I. Las Orillas del Océano Cósmico

El Cosmos es todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será. Mis contemplaciones más humildes del Cosmos agitan mis entrañas; hay un cosquilleo en mi columna, una voz débil, una sensación lejana como un recuerdo de caer desde una gran altura. Sé que estoy en presencia del Gran Misterio. Y sé que, de alguna manera, soy parte de él.

Contemplar el universo, tal como la ciencia nos lo revela, es una experiencia que humilla y construye el carácter. Nos recuerda nuestra pequeñez en la inmensidad del espacio y el tiempo, pero también celebra la capacidad única de la conciencia humana para abarcar esa vastedad, para hacer preguntas, para buscar respuestas. Esta autobiografía es mi intento de trazar un viaje personal a través de esa inmensidad, una vida vivida con la mirada puesta en las estrellas, pero con los pies firmemente plantados –la mayor parte del tiempo– en nuestro pequeño y frágil mundo.

Desde mis primeros recuerdos, dos pasiones gemelas me impulsaron: un deseo insaciable por comprender el universo en toda su intrincada gloria, y una necesidad igualmente profunda de compartir esa comprensión, esa maravilla, con otros.1 Porque, como dije una vez, quizás en otro contexto pero aplicable aquí, «cuando estás enamorado, quieres contárselo al mundo».2 Y yo estaba, y sigo estando, profundamente enamorado del Cosmos y del método científico que nos permite desvelar sus secretos. Este relato es, entonces, la historia de esa búsqueda, una exploración de los mundos exteriores y del mundo interior, un testimonio del poder de la curiosidad, la importancia del escepticismo y la búsqueda incesante de conexiones, tanto aquí en la Tierra como, quizás, en otros lugares. Porque en algún lugar, algo increíble espera ser conocido.3 La imaginación a menudo nos transporta a mundos que nunca existieron, pero sin ella, no vamos a ninguna parte.3 Este ha sido mi viaje personal.

II. Brooklyn, Estrellas y Otras Maravillas (Infancia y Curiosidad Temprana)

Nací en Brooklyn, Nueva York, el 9 de noviembre de 1934 3, en el seno de una familia judía de clase trabajadora.4 Mis padres eran inmigrantes o hijos de inmigrantes de Europa del Este; mi padre, Samuel, llegó de Ucrania siendo un niño, y mis abuelos maternos del Imperio Austrohúngaro.6 Mi padre trabajaba en la industria textil, y mi madre, Rachel Molly Gruber, era ama de casa.5 Ella fue una influencia tremenda en mi vida: vivaz, brillante, a veces contradictoria, pero siempre completamente amorosa y dedicada a mí.7 Crecí en un hogar donde, como en muchas familias inmigrantes de la época post-Holocausto, existía una conciencia tácita de los sueños no realizados de la generación anterior, una esperanza depositada en los hijos para alcanzar lo que ellos no pudieron.6 Quizás esto sembró en mí una semilla de ambición, una determinación enfocada que más tarde impulsaría mi carrera.1

Mi fascinación por el universo comenzó temprano. Recuerdo que a los cinco años, mi madre me envió a la biblioteca a buscar libros sobre las estrellas.3 Pero el momento decisivo llegó un par de años después, alrededor de los siete. Fui a la biblioteca pública con una pregunta que me consumía: ¿qué son las estrellas?.2 La respuesta que recibí fue simple, pero transformadora: las estrellas son soles, solo que muy, muy lejanos, y nuestro Sol es una estrella, pero cercana.2 Aquello abrió vistas ilimitadas en mi joven mente.4 Si todas esas luces en el cielo eran soles, ¿no podrían tener también planetas girando a su alrededor? Y si tenían planetas, ¿no podría alguno de ellos albergar vida? La idea de que el universo pudiera estar «repleto de vida» me pareció deliciosa, cautivadora.2 Esa visita a la biblioteca no fue solo una respuesta a una pregunta; fue el encendido de una mecha que ardería durante toda mi vida: la búsqueda de vida en el universo.2

Otro evento formativo fue la Feria Mundial de Nueva York de 1939-40.3 Las visiones del futuro allí expuestas, las promesas de la tecnología y el progreso, avivaron aún más mi interés.3 Simultáneamente, me sumergí en la ciencia ficción que florecía en las revistas pulp de los años 40.3 Las historias de Edgar Rice Burroughs sobre Marte (Barsoom) 8, los relatos de H.G. Wells 9, y los informes sobre «platillos volantes» 3 capturaron mi imaginación, sugiriendo la excitante posibilidad de vida extraterrestre.3 Esta mezcla peculiar de aprendizaje formal en la biblioteca, la visión optimista del futuro de la Feria Mundial y las especulaciones desenfrenadas de la ciencia ficción convergieron en mi mente infantil. No eran influencias separadas; los hechos que aprendía alimentaban mi imaginación sobre lo posible, y la imaginación me impulsaba a buscar más hechos, a preguntar «¿y si…?». Esta interacción temprana entre el conocimiento riguroso y la especulación imaginativa sentó las bases de mi enfoque posterior: explorar las posibilidades más audaces, pero siempre anclado en la evidencia y el método científico.

En la escuela secundaria Rahway en Nueva Jersey 5, era un estudiante brillante, a menudo aburrido porque el trabajo no me resultaba desafiante, pero mis maestros me valoraron y me animaron.5 Devoraba todos los libros de ciencia que podía encontrar.7 Mi camino estaba trazado, aunque entonces no lo supiera del todo. El universo me llamaba.

