1. Introducción

El accidente nuclear de Fukushima Daiichi, desencadenado el 11 de marzo de 2011 por el Gran Terremoto del Este de Japón y el subsiguiente tsunami, constituye uno de los desastres nucleares más graves de la historia. Fue clasificado como Nivel 7 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos (INES), la máxima categoría, compartida únicamente con el accidente de Chernóbil en 1986.1 Esta clasificación subraya la magnitud de las emisiones radiactivas y el extenso impacto socioambiental y sanitario que conllevó. Si bien existen diferencias significativas en las causas y la dinámica de liberación de material radiactivo en comparación con Chernóbil 3, el evento de Fukushima se ha erigido como un referente ineludible para la industria nuclear, los organismos reguladores y la comunidad científica internacional, impulsando una profunda reevaluación de los paradigmas de seguridad nuclear a nivel global.

El desastre no fue simplemente la consecuencia de un fallo técnico aislado, sino el resultado de una concatenación de eventos naturales de una magnitud excepcional que superaron las bases de diseño de la central nuclear Fukushima Daiichi, operada por Tokyo Electric Power Company (TEPCO). Esta secuencia de eventos expuso vulnerabilidades latentes tanto en los sistemas de seguridad de la planta como en la cultura de seguridad y los marcos regulatorios prevalecientes en Japón en aquel momento.4 La tragedia de Fukushima no puede catalogarse meramente como un «desastre natural», sino como una «combinación de un desastre natural e industrial».8 Los desastres naturales, por su propia naturaleza, ponen a prueba los límites de las protecciones implementadas por los seres humanos en infraestructuras críticas como las plantas nucleares.8 Aunque el terremoto y el tsunami fueron los desencadenantes directos e innegables 4, la magnitud del desastre nuclear se vio exacerbada por deficiencias sistémicas preexistentes. Estas incluían errores en el diseño de la planta, como la ubicación de los generadores diésel de emergencia en zonas propensas a inundaciones y una altura insuficiente del muro de contención contra tsunamis, así como fallos en la evaluación previa de los riesgos asociados a estos fenómenos naturales.6 Esta distinción es fundamental, ya que implica que la prevención de futuros accidentes de similar naturaleza no depende únicamente de una mejor predicción de los desastres naturales, sino de una mejora fundamental y continua del diseño, la operación y la regulación de las centrales nucleares a escala mundial.

El presente informe tiene como propósito analizar de manera exhaustiva y rigurosa las causas multifactoriales del accidente de Fukushima Daiichi, presentar una cronología detallada de los sucesos, cuantificar y describir los daños humanos, materiales y ambientales, incluyendo la dispersión y persistencia de la contaminación radiactiva. Asimismo, se examinarán las medidas preventivas que, de haberse implementado, podrían haber evitado o mitigado la catástrofe. Finalmente, se evaluará la vulnerabilidad de otras centrales nucleares, tanto en Japón como en el resto del mundo, ante eventos similares, considerando las lecciones aprendidas y las mejoras en seguridad implementadas a nivel internacional en la última década.

2. Causas del Accidente en Fukushima Daiichi

El accidente en la central nuclear Fukushima Daiichi fue el resultado de una secuencia catastrófica iniciada por un desastre natural de proporciones históricas, cuyas consecuencias directas sobre la planta expusieron deficiencias críticas en el diseño, la evaluación de riesgos y la supervisión regulatoria.

El Gran Terremoto del Este de Japón (Magnitud 9.0) y el Tsunami Subsiguiente

  • Impacto del Terremoto (11 de marzo de 2011, 14:46 JST):
    El 11 de marzo de 2011, a las 14:46 hora estándar de Japón (JST), un terremoto de magnitud Mw​9.0 (conocido como el Gran Terremoto del Este de Japón o terremoto de Tōhoku) sacudió la costa noreste de Japón.9 Su epicentro se localizó a unos 130 km mar adentro de la ciudad de Sendai.1 En la central Fukushima Daiichi, los tres reactores que se encontraban en operación en ese momento (Unidades 1, 2 y 3) respondieron según el diseño inicial, apagando automáticamente sus reacciones de fisión en cadena (proceso conocido como SCRAM).4 Inmediatamente después, debido a los daños esperados en la red eléctrica externa, se produjo la pérdida del suministro eléctrico principal a la planta.7 Conforme al protocolo de seguridad, los generadores diésel de emergencia (EDG) de los reactores se pusieron en marcha para suministrar la energía necesaria para los sistemas de refrigeración.7
    Aunque la respuesta inicial al sismo fue acorde con los procedimientos básicos de seguridad, la intensidad del terremoto en el emplazamiento de la planta generó aceleraciones del suelo que, en algunas unidades, superaron las tolerancias de diseño sísmico para la operación continuada (por ejemplo, la Unidad 2 registró 560 Gal frente a un diseño de 450 Gal).9 No obstante, las estructuras principales de los reactores, como los edificios de contención, demostraron ser robustas sísmicamente y resistieron el temblor inicial sin daños estructurales críticos que comprometieran su integridad inmediata.1
  • Impacto del Tsunami (aproximadamente 50 minutos después del terremoto):
    Aproximadamente 41 minutos después del terremoto, a las 15:27 JST según algunas fuentes o 15:36-15:41 JST según otras, la primera de una serie de olas de tsunami masivas comenzó a impactar la costa donde se ubicaba la central.1 Las olas alcanzaron alturas de entre 13 y 15 metros en el sitio de la planta 1, superando con creces la altura del muro de contención existente, que originalmente estaba diseñado para tsunamis de hasta 5.7 metros 4 y la propia elevación de la planta, que se encontraba a 10 metros sobre el nivel del mar.9 La inundación resultante fue extensa y devastadora para los sistemas vitales de la central.
    Este impacto del tsunami fue el golpe crítico que desencadenó la secuencia del accidente. La subestimación de la altura máxima probable del tsunami en el diseño de las defensas costeras de la planta representó una vulnerabilidad fundamental y preexistente.4 Es relevante señalar que, durante la construcción de la central, TEPCO decidió rebajar la altura original del acantilado sobre el que se asentó la planta, en parte para reducir los costes operativos a largo plazo de las bombas de agua de mar. Esta decisión, aunque basada en análisis de riesgo de tsunami que en su momento se consideraron adecuados, incrementó la vulnerabilidad de la instalación a un tsunami que excediera las previsiones de diseño.10

Fallo de los Sistemas de Suministro Eléctrico

  • Inundación y Fallo de los Generadores Diésel de Emergencia (EDG):
    El agua del tsunami inundó rápidamente las áreas bajas de la central, incluyendo los sótanos de los edificios de turbinas donde se ubicaba la mayoría de los generadores diésel de emergencia.1 De los 13 EDG presentes en el sitio, 12 quedaron inoperativos debido a la inundación.1 Únicamente un generador diésel refrigerado por aire, perteneciente a la Unidad 6 (que se encontraba en parada fría y menos afectada por la inundación directa al estar en una posición ligeramente más elevada), logró sobrevivir y continuar funcionando.9
  • Pérdida de Cuadros Eléctricos y Baterías DC:
    Además de los EDG, el tsunami también inundó y dañó gravemente los cuadros eléctricos principales y las baterías de corriente continua (DC) en varias unidades. Las Unidades 1, 2 y 4 perdieron el suministro de energía DC poco después de la inundación.9 Estas baterías eran cruciales para la alimentación de la instrumentación de control del reactor, las válvulas de seguridad y los sistemas de iluminación de emergencia.1
  • Station Blackout (SBO):
    La pérdida combinada del suministro eléctrico externo (debido al terremoto) y del suministro eléctrico interno de emergencia (debido a la falla de los EDG y baterías por el tsunami) condujo a una condición conocida como «Station Blackout» (SBO) o pérdida total de corriente alterna en las Unidades 1 a 5.6 Esta condición dejó a los reactores sin la energía necesaria para operar los sistemas de refrigeración convencionales.
    La ubicación de los EDG y otros componentes eléctricos vitales en zonas bajas y susceptibles de inundación, sin la protección adecuada, constituyó un error de diseño crítico. La pérdida de energía DC fue particularmente grave, ya que impidió el funcionamiento de sistemas de monitoreo y control esenciales, dejando a los operadores con información limitada sobre el estado de los reactores en las primeras horas críticas del accidente.

Fallo de los Sistemas de Refrigeración

  • Pérdida de la Capacidad de Evacuación de Calor Residual (RHR):
    Tras la parada de los reactores, es fundamental continuar evacuando el calor residual generado por la desintegración radiactiva de los productos de fisión en el núcleo. El tsunami destruyó o inutilizó las bombas de agua de mar, que eran esenciales para los circuitos de refrigeración principales y auxiliares, incluyendo el Sistema de Evacuación de Calor Residual (RHR).1 Los intercambiadores de calor, que transferían el calor residual del reactor al agua de mar (el sumidero final de calor), también quedaron inoperativos debido a la inundación y la pérdida de las bombas.1
  • Consecuencia:
    Sin energía eléctrica para operar las bombas de los sistemas de refrigeración de emergencia y sin la capacidad de transferir calor al sumidero final (el mar), los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 comenzaron a sobrecalentarse progresivamente debido a la acumulación del calor de decaimiento.1 Esta situación llevó inevitablemente a la degradación y eventual fusión del combustible nuclear.
    La dependencia crítica de los sistemas de refrigeración de componentes externos altamente vulnerables al tsunami, como las bombas de agua de mar situadas en la costa, creó un punto único de fallo masivo con consecuencias catastróficas.

Vulnerabilidades de Diseño y Deficiencias Regulatorias Preexistentes

Las causas inmediatas del accidente (terremoto y tsunami) interactuaron con vulnerabilidades de diseño y deficiencias regulatorias que habían persistido durante años:

  • Altura Inadecuada del Muro de Contención: Como se mencionó, el muro de contención de 5.7 metros (según diseño original, aunque la planta estaba a 10m sobre el nivel del mar) era manifiestamente insuficiente para el tsunami de 14-15 metros que impactó la planta.1 Investigaciones posteriores y análisis de expertos revelaron que existían estudios previos y evidencia histórica que indicaban la posibilidad de tsunamis de mucha mayor envergadura en la región, información que no se tradujo en un diseño de defensas más robusto.4
  • Ubicación de Equipos Críticos: La decisión de situar componentes esenciales para la seguridad, como los generadores diésel de emergencia, las bombas de agua de mar y los principales cuadros eléctricos, en áreas bajas de la planta y sin una protección adecuada contra inundaciones severas, fue un factor determinante en la escalada del accidente.6
  • Deficiencias en la Evaluación de Riesgos de Tsunamis: Informes críticos, como el del Carnegie Endowment 6 y otros análisis posteriores 6, señalan que TEPCO y el organismo regulador japonés de la época, la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial (NISA), no siguieron las mejores prácticas internacionales para la evaluación exhaustiva de los riesgos de tsunamis. Se prestó insuficiente atención a la evidencia paleotsunámica (registros geológicos de tsunamis históricos de gran magnitud). El modelado por computadora de la amenaza de tsunami utilizado por TEPCO fue considerado inadecuado. De manera alarmante, simulaciones preliminares realizadas por la propia TEPCO en 2008 sugerían que el riesgo de tsunami para la planta había sido seriamente subestimado; estos hallazgos no fueron seguidos con la urgencia requerida ni comunicados de forma efectiva al regulador hasta escasos días antes del accidente de marzo de 2011.6 Un informe de la IAEA también señaló que la vulnerabilidad de la central Fukushima Daiichi a los peligros externos no había sido reevaluada de manera sistemática y completa durante sus años de existencia.11
  • Supervisión Regulatoria Insuficiente: NISA, el regulador nuclear japonés en el momento del accidente, ha sido criticada por su falta de independencia real tanto del gobierno (que tenía una política de promoción de la energía nuclear) como de la propia industria que debía regular.6 Hubo un enfoque desproporcionado en la seguridad sísmica, posiblemente en detrimento de una evaluación adecuada de otros riesgos externos significativos como los tsunamis.6 Existía una cultura de complacencia dentro de la industria y la regulación, basada en la suposición generalizada de que un accidente nuclear de la magnitud que finalmente ocurrió era «simplemente impensable».12

Estos factores indican fallos sistémicos profundos en la cultura de seguridad, la gobernanza regulatoria y la gestión de riesgos, que permitieron que vulnerabilidades conocidas o que deberían haber sido conocidas persistieran sin ser abordadas adecuadamente durante décadas.

