibles del universo, al que llama «Platonia». Cada punto en Platonia representa una configuración instantánea del universo, un «Ahora» (Now) completo y autocontenido.2 Todos estos «Ahoras» existen eternamente y de forma estática.

La persistente ilusión del tiempo, según Barbour, surge de la existencia de «cápsulas de tiempo» (time capsules) dentro de estos «Ahoras».21 Una cápsula de tiempo es cualquier patrón fijo o estructura dentro de un «Ahora» que crea o codifica la apariencia de movimiento, cambio o historia. Nuestros recuerdos, los registros fósiles, las fotografías, o incluso la estructura de una galaxia que parece estar en movimiento, son ejemplos de estas cápsulas de tiempo. Son registros estáticos que interpretamos como evidencia de un pasado dinámico.

La física, en la visión de Barbour, no describe la evolución de un sistema a través del tiempo, sino que establece relaciones de similitud o proximidad entre estos diferentes «Ahoras» en Platonia. La ordenación de estos «Ahoras» basada en su similitud inherente es lo que convencionalmente interpretamos como el orden temporal.21 Su teoría busca reformular los fundamentos de la mecánica, y en particular la gravedad cuántica, sin la necesidad de un tiempo fundamental, basándose en principios machianos (donde las propiedades inerciales surgen de las relaciones entre las partes del universo) y una técnica llamada «mejor correspondencia» (best matching) para comparar configuraciones espaciales.21

El debate filosófico fundamental entre las Teorías A y B, y entre visiones ontológicas como el presentismo y el eternalismo, refleja una tensión persistente y profunda en nuestra comprensión del tiempo. Esta tensión se reduce a una pregunta fundamental: ¿es el universo un proceso que se despliega dinámicamente, con un presente privilegiado que avanza hacia un futuro abierto (como sugieren las Teorías A y el presentismo 6)? ¿O es el universo una totalidad existente, un bloque espaciotemporal estático donde todas las épocas son igualmente reales y el «flujo» es una ilusión (como proponen las Teorías B y el eternalismo 4)? Es notable que las teorías físicas, desde la relatividad de Einstein hasta las especulaciones más avanzadas en gravedad cuántica, tienden a inclinar la balanza hacia una visión más estática del tiempo a nivel fundamental. La estructura del espaciotiempo en relatividad 4 y las propuestas de un universo fundamentalmente atemporal en gravedad cuántica 7 o en la física de Barbour 21 son ejemplos de esta tendencia. La paradoja de McTaggart 6, al señalar contradicciones en la concepción dinámica del tiempo, también apoya indirectamente una visión más estática o incluso la irrealidad del tiempo.

Filósofos como Barbour y McTaggart desafían nuestra noción intuitiva de tiempo mediante un proceso de deconstrucción analítica. Descomponen el concepto de tiempo en lo que consideran sus componentes más básicos (por ejemplo, las configuraciones instantáneas o «Ahoras» de Barbour, o las propiedades de la Serie A y las relaciones de la Serie B de McTaggart) y luego argumentan que estos componentes, o la forma en que se combinan en nuestra concepción habitual del tiempo, son problemáticos, ilusorios o inherentemente contradictorios. Este enfoque resalta cómo nuestra comprensión cotidiana del tiempo podría ser una abstracción de alto nivel, una construcción conceptual derivada de fenómenos más fundamentales que quizás carecen de «temporalidad» en el sentido ordinario, o incluso de la ausencia de tales fenómenos. La crítica del físico Lee Smolin a Barbour, señalando que los físicos a veces confunden sus modelos matemáticos (que pueden ser atemporales) con la realidad misma 21, es pertinente aquí. Nos obliga a preguntarnos si estos análisis están verdaderamente eliminando el tiempo como una característica de la realidad, o si simplemente están utilizando un formalismo matemático que lo abstrae o lo representa de una manera no estándar.

Para clarificar estas diversas posturas filosóficas, la siguiente tabla compara sus tesis fundamentales:

Tabla 1: Comparación de Teorías Filosóficas Fundamentales sobre el Tiempo

CaracterísticaPresentismoEternalismo / Universo de BloqueTeoría del Bloque CrecienteTeoría A del TiempoTeoría B del Tiempo
Realidad del PasadoNo existeExisteExisteImplícito en la Serie A (como «lo que fue»)Existe
Realidad del PresenteExiste (es lo único que existe)Existe (no privilegiado)Existe (el borde del bloque creciente)Existe (privilegiado, el «Ahora» objetivo)Existe (no privilegiado)
Realidad del FuturoNo existeExisteNo existe (es potencial)Implícito en la Serie A (como «lo que será»)Existe
Naturaleza del «Ahora»Objetivo y ontológicamente privilegiadoSubjetivo, dependiente del observadorObjetivo y ontológicamente privilegiadoObjetivo y ontológicamente privilegiadoSubjetivo, dependiente del observador
¿Fluye el Tiempo?Sí, es una característica real de la realidadNo, el «flujo» es una ilusión subjetivaSí, el «bloque» de realidad creceSí, el «paso» del tiempo es realNo, el «flujo» es una ilusión subjetiva
Asociaciones Clave6Relatividad, Einstein 36Intuición común, Presentismo, Bloque Creciente 6Eternalismo, Relatividad 4

Esta tabla sistematiza las posturas de las principales teorías filosóficas sobre la ontología de las diferentes épocas temporales y la naturaleza del flujo temporal, permitiendo una comparación directa y facilitando la comprensión de las diversas arquitecturas metafísicas propuestas para el tiempo.