III. Una Educación en Hacer Preguntas (Universidad e Influencias Formativas)

El siguiente gran salto se produjo en 1951. Me gradué de la escuela secundaria a los 16 años 3 y, gracias a una beca completa 1, ingresé en la Universidad de Chicago.2 Aquel lugar fue una revelación. Chicago ofrecía no solo una formación científica rigurosa, sino también un programa de educación liberal de base amplia, el famoso programa de los «grandes libros».1 Esta combinación fue fundamental. Me sumergí tanto en la física y la astronomía como en las grandes obras del pensamiento occidental. Aprendí no solo qué pensar sobre el universo, sino también cómo pensar: cómo hacer preguntas críticas, cómo evaluar argumentos, cómo situar el conocimiento científico en su contexto histórico y filosófico.1 Esta educación dual, que fomentaba tanto la profundidad analítica como la amplitud intelectual, fue la base perfecta para la carrera que seguiría, una que buscaba constantemente tender puentes entre disciplinas y comunicar la ciencia a una audiencia más amplia.

Tuve la inmensa fortuna de estudiar con mentores extraordinarios, varios de ellos premios Nobel. Gerard Kuiper, pionero en la astronomía planetaria moderna 2, supervisó mi doctorado. Harold Urey, geoquímico 2, y los genetistas Hermann Muller 1 y Joshua Lederberg 1, así como Stanley Miller, famoso por sus experimentos sobre el origen de la vida 1, me guiaron e inspiraron. Mi interés nunca se limitó a la astronomía; desde niño, el misterio del origen de la vida me había fascinado.1 Esto me llevó a buscar conexiones entre la astronomía, la biología y la química.1

Curiosamente, en esos primeros años, recibí más aliento de los biólogos que de muchos astrónomos.1 En aquel entonces, los estudios planetarios se consideraban marginales dentro de la astronomía «respetable», y la exobiología –el estudio de la vida más allá de la Tierra– era vista casi como ciencia ficción.1 El apoyo de figuras como Muller, Lederberg y Miller fue crucial; validó mi convicción de que estas preguntas interdisciplinarias no solo eran legítimas, sino fundamentales. Mis primeros trabajos publicados reflejaron esta mezcla: uno con Miller sobre posibles formas de vida en planetas con atmósferas reductoras, y otro con Lederberg sobre Marte.7

Obtuve mi licenciatura en física en 1955, un máster al año siguiente, y finalmente mi doctorado en astronomía y astrofísica en 1960.2 Mi tesis doctoral, titulada ‘Estudios Físicos de Planetas’ 5, se centró en las atmósferas planetarias, sentando las bases para mi investigación futura.5 Una parte importante de mi tesis abordó el enigma de las altas temperaturas superficiales de Venus, recién descubiertas por radioastrónomos.1 Propuse que un masivo efecto invernadero, causado principalmente por el dióxido de carbono y el vapor de agua, era el responsable.1 La Universidad de Chicago me había equipado no solo con conocimientos, sino con la audacia de hacer preguntas que cruzaban fronteras disciplinarias y desafiaban las ideas recibidas.

IV. Cartografiando Nuevos Mundos: Del Infierno de Venus al Polvo Marciano (Inicio de Carrera y Descubrimientos)

Tras doctorarme en Chicago, mi viaje académico me llevó a la Universidad de California en Berkeley como becario Miller (1960-62) 1, y luego a la Universidad de Harvard como profesor asistente (1962-68) 1, con una etapa también en el Observatorio Smithsoniano.12 Fue un período de intensa actividad científica, en el que comencé a desarrollar mi visión de los planetas no como meros puntos de luz, sino como «lugares».2 Esta idea, hoy común, era entonces bastante radical; pocos científicos pensaban seriamente en la geología, el clima y las condiciones ambientales de otros mundos.2

Mi investigación temprana se centró en desentrañar los misterios de nuestros vecinos planetarios. Mi trabajo sobre Venus fue fundamental. Como había postulado en mi tesis, confirmé y calculé que sus altísimas temperaturas superficiales eran el resultado de un efecto invernadero desbocado, una atmósfera densa rica en dióxido de carbono que atrapaba el calor del Sol.1 Esta investigación no solo explicó un enigma planetario, sino que también me alertó sobre los peligros del calentamiento global aquí en la Tierra, un peligro creciente generado por el hombre.15

Volví mi atención también a Marte. En contra de las especulaciones populares sobre vegetación estacional, propuse que los cambios de color observados en su superficie se debían al polvo levantado y transportado por fuertes vientos estacionales.10 Esta hipótesis fue posteriormente confirmada por las misiones Mariner y Viking.

Más allá, en el sistema solar exterior, ayudé a resolver el misterio de la neblina rojiza de Titán, la luna más grande de Saturno, identificándola como compuesta por moléculas orgánicas complejas que llueven constantemente sobre su superficie.5 Fui también de los primeros en hipotetizar que Europa, una luna de Júpiter, podría albergar un vasto océano de agua líquida bajo su superficie helada, un océano potencialmente habitable.15 Con mi colega de Cornell, Edwin Salpeter, especulamos incluso sobre la posibilidad de vida flotante en las densas nubes ricas en moléculas orgánicas de Júpiter.10

Estos trabajos científicos no se realizaron en el vacío. Estuve profundamente involucrado en la exploración espacial robótica de la NASA, sirviendo como asesor y científico participante en misiones cruciales como Mariner a Venus y Marte 3, Viking a Marte 5, Voyager a los planetas exteriores 5 y Galileo a Júpiter.7 Estas misiones proporcionaron los datos crudos que permitieron poner a prueba las hipótesis y construir una comprensión más profunda de nuestro sistema solar. Mis contribuciones a la ciencia planetaria fundamental fueron la base sobre la que pude construir mi trabajo posterior en exobiología y comunicación científica.1 Sin la credibilidad ganada a través de la investigación rigurosa, mis llamados a buscar vida extraterrestre o mis esfuerzos por llevar la ciencia al público podrían haber sido fácilmente descartados.