La concatenación de estos factores lleva a una comprensión más profunda del origen del desastre. La causa raíz del accidente de Fukushima no fue simplemente el tsunami de una magnitud sin precedentes, sino una «falla de anticipación y preparación» sistémica y profundamente arraigada. Esta falla se manifestó en múltiples niveles interconectados: una subestimación persistente de los riesgos naturales a pesar de la creciente evidencia histórica y científica; diseños de ingeniería que no incorporaron márgenes de seguridad adecuados para eventos externos extremos y de causa común; y un marco regulatorio que no logró imponer proactivamente estándares de seguridad más elevados ni cuestionar de manera efectiva las autoevaluaciones de la industria. La tragedia fue, en una medida considerable, «prevenible», como argumentó el Carnegie Endowment.6

Esta conclusión se apoya en varios elementos. Primero, la evidencia de riesgo fue ignorada o minimizada: existían datos históricos sobre tsunamis de gran magnitud en la región 4 y, crucialmente, simulaciones internas de TEPCO realizadas en 2008 que ya apuntaban a una amenaza de tsunami significativamente mayor de la que se había considerado en el diseño original de la planta.6 El hecho de que esta información no se tradujera en mejoras sustanciales y urgentes en las defensas de la planta indica una grave falla en la cultura de seguridad y en los procesos de toma de decisiones tanto de la empresa operadora como del ente regulador.

Segundo, las deficiencias de diseño eran conocidas o, al menos, deberían haber sido identificadas mediante una aplicación rigurosa de las mejores prácticas internacionales. La ubicación de los generadores diésel de emergencia en sótanos propensos a inundaciones y la dependencia crítica de bombas de agua de mar expuestas directamente a la furia del océano son ejemplos claros de vulnerabilidades que podrían, y deberían, haberse identificado y mitigado con una evaluación de riesgos más exhaustiva y menos complaciente.6

Tercero, la debilidad regulatoria jugó un papel crucial. La falta de independencia efectiva del regulador NISA y su enfoque aparentemente limitado en ciertos aspectos de la seguridad 6 impidieron una supervisión robusta que podría haber forzado a TEPCO a abordar estas vulnerabilidades de manera proactiva. La complacencia generalizada sobre la seguridad intrínseca de las plantas nucleares japonesas, como señaló la IAEA 12, contribuyó a crear un entorno donde las señales de advertencia no recibieron la atención debida.

Finalmente, la cascada de fallos que se produjo –pérdida de energía externa, seguida de la falla de los generadores de respaldo debido a la inundación, y la consiguiente e inevitable pérdida de refrigeración– fue una secuencia de eventos cuya probabilidad podría haberse evaluado como significativamente más alta si se hubieran considerado adecuadamente los riesgos de un tsunami que superara las defensas existentes. Esto implica que la seguridad nuclear no puede depender únicamente de la robustez técnica frente a eventos de diseño predefinidos, sino que exige una cultura de seguridad proactiva, una regulación independiente y vigilante, y una continua y humilde reevaluación de riesgos frente a nueva información y amenazas emergentes. La lección fundamental de Fukushima es que la «impensabilidad» de un accidente severo es una postura peligrosa y, en última instancia, insostenible.

3. Cronología Detallada del Accidente (11 de Marzo de 2011 en adelante)

La secuencia de eventos que se desarrollaron en la central nuclear de Fukushima Daiichi a partir del 11 de marzo de 2011 fue compleja y se extendió durante varios días críticos, marcados por la pérdida progresiva de funciones de seguridad y los esfuerzos desesperados por controlar la situación.

11 de Marzo de 2011:

  • 14:46 JST: Se produce el terremoto de magnitud 9.0 frente a la costa de Tōhoku.9 En la central Fukushima Daiichi, los reactores en operación (Unidades 1, 2 y 3) realizan una parada automática (SCRAM) conforme a su diseño. Se pierde la conexión a la red eléctrica externa. Los generadores diésel de emergencia (EDG) se activan para suministrar energía a los sistemas críticos.7
  • 15:27 – 15:41 JST (aprox.): Las primeras olas del tsunami, con alturas que alcanzan entre 13 y 15 metros en el emplazamiento de la planta, impactan la costa. Estas olas superan el dique de contención (diseñado para 5.7 metros, aunque la planta estaba a 10 metros sobre el nivel del mar) e inundan extensas áreas de la central.1
  • La inundación afecta gravemente los edificios de turbinas y las zonas bajas de los edificios de reactores. Doce de los trece EDG del sitio quedan inutilizados por el agua.1 Las bombas de agua de mar, esenciales para la refrigeración, son dañadas o destruidas.1
  • Se produce una pérdida total de corriente alterna (AC) en las Unidades 1 a 5. Las Unidades 1, 2 y 4 también pierden el suministro de corriente continua (DC) debido a la inundación de las salas de baterías o daños en los sistemas de distribución.9
  • 15:42 JST: TEPCO notifica a las autoridades una «emergencia de primer nivel» debido a la imposibilidad de refrigerar los reactores.9
  • 16:36 JST (aprox.): El gobierno japonés declara el estado de emergencia nuclear.
  • 20:50 JST: Se emite una orden de evacuación para los residentes en un radio de 2 km alrededor de la planta.1
  • 21:23 JST: El radio de evacuación se amplía a 3 km, y se instruye a los residentes en un radio de 10 km a permanecer en el interior de sus viviendas.1

12 de Marzo de 2011:

  • 05:44 JST: El radio de evacuación se extiende a 10 km alrededor de la central.1
  • Mañana: La presión dentro del recipiente de contención primario (PCV) de la Unidad 1 comienza a aumentar peligrosamente debido al sobrecalentamiento del núcleo y la evaporación del refrigerante. Se realizan preparativos para ventear la contención y liberar presión, una maniobra arriesgada que implica la liberación controlada de gases radiactivos.
  • 14:53 JST: Se agotan las reservas de agua dulce que se estaban utilizando para la inyección de emergencia en la Unidad 1. Se toma la decisión de comenzar a inyectar agua de mar como refrigerante de último recurso.9
  • 15:36 JST: Se produce una violenta explosión de hidrógeno en el edificio del reactor de la Unidad 1.1 La explosión destruye la parte superior del edificio secundario de contención, pero se cree que el PCV permanece intacto. La explosión libera material radiactivo al ambiente y dificulta las labores de los equipos de emergencia.
  • 18:25 JST: El radio de evacuación se amplía drásticamente a 20 km.9
  • Noche: Continúan los esfuerzos para inyectar agua de mar en las Unidades 1, 2 y 3, que también están experimentando un sobrecalentamiento severo.

13 de Marzo de 2011:

  • Los sistemas de refrigeración de alta presión (RCIC y HPCI) de la Unidad 3 fallan o se detienen debido a la falta de energía DC o al agotamiento de sus capacidades. El nivel de agua en el reactor de la Unidad 3 desciende, exponiendo las barras de combustible.
  • Se logra restaurar parcialmente la energía DC en la Unidad 3 utilizando baterías de repuesto traídas al sitio.9
  • 11:01 JST: Se produce una segunda explosión de hidrógeno, esta vez en el edificio del reactor de la Unidad 3, similar en naturaleza y consecuencias a la ocurrida en la Unidad 1.1 Resultan dañadas las líneas de agua que se intentaban usar para la refrigeración.

14 de Marzo de 2011:

  • 06:10 JST (aprox.): Se escucha una explosión en la zona de la Unidad 2. Inicialmente se teme una explosión de hidrógeno en el edificio del reactor, pero análisis posteriores sugieren que pudo ser una explosión menor en la cámara de supresión (un componente del PCV) o un venteo forzado que evitó una detonación mayor en el edificio del reactor.1 Hay indicios de daños en el PCV de la Unidad 2.
  • El nivel de agua en el reactor de la Unidad 2 desciende críticamente, llevando a la exposición total del núcleo de combustible.
  • Crece la preocupación por el estado de la piscina de combustible gastado de la Unidad 4, que, aunque estaba en parada por mantenimiento en el momento del terremoto, contenía una gran cantidad de combustible gastado recientemente descargado y altamente radiactivo que requería refrigeración continua.

15 de Marzo de 2011:

  • 06:15 JST: Se produce una tercera gran explosión de hidrógeno, esta vez en el edificio del reactor de la Unidad 4, seguida de un incendio.1 Esta explosión es particularmente preocupante porque se cree que dañó la estructura que soporta la piscina de combustible gastado, aumentando el riesgo de una pérdida masiva de agua de la piscina y una liberación catastrófica de radiactividad.
  • Se registran liberaciones significativas de material radiactivo a la atmósfera. La mayoría del personal no esencial es evacuado del sitio debido a los altos niveles de radiación.
  • Se confirman daños en la integridad del recipiente de contención primario de la Unidad 2, lo que implica una vía directa para la fuga de productos de fisión.

Días y Semanas Siguientes:

  • Los esfuerzos se centran en la inyección continua de grandes cantidades de agua (inicialmente de mar, luego progresivamente sustituida por agua dulce para evitar la corrosión) en los núcleos de los reactores 1, 2 y 3, y en las piscinas de combustible gastado de las Unidades 1, 2, 3 y 4, utilizando camiones de bomberos y bombas improvisadas.1
  • Se realizan trabajos para intentar restaurar la energía eléctrica externa a algunas de las unidades y así reactivar sistemas de refrigeración más estables.1
  • Los altos niveles de radiación en todo el emplazamiento de la central complican enormemente todas las operaciones de mitigación y reparación.
  • Durante este período, se confirma que los núcleos de los reactores de las Unidades 1, 2 y 3 sufrieron una fusión completa o parcial del combustible (core meltdown) en los primeros tres días del accidente.1
  • Se producen liberaciones continuas y significativas de radionucleidos a la atmósfera y al Océano Pacífico, tanto por venteos intencionados como por fugas no controladas.8

Estabilización a Largo Plazo:

  • Diciembre de 2011: TEPCO y el gobierno japonés anuncian que los reactores 1, 2 y 3 han alcanzado la condición de «parada fría» (cold shutdown).13 Esto significa que la temperatura en el fondo de las vasijas de los reactores se mantiene consistentemente por debajo de 100∘C y que las emisiones de material radiactivo desde los reactores están bajo control y significativamente reducidas. Este hito marcó el final de la fase de emergencia aguda del accidente, aunque el inicio de un larguísimo proceso de descontaminación y desmantelamiento.