V. Entropía y la Flecha del Tiempo: ¿Por Qué el Tiempo Tiene una Dirección?

Una de las características más salientes de nuestra experiencia del tiempo es su aparente unidireccionalidad: los eventos parecen sucederse en un orden fijo, desde el pasado hacia el futuro, y no al revés. Los huevos rotos no se recomponen espontáneamente, el humo no vuelve a la chimenea, y envejecemos en una sola dirección. Esta «flecha del tiempo» es un fenómeno macroscópico omnipresente, pero su origen físico es un tema de profundo debate, donde el concepto de entropía juega un papel central.

A. La Segunda Ley de la Termodinámica y el Aumento Inexorable de la Entropía

La entropía, en su concepción más general, es una medida del desorden, la aleatoriedad o, más precisamente en física estadística, el número de microestados microscópicos (configuraciones detalladas de las partículas constituyentes) que son consistentes con un macroestado macroscópico observable de un sistema.25 Un sistema altamente ordenado (como un cristal de hielo) tiene baja entropía porque hay relativamente pocas configuraciones microscópicas que corresponden a ese estado macroscópico ordenado. Un sistema desordenado (como el agua líquida resultante de la fusión de ese hielo) tiene alta entropía porque hay muchísimas más configuraciones microscópicas posibles para sus moléculas.

La Segunda Ley de la Termodinámica es uno de los principios más fundamentales y universalmente válidos de la física. Establece que la entropía total de un sistema aislado (uno que no intercambia materia ni energía con su entorno) nunca puede disminuir con el tiempo; solo puede aumentar o, en el caso ideal de procesos reversibles, permanecer constante.25 Esto significa que los sistemas aislados evolucionan espontáneamente hacia estados de mayor desorden, alcanzando finalmente un estado de equilibrio termodinámico, que es el estado de máxima entropía posible dadas las restricciones del sistema.

Ejemplos intuitivos de este principio abundan en la vida cotidiana: el hielo se derrite en un vaso de agua a temperatura ambiente, el calor fluye espontáneamente de un cuerpo caliente a uno frío hasta que sus temperaturas se igualan, una gota de tinta se dispersa en un vaso de agua, y las habitaciones tienden a desordenarse si no se invierte energía en mantenerlas ordenadas.26 El orden, en este contexto, es una condición especial y artificial que requiere un aporte de energía para ser creado o mantenido; el desorden es el estado natural y más probable hacia el cual tienden los sistemas dejados a su propia evolución.26

B. La Entropía como la Explicación Física de la Asimetría Temporal Observada

La importancia de la Segunda Ley de la Termodinámica para la cuestión de la dirección del tiempo radica en un hecho crucial: la mayoría de las leyes físicas fundamentales que describen el comportamiento de los sistemas a nivel microscópico son simétricas con respecto a la inversión del tiempo (T-simetría). Esto incluye las leyes de la mecánica clásica de Newton, el electromagnetismo de Maxwell, la relatividad especial y general de Einstein, e incluso la evolución unitaria de la función de onda en la mecánica cuántica (descrita por la ecuación de Schrödinger).19 Esto significa que, si se filmara un proceso microscópico gobernado por estas leyes (como la colisión de dos partículas) y se reprodujera la película al revés, la secuencia de eventos observada también sería físicamente posible y obedecería las mismas leyes.

Sin embargo, a nivel macroscópico, observamos una clara asimetría temporal: los procesos ocurren en una dirección preferente. El aumento de la entropía, tal como lo postula la Segunda Ley, es una de las pocas, si no la única, cantidad en las ciencias físicas que distingue intrínsecamente una dirección del tiempo de la otra. Por esta razón, a menudo se la denomina la «flecha termodinámica del tiempo».19 Nos permite, a nivel macroscópico, distinguir el pasado (estados de menor entropía) del futuro (estados de mayor entropía). Físicos y filósofos como Carlo Rovelli y Sean Carroll han enfatizado repetidamente este papel crucial de la entropía en la fundamentación de la flecha del tiempo que observamos en el universo.35

C. El Enigma Cosmológico: La Hipótesis del Pasado y el Bajo Estado Entrópico Inicial del Universo

Si la entropía de un sistema aislado siempre tiende a aumentar, esto plantea una pregunta cosmológica fundamental: ¿por qué el universo comenzó en un estado de entropía tan extraordinariamente bajo? Si el universo en su conjunto es un sistema aislado (una suposición razonable), y si la entropía siempre aumenta, entonces el universo debe haber comenzado en un estado de orden muy alto (baja entropía) para permitir el vasto aumento de entropía que ha ocurrido desde entonces y que continúa ocurriendo.28 El universo primitivo, poco después del Big Bang, se describe como una sopa caliente, densa y notablemente uniforme de partículas y radiación.39 Aunque esto puede sonar caótico, en un contexto gravitacional, un estado uniforme es en realidad un estado de muy baja entropía, ya que la gravedad tiende a hacer que la materia se aglomere, formando estructuras como estrellas y galaxias, lo cual representa un estado de mayor entropía gravitacional.28

Para abordar este enigma, se ha propuesto la Hipótesis del Pasado (Past Hypothesis). Esta hipótesis es la postulación de que el universo, por razones que aún no se comprenden completamente, comenzó en un estado macroscópico de muy baja entropía.31 No es una ley dinámica en sí misma, sino una condición de frontera impuesta al estado inicial del universo. Sin esta condición inicial especial, la Segunda Ley de la Termodinámica por sí sola no garantizaría la flecha del tiempo que observamos; un universo que comenzara en un estado de alta entropía (equilibrio termodinámico) simplemente permanecería en ese estado, sin una dirección temporal preferente.

Filósofos de la física como David Albert y Huw Price han dedicado considerable atención a este problema.41 Price, por ejemplo, argumenta de manera persuasiva que el verdadero misterio de la flecha del tiempo no es tanto por qué la entropía aumenta (eso es una consecuencia estadística de la dinámica de sistemas con muchos grados de libertad), sino por qué la entropía era tan increíblemente baja en el origen del universo.41 La Hipótesis del Pasado es, por lo tanto, una pieza crucial en el rompecabezas de la flecha del tiempo.