Sin embargo, mi camino no estuvo exento de obstáculos. En 1967-68, a pesar de mi creciente reputación, Harvard me negó la titularidad.1 Las razones no estaban del todo claras, pero se murmuraba que mi pasión por la exobiología, considerada por algunos una disciplina sin objeto de estudio, jugó un papel.18 Años después supe que una referencia negativa de mi antiguo mentor Harold Urey, quien luego se retractó y se disculpó profusamente, también había influido.18 Aunque doloroso en su momento, este rechazo resultó ser una bendición disfrazada. Tommy Gold me reclutó para la Universidad de Cornell 18, donde me ofrecieron un puesto de profesor asociado con titularidad en 1968.1 Me trasladé a Ithaca, impresionado por la belleza natural de la región 18, y allí establecería el Laboratorio de Estudios Planetarios 1 y pasaría el resto de mi carrera.1 Cornell me proporcionó un hogar académico donde mi enfoque interdisciplinario y mi creciente interés en la comunicación pública encontraron un terreno más fértil. Quizás la negativa de Harvard, al impulsarme hacia Cornell, me liberó para seguir plenamente el camino multifacético que definiría mi vida. Fue también durante estos años que comenzó a hablarse del «Efecto Sagan»: la percepción de que los científicos populares y visibles son académicamente menos serios.12 Fue una tensión con la que conviviría, la paradoja de ser a veces criticado dentro de la academia por el mismo trabajo que me conectaba con millones fuera de ella.

V. Susurros a Través del Vacío: Mensajes al Cosmos (SETI y Comunicación Interestelar)

Mi fascinación por la posibilidad de vida extraterrestre, nacida en aquella visita a la biblioteca de Brooklyn, se convirtió en una búsqueda científica seria: la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, o SETI.5 Insté a la comunidad científica a utilizar grandes radiotelescopios para escuchar posibles señales de otras civilizaciones.15 Mi defensa de SETI no era solo una cuestión de curiosidad abstracta; estaba profundamente ligada a una perspectiva filosófica sobre nuestro lugar en el universo y nuestro futuro como especie.

La famosa Ecuación de Drake, formulada por mi colega Frank Drake, sugiere que, dadas las vastas escalas del cosmos, la formación de civilizaciones tecnológicas podría ser un fenómeno relativamente común.15 Sin embargo, esto choca con la Paradoja de Fermi: si hay tantas civilizaciones potenciales por ahí, ¿dónde están? ¿Por qué no hemos detectado ninguna señal irrefutable de su existencia?.15 Esta aparente contradicción me llevó a una reflexión inquietante: quizás las civilizaciones tecnológicas tienden a autodestruirse poco después de alcanzar la capacidad de hacerlo, ya sea mediante armas nucleares o por la degradación de su propio planeta.15 Mi trabajo en defensa del desarme nuclear 3 y mi preocupación por las consecuencias de una guerra nuclear –incluida la hipótesis del «invierno nuclear» que ayudé a desarrollar 15– estaban directamente conectados con esta preocupación existencial. Buscar en SETI no era solo buscar compañía cósmica; era también buscar pruebas de que la supervivencia a largo plazo es posible, quizás incluso aprender cómo otras civilizaciones superaron sus propios desafíos.16

En 1982, logré un hito en la legitimación de SETI al conseguir que la prestigiosa revista Science publicara una petición en apoyo de la búsqueda, firmada por 70 científicos, incluidos siete premios Nobel.16 Fue un punto de inflexión en la respetabilidad de este campo, antes considerado marginal. Cofundé The Planetary Society en 1980 11, que se convirtió en la mayor organización de interés espacial del mundo, dedicada a la exploración y a la búsqueda de vida.14 También formé parte de la junta directiva del Instituto SETI.15

Más allá de escuchar, también sentí el impulso de hablar, de enviar mensajes de la humanidad al cosmos. Concebí la idea de incluir mensajes físicos en las naves espaciales destinadas a abandonar el sistema solar, mensajes que pudieran ser comprendidos por cualquier inteligencia extraterrestre que pudiera encontrarlos, por improbable que fuera ese encuentro.15 Estos no eran solo experimentos científicos; eran actos profundamente simbólicos y filosóficos.

El primer mensaje fue una placa de aluminio anodizado en oro, adosada a las sondas Pioneer 10 (lanzada en 1972) y Pioneer 11 (1973).5 La placa contenía un diagrama esquemático de un hombre y una mujer, la posición relativa del Sol respecto al centro de la galaxia y 14 púlsares, y un diagrama del sistema solar indicando la trayectoria de la nave desde la Tierra.5

Continué refinando el concepto, y el mensaje más elaborado que ayudé a desarrollar fue el Disco de Oro de las Voyager.9 Lanzados en 1977 a bordo de las Voyager 1 y 2 16, estos discos de cobre chapados en oro contienen una vasta colección de imágenes y sonidos de la Tierra: saludos en 55 idiomas, música de diversas culturas y épocas (desde Bach y Beethoven hasta Chuck Berry y cantos tribales), sonidos de la naturaleza (viento, lluvia, animales) y 115 imágenes codificadas que representan la vida y la cultura en nuestro planeta.22 Crear estos mensajes fue un ejercicio de introspección global: ¿qué elegiríamos decir sobre nosotros mismos a un universo desconocido? Fue un acto de esperanza, una botella lanzada al océano cósmico 25, un testimonio de nuestro deseo de conectar y de nuestra aspiración a perdurar, aunque fuera solo como un eco en la inmensidad interestelar.