La cronología de los eventos en Fukushima Daiichi revela una cascada de fallos sistémicos y una lucha desesperada por parte de los operadores y equipos de emergencia para recuperar el control de la central en condiciones extremadamente adversas y peligrosas. Las explosiones de hidrógeno, un fenómeno bien conocido en accidentes con pérdida de refrigerante en reactores de agua ligera, fueron el resultado de la reacción química entre el vapor de agua a muy alta temperatura y el zirconio del revestimiento de las barras de combustible. Estas explosiones no solo causaron daños estructurales severos a los edificios de los reactores, sino que también comprometieron las barreras de contención secundaria y fueron una vía importante para la dispersión de material radiactivo al medio ambiente.4 La gestión de las piscinas de combustible gastado, especialmente en la Unidad 4 donde el edificio sufrió graves daños, también se convirtió en una preocupación crítica y de alto riesgo durante semanas.

La secuencia de eventos pone de manifiesto la interdependencia crítica de los múltiples sistemas de seguridad en una central nuclear y cómo un fallo inicial y común a varias unidades –la pérdida de energía eléctrica y de los sistemas de refrigeración definitivos debido al tsunami– puede desencadenar una secuencia de eventos catastróficos que se retroalimentan. Asimismo, la crisis de Fukushima resaltó la extrema dificultad, si no la imposibilidad, de gestionar eficazmente un accidente severo que afecta a múltiples unidades de reactores de forma simultánea, un escenario complejo que, como reconoció posteriormente la IAEA, no había sido adecuadamente previsto ni en los diseños de las plantas ni en los planes de emergencia de muchos países.12 Esta simultaneidad de fallos y emergencias sobrepasó la capacidad de respuesta planificada y los recursos disponibles, obligando a improvisar soluciones en un entorno de alto riesgo y con información incompleta.

A continuación, se presenta una tabla que resume los eventos más críticos para facilitar la comprensión de la progresión del desastre:

Tabla 1: Cronología Selecta de Eventos Críticos del Accidente de Fukushima Daiichi

Fecha/Hora (JST)Unidad(es) Afectada(s)Evento PrincipalConsecuencia Inmediata Principal
11 Mar, 14:46TodasTerremoto M9.0Parada automática reactores, pérdida de energía externa.
11 Mar, 15:36-15:41U1-U5Impacto del tsunami (olas 13-15m)Fallo de generadores diésel (12/13), inundación, pérdida de refrigeración.
12 Mar, 15:36U1Explosión de hidrógenoDaño edificio reactor, liberación radiactiva.
13 Mar, 11:01U3Explosión de hidrógenoDaño edificio reactor, liberación radiactiva.
14 Mar, ~06:10U2Sospecha de explosión/daño en cámara de supresiónLiberación radiactiva, posible daño a contención primaria.
15 Mar, 06:15U4Explosión de hidrógeno (edificio de reactor/piscina)Daño edificio reactor, riesgo para piscina de combustible, liberación radiactiva.
Mar-Jun 2011U1, U2, U3Fusión del núcleo confirmadaContaminación severa del núcleo y vasija del reactor.
Diciembre 2011U1, U2, U3Declaración oficial de «parada fría»Estabilización térmica relativa, emisiones controladas.

Fuentes: 1

Esta tabla permite visualizar la rápida escalada de los acontecimientos y cómo las diferentes unidades se vieron afectadas casi simultáneamente o en rápida sucesión, subrayando la naturaleza sistémica de la crisis.

4. Impacto y Daños del Accidente

El accidente nuclear de Fukushima Daiichi tuvo consecuencias profundas y multifacéticas, que abarcaron desde el impacto directo en la salud humana y el medio ambiente hasta enormes costes económicos y un profundo trauma social.

Daños Humanos

  • Muertes Directas por el Accidente Nuclear (Radiación Aguda):
    Es un hecho notable y una diferencia significativa con el accidente de Chernóbil que no se produjeran muertes directamente atribuibles a un síndrome de irradiación aguda entre el público general ni entre la gran mayoría de los trabajadores de la central como consecuencia inmediata del accidente de Fukushima.1 Esta ausencia de fatalidades agudas por radiación se debió, en gran medida, a las masivas y rápidas evacuaciones de la población en las zonas circundantes y a que, si bien algunos trabajadores recibieron dosis significativas de radiación, estas no alcanzaron los umbrales letales agudos para la mayoría. Años después del accidente, en 2018, el gobierno japonés reconoció oficialmente la muerte de un trabajador por cáncer de pulmón como potencialmente relacionada con la exposición a la radiación recibida durante las labores de emergencia en la planta.4
  • Muertes Indirectas Relacionadas con la Evacuación:
    Paradójicamente, las medidas de protección implementadas para salvaguardar a la población de la radiación tuvieron un coste humano considerable. Se ha documentado un número significativo de muertes indirectas, denominadas «muertes relacionadas con el desastre» (disaster-related deaths), que ocurrieron como consecuencia del estrés y las dificultades de la evacuación, la interrupción de la atención médica crítica, el deterioro de las condiciones de vida en los refugios temporales y el trauma del desplazamiento forzado. Estas muertes afectaron de manera desproporcionada a personas mayores y pacientes con enfermedades crónicas.1 Las cifras varían según las fuentes, pero se estima que más de 2,300 personas fallecieron en la prefectura de Fukushima debido a estas causas relacionadas con la evacuación 1, y otras fuentes citan alrededor de 1,232 muertes directamente por la evacuación.19 Este trágico balance subraya que las medidas de protección, si no se planifican y gestionan con extrema cautela y atención a las necesidades de las poblaciones vulnerables, pueden generar consecuencias sanitarias graves por sí mismas.
  • Impacto en la Salud de la Población General y Trabajadores:
  • Población General: Evaluaciones exhaustivas realizadas por organismos internacionales como el Comité Científico de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han concluido que no se esperan aumentos discernibles en las tasas de cáncer u otros efectos sanitarios hereditarios directamente atribuibles a la exposición a la radiación en la población general afectada por el accidente de Fukushima.16 Las dosis promedio recibidas por los residentes, incluso en áreas relativamente cercanas como la ciudad de Fukushima (estimada en unos 4 mSv para adultos 16), fueron considerablemente más bajas que las registradas en Chernóbil. El notable aumento en los casos de cáncer de tiroides detectados en niños y jóvenes de la prefectura de Fukushima se atribuye en gran medida a un efecto de cribado intensivo y ultrasensible («screening effect»), que permitió diagnosticar un gran número de nódulos y cánceres tiroideos preexistentes o de crecimiento lento que, de otro modo, no habrían sido detectados clínicamente durante muchos años, o nunca.17
  • Trabajadores: Un pequeño porcentaje de los trabajadores que participaron en las labores de emergencia y mitigación en la central recibió dosis de radiación más elevadas. Se estima que alrededor del 0.7% de la fuerza laboral (aproximadamente 175 personas de un total de 25,000) recibió dosis superiores a los 100 milisieverts (mSv) 4, el límite de dosis efectiva para trabajadores en situaciones de emergencia en muchos países. La dosis promedio para el conjunto de los 25,000 trabajadores involucrados en los primeros 19 meses después del accidente fue de aproximadamente 12 mSv.16 Se han reconocido oficialmente algunos casos de cáncer (como leucemia y cáncer de tiroides) entre los trabajadores como enfermedades profesionales relacionadas con su exposición a la radiación en Fukushima.16 El seguimiento de la salud a largo plazo de este colectivo es una prioridad. Si bien los efectos directos de la radiación a nivel poblacional se consideran bajos, la incertidumbre científica sobre los efectos de la exposición a bajas dosis de radiación a largo plazo persiste y es un área de continua investigación y debate.16
  • Impactos Psicosociales y Evacuaciones Masivas:
    Más allá de los efectos físicos de la radiación, el accidente de Fukushima desencadenó una crisis humanitaria y social de gran envergadura. Más de 150,000 a 164,000 personas fueron evacuadas de sus hogares en las zonas circundantes a la central nuclear.1 Este desplazamiento masivo y prolongado provocó una profunda desestructuración social y económica, y tuvo un impacto devastador en la salud mental de los afectados. Se han reportado aumentos en los niveles de estrés, ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros problemas psicosociales entre los evacuados.18 La incertidumbre sobre el futuro, la pérdida del hogar y los medios de vida, el estigma asociado a provenir de zonas contaminadas y el miedo a los efectos de la radiación (a menudo exacerbado por una comunicación de riesgos confusa o contradictoria) contribuyeron a este sufrimiento. En julio de 2020, casi una década después del accidente, unas 40,000 personas seguían oficialmente evacuadas y sin poder regresar a sus hogares de forma permanente.18 Los efectos psicosociales del accidente de Fukushima son, sin duda, uno de sus legados más significativos y duraderos, comparables en su naturaleza invisible y persistente a los de una epidemia.18

Daños Materiales y Costes Económicos

  • Destrucción en la Central Nuclear:
    El accidente causó daños catastróficos en la central Fukushima Daiichi. Los núcleos de los reactores de las Unidades 1, 2 y 3 experimentaron una fusión completa o muy significativa del combustible.1 Los edificios que albergaban los reactores de las Unidades 1, 3 y 4 sufrieron daños estructurales severos debido a las explosiones de hidrógeno.1 Como resultado, las cuatro primeras unidades (1-4) fueron declaradas irreparables y destinadas al desmantelamiento.1 Aunque las Unidades 5 y 6 no sufrieron fusión del núcleo y se llevaron a parada fría de forma segura, posteriormente se decidió que tampoco volverían a operar, dado el estado general del emplazamiento y la política energética subsiguiente.20
  • Costes de Compensación:
    TEPCO, como operadora de la planta, asumió la responsabilidad de compensar a las decenas de miles de personas evacuadas y a las empresas afectadas por la contaminación radiactiva y las restricciones de actividad. Ya en enero de 2014, la compañía estimaba que estos pagos por compensación superarían los 5 billones de yenes (aproximadamente 50 mil millones de dólares estadounidenses de la época).20
  • Costes de Descontaminación y Desmantelamiento:
    Los costes asociados a la limpieza de las áreas contaminadas fuera del emplazamiento de la central (off-site) y al desmantelamiento de los reactores dañados (on-site) son astronómicos y se extenderán durante muchas décadas.
  • Descontaminación off-site: El Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón estimó que los costes de descontaminación solo en la prefectura de Fukushima oscilarían entre 2.5 y 5.1 billones de yenes (entre 25 y 51 mil millones de USD).20
  • Desmantelamiento on-site: TEPCO estimó inicialmente los costes de limpieza y desmantelamiento de los reactores en el propio sitio de Fukushima Daiichi en unos 2 billones de yenes (20 mil millones de USD).20 Sin embargo, estas son cifras preliminares para un proceso sin precedentes en su complejidad. El gobierno japonés ha estimado que el proceso completo de clausura y desmantelamiento de la central Fukushima Daiichi probablemente tomará entre 30 y 40 años, o incluso más.11
  • Coste de Reemplazo de Energía Nuclear:
    El accidente de Fukushima llevó a una paralización de facto de todas las centrales nucleares en Japón durante un período considerable para realizar evaluaciones de seguridad y mejoras. Antes del accidente, la energía nuclear generaba aproximadamente el 30% de la electricidad en Japón.19 La necesidad de reemplazar esta capacidad de generación nuclear con importaciones de combustibles fósiles (principalmente gas natural licuado y carbón) supuso un enorme coste adicional para la economía japonesa. Se estima que solo en los tres primeros años tras el accidente, el coste adicional por importación de combustibles para generación eléctrica ascendió a unos 10 billones de yenes (aproximadamente 100 mil millones de USD).20
  • Costes Totales Estimados:
    Dada la complejidad y la duración de las tareas de desmantelamiento, gestión de residuos y compensaciones, las estimaciones del coste total del accidente de Fukushima varían, pero todas apuntan a cifras colosales. Algunas proyecciones sugieren que los costes totales podrían superar los 20 billones de yenes (200 mil millones de USD).20 Otras estimaciones más específicas, como la citada por Energías Renovables, apuntaban a 80,000 millones de euros solo para cubrir la descontaminación, las compensaciones y el almacenamiento de residuos a largo plazo.21 El impacto económico directo en la prefectura de Fukushima durante el año 2011 se calculó en 1.02 billones de yenes, lo que equivalía al 7.3% del Producto Interno Bruto (PIB) de la prefectura en ese año.22

Los costes económicos del accidente de Fukushima son, por tanto, multifacéticos y de una magnitud extraordinaria, abarcando desde la respuesta inmediata a la emergencia, las compensaciones a largo plazo, los ingentes trabajos de descontaminación y desmantelamiento que se prolongarán durante generaciones, hasta el impacto macroeconómico derivado del cambio en la política energética nacional y la pérdida de confianza.

