El cambio climático está alterando nuestro planeta de maneras cada vez más evidentes. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas, no solo son una molestia, sino una seria amenaza para la salud humana. Y es que el calor extremo, combinado con la humedad, puede llevar al cuerpo humano al límite de su capacidad de supervivencia.

La temperatura de bulbo húmedo: un indicador crucial

Para comprender el peligro real del calor extremo, los científicos utilizan la temperatura de bulbo húmedo. Esta medida, que evalúa la capacidad del cuerpo para enfriarse mediante el sudor en condiciones de calor y humedad, se ha convertido en un indicador crucial para predecir las zonas del planeta que podrían volverse inhabitables en las próximas décadas.

Cuando la temperatura de bulbo húmedo supera los 35°C, el cuerpo humano llega a un punto crítico. El sudor, nuestro mecanismo natural de refrigeración, se vuelve ineficaz, y la temperatura corporal comienza a aumentar peligrosamente. Esto puede provocar deshidratación, estrés en los órganos vitales, golpe de calor e incluso la muerte.

El mundo en alerta roja

Las regiones subtropicales, como el sur de Asia, el Golfo Pérsico y el Mar Rojo, son las más vulnerables a esta amenaza. Los modelos climáticos predicen que para 2050, estas zonas podrían experimentar temperaturas de bulbo húmedo que superen regularmente el límite de supervivencia humana.

Pero el peligro no se limita a los trópicos. Estados Unidos, China, partes del sudeste asiático y Brasil también se enfrentan a un futuro incierto. Para 2070, es probable que extensas áreas de estos países experimenten condiciones de calor y humedad extremas, poniendo en riesgo la salud y la vida de millones de personas.

El impacto en la salud humana

El estrés térmico ya es una de las principales causas de muerte relacionadas con el clima en Estados Unidos. Las olas de calor, como la que azotó el noroeste del Pacífico en 2021, han demostrado la vulnerabilidad de la población ante el calor extremo, especialmente las personas mayores, aquellas que trabajan al aire libre y las que padecen enfermedades crónicas.

Los efectos del calor extremo en la salud son múltiples y van desde deshidratación y agotamiento hasta golpe de calor, fallo orgánico e incluso la muerte. El acceso al aire acondicionado se convierte en un factor crucial para la supervivencia en estas condiciones, pero no todos tienen acceso a este recurso.

Los satélites: vigilantes del clima

Ante esta amenaza creciente, los satélites se han convertido en herramientas esenciales para monitorear el calor extremo y la humedad. Instrumentos como el Atmospheric Infrared Sounder (AIRS) del satélite Aqua de la NASA y el ECOsystem Spaceborne Thermal Radiometer Experiment (ECOSTRESS) de la Estación Espacial Internacional (ISS) proporcionan datos valiosos para estudiar el estrés térmico a nivel global.

Estos datos permiten a los científicos identificar los puntos calientes, desarrollar modelos climáticos regionales y comprender mejor los procesos que provocan temperaturas elevadas de bulbo húmedo. En el futuro, misiones como la Surface Biology and Geology (SBG) de la NASA proporcionarán datos aún más precisos sobre la temperatura y la humedad, permitiendo una mejor predicción y prevención de los riesgos del calor extremo.

Un llamado a la acción

La posibilidad de que extensas zonas del planeta se vuelvan inhabitables debido al calor extremo y la humedad es una llamada de atención urgente. Es necesario tomar medidas drásticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, adaptar nuestras ciudades al cambio climático y proteger a las poblaciones más vulnerables.

El futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad para enfrentar este desafío global. La ciencia nos ha dado las herramientas para comprender la amenaza; ahora es el momento de actuar con determinación y responsabilidad para asegurar un futuro habitable para todos.

https://science.nasa.gov/earth/climate-change/too-hot-to-handle-how-climate-change-may-make-some-places-too-hot-to-live

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