VI. Cosmos: Un Viaje Personal para Todos (Comunicación Científica e Impacto Público)

Si bien la investigación científica fue siempre el motor de mi curiosidad, sentí una responsabilidad igualmente fuerte de compartir las maravillas del universo con el público más amplio posible. Esta convicción culminó en la serie de televisión Cosmos: A Personal Voyage, emitida por primera vez en 1980.13

La génesis de Cosmos fue una colaboración profunda y gozosa, principalmente con Ann Druyan, con quien co-escribí la serie 8, y con nuestro colega Steven Soter.26 Nuestra ambición era enorme: queríamos crear no solo un documental sobre ciencia, sino una odisea épica a través del espacio y el tiempo, explorando la historia entrelazada de la exploración cósmica y la civilización humana.8 Queríamos transmitir no solo hechos, sino también el método científico, la importancia del escepticismo, la emoción del descubrimiento y la profunda perspectiva filosófica que ofrece la astronomía. Utilizamos efectos especiales de vanguardia para la época, una narrativa personal y apasionada, y la «Nave de la Imaginación» para transportar a los espectadores a través del universo y de la historia.

El impacto de Cosmos superó nuestras expectativas más optimistas. Ganó premios Emmy y Peabody 8, pero lo más importante fue su alcance. Se convirtió en la serie más vista en la historia de la televisión pública estadounidense hasta ese momento 8 y fue vista por más de 500 millones de personas en más de 60 países.8 El libro que lo acompañaba, también titulado Cosmos, se convirtió en el libro de ciencia más vendido en lengua inglesa.14

Esta exposición masiva me convirtió en una figura pública reconocida en todo el mundo.2 Fue una experiencia extraordinaria, pero también conllevó desafíos. Mi oficina en Cornell se vio inundada de correspondencia: cartas de admiradores, solicitudes de entrevistas, peticiones de consejo, y también misivas de personas con ideas, digamos, poco convencionales (que archivábamos bajo la etiqueta «cerámicas fisuradas»).18 Se instaló incluso un sistema de alarma especial para proteger a mi asistente, Shirley Arden, y a mí mismo del diluvio de atención.18 La fama, aunque útil para difundir el mensaje de la ciencia, también intensificó, como mencioné, las críticas de algunos colegas académicos que veían con recelo la popularización.12

Cosmos fue quizás mi obra más visible, pero fue parte de un esfuerzo continuo por comunicar la ciencia a través de diversos medios. Escribí numerosos artículos para revistas como Parade, llegando a millones de lectores cada domingo.11 Publiqué más de 20 libros.12 Los Dragones del Edén (1977), una exploración de la evolución de la inteligencia humana, ganó el Premio Pulitzer.9 El Cerebro de Broca (1979) 13 continuó reflexionando sobre la ciencia y la condición humana. Mi única novela de ficción, Contacto (1985) 3, exploró el tema del primer contacto con una civilización extraterrestre, abordando complejas cuestiones científicas y filosóficas, y fue llevada al cine.13 Un Punto Azul Pálido (1994) 13 ofreció una visión del futuro humano en el espacio, inspirada en la icónica fotografía de la Tierra tomada por la Voyager. Y El Mundo y sus Demonios: La Ciencia como una Luz en la Oscuridad (1996) 5 fue mi defensa más apasionada del pensamiento crítico y el método científico frente a la superstición y la pseudociencia.

A través de todos estos trabajos, mi objetivo era el mismo: compartir la emoción del descubrimiento, promover el pensamiento racional y despertar un sentido de maravilla sobre nuestro lugar en el Cosmos.1 Creía firmemente que la ciencia no pertenecía solo a los laboratorios y las aulas, sino que era patrimonio de toda la humanidad.35

VII. La Inmensidad Hecha Soportable: Amor y Colaboración (Ann Druyan)

En medio de la vorágine de la investigación, la enseñanza y la comunicación pública, encontré un ancla, una colaboradora y un amor que transformó mi vida: Ann Druyan. Nos conocimos en 1974 en una cena organizada por nuestra amiga común Nora Ephron.22 Yo ya era una figura algo conocida por mi libro La Conexión Cósmica, y Annie era una escritora y productora brillante por derecho propio. La conexión fue instantánea, profunda.22

Nuestra primera colaboración importante fue en un proyecto que me apasionaba profundamente: el Disco de Oro de las Voyager.22 Mientras trabajábamos juntos seleccionando los sonidos e imágenes que representarían a la humanidad en ese viaje interestelar, nuestra relación profesional se convirtió en algo mucho más personal. Fue durante una llamada telefónica en la primavera de 1977, mientras finalizábamos los detalles del disco, cuando nuestros sentimientos se desbordaron. En esa misma llamada, nos declaramos nuestro amor y nos comprometimos.36 Fue un momento de claridad cósmica, un reconocimiento de que habíamos encontrado algo extraordinario el uno en el otro.

Nos casamos en 1981 36, y durante los siguientes casi veinte años, hasta mi muerte, fuimos compañeros inseparables en todos los sentidos.34 Annie no fue solo mi esposa y la madre de nuestros dos hijos, Sasha y Sam; fue mi colaboradora intelectual más cercana, mi crítica más aguda y mi mayor inspiración.8 Co-escribimos Cosmos 8, Sombras de antepasados olvidados y trabajamos juntos en la historia que se convirtió en la película Contacto.22 Ella aportó su propia voz, su perspectiva única y su profunda humanidad a todo lo que hicimos juntos.22 Su mente brillante y su compromiso con la verdad y la justicia enriquecieron mi trabajo y mi vida de maneras inconmensurables.

Alguna vez escribí: «Para pequeñas criaturas como nosotros, la inmensidad solo es soportable a través del amor».3 Esta frase adquirió un significado profundo y personal con Annie. En la vastedad del espacio y la inmensidad del tiempo, mi mayor alegría fue compartir un planeta y una época con ella.37 Nuestra asociación fue una fusión de mentes y corazones, una demostración de que la búsqueda rigurosa del conocimiento y la profunda conexión humana no solo son compatibles, sino que se enriquecen mutuamente. Reconozco que nuestro comienzo fue complicado, ocurriendo durante la disolución de mi matrimonio anterior 36, una realidad humana que a veces acompaña a los grandes cambios vitales. Pero la fuerza y la belleza de la relación que construimos con Annie eclipsaron cualquier dificultad inicial, convirtiéndose en el pilar central de mi vida adulta y mi trabajo más significativo.