Contaminación Radiactiva y Daño Ecológico

El accidente de Fukushima Daiichi resultó en la liberación de una cantidad significativa y diversa de radionucleidos al medio ambiente, afectando el aire, el suelo y el agua, con consecuencias ecológicas que aún se están evaluando.

  • Tipos de Radionucleidos Liberados:
    Los principales radionucleidos liberados con impacto significativo en la salud y el medio ambiente fueron el Yodo-131 (131I), el Cesio-134 (134Cs) y el Cesio-137 (137Cs).14 El 131I tiene una vida media relativamente corta (aproximadamente 8 días), por lo que su impacto radiológico principal fue en las primeras semanas y meses tras el accidente, desapareciendo del ambiente en unos tres meses.14 Por el contrario, el 134Cs (vida media de unos 2 años) y especialmente el 137Cs (vida media de unos 30 años) son los principales responsables de la contaminación radiactiva a medio y largo plazo en las zonas afectadas.14 También se liberaron otros radionucleidos como Estroncio-90 (90Sr), Tritio (3H o T) y Carbono-14 (14C), entre un cóctel de más de 60 radionucleidos diferentes presentes en el agua contaminada.15 La magnitud de la emisión de 137Cs se estima que fue aproximadamente unas cinco veces menor que la liberada durante el accidente de Chernóbil.4
  • Contaminación del Aire, Suelo y Agua:
  • Aire: La liberación inicial de material radiactivo se produjo a la atmósfera, dispersándose principalmente en dirección noroeste desde la planta debido a los vientos predominantes, y una parte muy significativa (alrededor del 80%) se depositó sobre el Océano Pacífico.14 Se detectaron trazas de esta contaminación atmosférica a nivel global, incluyendo en Europa y Norteamérica, aunque en concentraciones extremadamente bajas.14
  • Suelo: La deposición atmosférica (lluvia radiactiva) causó una contaminación significativa del suelo en extensas áreas de la prefectura de Fukushima, particularmente en la región noroeste de la central.14 Esto llevó al establecimiento de zonas de exclusión, áreas de descontaminación especial y áreas de sondeo intensivo de contaminación.14 Las labores de descontaminación del suelo han sido masivas y complejas, implicando a menudo la retirada de la capa superior del suelo contaminado, que luego debe ser almacenada como residuo radiactivo.14
  • Agua (Océano y Subterránea):
  • El Océano Pacífico recibió contaminación radiactiva tanto por vertidos directos de agua altamente contaminada desde la planta en las primeras fases del accidente como por la deposición atmosférica sobre su superficie. Se registraron concentraciones muy elevadas de 131I y 137Cs en el agua de mar en las proximidades de la central. Por ejemplo, las concentraciones de 137Cs en el agua de mar cerca de los canales de descarga de la planta alcanzaron niveles de hasta 6.8×107 Bq/m3 el 6 de abril de 2011.15
  • Un problema persistente es la continua generación de agua contaminada en el sitio de la central. Esta agua proviene tanto del líquido utilizado para enfriar los reactores dañados y el combustible fundido, como del agua subterránea que se infiltra en los edificios de los reactores y turbinas, entrando en contacto con los materiales radiactivos.14 Esta agua es bombeada y tratada mediante un complejo sistema de filtración conocido como ALPS (Advanced Liquid Processing System), que es capaz de remover la mayoría de los radionucleidos, con la notable excepción del tritio (3H) y, en menor medida, otros como el Carbono-14 (14C).14
  • El agua tratada se ha estado almacenando en cientos de tanques en el emplazamiento de la central, alcanzando un volumen de más de 1.3 millones de metros cúbicos.14 Dada la limitación de espacio para más tanques y los riesgos asociados a su almacenamiento a largo plazo (terremotos, fugas), el gobierno japonés y TEPCO tomaron la controvertida decisión de iniciar, en agosto de 2023, el vertido controlado y gradual de esta agua tratada (previamente diluida para cumplir con los límites regulatorios de tritio) al Océano Pacífico. Este proceso se espera que dure varias décadas y ha generado una considerable preocupación y oposición tanto a nivel nacional como internacional, especialmente por parte de países vecinos y comunidades pesqueras.23
  • Extensión de las Zonas Afectadas:
    Se establecieron zonas de evacuación y restricción basadas en los niveles de radiación. Estas incluyeron una zona de exclusión estricta (inicialmente de 20 km, luego reconfigurada), áreas especiales de descontaminación donde se esperaba que la dosis anual superara los 20 mSv, y áreas de sondeo intensivo de contaminación con dosis menores pero aún significativas.14 Con el tiempo, y gracias a los esfuerzos de descontaminación (que han implicado la retirada de millones de metros cúbicos de suelo contaminado), se ha permitido el regreso de la población a aproximadamente el 70% del área originalmente evacuada, aunque muchas personas han decidido no retornar.18
  • Impacto en la Cadena Alimentaria y Fauna:
  • En los meses posteriores al accidente, se detectó contaminación radiactiva en diversos productos agrícolas, ganaderos y pesqueros. Se implementaron estrictos controles y límites de radiación para los alimentos (por ejemplo, 100 Becquerels por kilogramo (Bq/kg) para cesio en alimentos generales en Japón).14 Los productos que superaban estos límites fueron retirados del mercado. Actualmente, gracias a estos controles y a la disminución natural de la radiactividad de algunos isótopos, se considera que casi ningún alimento producido en Japón presenta niveles de contaminación preocupantes. Incluso el consumo de alimentos producidos en la prefectura de Fukushima representa ahora una contribución insignificante a la exposición adicional a la radiación para la población general.14
  • Sin embargo, existen algunas excepciones notables. Se siguen detectando niveles elevados de radiactividad en ciertos tipos de peces capturados en aguas cercanas a la central, en algunos hongos silvestres y, de manera destacada, en los jabalíes que habitan en la zona de exclusión. Estos animales consumen hongos y otros vegetales contaminados, lo que lleva a una bioacumulación de cesio en sus tejidos.14
  • La dispersión de radionucleidos en el Océano Pacífico llevó a la detección de 134Cs y 137Cs de origen fukushimense en especies marinas migratorias, como el atún rojo, capturado frente a la costa de California (EE. UU.) tan solo un año después del accidente.15 Ocho años después, radionucleidos de Fukushima fueron detectados en el Océano Ártico, el Mar de Bering y el Mar de Chukchi, demostrando la vasta escala de su transporte oceánico.15
  • Se han realizado estudios sobre los efectos de la radiación en la fauna local, como el conocido caso de las mutaciones observadas en mariposas del género Zizeeria maha en las cercanías de la central 4, aunque los resultados y su extrapolación han sido objeto de debate científico. El informe de UNSCEAR de 2020 considera improbable un impacto regional claro y generalizado en las poblaciones de vida silvestre que pueda atribuirse causalmente a la exposición a la radiación resultante del accidente, aunque reconoce que se han observado algunos efectos perjudiciales en ciertas plantas y animales en áreas con niveles de radiación elevados.17
  • Gestión a Largo Plazo del Agua Contaminada:
    Como se mencionó, el almacenamiento de más de 1.3 millones de toneladas de agua tratada con ALPS 23 y su posterior vertido al océano representa uno de los mayores desafíos a largo plazo. TEPCO y el gobierno japonés argumentan que el proceso de tratamiento y dilución asegura que los niveles de tritio y otros radionucleidos residuales en el agua vertida son seguros y cumplen con los estándares regulatorios, una postura que cuenta con el respaldo técnico de la IAEA en cuanto al cumplimiento de los planes con sus estándares de seguridad.25 Sin embargo, críticos y algunas naciones vecinas expresan preocupación por los posibles efectos acumulativos a largo plazo en los ecosistemas marinos y la salud humana a través de la cadena alimentaria, la falta de datos sobre el comportamiento de todos los radionucleidos en el agua tratada, y el precedente que este vertido podría sentar para la gestión futura de residuos nucleares.23 La opción del vertido fue descrita por algunos como la de «menor coste» en comparación con otras alternativas tecnológicas de tratamiento o almacenamiento a más largo plazo.24

El impacto del desastre de Fukushima trasciende las métricas inmediatas de muertes o costes económicos directos, revelando una compleja y entrelazada red de consecuencias que se proyectarán durante décadas, e incluso generaciones. Esta red abarca secuelas sanitarias tanto físicas como mentales, profundas disrupciones sociales como el desplazamiento prolongado y el estigma, costes económicos que afectan a niveles local, nacional e industrial, y un daño ambiental caracterizado por la contaminación persistente y los intrincados dilemas de gestión de residuos. La gestión del agua contaminada, en particular, se erige como un ejemplo paradigmático de un desafío que es a la vez técnico, ético y de confianza pública, con implicaciones que resuenan a escala global.

Los costes humanos «ocultos» son una parte fundamental de esta compleja red. Las muertes directamente relacionadas con el estrés y las dificultades de la evacuación 1, junto con los severos impactos psicosociales que incluyen ansiedad, depresión y desintegración comunitaria 18, a menudo son subestimados en las narrativas públicas en comparación con los efectos directos de la radiación. Sin embargo, constituyen una carga sanitaria y social masiva y duradera, que obliga a redefinir el concepto de «daño» en el contexto de un accidente nuclear.

La contaminación persistente del medio ambiente, especialmente por radionucleidos de larga vida como el Cesio-137 14, permanecerá como un legado tangible durante generaciones. Los esfuerzos de descontaminación, aunque ingentes y extraordinariamente costosos 14, solo pueden ser parciales y generan a su vez enormes cantidades de residuos radiactivos que requieren una gestión segura a largo plazo. La decisión de verter al océano el agua tratada que aún contiene tritio y otros radionucleidos residuales 23, si bien técnicamente justificada por algunos bajo el argumento del cumplimiento de ciertos límites de dilución, plantea preocupaciones legítimas y profundas sobre los posibles efectos acumulativos a largo plazo en los ecosistemas marinos, la bioacumulación en la cadena trófica 23, y el precedente que esta práctica podría establecer para la gestión futura de residuos nucleares a nivel mundial.24

El impacto económico también es sistémico y va mucho más allá de los costes directos de limpieza y compensación. El accidente provocó un cambio drástico en la política energética de Japón, con una moratoria de facto en la operación de sus reactores nucleares durante años, un aumento significativo en la dependencia de costosos combustibles fósiles importados y un debate nacional aún no resuelto sobre el futuro de la energía nuclear en el país.19 Este cambio tuvo, y sigue teniendo, consecuencias económicas directas e indirectas para la industria, los consumidores y la balanza comercial de Japón. A nivel global, el accidente también afectó la confianza en la energía nuclear, influyendo en decisiones de inversión, políticas energéticas y el desarrollo de nuevos proyectos en numerosos países.