D. Interconexión de las Flechas del Tiempo

Se han identificado varias «flechas del tiempo» distintas, que apuntan en la misma dirección en nuestra experiencia del universo 32:

  • Flecha Termodinámica: Definida por el aumento de la entropía en sistemas aislados, como se discutió anteriormente.
  • Flecha Cosmológica: Definida por la expansión del universo. Desde el Big Bang, el universo se ha estado expandiendo, y esta expansión proporciona una dirección temporal a gran escala.46
  • Flecha Causal: La observación de que las causas siempre preceden a sus efectos, y no al revés. Influimos en el futuro, pero no podemos cambiar el pasado.45
  • Flecha Radiativa: Las ondas (como las ondas electromagnéticas o las ondas en el agua) se propagan hacia afuera desde sus fuentes, no convergen espontáneamente hacia ellas.
  • Flecha Psicológica/Perceptual: Nuestra experiencia subjetiva y consciente del tiempo como algo que «fluye» desde un pasado conocido y fijo hacia un futuro desconocido y abierto. Esto incluye nuestra capacidad de recordar el pasado pero no el futuro, y nuestra sensación de que podemos influir en el futuro pero no en el pasado.32

Existe un amplio consenso en que muchas de estas flechas del tiempo, si no todas (con la posible excepción de la flecha cosmológica en ciertos modelos), no son fundamentales e independientes, sino que son consecuencias o manifestaciones de la flecha termodinámica, que a su vez está anclada en la Hipótesis del Pasado.32 Por ejemplo, la flecha psicológica (nuestros procesos de memoria y anticipación) y la flecha causal (nuestra capacidad de actuar sobre el futuro) parecen depender de la capacidad de formar registros y de la asimetría entre estados pasados (más ordenados, con correlaciones específicas) y estados futuros (más desordenados, con un mayor número de posibilidades).

La Hipótesis del Pasado se erige como un pilar fundamental para que la Segunda Ley de la Termodinámica genere una flecha del tiempo consistente con nuestra experiencia macroscópica del universo. Sin ella, la tendencia estadística de los sistemas a evolucionar hacia estados de mayor probabilidad (mayor entropía) no explicaría por qué nuestro universo no está ya en un estado de equilibrio termodinámico o por qué observamos una dirección persistente de aumento de entropía desde un pasado muy ordenado.28 Sin embargo, el estatus de la Hipótesis del Pasado es en sí mismo un tema de profundo debate y especulación.31 ¿Es una ley fundamental de la naturaleza, análoga a otras leyes físicas? ¿Es simplemente una condición de contorno ad hoc que debemos aceptar como un hecho bruto sobre nuestro universo particular? ¿O es algo que, a su vez, requiere una explicación más profunda, quizás derivada de una teoría de la cosmología pre-Big Bang, de principios antrópicos, o de la naturaleza aún desconocida de la gravedad cuántica aplicada al universo en su totalidad? La cuestión de por qué el universo comenzó en un estado de entropía tan asombrosamente bajo sigue siendo uno de los mayores enigmas de la cosmología y la física fundamental.41

Nuestra experiencia subjetiva de un tiempo dirigido –la capacidad de recordar el pasado pero no el futuro, la sensación de que el futuro está abierto a nuestras acciones mientras que el pasado es fijo e inalterable– parece estar profundamente entrelazada con procesos físicos que dependen intrínsecamente de la flecha termodinámica del tiempo. La formación de recuerdos, por ejemplo, implica la creación de estructuras ordenadas y correlacionadas en el cerebro (sinapsis fortalecidas, patrones neuronales específicos). Este proceso, como cualquier proceso de ordenamiento en un sistema abierto como el cerebro, debe estar acoplado a un aumento mayor de entropía en el entorno para ser consistente con la Segunda Ley. No podemos «recordar» el futuro porque las correlaciones neuronales que constituirían tales «recuerdos» aún no se han formado, y los procesos físicos que las formarían (interacciones con el mundo, procesamiento interno) aún no han ocurrido en la dirección del aumento global de entropía.32 Esto sugiere que nuestra percepción del flujo y la dirección del tiempo no es necesariamente una propiedad intrínseca del tiempo mismo a un nivel fundamental, sino más bien una consecuencia de cómo los seres conscientes, como sistemas termodinámicos complejos y procesadores de información, interactuamos con un universo que está gobernado por la Segunda Ley y que comenzó en un estado de muy baja entropía. La flecha psicológica del tiempo, entonces, sería una manifestación de la flecha termodinámica a nivel de la cognición y la conciencia.

VI. ¿Puede la Entropía Reemplazar o Definir al Tiempo?

Dada la íntima conexión entre el aumento de la entropía y la dirección observada del tiempo, surge una pregunta más radical: ¿es la entropía un concepto más fundamental que el tiempo mismo? ¿Podría el tiempo, en algún sentido profundo, ser reducible a la entropía, o incluso ser una manifestación o emergencia de procesos entrópicos?

A. Argumentos a Favor de la Entropía como un Concepto Más Fundamental o como la «Fuente» del Tiempo

Algunos científicos y filósofos han explorado la idea de que el tiempo, tal como lo conocemos, no es una entidad fundamental, sino un fenómeno emergente que está intrínsecamente ligado al flujo de entropía. Desde esta perspectiva, el tiempo que medimos con nuestros relojes y que experimentamos en nuestra vida diaria sería, en esencia, una manifestación de la producción y el flujo de entropía en el universo.18 En esta visión, no habría «tiempo» en ausencia de cambio entrópico; el tiempo sería una especie de «matriz» o «lienzo» en el cual o a través del cual fluye la entropía.