VIII. Una Luz en el Mundo Poseído por Demonios (Escepticismo, Ciencia y Religión)

Una parte fundamental de mi trabajo, inseparable de la exploración del cosmos, fue la defensa del pensamiento crítico y el escepticismo científico.7 Vivimos en una época de un poder tecnológico sin precedentes, pero también de una notable credulidad y una preocupante falta de comprensión científica básica.35 Vi con alarma cómo la pseudociencia, la superstición y el pensamiento mágico –desde la astrología y los secuestros alienígenas hasta las curas milagrosas y las teorías conspirativas– ganaban terreno en la cultura popular.28 Esta mezcla combustible de ignorancia y poder, advertí, es peligrosa; una sociedad que depende de la ciencia y la tecnología, pero donde casi nadie las entiende, es una receta para el desastre.35 ¿Quién dirige la ciencia y la tecnología en una democracia si la gente no sabe nada al respecto?.35

Para combatir estas tendencias, promoví lo que llamé el «Kit de Detección de Patrañas» (Baloney Detection Kit).39 No era una fórmula mágica, sino un conjunto de herramientas cognitivas basadas en los principios del método científico: la necesidad de confirmación independiente de los «hechos», el fomento del debate sustantivo sobre la evidencia por parte de defensores informados de todos los puntos de vista, la invalidez de los argumentos de autoridad, la consideración de múltiples hipótesis de trabajo, el intento de refutar la propia hipótesis en lugar de aferrarse a ella, la cuantificación siempre que sea posible, la necesidad de una cadena de argumentación lógica y coherente, y el principio de la Navaja de Occam (elegir la hipótesis más simple que explique los datos).39 La herramienta central es una máxima simple pero poderosa: las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias.39

Mi libro El Mundo y sus Demonios 5 fue mi intento más completo de articular esta defensa de la razón y la ciencia como «una luz en la oscuridad». Argumenté que la ciencia no es solo un cuerpo de conocimiento, sino una forma de pensar, una manera de interrogar escépticamente al universo con una fina comprensión de la falibilidad humana. Creía que esta forma de pensar era esencial no solo para el progreso científico, sino también para la salud de una sociedad democrática, para que los ciudadanos pudieran tomar decisiones informadas y no ser presa fácil del próximo charlatán, político o religioso, que apareciera.35

Mi postura sobre la religión a menudo generó controversia.21 Aunque negué ser ateo 28, mi posición era de profundo escepticismo hacia las afirmaciones religiosas convencionales, especialmente aquellas que carecían de evidencia empírica.28 Mi postura era agnóstica: no pretendía saber con certeza que Dios no existe, pero sostenía que no había pruebas convincentes de su existencia, al menos no del tipo de Dios personal e intervencionista descrito en muchas tradiciones.34 Mantuve diálogos respetuosos con líderes religiosos 34, pero siempre insistí en la primacía de la evidencia. Me preguntaba: si deseamos creer en un Dios omnipotente, omnisciente y benévolo, ¿dónde están las pruebas?.34 Cuestioné la lógica de conceptos como la oración de petición: ¿necesita un Dios omnisciente que le recordemos que alguien está enfermo, o lo sabe pero no actúa a menos que se lo pidan?.34

Cuando se planteaba la cuestión del origen del universo, a menudo respondida con «Dios lo creó de la nada», yo instaba a dar el siguiente paso lógico: «¿De dónde vino Dios?».40 Si esa pregunta se considera incontestable, ¿por qué no admitir que el origen del universo también podría serlo? O si se postula que Dios siempre existió, ¿por qué no considerar que el universo siempre existió, sin necesidad de creación?.40 Mi objetivo no era atacar la fe per se, sino defender el método científico como la herramienta más fiable que tenemos para comprender la realidad, y aplicar ese mismo rigor escéptico a todas las afirmaciones sobre cómo funciona el mundo, incluidas las religiosas. La ciencia, para mí, era la mejor vela que teníamos para iluminar la oscuridad de la ignorancia y la superstición.28

IX. Un Punto Azul Pálido: Humildad, Responsabilidad y Nuestro Futuro

De todas las imágenes enviadas desde las profundidades del espacio, ninguna me conmovió tan profundamente ni encapsuló tanto de mi filosofía como la fotografía conocida como el «Punto Azul Pálido» (Pale Blue Dot). En febrero de 1990, a mi sugerencia 33, la nave espacial Voyager 1, ya a unos 6 mil millones de kilómetros de distancia y a punto de abandonar nuestro vecindario planetario, giró su cámara por última vez hacia su hogar.24

La imagen que capturó mostraba la Tierra como un diminuto punto de luz, un pixel casi imperceptible suspendido en un rayo de sol disperso, en medio de la vasta oscuridad cósmica.20 Ver nuestro mundo desde esa perspectiva fue una experiencia sobrecogedora y profundamente aleccionadora.33

«Mira de nuevo ese punto», escribí más tarde en mi libro Un Punto Azul Pálido.27 «Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Sobre él, todos a los que amas, todos a los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste hablar, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador… vivió allí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol».27

Esa imagen distante de nuestro pequeño mundo desafía nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo.27 La Tierra es un escenario muy pequeño en una vasta arena cósmica.21 Pensé en los ríos de sangre derramados por todos esos generales y emperadores para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en los amos momentáneos de una fracción de un punto.21 Pensé en las crueldades interminables infligidas por los habitantes de una esquina de este píxel sobre los habitantes apenas distinguibles de alguna otra esquina, cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ansiosos por matarse unos a otros, cuán fervientes sus odios.33

En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay indicio de que vaya a llegar ayuda de otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.21 La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro cercano, al que nuestra especie pueda migrar. Visitar, sí. Asentarse, todavía no.33 Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos.33

Para mí, esa imagen subrayaba nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad, y de preservar y cuidar el punto azul pálido, el único hogar que hemos conocido.33 Esta perspectiva cósmica no era un ejercicio de abstracción; tenía implicaciones directas para nuestras acciones aquí en la Tierra. Reforzó mi compromiso con la protección del medio ambiente 5 y con la defensa del desarme nuclear.3 Ver la Tierra desde lejos nos obliga a reconocer nuestra interconexión y nuestra vulnerabilidad compartida.