Finalmente, aunque no se ha observado una catástrofe ecológica generalizada en términos de extinciones masivas o colapso de ecosistemas 17, la contaminación de nichos ecológicos específicos (como los jabalíes en la zona de exclusión 14) y la detección de radionucleidos de Fukushima a grandes distancias en especies marinas migratorias 15 indican una dispersión y persistencia de contaminantes que requieren un monitoreo científico continuo y a largo plazo. Los efectos de la exposición crónica a bajos niveles de radiación en la compleja red de los ecosistemas son sutiles, difíciles de aislar de otros factores de estrés ambiental, y aún objeto de intensa investigación científica.23

En conjunto, una evaluación completa y honesta del impacto de un accidente como el de Fukushima debe ser necesariamente multidimensional y proyectada a largo plazo. Debe considerar no solo las consecuencias radiológicas directas, sino también la intrincada cascada de efectos indirectos en la salud pública integral (física y mental), la cohesión social, la estructura económica y la integridad del medio ambiente. La gestión de estas secuelas plantea desafíos formidables que exigen no solo soluciones técnicas, sino también transparencia, una genuina participación pública en la toma de decisiones y una cuidadosa ponderación de los riesgos, beneficios y valores éticos en juego.

A continuación, se presentan tablas que resumen los daños estimados y los principales radionucleidos liberados:

Tabla 2: Resumen de Daños Estimados del Accidente de Fukushima Daiichi

Categoría de ImpactoIndicador EspecíficoEstimación/DatoFuente(s) Principal(es)
HumanoMuertes directas (radiación aguda)0 (1 posterior por cáncer laboralmente reconocido)1
HumanoMuertes indirectas (relacionadas con la evacuación)>2,300 (en Prefectura de Fukushima)1
HumanoPersonas evacuadas>150,000 – 164,0001
HumanoTrabajadores con dosis >100mSv~175 (0.7% de la fuerza laboral inicial)4
EconómicoCoste compensaciones (estimación TEPCO, 2014)>¥5 billones ($50 mil millones USD aprox.)20
EconómicoCoste descontaminación off-site (estimado)¥2.5 – ¥5.1 billones ($25 – $51 mil millones USD aprox.)20
EconómicoCoste desmantelamiento on-site (estimación TEPCO)~¥2 billones ($20 mil millones USD aprox.)20
EconómicoCoste total estimado del accidente>¥20 billones ($200 mil millones USD aprox.)20
EconómicoCoste reemplazo energía nuclear (3 años post-accidente)~¥10 billones ($100 mil millones USD aprox.) \$20 \
\Ambiental \Principal radionucleido persistente a largo plazo \Cesio-137 (^{137}Cs$)
AmbientalAgua contaminada (tratada y almacenada, Feb 2024)~1.3 millones de m314

Tabla 3: Principales Radionucleidos Liberados en Fukushima y sus Características Relevantes

RadionucleidoSímboloVida Media AproximadaPrincipal Vía de Exposición HumanaImpacto Ambiental/Sanitario PrincipalFuente(s) Principal(es)
Yodo-131131I8 díasInhalación, ingestión (leche, vegetales de hoja)Acumulación en tiroides, riesgo de cáncer de tiroides (especialmente en niños en caso de exposición aguda).14
Cesio-137137Cs30 añosIngestión (alimentos contaminados, agua), exposición externa (suelo)Contaminación persistente del suelo y agua, exposición interna y externa prolongada, bioacumulación.14
Cesio-134134Cs2 añosSimilar al 137CsSimilar al 137Cs, pero con menor duración de impacto debido a su vida media más corta.14
Estroncio-9090Sr29 añosIngestión (químicamente similar al calcio, se acumula en huesos)Contaminación de alimentos, exposición interna, riesgo para la médula ósea.15
Tritio3H (T)12.3 añosIngestión (principalmente a través de agua contaminada)Baja radiotoxicidad comparativa, no se bioacumula significativamente en la cadena trófica. Preocupación principal por los grandes volúmenes de agua tratada que lo contienen.14
Carbono-1414C5730 añosIngestión, inhalaciónContaminante a muy largo plazo, puede incorporarse en moléculas orgánicas y persistir en el ciclo biológico.15

Estas tablas ofrecen una visión cuantitativa y cualitativa de las diversas dimensiones del daño, permitiendo apreciar la escala del impacto y la naturaleza de los contaminantes radiactivos involucrados.

5. Medidas Preventivas que Podrían Haber Evitado o Mitigado el Accidente

El análisis retrospectivo del accidente de Fukushima Daiichi revela que una serie de medidas preventivas, basadas en una evaluación de riesgos más rigurosa y en la adhesión a las mejores prácticas internacionales de seguridad nuclear, podrían haber evitado la catástrofe o, al menos, mitigado significativamente su gravedad. Estas medidas abarcan desde el diseño de ingeniería de la planta hasta la supervisión regulatoria y la cultura de seguridad.

  • Adhesión a las Mejores Prácticas Internacionales y Estándares de Seguridad:
    Un factor subyacente crucial fue la desviación o la aplicación laxa de los estándares y mejores prácticas internacionales en materia de seguridad nuclear por parte de TEPCO y del organismo regulador japonés, NISA. Informes como el del Carnegie Endowment 6 sugieren que si se hubieran seguido estos estándares de manera más estricta, es concebible que se hubiera previsto la posibilidad de un tsunami de la magnitud observada. Una planta diseñada o actualizada conforme a estos enfoques de seguridad de vanguardia habría tenido una capacidad de resistencia mucho mayor.
  • Diseño de Defensas contra Tsunamis Más Robustas:
    La medida preventiva más evidente habría sido la construcción de defensas costeras significativamente más robustas. Esto incluye muros de contención contra tsunamis de mayor altura, diseñados considerando no solo los registros históricos recientes, sino también la evidencia paleotsunámica (estudio de tsunamis prehistóricos a través de depósitos geológicos) y modelos de tsunamis que contemplen los peores escenarios creíbles para la región.6 Como referencia, tras el accidente, otras plantas en Japón, como la de Hamaoka, planificaron e implementaron la construcción de muros anti-tsunami de hasta 18-22 metros de altura.6 El dique original de Fukushima Daiichi, con una altura de diseño de 5.7 metros, fue claramente inadecuado.
  • Protección y Reubicación de Sistemas Críticos de Respaldo:
    La vulnerabilidad de los sistemas de energía de respaldo fue el talón de Aquiles de la planta. Una medida preventiva esencial habría sido la reubicación de los generadores diésel de emergencia (EDG) y los sistemas de baterías de corriente continua a terrenos más elevados, fuera del alcance de la máxima inundación previsible, o su instalación en búnkeres subterráneos o estructuras completamente estancas y protegidas contra inundaciones.6 Además, asegurar la estanqueidad de todas las conexiones eléctricas y de control entre estas fuentes de energía de emergencia y los sistemas de seguridad clave habría sido fundamental para mantener su operatividad.6
  • Sistemas Alternativos y Diversificados para la Disipación de Calor:
    La pérdida del sumidero final de calor (el océano) debido a la falla de las bombas de agua de mar y los intercambiadores de calor fue catastrófica. Las medidas preventivas deberían haber incluido la protección robusta de estas bombas contra la inundación o, preferiblemente, la diversificación de los sistemas de disipación de calor. Esto podría implicar la construcción de sistemas de respaldo para la disipación de calor que no dependan exclusivamente del agua de mar, como torres de refrigeración de circuito cerrado o la utilización de generadores de emergencia refrigerados por aire, que no requieren agua de mar para su propio funcionamiento.6 El establecimiento de sumideros de calor alternativos y redundantes es un principio clave de la defensa en profundidad.6
  • Supervisión Regulatoria Más Independiente y Rigurosa:
    Un organismo regulador verdaderamente independiente, con la autoridad, los recursos y la voluntad política para imponer mejoras de seguridad y realizar evaluaciones de riesgo exhaustivas y críticas, es indispensable. NISA fue criticada por su falta de independencia del gobierno (que tenía un rol promotor de la energía nuclear) y de la propia industria.6 Un regulador fuerte y creíble habría estado en mejor posición para cuestionar las evaluaciones de seguridad de TEPCO y exigir la implementación de mejoras basadas en el conocimiento científico emergente sobre riesgos de tsunami.
  • Evaluaciones de Riesgo Dinámicas y Actualizadas:
    La seguridad nuclear no puede basarse en evaluaciones de riesgo estáticas realizadas en el momento del diseño inicial de la planta. Es crucial una reevaluación periódica y sistemática de la seguridad de la planta a la luz de la evolución de las amenazas externas (como nuevos datos sobre sismicidad o tsunamis, o los impactos del cambio climático) y el avance de las mejores prácticas y tecnologías de seguridad a nivel internacional.6 Esto incluye prestar la debida atención a la evidencia de grandes tsunamis históricos y utilizar modelos informáticos de amenazas cada vez más sofisticados y precisos.6
  • Fortalecimiento de la Cultura de Seguridad:
    Una cultura de seguridad robusta y proactiva debe permear todos los niveles de la organización operadora y del ente regulador. Esto implica superar la complacencia y la peligrosa suposición de que un accidente severo es «impensable» o de probabilidad tan baja que no merece una preparación exhaustiva.12 Se debe fomentar un ambiente donde la seguridad sea la prioridad absoluta, se aliente el cuestionamiento crítico de las prácticas existentes y se promueva el aprendizaje continuo de la experiencia operativa propia y ajena.29

La prevención efectiva de accidentes de la magnitud de Fukushima requiere, por tanto, un enfoque sistémico y multidimensional. Este enfoque debe integrar de manera coherente: primero, un diseño técnico intrínsecamente robusto y adaptable, basado en una aplicación rigurosa del principio de «defensa en profundidad» que considere explícitamente los fallos de causa común; segundo, una regulación verdaderamente independiente, técnicamente competente y con el poder coercitivo necesario para hacer cumplir los más altos estándares de seguridad; y tercero, una cultura de seguridad proactiva, inquisitiva y autocrítica que impregne a toda la industria nuclear y a sus organismos de supervisión. La ausencia o debilidad significativa en cualquiera de estos tres pilares fundamentales crea vulnerabilidades sistémicas que pueden tener consecuencias catastróficas.

Además, la prevención no puede basarse únicamente en el cumplimiento retrospectivo de regulaciones históricas. Debe incorporar de manera proactiva una «evaluación continua del riesgo» que se nutra de la nueva información científica disponible (por ejemplo, sobre paleotsunamis, modelos climáticos avanzados, o la sismicidad de fallas geológicas poco conocidas) y de la evolución constante de las mejores prácticas y tecnologías de seguridad a nivel global. La interdependencia de estos pilares es crucial: las mejoras técnicas, como la construcción de muros anti-tsunami más altos 6 o la protección de generadores de emergencia 6, son necesarias pero no suficientes si la regulación no las exige de manera efectiva o si la cultura operativa de la planta no las prioriza y mantiene adecuadamente. Un regulador fuerte e independiente 6 puede ser el motor que impulse tanto las mejoras técnicas como el fomento de una cultura de seguridad más sólida. A su vez, una cultura de seguridad genuinamente arraigada 12 llevaría a los operadores a identificar y abordar riesgos y a exceder los mínimos regulatorios si fuera necesario para garantizar la seguridad.