El físico teórico Carlo Rovelli, conocido por su trabajo en gravedad cuántica de bucles, ha argumentado de manera influyente que nuestra noción familiar de tiempo pierde su significado fundamental en el contexto de la gravedad cuántica. Sugiere que el tiempo, con su flujo y dirección, emerge solo en contextos termodinámicos y estadísticos, donde interactuamos con el mundo a un nivel macroscópico y desdibujamos los detalles microscópicos.35 Para Rovelli, la dirección del tiempo está fundamentalmente ligada a la existencia de estados de baja entropía particulares en el pasado del universo (la Hipótesis del Pasado). Sin esta condición inicial especial, no habría una flecha del tiempo discernible.

La idea más general de que la entropía «crea» o «define» la flecha del tiempo es bastante común en las discusiones populares y científicas.26 Se argumenta que, dado que la Segunda Ley de la Termodinámica es la única ley física fundamental que parece distinguir una dirección del tiempo, esta ley debe ser la clave para entender la naturaleza direccional del tiempo.

B. Análisis Crítico: Limitaciones y Desafíos de Reducir el Tiempo a la Entropía

A pesar de la atractiva conexión entre entropía y la flecha del tiempo, existen importantes desafíos y limitaciones conceptuales para la idea de reducir el tiempo a la entropía o de considerar a la entropía como más fundamental que el tiempo.

1. Naturaleza Estadística de la Entropía

La Segunda Ley de la Termodinámica es, en su raíz, una ley estadística, no una ley determinista absoluta en el mismo sentido que, por ejemplo, las ecuaciones de Maxwell o la ecuación de Schrödinger (en su evolución unitaria). Describe el comportamiento abrumadoramente probable de sistemas con un gran número de grados de libertad. Esto implica que siempre existe una probabilidad, aunque extremadamente pequeña para sistemas macroscópicos, de que un sistema aislado evolucione espontáneamente hacia un estado de menor entropía (una «fluctuación entrópica»).28 Si el tiempo estuviera definido por el aumento de la entropía, ¿significaría una fluctuación de este tipo una reversión local o temporal del flujo del tiempo? Nuestra experiencia y la coherencia de las leyes físicas no parecen apoyar tal conclusión. Además, la entropía proporciona una correlación estadística con la dirección del tiempo, pero no ofrece un mecanismo causal subyacente para el «flujo» del tiempo o para su existencia como una dimensión o parámetro.50

2. Persistencia del Tiempo como Parámetro

Incluso las leyes físicas que describen la evolución de la entropía, como las de la termodinámica y la mecánica estadística, utilizan el tiempo (a menudo denotado como ‘t’) como un parámetro fundamental con respecto al cual se describe el cambio y la evolución.15 Por ejemplo, la Segunda Ley se enuncia como dS/dt≥0 para un sistema aislado. Intentar reformular toda la física de manera coherente y completa sin recurrir a alguna noción de tiempo como parámetro o dimensión es un desafío formidable que, hasta la fecha, no se ha logrado de manera satisfactoria.15 La teoría de la relatividad especial, por ejemplo, define el tiempo como una de las cuatro dimensiones del espaciotiempo, y esta definición es independiente de consideraciones entrópicas; la estructura del espaciotiempo es previa a la discusión de cómo los sistemas evolucionan entròpicamente dentro de él.33

3. Fenómenos Temporales No Explicados (o no completamente) por la Entropía

La entropía es una función de estado, lo que significa que su valor para un sistema en un estado particular depende solo de ese estado, y no de la historia o el camino (la secuencia de eventos) que el sistema tomó para llegar a ese estado.33 Sin embargo, una descripción completa del tiempo, especialmente en relación con la causalidad, parece requerir una contabilidad de la secuencia ordenada de eventos y las relaciones de causa y efecto entre ellos. La entropía por sí sola no captura esta estructura secuencial detallada.

Además, la disminución local de la entropía es un fenómeno común en sistemas abiertos (por ejemplo, el crecimiento de un organismo vivo, la formación de cristales, el funcionamiento de un refrigerador). Estos procesos no se perciben como inversiones locales del tiempo.28 La explicación termodinámica estándar es que estas disminuciones locales de entropía siempre están acopladas a un aumento igual o mayor de entropía en el entorno, de modo que la entropía total del sistema más el entorno (considerado como un sistema aislado más grande) aumenta. Esto sugiere que el tiempo, tal como lo experimentamos, tiene una coherencia global y una direccionalidad que no está simplemente ligada al comportamiento entrópico de subsistemas locales, sino a la evolución entrópica del universo en su conjunto.

4. ¿Es la Entropía Más Fundamental que el Tiempo?

Existe un debate sobre la jerarquía fundamental entre el tiempo y la entropía. Algunos filósofos y físicos argumentan que las leyes dinámicas fundamentales, que son reversibles en el tiempo a nivel microscópico, son más fundamentales que la Segunda Ley de la Termodinámica, que es una ley estadística macroscópica que emerge del comportamiento colectivo de muchos componentes.29 Desde esta perspectiva, el tiempo (como parámetro en esas leyes fundamentales) sería conceptualmente anterior a la entropía.

Otros, como el químico físico Arieh Ben-Naim, han llegado a argumentar que la entropía, tal como se define en la mecánica estadística (por ejemplo, a través de la fórmula de Boltzmann S=klnW), es una cantidad inherentemente atemporal. Es una propiedad de un sistema en un estado macroscópico particular, relacionada con el número de microestados compatibles con ese macroestado, y no contiene ninguna referencia intrínseca al tiempo o a su dirección.53 Según esta visión, la asociación común de la entropía con la «flecha del tiempo» sería un error conceptual, o al menos una simplificación excesiva.