Al mismo tiempo, esta perspectiva también impulsó mi visión del futuro humano en el espacio.27 No como un escape de nuestros problemas, sino como parte de una estrategia a largo plazo para la supervivencia de la especie y para ganar una comprensión aún más profunda de nuestro contexto cósmico. Argumenté que la exploración espacial, la posible colonización de otros mundos y quizás incluso la terraformación, podrían ser esenciales para nuestro futuro.31 Necesitamos la voluntad política para rastrear asteroides y cometas que podrían amenazar nuestro planeta 31, y necesitamos la visión para convertirnos en una especie multiplanetaria. La perspectiva del «Punto Azul Pálido» inspira tanto la necesidad urgente de cuidar nuestro hogar actual como la prudencia de explorar opciones futuras más allá de él.

X. Confrontando la Oscuridad: Enfermedad y la Última Frontera

En 1994, me diagnosticaron mielodisplasia, una rara y grave enfermedad de la médula ósea, a veces precursora de la leucemia.11 Durante los siguientes dos años, luché contra la enfermedad, sometiéndome a tratamientos intensivos, incluidos tres trasplantes de médula ósea.34

Enfrentar mi propia mortalidad fue, en cierto modo, la prueba definitiva de las convicciones filosóficas que había defendido durante toda mi vida.34 Habiendo pasado décadas argumentando a favor del escepticismo, la primacía de la evidencia y una visión naturalista del universo, ahora me enfrentaba a la perspectiva de mi propia aniquilación personal desde esa misma perspectiva secular y agnóstica.34

Muchas personas bienintencionadas rezaron por mí; las oraciones llenaron la Catedral de San Juan el Divino en Nueva York.34 Aprecié su preocupación, pero mis puntos de vista no cambiaron. Como mi esposa Annie relataría más tarde, no hubo conversión en el lecho de muerte, ni apelaciones a Dios, ni esperanza en una vida después de la muerte, ni pretensión de que ella y yo, inseparables durante 20 años, no nos estuviéramos despidiendo para siempre.34 No se trataba de falta de deseo de consuelo; se trataba de un compromiso inquebrantable con lo que consideraba la verdad, basada en la evidencia disponible. Como Annie dijo: «Carl nunca quiso creer. Quiso saber».34 Para mí, lo que más importaba era lo que era verdad, no simplemente lo que nos haría sentir mejor.39

Aceptar la finalidad de la muerte desde una perspectiva naturalista no disminuye el valor de la vida; al contrario, la realza. Saber que nuestro tiempo es finito hace que cada momento, cada conexión, cada descubrimiento sea infinitamente precioso.37 La conciencia es una propiedad notable de la materia organizada de cierta manera compleja. No hay evidencia creíble de que sobreviva a la muerte del cuerpo. Pero ¡qué maravilla que exista en absoluto! ¡Qué privilegio haber tenido la oportunidad de experimentar el universo, de amar, de aprender, de contribuir, aunque sea brevemente, a la gran aventura humana del conocimiento!

Incluso durante mi enfermedad, mi impulso por comprender y comunicar no disminuyó. Continué dando conferencias cuando mi salud lo permitía 11 y concedí entrevistas, incluida una memorable con Charlie Rose pocos meses antes de morir, donde reiteré mis advertencias sobre la necesidad del pensamiento crítico en nuestra sociedad tecnológica.35 Mi pasión por compartir el conocimiento y la perspectiva científica era fundamental para mi ser, y persistió hasta el final.

El 20 de diciembre de 1996, en Seattle, Washington, sucumbí a una neumonía, una complicación de mi enfermedad.3 Tenía 62 años. Mi viaje personal había llegado a su fin, pero la búsqueda de conocimiento, la gran aventura de la ciencia, continúa.

XI. Epílogo: Algo Increíble Aún Espera

Mi vida fue un viaje impulsado por la maravilla, una exploración constante de las orillas del océano cósmico. Tuve el privilegio de participar en la edad de oro de la exploración planetaria, de ver mundos vecinos transformarse de puntos de luz en paisajes complejos y fascinantes. Pude compartir la emoción de esos descubrimientos con millones de personas, intentando transmitir no solo el conocimiento científico, sino también el método escéptico y la perspectiva humanista que lo acompaña.

Si algo he aprendido, es que el universo es mucho más grandioso, más sutil y más sorprendente de lo que nuestras limitadas mentes pueden abarcar fácilmente. La cosmología nos enfrenta a los misterios más profundos, a preguntas que antes solo se trataban en la religión y el mito.40 No tenemos todas las respuestas, y quizás nunca las tengamos. Pero la búsqueda en sí misma es noble y enriquecedora. Debemos mantener la mente abierta 21, hacer preguntas audaces y seguir la evidencia dondequiera que nos lleve.

Dejé este mundo con la esperanza de que la humanidad elija sabiamente su futuro. La perspectiva cósmica, la comprensión de nuestro lugar en el universo revelada por la ciencia, nos ofrece una lección crucial de humildad y responsabilidad. Nos muestra nuestra conexión fundamental con toda la vida en la Tierra y la necesidad urgente de proteger nuestro frágil hogar planetario. Nos advierte sobre la locura de nuestras divisiones y conflictos, magnificados contra el telón de fondo de la inmensidad cósmica.