Fukushima demostró de manera trágica que múltiples barreras de seguridad, si son nominalmente independientes pero vulnerables a una misma causa común (en este caso, el tsunami), pueden fallar de forma simultánea y correlacionada. Por lo tanto, el concepto de «defensa en profundidad» debe aplicarse de manera que asegure la independencia real y la robustez de las sucesivas capas de protección frente a tales eventos de causa común.28 La regulación, por su parte, debe ser proactiva y no meramente reactiva. NISA, el regulador japonés en 2011, operaba en un modo que ha sido percibido como más reactivo, y las evaluaciones de riesgo no se actualizaban con la celeridad y el rigor necesarios ante la nueva evidencia científica sobre la magnitud de los tsunamis históricos en la región.6 Un sistema preventivo eficaz requiere que tanto los reguladores como los operadores busquen activamente nueva información sobre peligros potenciales y la incorporen de manera sistemática y oportuna en las evaluaciones de seguridad y en los planes de mejora de las plantas. La «previsibilidad» exacta del tsunami de 2011 puede ser objeto de debate técnico, pero la «prevenibilidad» de la catástrofe nuclear resultante es mucho más clara si se hubieran aplicado de manera consistente y rigurosa estos principios sistémicos de diseño, regulación y cultura de seguridad.

6. Análisis de Riesgo: ¿Podría Ocurrir un Accidente Similar?

La catástrofe de Fukushima Daiichi provocó una introspección global sobre la seguridad nuclear. Tanto en Japón como a nivel internacional, se han implementado cambios significativos para reducir la probabilidad de que un accidente de tal magnitud se repita. No obstante, persisten riesgos inherentes y desafíos futuros.

Mejoras en la Seguridad Nuclear en Japón Post-Fukushima

Japón emprendió una reforma integral de su sistema de seguridad nuclear tras el accidente.

  • Creación de la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) (Septiembre 2012):
    Se estableció un nuevo organismo regulador, la NRA, con el objetivo de ser más independiente y contar con mayores poderes que su predecesora, NISA. La NRA se situó bajo la autoridad del Ministerio de Medio Ambiente, separándola del ministerio encargado de la promoción de la energía nuclear, buscando así evitar conflictos de interés y restaurar la confianza pública.7 Su mandato fundamental es fomentar una cultura donde la seguridad sea la consideración primordial en todas las actividades nucleares.29
  • Nuevas Normativas y Requisitos Más Estrictos (Julio 2013):
    La NRA implementó un nuevo conjunto de requisitos regulatorios, considerablemente más estrictos, que las centrales nucleares existentes y futuras deben cumplir para operar. Estos requisitos se basaron en las lecciones aprendidas de Fukushima y en estándares internacionales. Los aspectos clave incluyen 11:
  • Ampliación de Objetivos de Seguridad: Se incluyó explícitamente la protección del medio ambiente y la prevención y mitigación de accidentes severos (aquellos que implican daño al núcleo del reactor) como objetivos regulatorios.
  • «Back-fitting»: Se introdujo la obligatoriedad de aplicar retroactivamente los nuevos y más exigentes requisitos de seguridad a las plantas nucleares ya existentes, un cambio fundamental respecto a la práctica anterior.
  • Medidas Reforzadas contra Desastres Naturales: Se exige una reevaluación exhaustiva y un refuerzo de las defensas contra una amplia gama de desastres naturales, incluyendo terremotos (con la determinación de un Movimiento Sísmico de Base de Diseño o DBGM/Ss más riguroso), tsunamis (con una Altura de Tsunami de Base de Diseño o DBTH más conservadora), erupciones volcánicas, tornados e incendios forestales.
  • Prevención y Mitigación de Accidentes Severos: Se establecieron requisitos específicos para prevenir el daño al núcleo del reactor, asegurar la integridad del edificio de contención, implementar sistemas de venteo controlado y filtrado de la contención para aliviar la presión en caso de accidente, suprimir la dispersión de materiales radiactivos al exterior, y gestionar la generación y acumulación de hidrógeno.
  • Fiabilidad del Suministro Eléctrico: Se exige una mayor robustez y redundancia de los sistemas de suministro eléctrico, tanto externos como internos. Esto incluye múltiples fuentes de energía de respaldo (generadores diésel fijos y móviles, baterías de larga duración), protegidas contra peligros externos y con capacidad para operar de forma autónoma durante períodos prolongados.
  • Protección de Piscinas de Combustible Gastado: Se reforzaron las medidas para asegurar la refrigeración y la integridad estructural de las piscinas donde se almacena el combustible nuclear gastado, que demostraron ser una fuente de riesgo significativa en Fukushima.
  • Centros de Respuesta a Emergencias y Equipos Móviles: Se requiere el establecimiento de centros de respuesta a emergencias fortificados y protegidos, tanto dentro como fuera del emplazamiento de la planta, así como la disponibilidad de equipos móviles (bombas, generadores) para la mitigación de accidentes.29
  • Instalaciones de Seguridad Especializadas (SSF): Para algunas plantas, se ha requerido la construcción de Instalaciones de Seguridad Especializadas, que son estructuras de respaldo adicionales y altamente protegidas, ubicadas a cierta distancia de los reactores, conteniendo equipos críticos para la gestión de accidentes severos.31
  • Pruebas de Resistencia («Stress Tests») y Reevaluación de Riesgos:
    Todas las centrales nucleares japonesas fueron sometidas a «pruebas de resistencia» para evaluar su robustez frente a eventos extremos que excedieran sus bases de diseño originales.7 Estas pruebas implicaron una reevaluación detallada de los riesgos sísmicos (DBGM o Ss) y de tsunamis (DBTH) para cada emplazamiento específico, considerando la geología local, la actividad de fallas y los registros históricos y paleotsunámicos.34 Como resultado, los valores de diseño para terremotos y tsunamis se han incrementado significativamente en muchas plantas. Por ejemplo, en la central Kashiwazaki-Kariwa, el DBGM Ss para las unidades 1-4 se estableció en 2300 Gal, y para las unidades 5-7 en 1209 Gal.34 En la central Hamaoka, las unidades 3-5 fueron mejoradas para resistir un Ss de 1000 Gal.37 La central Tomari está en proceso de construir un muro anti-tsunami de 19 metros de altura.39 La NRA ha estado revisando meticulosamente los planes de mejora y las solicitudes de reinicio de cada planta, un proceso que ha resultado ser largo y complejo.26
  • Actualizaciones Específicas en Centrales (Estado a 2024-2025):
    El proceso de revisión y aprobación por parte de la NRA para el reinicio de los reactores ha sido gradual y específico para cada planta, exigiendo la demostración del cumplimiento de los nuevos y más estrictos estándares de seguridad.
  • Kashiwazaki-Kariwa (TEPCO): Es la central nuclear más grande del mundo. Se han implementado importantes mejoras, incluyendo la construcción de muros anti-tsunami a 15 metros sobre el nivel del mar, la instalación de puertas estancas y el refuerzo de la resistencia sísmica de estructuras y equipos.43 Las Unidades 6 y 7 (reactores ABWR) recibieron la aprobación básica de seguridad de la NRA en 2017, pero su reinicio se ha visto retrasado por problemas relacionados con medidas antiterroristas y otros aspectos operativos.41 En abril de 2024, TEPCO comenzó la carga de combustible en la Unidad 7 tras recibir la aprobación de la NRA, con planes de reiniciar operaciones comerciales en el año fiscal 2025.42
  • Hamaoka (Chubu Electric Power): Situada en una región con un riesgo sísmico históricamente alto (cerca de la fosa de Nankai). Chubu Electric ha invertido masivamente en mejoras, incluyendo un imponente muro anti-tsunami de 22 metros de altura, la impermeabilización de salas de generadores y la instalación de generadores de respaldo en colinas cercanas.26 La revisión de la NRA para el reinicio de las Unidades 3 y 4 (la Unidad 5 también está en revisión) continuaba en curso a principios de 2024, sin una fecha clara para su conclusión, en parte debido a la complejidad de las evaluaciones geológicas y de riesgo de tsunami.26
  • Takahama (Kansai Electric Power): Varias unidades de esta planta han reiniciado operaciones tras recibir las aprobaciones de la NRA y completar las mejoras requeridas. Las Unidades 1 y 2, más antiguas, recibieron extensiones de licencia para operar más allá de los 40 años, sujetas a mejoras significativas.31 El DBGM para las Unidades 3 y 4 fue elevado a 700 Gal.34 En mayo de 2024, la NRA aprobó la extensión de operación por 20 años adicionales para las Unidades 3 y 4.42
  • Onagawa (Tohoku Electric Power): La Unidad 2 de esta central, que fue la más cercana al epicentro del terremoto de 2011 y resistió el evento sin daños mayores a sus sistemas de seguridad, completó sus mejoras post-Fukushima y estaba programada para reiniciar operaciones en noviembre de 2024.32 Su DBGM se estableció en 1000 Gal.34
  • Tomari (Hokkaido Electric Power): La NRA aprobó el borrador del informe de evaluación de seguridad para la Unidad 3 en abril de 2025, un paso importante hacia su posible reinicio.39 Se está construyendo un muro anti-tsunami de 19 metros de altura, cuya finalización es necesaria antes del reinicio.39
  • Shika (Hokuriku Electric Power): Esta central se vio afectada por el terremoto de la península de Noto en enero de 2024. Aunque no hubo un accidente nuclear, se reportaron incidentes como el desbordamiento de agua en la piscina de combustible gastado y una fuga de aceite de un transformador. Se confirmó que las funciones de seguridad esenciales se mantuvieron.41 El DBGM para la Unidad 2 es de 1000 Gal.34 Su proceso de revisión para el reinicio está en curso.
  • Otras Centrales: Unidades en otras centrales como Sendai (Kyushu Electric) e Ikata (Shikoku Electric) también han pasado por el proceso de revisión de la NRA y han reiniciado operaciones tras implementar las mejoras requeridas.31 La NRA aprobó extensiones de operación por 20 años para Sendai 1 y 2 en noviembre de 2023.42

Japón ha realizado un esfuerzo masivo y costoso para reforzar la seguridad de sus plantas nucleares. Sin embargo, los riesgos inherentes a su ubicación geográfica (alta sismicidad, exposición a tsunamis) persisten y no pueden eliminarse por completo. La efectividad a largo plazo de estas mejoras dependerá de la continua vigilancia regulatoria, la adaptación a nueva información científica sobre peligros naturales y el mantenimiento de una cultura de seguridad robusta en las empresas operadoras. El terremoto de la península de Noto de 2024, aunque no derivó en un accidente nuclear en la central de Shika, sirvió como un recordatorio tangible de estos riesgos persistentes y de la importancia de las medidas implementadas.41 A noviembre de 2024, 12 reactores estaban operativos en Japón 32, y el proceso de revisión y aprobación de la NRA para otros reactores continúa siendo minucioso, enfocándose en la geología del sitio, los DBGM, los DBTH y la implementación completa de todas las contramedidas de seguridad requeridas.41

A continuación, se presenta una tabla comparativa de medidas de seguridad clave y un resumen del estado de algunas centrales japonesas:

Tabla 4: Comparativa de Medidas de Seguridad Clave Pre y Post-Fukushima (General/Japón)

Aspecto de SeguridadEnfoque/Estándar Pre-Fukushima (Japón/Típico Global)Enfoque/Estándar Post-Fukushima (Japón/IAEA/Global)
Evaluación Riesgo TsunamiBasada en registros históricos limitados, muros de contención modestos (ej. 5.7m en diseño original de F. Daiichi).Reevaluación exhaustiva, consideración de paleotsunamis, uso de modelos más conservadores, construcción de muros significativamente más altos (ej. 15-22m en algunos casos), estructuras y equipos estancos.
Energía de Respaldo (Generadores Diésel, Baterías)Ubicación a menudo vulnerable (sótanos), dependencia de refrigeración por agua de mar para algunos EDG.Múltiples fuentes redundantes (fijas y móviles), ubicación protegida (elevada, estanca), diversificación (ej. generadores refrigerados por aire), mayor autonomía de combustible y baterías.
Gestión de Accidentes Severos (SAM)Planes y equipos limitados, suposición de muy baja probabilidad de ocurrencia, foco en prevención de daño al núcleo.Planes detallados y obligatorios para mitigación de consecuencias de daño al núcleo, equipos dedicados (venteo filtrado de contención, inyección de agua diversificada, gestión de hidrógeno, refrigeración del corium).
Supervisión RegulatoriaMenor independencia percibida del regulador (NISA en Japón), enfoque en cumplimiento de normas existentes.Regulador con mayor independencia y autoridad (NRA en Japón), implementación de «backfitting» de normas más estrictas, énfasis en la cultura de seguridad y la evaluación continua de riesgos.
Frecuencia de Peligros Naturales (Base de Diseño)Consideración de eventos con periodos de retorno más cortos (ej. 1 en 1,000 años para algunos peligros).Consideración de eventos mucho más raros y severos (ej. 1 en 10,000 años o superior para la base de diseño de peligros externos).