Una distinción crucial que a menudo se pasa por alto en estos debates es la diferencia entre la entropía como una posible definición del tiempo y la entropía como una explicación de la flecha o dirección del tiempo. La mayoría de los argumentos científicos y filosóficos sólidos apoyan la segunda proposición: la entropía, anclada por la Hipótesis del Pasado, explica por qué observamos una dirección privilegiada para los procesos macroscópicos en el tiempo. Sin embargo, esto no implica necesariamente que la entropía defina qué es el tiempo en sí mismo, ni que el tiempo sea reducible a la entropía.33 El tiempo, como parámetro en las ecuaciones dinámicas o como dimensión en la estructura del espaciotiempo, parece ser un concepto conceptualmente previo a la entropía, la cual describe el comportamiento de los sistemas físicos a medida que evolucionan en o a través del tiempo.15

Además, el problema de la localidad versus la globalidad plantea un desafío significativo para las teorías que intentan reducir el tiempo directamente a la entropía. Como se mencionó, la entropía puede disminuir localmente en sistemas abiertos sin que experimentemos una inversión o anomalía en el flujo local del tiempo.28 Nuestra experiencia del tiempo es la de un flujo globalmente coherente y unidireccional. Esto sugiere que si la flecha del tiempo está ligada a la entropía, debe estar ligada a la evolución entrópica del universo en su conjunto, gobernada por la condición inicial de baja entropía (la Hipótesis del Pasado), en lugar de depender únicamente del comportamiento entrópico de subsistemas aislados. Esto refuerza la idea de que la entropía por sí sola, sin el contexto cosmológico proporcionado por la Hipótesis del Pasado, no es suficiente para dar cuenta de todas las características observadas del tiempo.

Para resumir y contrastar cómo se concibe el tiempo en diferentes marcos de la física, la siguiente tabla puede ser útil:

Tabla 2: El Concepto de Tiempo en Diferentes Marcos de la Física

Marco FísicoNaturaleza del Tiempo¿Unidireccional Intrínsecamente?¿Fundamental/Emergente?Rol de la Entropía (si aplica)
Mecánica NewtonianaAbsoluto, Parámetro universal e independiente 9Sí (flujo equable e inmutable)FundamentalNo directamente en la definición del tiempo.
Relatividad EspecialRelativo al observador, Dimensión del espaciotiempo unificado 3No en leyes fundamentales; estructura causal del espaciotiempo impone orden.Fundamental (como parte del espaciotiempo)No directamente en la definición del tiempo.
Relatividad GeneralRelativo, Dimensión dinámica del espaciotiempo curvado por masa-energía 5No en leyes fundamentales; estructura causal del espaciotiempo impone orden.Fundamental (como parte del espaciotiempo dinámico)No directamente en la definición del tiempo.
Mecánica Cuántica (estándar)Absoluto (similar a Newton), Parámetro externo para la evolución 13No en evolución unitaria; posible asimetría en el «colapso» (debatido).FundamentalNo directamente en la definición del tiempo.
Termodinámica/Mec. EstadísticaParámetro con respecto al cual evolucionan los sistemas y aumenta la entropía 25No en leyes microscópicas; emergencia de flecha macroscópica.Fundamental como parámetro para describir la evolución.Explica la «flecha del tiempo» macroscópica observada.26
Gravedad Cuántica (hipotética)Problemático; posiblemente ausente o emergente a nivel fundamental 7Desconocido; posiblemente no aplicable a nivel fundamental.Posiblemente emergente o ilusorio 3Podría estar relacionada con la emergencia del tiempo o su flecha a escalas macroscópicas.

Finalmente, para estructurar los argumentos sobre la relación entre entropía y tiempo:

Tabla 3: Argumentos Centrales sobre la Relación entre Entropía y Tiempo

PerspectivaArgumentos PrincipalesEvidencia/Soporte TeóricoLimitaciones/Contraargumentos
Entropía explica la flecha del tiempoLa Segunda Ley de la Termodinámica (aumento de entropía) es la única ley física que distingue una dirección del tiempo a nivel macroscópico.Observaciones macroscópicas, Segunda Ley.26Requiere la Hipótesis del Pasado (estado inicial de baja entropía). Naturaleza estadística de la Segunda Ley. No explica el «flujo» o la existencia del tiempo como parámetro..28
Tiempo emerge de la entropía / es reducible a ellaEl tiempo que medimos es proporcional al flujo/producción de entropía. El tiempo se «crea» por este flujo. No hay tiempo sin cambio entrópico.Propuestas teóricas.18 Ideas de Rovelli sobre tiempo termodinámico.37El tiempo se usa como parámetro en las propias leyes de la termodinámica. ¿Cómo surge una dimensión (tiempo) de una cantidad escalar (entropía)? Dificultad para eliminar el tiempo de la física..15
Críticas a la primacía de la entropía sobre el tiempo / Entropía es independiente del tiempoLas leyes dinámicas microscópicas (reversibles en el tiempo) son más fundamentales. La entropía es una función de estado, intrínsecamente atemporal. El tiempo existe como dimensión en relatividad independientemente de la entropía. La disminución local de entropía no revierte el tiempo.Leyes fundamentales T-simétricas.29 Definición estadística de entropía.53 Relatividad.33 Observación de sistemas con entropía local decreciente.28No explica por sí misma la flecha del tiempo observada sin apelar a la entropía y/o a condiciones iniciales especiales del universo.

Estas tablas ayudan a organizar la compleja interacción entre los conceptos de tiempo y entropía, destacando tanto las áreas de fuerte conexión como los puntos de tensión y debate en curso.