El futuro dependerá de nuestra capacidad para abrazar la razón, el pensamiento crítico y la cooperación global. Necesitamos más ciencia y más tecnología, pero aplicadas con sabiduría y previsión. Necesitamos fomentar la curiosidad en las generaciones futuras y asegurarnos de que todos tengan las herramientas para comprender el mundo y participar en las decisiones que darán forma a nuestro destino.35

El universo no fue hecho a medida para nosotros. Somos una forma de vida local en un pequeño planeta que orbita una estrella promedio en los suburbios de una galaxia entre miles de millones. Pero somos la forma que tiene el Cosmos de conocerse a sí mismo. Esa es una responsabilidad y un privilegio asombrosos.

Mi viaje ha terminado, pero la exploración apenas ha comenzado. Las estrellas nos llaman. Allá arriba, en la inmensidad del espacio y el tiempo, quién sabe qué maravillas esperan ser descubiertas. Como siempre he creído, en algún lugar, algo increíble espera ser conocido.3 Sigamos mirando hacia arriba.20

Tabla 1: Carl Sagan – Cronología de Descubrimiento y Comunicación

Año(s)Tipo de HitoDescripciónReferencias Clave
1934PersonalNacimiento en Brooklyn, Nueva York (9 de noviembre)3
~1941FormativoVisita crucial a la biblioteca pública; descubre que las estrellas son soles distantes2
1939-1940FormativoAsiste a la Feria Mundial de Nueva York; interés avivado por visiones del futuro3
1951EducaciónSe gradúa de la escuela secundaria (16 años); ingresa en la Universidad de Chicago con beca completa3
1955EducaciónLicenciatura (B.A./B.S.) en Física, Universidad de Chicago3
1956EducaciónMáster (M.S.) en Física, Universidad de Chicago3
1957PersonalPrimer matrimonio con Lynn Margulis9
1960EducaciónDoctorado (Ph.D.) en Astronomía y Astrofísica, Universidad de Chicago; tesis sobre atmósferas planetarias (Venus)3
1960-1962CarreraBecario Miller, Universidad de California, Berkeley1
1962-1968CarreraProfesor Asistente, Universidad de Harvard; Investigador, Observatorio Smithsoniano2
1962Misión / DescubrimientoContribuye a la misión Mariner 2 a Venus; confirma altas temperaturas y efecto invernadero3
Década 1960DescubrimientoPropone explicación de cambios estacionales en Marte (polvo eólico); investiga moléculas orgánicas en Titán; especula sobre océano en Europa y vida en Júpiter12
1964PersonalSegundo matrimonio con Linda Salzman12
1966PublicaciónCoautor de Intelligent Life in the Universe con I.S. Shklovskii1
1968CarreraSe une a la Universidad de Cornell como Profesor Asociado con titularidad; establece el Laboratorio de Estudios Planetarios1
1971CarreraAscendido a Profesor Titular en Cornell8
1972-1973Misión / ComunicaciónConcibe y ayuda a diseñar las Placas Pioneer 10 y 11, los primeros mensajes físicos interestelares5
Década 1970MisiónParticipación clave en misiones Mariner 9 (Marte), Viking (Marte), Voyager (planetas exteriores)5
1977Misión / ComunicaciónAyuda a desarrollar el Disco de Oro de las Voyager, un mensaje más elaborado para inteligencias extraterrestres13
1977PersonalConoce y se compromete con Ann Druyan durante el proyecto Voyager22
1978Premio / PublicaciónGana el Premio Pulitzer por Los Dragones del Edén (publicado en 1977)9
1980Media / ComunicaciónSe emite la serie de TV Cosmos: A Personal Voyage, co-escrita con Ann Druyan y Steven Soter; alcanza fama mundial8
1980OrganizaciónCofunda The Planetary Society11
1981PersonalTercer matrimonio con Ann Druyan36
Década 1980ActivismoInvestiga y advierte sobre el «invierno nuclear» como consecuencia de una guerra nuclear15
1985PublicaciónPublica la novela Contacto9
1990ComunicaciónInspira la fotografía «Punto Azul Pálido» de la Tierra tomada por Voyager 120
1994PublicaciónPublica Un Punto Azul Pálido: Una Visión del Futuro Humano en el Espacio13
1994PremioRecibe la Medalla de Bienestar Público de la Academia Nacional de Ciencias9
1994/1995PersonalDiagnosticado con mielodisplasia34
1996PublicaciónPublica El Mundo y sus Demonios: La Ciencia como una Luz en la Oscuridad5
1996PersonalFallece en Seattle, Washington (20 de diciembre) a los 62 años3