Fuentes: 6

Tabla 5: Estado de Reactores Nucleares Clave en Japón y Mejoras de Seguridad Post-Fukushima (Selección Representativa, datos a 2024-2025)

Nombre de la CentralOperadorUnidad(es) Relevante(s)Estado Actual (Operativa/Parada/En revisión NRA)Principales Mejoras de Seguridad Implementadas (Ej. Altura muro tsunami, EDG mejorados, SSF)DBGM Ss (Gal) Post-MejoraDBTH (m) Post-Mejora (si disponible)Fecha Aprobación NRA (si aplica)
Kashiwazaki-KariwaTEPCOU6, U7Parada (Preparando reinicio U7, U6 en revisión)Muro tsunami 15m, EDG protegidos, SSF, mejoras sísmicas, puertas estancas.U1-4: 2300, U5-7: 1209N/DU6&7: Dic 2017 (seg. básica); Revisiones adicionales completadas Dic 2023.
HamaokaChubuU3, U4, U5Parada (En revisión NRA)Muro tsunami 22m, EDG en colina (25m elev.), impermeabilización.1000 (U3-5)21.1 (eval. Chubu)Pendiente (Revisión en curso 2024)
TakahamaKansaiU1, U2, U3, U4Operativas (U1, U2, U3, U4)SSF, mejoras sísmicas, extensión de vida aprobada (U1, U2, U3, U4).U3&4: 700N/DU1&2: Jun 2016 (ext. vida); U3&4: Reinicios post-2016; Ext. vida U3&4 aprobada May 2024.
OnagawaTohokuU2Operativa (Reinicio Nov 2024)Muro tsunami, mejoras sísmicas.1000N/DFeb 2020
TomariHokkaidoU3Parada (Revisión NRA, borrador aprobado Abr 2025)Muro tsunami 19m (en construcción), mejoras sísmicas.N/DN/DBorrador Aprobado Abr 2025 (Pendiente aprobación final)
ShikaHokurikuU2Parada (Afectada por terremoto Noto 2024, en revisión NRA)Mejoras sísmicas y anti-inundación.1000N/DPendiente

Fuentes: 26

Nota: N/D = No Disponible en las fuentes consultadas. El estado y las fechas pueden variar según la información más reciente.

Implicaciones Globales para la Seguridad Nuclear

El accidente de Fukushima actuó como un catalizador para una revisión profunda de la seguridad nuclear a nivel mundial.

  • Revisión de Estándares por Organismos Internacionales (IAEA, OECD-NEA, WANO):
  • La Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) lanzó un Plan de Acción sobre Seguridad Nuclear poco después del accidente, impulsando una revisión de sus propios estándares de seguridad para incorporar las lecciones aprendidas.48 Se fortalecieron los requisitos relativos a la protección contra peligros naturales externos, exigiéndose ahora considerar eventos con una frecuencia estimada superior a 1 en 10,000 años (en lugar del anterior 1 en 1,000 años).28 Se puso mayor énfasis en la independencia real de los diferentes niveles de defensa en profundidad para evitar fallos de causa común.28 La IAEA también intensificó sus servicios de revisión por pares, como las misiones OSART (Operational Safety Review Team) e IRRS (Integrated Regulatory Review Service), para evaluar la seguridad operativa y la eficacia regulatoria en los Estados Miembros.48 El informe exhaustivo del Director General de la IAEA publicado en 2015 12 proporcionó un análisis detallado del accidente y sus causas.
  • La Agencia para la Energía Nuclear de la OCDE (OECD-NEA) ha desempeñado un papel crucial en el análisis técnico y la difusión de lecciones aprendidas, publicando varios informes que detallan las mejoras de seguridad implementadas por sus países miembros.13 Su trabajo se ha centrado en áreas como la gestión de accidentes severos, la cultura de seguridad, la reevaluación de peligros naturales y la protección radiológica. Proyectos de investigación conjuntos coordinados por la NEA, como ROSAU (Reducción de Incertidumbres en Accidentes Severos) y ESTER (Experimentos sobre Término Fuente para Liberaciones Retardadas), buscan abordar desafíos técnicos clave relacionados con el comportamiento del combustible fundido y la liberación de productos de fisión, basándose en las observaciones de Fukushima.53
  • La Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO), una organización creada por la propia industria tras el accidente de Chernóbil para promover la excelencia operativa y la seguridad mediante el intercambio de información y las revisiones por pares entre operadores, intensificó sus actividades después de Fukushima.54 WANO ha trabajado para fortalecer sus programas de revisión y asistencia técnica, y está implementando un nuevo modelo operativo con un servicio llamado «enhanced performance monitoring» para proporcionar retroalimentación más frecuente y detallada a sus miembros sobre su desempeño en seguridad.55 También ha desarrollado guías como el «Roadmap to Operational Readiness» para ayudar a los nuevos entrantes en la industria nuclear a alcanzar altos estándares de seguridad desde el principio.56
  • Implementación de Pruebas de Resistencia y Mejoras Globales:
    Siguiendo el ejemplo de Japón, muchos países y regiones con programas nucleares llevaron a cabo «pruebas de resistencia» (stress tests) en sus propias centrales nucleares para reevaluar su capacidad para resistir eventos externos extremos y gestionar situaciones de pérdida prolongada de energía y refrigeración.
  • Europa: Bajo la coordinación del Grupo Europeo de Reguladores de Seguridad Nuclear (ENSREG), se realizaron pruebas de resistencia en todas las centrales nucleares de la Unión Europea y algunos países vecinos.28 Estas pruebas identificaron áreas comunes de mejora, como la evaluación de peligros naturales, la necesidad de revisiones periódicas de seguridad más exhaustivas, el refuerzo de la integridad de la contención y la mejora de las medidas de prevención y mitigación de accidentes causados por peligros naturales.58 Como resultado, se desarrollaron planes de acción nacionales para implementar las mejoras necesarias.59
  • Estados Unidos: La Comisión Reguladora Nuclear (NRC) de EE. UU. evaluó rápidamente las lecciones de Fukushima y emitió órdenes a los operadores de centrales nucleares para implementar mejoras significativas. Estas incluyeron la reevaluación de los peligros sísmicos y de inundación específicos de cada sitio, la implementación de la estrategia «FLEX» (Diverse and Flexible Coping Strategies), que requiere la disponibilidad de equipos portátiles (bombas, generadores) almacenados de forma segura para hacer frente a la pérdida prolongada de energía, y la mejora de la fiabilidad de los sistemas de venteo de la contención.60
  • Canadá: La Comisión Canadiense de Seguridad Nuclear (CNSC) desarrolló e implementó un Plan de Acción Integrado post-Fukushima, centrado en fortalecer la defensa en profundidad, mejorar la preparación y respuesta a emergencias, y actualizar el marco regulatorio.64
  • Fortalecimiento de la Protección contra Eventos Externos Extremos (EEE):
    Una de las lecciones más claras de Fukushima fue la necesidad de reforzar significativamente la protección de las centrales nucleares contra EEE. A nivel global, se ha puesto un mayor énfasis en reevaluar los peligros naturales específicos de cada sitio (terremotos, tsunamis, inundaciones, vientos extremos, etc.) utilizando metodologías más conservadoras y datos actualizados, y en diseñar o reforzar las estructuras, sistemas y componentes para resistir eventos que puedan exceder las bases de diseño originales.11
  • Avances en la Gestión de Accidentes Severos (SAM):
    Fukushima demostró la realidad de los accidentes severos con fusión del núcleo. Como resultado, ha habido un impulso global para mejorar las estrategias y los equipos de gestión de accidentes severos (SAM). Esto incluye la mejora de las Guías de Gestión de Accidentes Severos (SAMG) para los operadores, la instalación o mejora de sistemas para mitigar las consecuencias de la fusión del núcleo (como sistemas de refrigeración del corium fuera de la vasija, sistemas de gestión de hidrógeno para prevenir explosiones, y sistemas de venteo filtrado de la contención para reducir la presión y limitar las emisiones radiactivas).28
  • Desarrollo de Combustibles Tolerantes a Accidentes (ATF):
    El accidente también impulsó la investigación y el desarrollo a nivel internacional de los llamados Combustibles Tolerantes a Accidentes (ATF). Estos combustibles están diseñados con nuevos materiales para el revestimiento de las barras de combustible (en lugar del Zircaloy tradicional) o con modificaciones en el propio combustible de óxido de uranio, con el objetivo de que puedan resistir condiciones de accidente (altas temperaturas, falta de refrigeración) durante un período de tiempo significativamente más largo antes de degradarse.65 Esto proporcionaría a los operadores un tiempo adicional crucial (horas en lugar de minutos) para restablecer la refrigeración y evitar o retrasar la fusión del núcleo.66 Varios conceptos de ATF (como revestimientos de Cromo o Carburo de Silicio) están siendo probados en reactores comerciales en EE. UU. y Europa, y se espera que su despliegue gradual comience en los próximos años, mejorando los márgenes de seguridad inherentes de los reactores.66

En resumen, Fukushima catalizó un esfuerzo global sin precedentes para reevaluar y mejorar la seguridad nuclear. Los estándares internacionales se han vuelto más exigentes, las regulaciones nacionales se han reforzado en muchos países, y se han implementado mejoras técnicas significativas en las centrales nucleares. Si bien el riesgo cero es inalcanzable en cualquier actividad industrial compleja, el riesgo residual de un accidente nuclear severo se ha reducido gracias a estas acciones concertadas.

Vulnerabilidades Persistentes y Desafíos Futuros

A pesar de las importantes mejoras implementadas, la seguridad nuclear enfrenta desafíos continuos y vulnerabilidades persistentes.

  • Envejecimiento de la Infraestructura Nuclear: Una parte significativa de la flota mundial de reactores nucleares se está acercando o ya ha superado su vida de diseño original (típicamente 40 años). La gestión segura del envejecimiento de estos reactores y las decisiones sobre la extensión de su vida operativa (a 60 años o incluso más, como se está considerando en algunos países 29) requieren evaluaciones de seguridad extremadamente rigurosas para asegurar que cumplen con los estándares modernos y que los fenómenos de degradación asociados a la edad están adecuadamente gestionados.33
  • Impacto del Cambio Climático: El cambio climático representa una amenaza emergente y creciente para la seguridad de las centrales nucleares. El aumento de la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos (olas de calor que afectan la eficiencia de los sistemas de refrigeración, inundaciones que superan las defensas existentes, huracanes más potentes, sequías que limitan la disponibilidad de agua para refrigeración) podría desafiar las bases de diseño históricas de las plantas y requerir nuevas adaptaciones y refuerzos.13
  • Importancia Crítica de la Cultura de Seguridad y Factores Humanos: La tecnología y las regulaciones por sí solas no garantizan la seguridad. Mantener una cultura de seguridad robusta, que priorice la seguridad por encima de la producción, fomente la comunicación abierta, el aprendizaje de errores y la resistencia a la complacencia, es un desafío constante para las organizaciones operadoras y reguladoras.12 Los factores humanos y organizacionales siguen siendo una causa raíz importante en muchos incidentes industriales.
  • Riesgos Geográficos Específicos: Las centrales nucleares ubicadas en regiones con altos riesgos naturales inherentes (zonas de alta sismicidad como Japón o California, costas expuestas a tsunamis, áreas cercanas a volcanes activos, o zonas propensas a inundaciones extremas) enfrentan desafíos particulares que requieren defensas físicas excepcionales y planes de mitigación y emergencia especialmente robustos.3 La evaluación precisa de estos riesgos, especialmente los de muy baja probabilidad pero alto impacto, sigue siendo compleja.
  • Nuevos Reactores y Tecnologías (SMRs): El creciente interés en nuevas tecnologías de reactores, como los Reactores Modulares Pequeños (SMRs), promete mejoras en seguridad (a menudo incorporando características de seguridad pasiva). Sin embargo, también presentan nuevos desafíos para el licenciamiento y la regulación, ya que los marcos existentes fueron desarrollados principalmente para reactores de gran escala.33 Asegurar que estos nuevos diseños cumplen con los más altos estándares de seguridad y que los marcos regulatorios se adaptan adecuadamente es un desafío futuro.
  • Riesgo de Accidentes Multi-Unidad: Fukushima subrayó dramáticamente la complejidad y los desafíos adicionales que plantea un accidente que afecta a múltiples reactores en el mismo emplazamiento de forma simultánea.12 Las evaluaciones de seguridad y los planes de emergencia deben considerar adecuadamente la posibilidad y las consecuencias de estos escenarios multi-unidad, que pueden sobrecargar los recursos de mitigación y respuesta.
  • Desafíos en la Gestión de Residuos Radiactivos Post-Accidente: La experiencia de Fukushima ha puesto de relieve las enormes dificultades técnicas, logísticas y financieras asociadas con la descontaminación de grandes áreas y la gestión a largo plazo de los volúmenes masivos de residuos radiactivos generados por un accidente severo (suelo contaminado, escombros, agua tratada, etc.).3 Encontrar soluciones sostenibles y socialmente aceptables para estos residuos es un desafío pendiente.

Aunque las mejoras técnicas y regulatorias implementadas a nivel global después de Fukushima han reducido significativamente la probabilidad de que se repita un accidente idéntico, el «riesgo residual» de accidentes nucleares severos persiste. Este riesgo no es uniforme y está influenciado por una compleja interacción de factores que varían de una planta a otra y de un país a otro. La antigüedad y el diseño original de la flota global de reactores, la creciente amenaza de eventos climáticos extremos que podrían superar las bases de diseño históricas, las variaciones en la robustez de la cultura de seguridad y la efectividad de la supervisión regulatoria entre las diferentes naciones, y los desafíos inherentes a la predicción y mitigación completa de «eventos de cola» (aquellos de muy baja probabilidad pero consecuencias potencialmente catastróficas) son elementos clave que configuran este riesgo residual.

La seguridad nuclear no debe entenderse como un estado final que se alcanza y se mantiene estáticamente, sino como un proceso dinámico y continuo de gestión de riesgos. El envejecimiento de la flota mundial de reactores 51 exige una atención constante y decisiones difíciles sobre inversiones en mejoras o el cierre de unidades. Muchas de las más de 400 centrales nucleares actualmente en operación en el mundo 3 fueron diseñadas y construidas mucho antes de que se asimilaran completamente las lecciones de Fukushima. Aunque se apliquen medidas de «backfitting» para actualizar estas plantas más antiguas, adaptar completamente estructuras e infraestructuras diseñadas hace décadas a todos los estándares y conocimientos modernos puede presentar desafíos técnicos y económicos considerables.

El cambio climático introduce una nueva capa de incertidumbre y riesgo.13 Los diseños históricos de las plantas se basaron en datos climáticos y de peligros naturales del pasado. Sin embargo, el clima está cambiando, alterando potencialmente la frecuencia e intensidad de eventos como olas de calor, inundaciones, sequías y tormentas extremas. Esto podría hacer que las bases de diseño consideradas seguras en el pasado resulten insuficientes en el futuro, requiriendo una reevaluación continua y posibles adaptaciones costosas.

Además, existe una heterogeneidad significativa a nivel global en cuanto a la implementación de los estándares de seguridad y el rigor de la supervisión regulatoria. Aunque existen estándares internacionales promovidos por la IAEA 28, su adopción, aplicación y fiscalización varían entre los países que operan centrales nucleares.12 La cultura de seguridad dentro de las empresas operadoras también es variable. Esto implica que el nivel de riesgo residual no es uniforme en todo el mundo, y algunas regiones o plantas pueden ser más vulnerables que otras.

Finalmente, siempre existirá el desafío de los «cisnes negros» o eventos que van más allá de la base de diseño (Beyond Design Basis Events – BDBE). Fukushima fue, en esencia, un BDBE para la central Daiichi. Por definición, es extremadamente difícil predecir y prepararse completamente para todos los posibles eventos externos extremos o combinaciones de fallos inimaginables. Las «pruebas de resistencia» post-Fukushima 33 ayudaron a identificar y abordar vulnerabilidades frente a escenarios más severos, pero siempre existirá un límite a lo que se puede anticipar razonablemente. Por ello, la resiliencia –la capacidad de la planta y de la organización para hacer frente a lo inesperado y mitigar las consecuencias– se vuelve tan importante como la prevención basada en escenarios predefinidos. La seguridad nuclear, por lo tanto, es fundamentalmente un ejercicio continuo de gestión de riesgos en un entorno complejo y en evolución.

7. Conclusiones y Recomendaciones

El accidente nuclear de Fukushima Daiichi fue un evento trágico que marcó un punto de inflexión en la historia de la energía nuclear. Más de una década después, las lecciones aprendidas de esta catástrofe siguen siendo profundamente relevantes para la industria nuclear, los reguladores y la sociedad en general.

Lecciones Aprendidas Clave:

  1. Humildad ante la Naturaleza y la Falibilidad Tecnológica: Fukushima demostró de manera contundente que eventos naturales extremos pueden superar las defensas diseñadas por el ser humano y que los sistemas tecnológicos complejos, por muy avanzados que sean, no son infalibles. La suposición de que un accidente severo era «impensable» resultó ser una peligrosa forma de complacencia.12
  2. Importancia Crítica de la Defensa en Profundidad Real: El principio de defensa en profundidad debe aplicarse de manera rigurosa, asegurando la independencia efectiva de las múltiples barreras de seguridad y considerando explícitamente la posibilidad de fallos de causa común inducidos por eventos externos severos.28
  3. Rol Indispensable de una Regulación Fuerte e Independiente: Una supervisión regulatoria técnicamente competente, con verdadera independencia de intereses políticos o industriales, y con la autoridad para exigir los más altos estándares de seguridad, es fundamental para prevenir accidentes.6
  4. Necesidad de una Cultura de Seguridad Arraigada: Más allá de las normas y los equipos, una cultura de seguridad robusta –que priorice la seguridad por encima de la producción, fomente el cuestionamiento, promueva la transparencia y aprenda continuamente de la experiencia– es la base de la operación nuclear segura.12
  5. Impacto Multidimensional de los Accidentes Severos: Las consecuencias de un accidente nuclear grave van mucho más allá de los efectos radiológicos directos. Los impactos psicosociales en las poblaciones evacuadas, los enormes costes económicos de la descontaminación, el desmantelamiento y las compensaciones, y la contaminación ambiental persistente son secuelas profundas y duraderas que deben ser consideradas en cualquier evaluación de riesgos.1

Vigilancia Continua y Mejora de la Seguridad Nuclear Global:

La seguridad nuclear no es un estado final que se alcanza, sino un proceso dinámico que requiere vigilancia constante y mejora continua. La complacencia sigue siendo el mayor enemigo de la seguridad.12 Es esencial que las lecciones de Fukushima no se olviden y que el impulso para mejorar la seguridad se mantenga a nivel global.

Recomendaciones:

  • Para los Reguladores Nucleares:
  • Fortalecer y proteger su independencia funcional y financiera.
  • Asegurar la competencia técnica necesaria para supervisar tecnologías existentes y emergentes.
  • Implementar y hacer cumplir rigurosamente revisiones periódicas de seguridad (PSR) para todas las centrales nucleares, asegurando la aplicación retroactiva («backfitting») de los estándares de seguridad modernos a las plantas más antiguas.
  • Promover la máxima transparencia en sus actividades y fomentar la participación informada del público en los procesos de toma de decisiones relacionados con la seguridad nuclear.
  • Realizar inspecciones basadas en el riesgo y enfocadas en el desempeño y la cultura de seguridad, no solo en el cumplimiento formal de las normas.
  • Para los Operadores de Centrales Nucleares:
  • Invertir continuamente en la mejora de la seguridad de sus instalaciones, buscando proactivamente ir más allá de los requisitos regulatorios mínimos.
  • Cultivar y mantener una sólida cultura de seguridad en todos los niveles de la organización, desde la alta dirección hasta el personal de primera línea.
  • Desarrollar y ensayar regularmente planes robustos para hacer frente a escenarios que excedan la base de diseño, incluyendo la gestión de accidentes severos y eventos que afecten a múltiples unidades simultáneamente.
  • Participar activamente en programas de intercambio de experiencias operativas y revisiones por pares (como los de WANO) para aprender de los éxitos y fracasos de otros.
  • Para la Comunidad Internacional (IAEA, OECD-NEA, WANO, Estados Miembros):
  • Continuar fortaleciendo los estándares internacionales de seguridad nuclear y promover su aplicación armonizada a nivel global.
  • Fomentar el intercambio abierto y transparente de información sobre incidentes, lecciones aprendidas y mejores prácticas de seguridad.
  • Apoyar la investigación y el desarrollo colaborativo en áreas clave para la seguridad nuclear, como los combustibles tolerantes a accidentes (ATF), la gestión avanzada de accidentes severos y la evaluación de los impactos del cambio climático en las instalaciones nucleares.
  • Reforzar la cooperación internacional en la preparación y respuesta a emergencias nucleares transfronterizas.
  • Abordar de manera proactiva y coordinada los desafíos asociados al envejecimiento de la flota nuclear mundial y al desmantelamiento seguro de las instalaciones al final de su vida útil.
  • Incorporar sistemáticamente las consideraciones sobre el cambio climático en las evaluaciones de riesgo y los requisitos de diseño para las centrales nucleares existentes y futuras.

Insight Final:

El legado perdurable de Fukushima debe ser un compromiso global inquebrantable con la primacía de la seguridad nuclear. Si bien la energía nuclear puede desempeñar un papel en la transición hacia un futuro energético con bajas emisiones de carbono, su aceptación pública y su sostenibilidad a largo plazo dependen fundamentalmente de la demostración continua y creíble de que se opera con los más altos niveles de seguridad, transparencia y responsabilidad. El accidente de Fukushima, aunque fue una catástrofe con consecuencias devastadoras, ha proporcionado lecciones invaluables. La aplicación diligente y sostenida de estas lecciones, a través de la mejora continua de la tecnología, la regulación y, sobre todo, la cultura de seguridad, es esencial para minimizar la probabilidad de futuras tragedias y para asegurar que los riesgos inherentes a esta poderosa tecnología se gestionen de la manera más eficaz y responsable posible. La seguridad nuclear no admite complacencia ni atajos.

Obras citadas

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