VII. La Experiencia Humana del Tiempo: Entre la Física y la Fenomenología

Mientras la física y la filosofía especulativa exploran la naturaleza fundamental del tiempo, a menudo llegando a conclusiones contraintuitivas como el universo de bloque o la posible irrealidad del tiempo, nuestra experiencia vivida es innegablemente temporal. Sentimos el paso del tiempo, recordamos el pasado, anticipamos el futuro, y percibimos duraciones. Esta sección explora la experiencia subjetiva del tiempo y cómo podría relacionarse con las concepciones más abstractas.

A. La Percepción Subjetiva del Tiempo: Cronocepción

La cronocepción es el término utilizado en psicología y neurociencia para referirse a la experiencia subjetiva del tiempo, es decir, nuestro sentido interno de la duración, la secuencia y el desenvolvimiento de los eventos.55 Esta percepción no es una simple lectura pasiva de un reloj externo o interno, sino un proceso complejo y activo. Va más allá de la mera entrada sensorial inmediata; implica la capacidad de notar el cambio, la sucesión de eventos, estimar la duración de los intervalos entre ellos, y clasificar los eventos como pertenecientes al pasado, al presente o al futuro.3

Una característica notable de la cronocepción es su maleabilidad y susceptibilidad a la distorsión. Diez minutos pueden parecer una eternidad cuando se está aburrido o esperando ansiosamente algo, mientras que el mismo intervalo puede «volar» y parecer mucho más corto cuando se está absorto en una actividad placentera o interesante.3 Factores como el estado emocional, el nivel de atención, la carga cognitiva, la edad e incluso ciertos fármacos pueden influir significativamente en nuestra estimación de la duración y nuestra sensación del paso del tiempo.

B. Mecanismos Cognitivos y Neurológicos

A pesar de la ubicuidad de nuestra experiencia temporal, el cerebro humano no parece poseer un «órgano del tiempo» específico o un «reloj maestro» centralizado dedicado exclusivamente a la percepción del tiempo, a diferencia de los sistemas sensoriales bien definidos para la vista o el oído.3 En cambio, la investigación neurocientífica sugiere que la percepción del tiempo es una función distribuida que probablemente involucra la actividad coordinada de múltiples redes neuronales y regiones cerebrales.

La memoria juega un papel absolutamente crucial en nuestra experiencia temporal. Es a través de la memoria que podemos organizar las experiencias pasadas en una secuencia coherente, dándonos un sentido de continuidad e historia personal.3 Sin memoria, la noción de pasado sería inaccesible.

Desde la perspectiva de la filosofía fenomenológica, Edmund Husserl analizó la estructura de la conciencia interna del tiempo. Describió el «ahora» percibido no como un instante infinitesimal, sino como un «presente especioso» o «presente extendido» que abarca una breve duración. Este presente vivido tiene una estructura tripartita: la retención, que es la conciencia inmediata del pasado que acaba de ocurrir (como el eco de una nota musical que acaba de sonar); la presentación (o impresión originaria), que es la conciencia del evento en el momento mismo en que ocurre; y la protención, que es la anticipación inmediata del futuro que está a punto de ocurrir (como la expectativa de la siguiente nota en una melodía).3 Juntas, estas tres fases constituyen una unidad temporal coherente en la conciencia.

Investigaciones más recientes en neurociencia cognitiva, lideradas por figuras como A.D. (Bud) Craig y Marc Wittmann, han propuesto que nuestro sentido del tiempo, especialmente la sensación de su paso y la estimación de duraciones, podría estar profundamente arraigado en nuestra percepción de los estados corporales internos, un proceso conocido como interocepción.56 Esta teoría sugiere que sentimos el paso del tiempo a través de las sensaciones dinámicas y cambiantes de nuestro propio cuerpo: el ritmo cardíaco, la respiración, la tensión muscular, las señales viscerales. Estas señales interoceptivas son procesadas en regiones cerebrales como la corteza insular, que se ha implicado en la conciencia de nuestro estado físico y emocional, y también se activa durante tareas de juicio temporal. La idea es que la persistencia y el cambio continuo de estas sensaciones corporales a lo largo del tiempo proporcionan una base para nuestra experiencia subjetiva de la duración.

C. Reconciliando la Experiencia Subjetiva con las Teorías Físicas y Filosóficas

Surge una tensión considerable cuando intentamos reconciliar nuestra vívida e ineludible experiencia subjetiva de un tiempo que fluye, con un presente dinámico que se mueve hacia un futuro abierto, con algunas de las concepciones más radicales del tiempo que emanan de la física y la filosofía. ¿Cómo se alinea nuestra sensación de flujo temporal con la imagen de un universo de bloque estático propuesta por el eternalismo y apoyada por la relatividad 4, o con las teorías que sugieren la irrealidad fundamental del tiempo, como las de McTaggart o Barbour?5

Si el «flujo» del tiempo es, como sugieren estas teorías, una ilusión, entonces debemos preguntarnos sobre la naturaleza de esta ilusión. ¿Es puramente psicológica, una peculiaridad de la conciencia humana? ¿O tiene alguna base más profunda en cómo los sistemas conscientes, como entidades físicas complejas, procesan la información en un universo donde la entropía aumenta inexorablemente? Esto último conectaría la flecha psicológica del tiempo (nuestra percepción de su dirección) con la flecha termodinámica. La estructura misma de nuestra conciencia, con sus capacidades de memoria (que mira hacia el pasado) y anticipación (que se proyecta hacia el futuro), podría ser responsable de generar la sensación de un flujo temporal incluso si, a un nivel fundamental de la realidad física, el tiempo no «fluye» en absoluto, sino que simplemente «es».1

Nuestra experiencia del tiempo, por lo tanto, no parece ser una simple recepción pasiva de una propiedad objetiva del mundo externo. Más bien, se asemeja a una construcción activa llevada a cabo por el cerebro y la conciencia. Esta construcción está influenciada por una miríada de factores: nuestros estados biológicos internos (como los ritmos corporales y los niveles hormonales), nuestros procesos psicológicos (atención, emoción, memoria), y posiblemente por la manera fundamental en que, como seres vivos que son sistemas termodinámicos abiertos lejos del equilibrio, procesamos la información e interactuamos con un universo gobernado por el aumento de la entropía.3 Esto no implica necesariamente que el tiempo físico subyacente sea irreal, pero sí sugiere que nuestra experiencia de ese tiempo es profundamente mediada, modelada y construida por la compleja maquinaria de nuestra mente y cuerpo.

Una de las dificultades más persistentes y profundas en el estudio multidisciplinar del tiempo es precisamente cerrar la brecha explicativa que parece existir entre las descripciones formales, matemáticas y a menudo radicalmente contraintuitivas del tiempo en la física teórica (especialmente en relatividad y en las especulaciones sobre gravedad cuántica) y la naturaleza inmediata, cualitativa, personal y aparentemente fluida de nuestra experiencia consciente del tiempo. La física nos habla de un espaciotiempo tetradimensional donde el tiempo es una coordenada más 5, de posibles universos de bloque donde pasado, presente y futuro coexisten 4, e incluso de la posible ausencia de tiempo como entidad fundamental en el régimen de la gravedad cuántica.7 Por otro lado, la fenomenología, la psicología y nuestra introspección nos hablan de un presente vivido que se siente especial, de un flujo constante de momentos, y de una direccionalidad intrínseca de la experiencia que va del pasado al futuro.1 ¿Son estos dos «tiempos» –el tiempo de los físicos y el tiempo de la experiencia– entidades completamente diferentes e irreconciliables? ¿O existe una manera coherente de entender cómo uno podría surgir del otro o cómo se relacionan entre sí? Propuestas como la de Julian Barbour sobre las «cápsulas de tiempo» como registros estáticos que nuestra conciencia interpreta dinámicamente 21, o las explicaciones de la flecha psicológica del tiempo basadas en el procesamiento de información en un universo entrópico 32, son intentos de tender puentes sobre esta brecha. Este desafío es, en muchos sentidos, análogo al «problema difícil» de la conciencia: cómo explicar la experiencia subjetiva en términos de procesos físicos objetivos.

VIII. Conclusión: Hacia una Síntesis sobre la Naturaleza del Tiempo y su Relación con la Entropía

La investigación sobre la existencia y naturaleza del tiempo nos sumerge en algunas de las cuestiones más profundas y persistentes de la ciencia y la filosofía. A lo largo de este informe, se han explorado diversas perspectivas, desde las concepciones físicas que han transformado nuestra comprensión del cosmos hasta los debates filosóficos sobre la realidad ontológica del tiempo y el papel de la entropía en su aparente direccionalidad.

A. Recapitulación de los Argumentos Centrales

Se ha examinado la evolución del concepto de tiempo en la física, desde el tiempo absoluto e inmutable de Newton 9 hasta el espaciotiempo dinámico y relativo de Einstein 5, donde la simultaneidad es relativa y el tiempo puede dilatarse. La mecánica cuántica estándar trata el tiempo como un parámetro externo 13, pero en la búsqueda de una teoría de la gravedad cuántica, surge el «problema del tiempo», sugiriendo que nuestra noción intuitiva de tiempo podría no ser fundamental.7

Filosóficamente, se han contrastado teorías como el presentismo (solo el presente es real), el eternalismo (pasado, presente y futuro son igualmente reales, formando un «universo de bloque») y la teoría del bloque creciente.4 El debate entre las Teorías A (tiempo dinámico, con un presente objetivo) y las Teorías B (tiempo estático, donde el flujo es una ilusión) sigue siendo central.6 Argumentos radicales, como la paradoja de McTaggart 6 y la física sin tiempo de Julian Barbour 21, cuestionan la coherencia y la realidad misma del tiempo.

La entropía, a través de la Segunda Ley de la Termodinámica, emerge como la explicación física más robusta para la «flecha del tiempo», la asimetría observada entre el pasado y el futuro.26 Sin embargo, esta explicación depende crucialmente de la Hipótesis del Pasado: la condición de que el universo comenzó en un estado de muy baja entropía.31

B. El Estado Actual del Debate: ¿Ilusión, Realidad Objetiva, Propiedad Emergente?

A pesar de siglos de investigación y reflexión, no existe un consenso definitivo sobre la naturaleza última del tiempo. Sigue siendo una de las cuestiones más abiertas y fundamentales.2 La evidencia y los argumentos disponibles sugieren que el tiempo es un concepto multifacético, posiblemente una amalgama compleja de diferentes aspectos.

  • Realidad Objetiva: Ciertos aspectos del tiempo, como la estructura del espaciotiempo descrita por la relatividad general y las relaciones causales que permite, parecen ser características objetivas del universo. Las mediciones de la dilatación del tiempo son empíricamente verificables.
  • Ilusión o Construcción Humana: Nuestra percepción del «flujo» del tiempo, la vividez del «ahora» y la clara distinción entre un pasado fijo y un futuro abierto podrían ser, en gran medida, construcciones de nuestra conciencia, influenciadas por nuestros procesos cognitivos y la forma en que interactuamos con un mundo entrópico.
  • Propiedad Emergente: Una vía de investigación cada vez más prometedora es la idea de que el tiempo, tal como lo conocemos, no es una entidad fundamental, sino una propiedad emergente.3 Podría emerger de un nivel de realidad más profundo y posiblemente atemporal descrito por una futura teoría de la gravedad cuántica, o de la termodinámica y la mecánica estadística aplicadas a sistemas complejos a gran escala.

C. La Intrincada Relación entre Tiempo y Entropía

La relación entre tiempo y entropía es innegablemente profunda, pero también sutil y a menudo malinterpretada.

  • La Entropía y la Dirección del Tiempo: Es claro que el aumento de la entropía, según la Segunda Ley de la Termodinámica y anclado por la Hipótesis del Pasado, proporciona la explicación científica más sólida para la dirección observada de los procesos macroscópicos en el tiempo, es decir, para la flecha termodinámica del tiempo. Esta flecha parece ser la base de otras flechas, como la psicológica y la causal.
  • La Entropía No Define Completamente al Tiempo: A pesar de esta conexión, la mayoría de la evidencia y los argumentos sugieren que la entropía no reemplaza ni define completamente al tiempo como parámetro o dimensión en las leyes físicas fundamentales. El tiempo, en la mayoría de las formulaciones físicas, es el «escenario» o la variable independiente con respecto a la cual se describe el cambio, incluido el cambio entrópico. Son conceptos distintos, aunque profundamente interconectados: la entropía caracteriza una propiedad fundamental de cómo los procesos ocurren en el tiempo y por qué tienen una dirección preferente, pero no parece ser la esencia del tiempo mismo.

D. Reflexiones Finales: Fronteras del Conocimiento y Preguntas Abiertas

La investigación sobre la naturaleza del tiempo nos obliga continuamente a cuestionar nuestras intuiciones más arraigadas y a confrontar los límites de nuestro conocimiento actual sobre la estructura fundamental de la realidad.

  • Gravedad Cuántica: El desarrollo de una teoría completa y consistente de la gravedad cuántica sigue siendo el santo grial de la física fundamental. Se espera que tal teoría arroje luz decisiva sobre la naturaleza del tiempo a las escalas más fundamentales, resolviendo posiblemente el «problema del tiempo» y aclarando si el tiempo es fundamental o emergente.7
  • La Hipótesis del Pasado: El enigma de por qué el universo comenzó en un estado de entropía tan extraordinariamente bajo (la Hipótesis del Pasado) sigue siendo una cuestión central y sin resolver en cosmología y filosofía de la física.31 Comprender el origen de esta condición inicial es crucial para una comprensión completa de la flecha del tiempo.
  • Pluralismo Conceptual: Dada la complejidad del concepto de tiempo y la falta de un consenso unificado, un enfoque pluralista podría ser el más fructífero. Esto implicaría reconocer la validez y utilidad de diferentes conceptos de «tiempo» en diferentes dominios de investigación y experiencia: el tiempo parámetro de la mecánica clásica, el tiempo dimensión del espaciotiempo relativista, el tiempo problemático de la gravedad cuántica, el tiempo direccional de la termodinámica, el tiempo cíclico de algunos modelos cosmológicos, y el tiempo vivido de la experiencia humana. Intentar forzar todos estos aspectos en un único molde reductivo podría oscurecer más que iluminar.
  • Tiempo y Cambio: Aunque el «flujo» del tiempo pueda ser una ilusión subjetiva, la existencia del cambio en el universo parece ser una característica más robusta y difícil de negar. Incluso las teorías más radicales, como la de Barbour, hablan de una multiplicidad de «Ahoras» diferentes, lo que implica una variación o diferencia entre configuraciones. Si, siguiendo a Aristóteles, el tiempo se entiende como «la medida del cambio con respecto al ‘antes’ y el ‘después'» 1, entonces la pregunta sobre la realidad del tiempo se traslada a la pregunta sobre la realidad y la naturaleza fundamental del cambio. La entropía describe un tipo particular y ubicuo de cambio: la tendencia hacia el desorden. En un universo donde nada cambiara en absoluto, la noción de tiempo sería vacía o sin sentido.6 Esto sugiere que, aunque nuestra percepción del flujo temporal pueda ser una construcción, la existencia de una secuencia ordenada de estados o una diferenciación a lo largo de una dimensión que llamamos «tiempo» es una característica profunda de la realidad que las teorías físicas intentan capturar, y la entropía juega un papel clave en caracterizar la dirección de esa secuencia a nivel macroscópico.

En última instancia, la pregunta «¿Existe el tiempo?» no admite una respuesta simple. La respuesta depende de qué aspecto del tiempo estemos considerando y desde qué marco teórico o conceptual lo abordemos. El tiempo sigue siendo un enigma que se encuentra en la intersección de la física, la filosofía y la experiencia humana, un laberinto conceptual que continúa desafiando e inspirando la búsqueda del conocimiento.

Obras citadas

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  2. Un nuevo modelo físico propone que el tiempo es sólo una ilusión – Tendencias21, fecha de acceso: mayo 9, 2025, https://tendencias21.levante-emv.com/un-nuevo-modelo-fisico-propone-que-el-tiempo-es-solo-una-ilusion_a3879.html
  3. Time | Internet Encyclopedia of Philosophy, fecha de acceso: mayo 9, 2025, https://iep.utm.edu/time/
  4. El Universo Bloque: Explorando la Perspectiva Atemporal del …, fecha de acceso: mayo 9, 2025, https://www.youtube.com/watch?v=-xQORq4gwRg
  5. El problema del tiempo en la Teoría de la Relatividad General y la filosofía de Kant. ¿Es el tiempo un ente del mundo? – Boletín UPIITA – Instituto Politécnico Nacional, fecha de acceso: mayo 9, 2025, https://www.boletin.upiita.ipn.mx/index.php/ciencia/664-cyt-numero-54/1268-el-problema-del-tiempo-en-la-teoria-de-la-relatividad-general-y-la-filosofia-de-kant-es-el-tiempo-un-ente-del-mundo
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  9. Absolute space and time – Wikipedia, fecha de acceso: mayo 9, 2025, https://en.wikipedia.org/wiki/Absolute_space_and_time
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  11. Relativity | Institute of Physics, fecha de acceso: mayo 9, 2025, https://www.iop.org/explore-physics/big-ideas-physics/relativity
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