Obras citadas

  1. Carl Sagan: The People’s Astronomer – MIT, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.mit.edu/~saleem/ivory/ch4.htm
  2. Carl Sagan and the Quest for Life in the Universe | AMNH, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.amnh.org/learn-teach/curriculum-collections/cosmic-horizons-book/carl-sagan-quest-for-life
  3. Carl Sagan – Cosmos, Quotes & Books – Biography, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.biography.com/scientists/carl-sagan
  4. www.amnh.org, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.amnh.org/learn-teach/curriculum-collections/cosmic-horizons-book/carl-sagan-quest-for-life#:~:text=Carl%20Sagan%20(1934%E2%80%931996),vistas%20in%20his%20young%20mind.
  5. Carl Edward Sagan Legacy – Confinity, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.confinity.com/legacies/carl-edward-sagan
  6. What existential palliative care can learn from Carl Sagan – PMC, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC5513175/
  7. www.nasonline.org, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.nasonline.org/wp-content/uploads/2024/06/sagan-carl.pdf
  8. ‘Cosmos,’ a Pulitzer, and More: Fascinating Facts about Carl Sagan – Cornell Alumni, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://alumni.cornell.edu/cornellians/sagan-facts/
  9. Carl Sagan – Wikipedia, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://en.wikipedia.org/wiki/Carl_Sagan
  10. The astronomer who brought the cosmos closer to us – Ynetnews, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.ynetnews.com/health_science/article/sycuvgcnjl
  11. Carl Sagan (1934–1996) – Bulletin of the AAS, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://baas.aas.org/pub/carl-sagan-1934-1996
  12. Carl Sagan timeline, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.officetimeline.com/blog/carl-sagan-timeline
  13. The Department of Astronomy and Astrophysics | Alumni: Carl E. Sagan, 1960, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://astro.uchicago.edu/alumni/carl-e-sagan-1960.php
  14. Carl Sagan, Cornell astronomer, dies today (Dec. 20) in Seattle …, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://news.cornell.edu/stories/1996/12/carl-sagan-cornell-astronomer-dies-today-dec-20-seattle
  15. Carl Sagan – Crystalinks, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.crystalinks.com/sagan.html
  16. Carl Sagan, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://solarspell-dls.sfis.asu.edu/mea/wikipedia/wp/c/Carl_Sagan.htm
  17. Carl Sagan (1934-1996) – UNC Charlotte, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://visionlab.charlotte.edu/index.php?option=com_content&view=article&id=95:carl-sagan-1934-1996&catid=36&Itemid=470
  18. The Sagan Files – Cornell Alumni Magazine, fecha de acceso: mayo 4, 2025, http://cornellalumnimagazine.com/the-sagan-files/
  19. Carl Sagan (1934-1996) – NASA Science, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://science.nasa.gov/people/carl-sagan/
  20. Celebrating Carl Sagan at 90: He Brought the Cosmos to Us All – SETI Institute, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.seti.org/celebrating-carl-sagan-90-he-brought-cosmos-us-all
  21. Cornell Celebrates Carl Sagan’s 84th Birthday by Releasing ‘Lost’ Lecture, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://cornellsun.com/2018/11/15/cornell-celebrates-carl-sagans-84th-birthday-by-releasing-lost-lecture/
  22. Beyond Carl Sagan’s Cosmos: A conversation with Ann Druyan, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.astronomy.com/science/beyond-carl-sagans-cosmos-a-conversation-with-ann-druyan/
  23. Ann Druyan wishes you a happy Sagan Day | The Planetary Society, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.planetary.org/planetary-radio/2022-ann-druyan-sagan-day
  24. Pale Blue Dot Revisited: A Cosmic Reflection on Humanity – Astrography, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://astrography.com/blogs/news/pale-blue-dot-revisited-a-cosmic-reflection-on-humanity
  25. Carl Sagan and Annie Druyan’s Love Letter to the Universe – Films For Action, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.filmsforaction.org/watch/carl-sagan-and-annie-druyans-love-letter-to-the-universe/
  26. Ann Druyan on Cosmos and Carl Sagan’s legacy | Astronomy.com, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.astronomy.com/science/ann-druyan-on-cosmos-and-carl-sagans-legacy/
  27. Pale Blue Dot: A Vision of the Human Future in Space: Sagan, Carl – Amazon.com, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.amazon.com/Pale-Blue-Dot-Vision-Future/dp/0679764860
  28. Demon-Haunted World: Science as a Candle in the Dark | work by …, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.britannica.com/topic/Demon-Haunted-World-Science-as-a-Candle-in-the-Dark
  29. Contact by Carl Sagan : r/Astronomy – Reddit, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.reddit.com/r/Astronomy/comments/1guq2c5/contact_by_carl_sagan/
  30. Contact by Carl Sagan: A Brilliant Novel : r/sciencefiction – Reddit, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.reddit.com/r/sciencefiction/comments/1gupfgn/contact_by_carl_sagan_a_brilliant_novel/
  31. Pale Blue Dot (book) – Wikipedia, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://en.wikipedia.org/wiki/Pale_Blue_Dot_(book)
  32. Carl Sagan’s Pale Blue Dot | The Institute for Creation Research, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.icr.org/article/carl-sagans-pale-blue-dot
  33. A Pale Blue Dot | The Planetary Society, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.planetary.org/worlds/pale-blue-dot
  34. Unbeliever’s Quest – Newsweek, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.newsweek.com/unbelievers-quest-170478
  35. In His Final Interview, Carl Sagan Warned That Someone Just Like …, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://futurism.com/the-byte/carl-sagan-warned-charlatan
  36. TIL Carl Sagan and Ann Druyan were professional acquaintances during the Voyager project in 1977. When Sagan returned a phone call from Druyan it turned into a date and they were engaged by the end of the call. They married in 1981 and were together until Sagan’s death in December 1996. : r/todayilearned – Reddit, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.reddit.com/r/todayilearned/comments/ht6rpk/til_carl_sagan_and_ann_druyan_were_professional/
  37. Ann Druyan, about her husband, Carl Sagan: «I don’t think I’ll ever see Carl again. But I saw him. We saw each other. We found each other in the cosmos, and that was wonderful.» : r/atheism – Reddit, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.reddit.com/r/atheism/comments/utwm6/ann_druyan_about_her_husband_carl_sagan_i_dont/
  38. Life of Carl Sagan – Full Interview with Ann Druyan – YouTube, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://www.youtube.com/watch?v=GANZoWHHLCk
  39. Best of Doublethink Flashback: Carl Sagan’s Religious Vision …, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://americasfuture.org/best-of-doublethink-flashback-carl-sagans-religious-vision/
  40. Carl Sagan’s Sharpest Arguments Against Religion – YouTube, fecha de acceso: mayo 4, 2025, https://m.youtube.com/watch?v=Q-yt_Al7aKo&pp=ygUII25vdG1hZGU%3D

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *